mujer y ave

mujer y ave

jueves, 21 de noviembre de 2013

Interludio


Capítulo 2 Interludio.

 

Los ojos grises estaban atascados en aquellos, verde pradera, que no dejaban de verla con cierta burla y a la vez, con curiosidad.


Nada le hubiese preparado para un momento tan hostil como el que estaba viviendo, Sí tan sólo hubiese seguido su camino y no de dárselas de buena samaritana con una oveja, nada de eso estuviese ocurriendo y exponerse a ser juzgadas por sus superiores y de la más temida mujer de todo el sector.



A veces la vida, se vuelve incierta e impredecible y juega con tus emociones a su entero antojo, sintiéndote como marioneta en sus hilos que no se dejan de mecer a su entero capricho y quedas colgado en el limbo, por más que trataste de zafarte de los lazos del destino, un duro escarmiento que debes asumir con amargura y resignación, porque no tomaste en cuenta que tú eres un simple actor y no el director de la orquesta del anfiteatro de la vida.

 

«Esto sólo me puede estar pasando a mí» se cuestionaba duramente la joven. 

 

Bianca llamó Héctor ¿estás bien? 

 

Sin embargo, no hubo respuesta de su parte…sólo silencio.



Bianca insistió ahora, don Alejandro, que se vio obligado a intervenir al no conseguir reaccionar a la joven y tocándole su hombro. 

 

La muchacha, recién ahí, despertó de su ensoñación y quedo viendo a su jefe y parpadeó varias veces al no comprender nada. 

 

Bianca, ¿te encuentras bien? preguntó un preocupado Alejandro. 

¡Eh! balbuceó la muchacha y añadió estesí (fue su escueta respuesta) 

¿Segura? inquirió don Alejandro para nada convencido. 

Claro mencionó la muchacha, que no conseguía reaccionar del todo. 

A ver mujer propuso Héctor, dándole u vaso de agua para la chica. veo que tu conmoción es muy grande aún. Anda y tómate lo todo.

 

La joven, obedeció sin chistar y se bebió de golpe el vaso de agua como si con ello, quisiera despejarse mentalmente de todo el caos en su cabeza.

 

Más despacio chiquilla, nadie te apura indicó don Alejandro.



Segundos después, el mismo RP, retiraba el vaso de las manos de la joven por temor a que pudiese hacerse daño con él, ya que aún no estaba bien del todo. 

Mira Bianca, nosotros no pretendemos juzgarte ni castigarte, por lo que te rogamos que te lo tomes con calma y sólo nos des algunas respuesta para esclarecer lo sucedido junto a la señorita Pedrales explicó Héctor. 

Fue ahí, que sus ojos grises volvieron a chocar con los de Ariza Pedrales y basto solo eso, para volver a ponerla incómoda, ya que recordó que fue una estupida al creerla la hija de la dueña de la estancia los pozos. 

¿Qué tienes que decirnos Bianca? preguntó con suavidad don Alejandro. 

Nada tengo que ver con esa oveja se defendió Bianca yo se lo expliqué a la señorita Pedrales. 

Ariza, ese es mi nombre replicó en seco ésta ayer no tuviste empacho en llamarme por mi nombre, así que dejemos las formalidades de lado que no vienen al caso. 

 

Tanto Alejandro y Héctor, intercambiaron miradas entre sí, ya que se notó al instante el aire tenso entre ambas mujeres y eso era sinónimo de problemas para Enap. Y la dura reacción de la dueña de la estancia, vino a dejarles en claro que solo un milagro salvaría a la joven empleada como también la producción de petróleo para esta semana. 

 

Le vuelvo a repetir que nada tengo que ver con su oveja herida protestó Bianca y con respecto a confundirla con otra persona, lo lamento, nunca fue mi intención cometer semejante tontera y menos tutearla. 

¿Estas admitiendo que te equivocaste? siseó Ariza con deliberada provocación. Ayer tu actitud era distinta, señorita Rangel. 

Usted está gozando con  todo esto, ¿no es así? rabió la joven seguro está acostumbrada que todo el mundo corra a un tronar de dedos suyos y  no caer en desgracia ante sus ojos y por eso la complacen en todo. 

Como si un rayo se sintiera en la sala, ya que las palabras de la chica, causaron el mismo efecto en los tres, ya que nadie y absolutamente nadie en 20 años osó siquiera alzar la voz frente a una, de los mayores estancieros y más fieras de toda la pampa austral. 

 

Un silencio sepulcral envolvió el ambiente, entre los dos hombres, que temían que se desatará la tercera guerra mundial ahí mismo, porque temían las represalias del Ariza Pedrales y sabían que ese era el fin para la joven Rangel, y ya se podía ir despidiendo de la Patagonia. 

 

Pues fíjate que no es el caso sentenció mordaz Ariza. sólo me extraña que una chica tan descuidada como tú, se le permita trabajar en un lugar de alto riesgo como es Enap, ya que siento que para nada estás calificada para un trabajo como el que aquí se realiza. Siento que no das la talla y pones en riesgo a tus compañeros.

  ¿Cómo se atreve a juzgarme de ese modo sin conocer mis aptitudes profesionales? reprochó indignada Bianca. ¿quién se cree que es?

Pues una mujer muy observadora que ve el peligro a primera vista contra atacó Ariza y que además es la dueña de este lugar, querida. 

Eso no le da derecho alguno a poner en tela de juicio mis conocimientos y mi formación replicó en el acto Bianca. Si lo que desea es que me vaya de sus tierras podría ser más honesta y no andarse con tanto rodeo, eso es de cobardes. 

 

Un silbido involuntario, fue lo que se le escapó de los labios de Héctor, que casi cayó en un colapso cardiaco al oír el tenor de las palabras de una simple y desconocida empleada. No obstante, vino a interrumpir justo a tiempo, esa acalorada discusión. Obligando al hombre de mayor autoridad a intervenir. 

 

Les ruego que no olvidemos que esta es sólo una reunión que pretendía esclarecer los hechos carraspeó Don Alejandro, aunque en sus palabras estaban cargadas de cierto nerviosismo mal disimulado. 

Usted me disculpará don Alejandro, pero yo no acepto que nadie me trate de este modo, aunque esta señora sea la misma reina de Inglaterra argumentó una furiosa Bianca. Una cosa es mi trabajo, el cual amo, pero no por eso me tengo que dejar atropellar por cualquier patán. 

Bianca, mida sus palabras ordenó cabreado Héctor cómo no se da cuenta de que es una empleada nada más y que está tratando de una manera grosera a la señorita Pedrales, que por cierto, no está a su nivel. 

Me vale un carajo que no esté a la altura de esta señora desafió Bianca, que ya a esa altura perdió toda cordura. no soy ninguna lame botas y tampoco arribista social para dejar que barran el piso conmigo. Con su permiso, no tengo más nada que hacer en un sitio que son clasistas a morir. 

 

 Tras las furibundas palabras de la joven, un sonoro portazo se dejó escuchar en la habitación, dejando pasmados y enmudecidos a los dos hombres. 

 

Solo los ojos verdes de Ariza, permanecían impávidos y con cierto dejo de malicia en su mirada. 

 

Era verdad, todo lo que se decía de ella, era más mala que los calambres y ya había hecho trizas a su víctima sin mucho esfuerzo. 

Su fama, la precedía donde quiera que vaya y eso la regocijaba en demasía y esta no era la excepción. Aunque…

 

Ariza, te ruego disculpes a tan mal educada jovencita se disculpó Héctor, que corrió a su lado y besando la palma de la mano de la estanciero y fomentando que el ego de esa mujer se fue a las nubes cada vez más. Nuestra empresa está perdiendo el rumbo al contratar a personal de esa calaña.

 

 «Por Dios, hasta dónde te puedes rebajar amigo mío. Bianca, tiene toda la razón, eres un lame botas de lo peor» meditó hastiado Alejandro.

 

Sin decir nada, salió de la sala y fue en busca de la muchacha, pero no le halló y se fue directo a donde sus subordinados inmediatos. 

 

  ¿Han visto a Bianca? preguntó Alejandro. 

La vimos salir como alma que lleva el diablo señaló Atalia. 

¿Sucede algo malo, Alejandro? preguntó una inquieta Marcela. Por tu cara, veo que hay problemas. 

Esa chica, tiene los cojones que nosotros nunca hemos tenido aclaró Alejandro. y la verdad, no quiero perder a una funcionaria como esa, por culpa de estos estancieros de mierda. 

Alejandro, ¿qué sucedió para que te expreses de ese modo? advirtió Marcela. me estás preocupando. ¿Qué fue lo que hizo Bianca? 

Se los contaré en el camino. Ahora necesito que me acompañen hasta su casa ordenó Alejandro a sus dos empleados. no estoy dispuesto a perderla, ya veré cómo lo haré, pero esa chica de este lugar no se va, aunque arda Troya. 

 

Tanto Marcela como Atalía se quedaron viendo, pues en los años que llevaban en Posesión, nunca había visto a su jefe tan molesto y dispuesto a desafiar al sistema imperante por los ganaderos del sector. 

 

Estaba más que claro, que las cosas ya no volverían a ser las mismas y se iba a escribir una historia bastante peculiar y que encerraban ocultos misterios de un pasado tormentoso para las protagonistas.

En sitio distante de lo que en aquellas tierras sucedía...

 

En las áridas arenas del desierto nortino. Una mujer mayor, cuya tez estaba marcada por los surcos del paso de los años, veía en dirección del mar y sus negros ojos, brillaban con cierta nostalgia al recordar a una persona muy querida por ella. 

 

Cuídate pequeña mía murmuró la anciana ella, nunca estuvo en este lugar. Y no dejaste que te explicará que en tierras sureñas ibas a reencontrarte nuevamente con la mujer que más amaste y la que causo tu mayor sufrimiento y desgracia.

 

Una gruesa lágrima se desprendió de sus ojos, resbalando lento por su mejilla, como si no tuviese prisa por caer al suelo, ya que estaba vestida de luto por aquella muchacha que intentaba vanamente torcerle la mano al destino. 

 

A Kilómetros de ahí...

 

« Así que no estuve equivocada en mi impresión de ese primer encuentro...Eras tú, Anaí» susurró una delicada voz, que pertenecía a una morena de aspecto gitano, cuyos ojos verdes no dejaban de centellear. Destello típico que se desprende de un cazador que está listo para saltar sobre su presa.

1 comentario:

Ángelus dijo...

Jejeje... Como se pone la cosa por este fic jajajajaa. Ariza ha reconocido a Bianca como su amor de una vida pasada, Anaí. Bufff... No lo tendrá fácil, y menos con los amigos de Bianca intentando aguarle los planes.

Publicar un comentario

Una verdad del pasado

  Capítulo 24, atada por un testamento. —Amor — murmuró quedamente sopesando cada letra de esa palabra. Mientras que a la distancia era ...