Atada por un testamento, capítulo 6.
Han transcurridos tres
semanas desde la llegada de Karina a la hacienda los alerces y su estadía ha
sido de todo menos placentera. Debido a las constantes burlas y exigencias de
parte de Akiane con respecto a su desempeño en las labores encomendadas.
A raíz de que no ha conseguido disminuir sus tiempos en
el trabajo y para que se le asigne más
trabajo, ha sido obligada a permanecer en la limpieza de los establos hasta que
la joven Rosemberg determine lo contrario. Sin duda, esto no le molesta en absoluto, ya que se ha resignado a estar en ese lugar y
además, que disfruta estar en compañía
de su amigo acosador, quién no pierde oportunidad para demostrarle sus afectos,
conquistando el corazón de la joven Sotomayor. Claro está que este hecho lo
mantiene oculto para los demás.
En lo que va de estas semanas, Karina ha debido soportar
una y otra vez la ironía de su “patrona” que le recuerdan su ineptitud para la
vida del campo y no contenta con ello, suele recalcarle que una citadina no
tiene futuro fuera de casa y de la ciudad. Razones suficientes para herir hasta
lo indecible su orgullo al punto de tener que frenar sus impulsos de
abofetearla y descargar su rabia contra ella. Esto ha llevado a Karina, a evitarla a toda costa y sólo la
espera, para recibir una que otra instrucción y el resto del día desaparece de
su vista, suele desayunar de las primeras, trabaja de corrido y llega a la casa
hasta que ha oscurecido y después de un buen baño, se reúne con Greta para
cenar y disfruta de esa única compañía.
Los días de descanso los aprovecha al máximo para
descansar, debido que hace dos semanas atrás, recibió una llamada de sus socios
que le anunciaban que se habían adjudicado dos proyectos para nuevos prototipos
y que necesitaban de su ayuda, por lo que empleaba gran parte de la noche para
colaborar con ellos y sacar adelante ese negocio. Karina, se cuidaba mucho de
no dejar ver su cansancio y mantener en reservas sus actividades nocturnas. Por
ello, era la primera en estar en pie a eso de las 6 de la mañana y de guardar
su computador y móvil en un lugar seguro y no levantar ninguna sospecha al
respecto.
Por su parte, Akiane, ha estado muy ocupada con ciertos
asuntos que la tienen un poco intranquila y motivo de ello, tuvo que ausentarse
de la hacienda por tres días, dejando a Pedro a cargo de todo y al cuidado de
Karina, haciendo hincapié en que la mantuviese vigilada en todo momento, ya que
habían surgido inconvenientes y podrían alterar sus planes y su deseo de que la
joven permanezca junto a ella.
Cierto día, después de acabar la jornada, recibió una
llamada que la dejó descompuesta.
- Diga –dijo Akiane.
-¡buenas tardes Akiane! – saludó una mujer.
-¡Buenas tardes Eloísa! –Saludó Akiane- ¿a qué debo el gusto
de su llamada?
-debemos hablar cuanto antes, Akiane –demandó Eloísa-
necesito que vengas a Santiago a la brevedad posible.
-¿cuál sería el motivo de esa urgencia, Eloísa? –preguntó
seria Akiane.
-el motivo por el que has de venir, se llama Karina –señaló
Eloísa- y no te atrevas a negar que, la tienes en tu estancia, ya Ignacia me informó de ese
detalle.
-¡Vaya! Con que fue Ignacia –exclamó molesta Akiane- de
acuerdo Eloísa, mañana mismo viajare a Santiago, sólo dígame en qué lugar nos
podremos reunir.
-Te espero en The
Ritz Carlton –indicó Eloísa- ya tengo las reservaciones a tu nombre sólo
necesito confirmar la fecha y de paso podremos estar tranquilas, sin la
interrupción de las demás.
-comprendo –afirmó Akiane- veré enseguida el asunto de
los pasajes y le confirmó mí llegada a
Santiago.
-perfecto –señaló Ella- esperaré tu llamada entonces. Por
cierto, pasaré a recogerte al aeropuerto.
-vale –dijo Akiane-
la estoy llamando Eloísa. (Cortando la llamada)
Fue así, como Akiane, dispuso todo para viajar a la
capital. Estaba consciente que de esa reunión, dependía el futuro de Karina a
su lado y no estaba dispuesta a que
nadie pusiera impedimentos para ello.
Sin embargo, algo en su interior le daba cierta confianza, principalmente por
las palabras de la abogada, que le pedían reunirse a solas y eso era un buen
presagio y con ese sentimiento dentro de sí, dejó la estancia para reunirse con
su anfitriona en Santiago.
FLASH BACK
En unos de los comedores del The Ritz. Una joven se reúne
con una mujer, poseedora de prestancia y encanto, que dejaban ver que los años
les sientan bien a ciertas mujeres al igual que el vino. Después de los habituales y protocolares
saludos, la mujer, inició la plática sin rodeos y muy directa en sus
cuestionamientos.
-¿cuál es el motivo de retener a Karina a tu lado?
–preguntó directo Eloísa.
-Por el testamento de su hermana Adriana –respondió de
igual forma Akiane.
-¡Entonces!, ¿es
cierto lo que me confidenció Ignacia? –comentó Eloísa.
- ¡Así es ¡ –respondió Akiane- Karina, está en mi hacienda
para cumplir con la voluntad de su hermana.
- Ya veo –comentó la abogada- seré bien franca contigo
Akiane, hay algo que no me queda claro con todo lo que me relató Ignacia y es el hecho de qué seas
tú, la albacea de su voluntad. Por tanto, te rogaría que me dieras tu versión
de los hechos.
-por supuesto –afirmó Akiane- -que
procedió a narrarle los hechos tal cual sucedieron a partir del
accidente-. –Verás Eloísa, todo esto
comenzó cuando…
El relato de la joven Rosemberg, se prolongó por espacio de
dos horas. En dónde tuvo que explicar cada una de las acciones que debió
emprender para llevar a cabo lo solicitado por su cuñada, dejando esta
revelación atónita a Eloísa Izquierdo, que jamás sospecho que la hija mayor de
Ángela, tuviese esa cualidad o don para ver cosas más allá de toda lógica.
Decidió escuchar atentamente a la joven albacea sin interrumpirla, ya que más
adelante harías las preguntas pertinentes al caso.
Después que la muchacha terminara de narrar todo lo
sucedido y sin omitir nada. Eloísa se quedo viéndola fijamente, pues había algo
en ella y en sus palabras que no
permitían terminar de formar un cuadro final de la forzosa estadía de Karina,
sin más preámbulos salió de sus dudas.
-Akiane –comentó Eloísa- hay algo que no me queda claro,
¿Qué ganas tú con todo esto?
La joven Rosemberg, no se sorprendió en lo absoluto con
la pregunta, ya que la mujer frente a ella, es una de las más respetables
abogadas de Santiago y era de suponer que iría más allá de ser una simple
oyente.
-responderé a tu
pregunta con la misma franqueza con la que la has formulado –señaló
Akiane- sí bien, hay mucho en juego en
este testamento para ambas partes, la razón principal para mí, es Karina.
-¡que sorpresa! –Exclamó ésta- eso en verdad no lo
esperaba de tu parte y podrías interiorizarme un poco más al respecto. Claro
está, que siempre y cuando, no te sientas pasada a llevar en tu privacidad.
-por supuesto que no tengo problemas en decírtelo
–comentó Akiane- pero con la salvedad de que no podrás comentar nada de lo que
vaya a decirte y me refiero a Ignacia u
otras personas interesadas en Karina (estas palabras eran indirectas y a la
vez, directas, hacia su hija)
-porque será que no me extraña –mencionó burlona Eloísa-
que te refieras a mi hija, pero descuida, puedes contar mi discreción.
-te lo agradezco –mencionó ésta- respondiendo a tu
pregunta y como te mencioné, Karina es la razón que me mueve en todo este
asunto, ya que…
Fueron otros minutos más en explicar, el motivo que la
impulsaba a retener a la joven Sotomayor a su lado. Hecho que dejó pasmada a la
mujer, ya que con esa confidencia quedaba claro que sus intenciones eran muy
serias e in transable y esto significaba que traería algunas dificultades para
una persona en especial.
-te rogaría Eloísa que te mantuvieras al margen de todo
esto –advirtió Akiane- pues no estoy dispuesta a que nadie interfiera en
nuestras vidas. Por este motivo, decidí venir y contarte la verdad.
-comprendo –respondió la abogada- lamentablemente para mi
hija, no me voy a inmiscuir en este asunto y respetaré los deseos de Adriana,
pues para mi, fue mi segunda hija y,
además de ser, mi mejor alumna en la universidad.
-Eloísa –inquirió Akiane- ¿podrías decirme que siente tu
hija por Karina?
-María José, siempre ha estado enamorada de Karina, desde
que se conocieron en casa de Ángela –explicó Eloísa- y sufrió bastante cuando
ella se marchó del país a causa de su ex novia.
-Adriana me informó que entre ellas, hubo un altercado
que detonó su separación y estaría involucrada una tercera persona –comentó
Akiane.
-es un hecho, que es vergonzoso para mí comentarlo
–explicó Eloísa- pero, estás en lo cierto, esa tercera persona involucrada, es
nada menos que mi hija.
-ya veo –indicó Akiane- razón más que suficiente, para no
permitirle a tu hija que se acerque nuevamente a Karina.
-comprendo tu
punto de vista –acotó Eloísa- sin embargo, estamos hablando de mi hija y como
cualquier madre, la protegeré de aquellas cosas que la lastimen. Pero, has
de saber que, sí Majo, intenta
conquistar una vez más el corazón de Karina, no seré yo, la que se lo impida.
-créeme que te entiendo –señaló Akiane- pero, también
estás al tanto de mi postura y voy luchar con todo, para que nadie aparte de mi
lado a Karina. Sólo espero que mantengas tu palabra de no intervenir y lo digo, como la abogada que eres.
-descuida –declaró Eloísa- soy una mujer de palabra ante
todo. Sólo una cosa te voy a pedir y es que cuides a Karina, para que nada malo
le ocurra. De lo contrario; escúchame bien; te lamentarás si ello llega a
ocurrir y no será suficiente con que cuentes con Mauricio. ¿He sido clara en
ello?
-bastante –respondió la joven- puedes estar tranquila,
cuidare de Karina y haré todo lo que esté a mi alcance para verla feliz.
-ya veremos –sentenció Eloísa- el tiempo lo demostrará y tu
corazón dictará tus acciones.
FIN DEL FLASH BACK
Hacienda los alerces, Sábado 11:50 de la noche. Un jeep
ingresa a la portería, revisa que todo esté funcionando correctamente y luego,
prosigue su camino hasta la casa. Momentos más tardes desciende una joven
visiblemente cansada por el extenuante viaje que ha realizado desde Santiago y
luego por tierra desde Puerto Montt. A su encuentro le sale Greta.
-¡Buenas noches, mi niña! –Saludó Greta- ¿cómo estuvo ese
viaje?
-¡Buenas noches nana! –saludó Akiane- demoledor.
-¿quieres qué te prepare algo enseguida? –Preguntó Greta-
¿o vas a darte un baño primero?
-iré a ducharme y luego regreso por una de tus tartas y
una leche tibia –demandó la joven.
-de acuerdo –respondió Greta.
Tras una ducha caliente que aminoró el cansancio y la que
disfrutó más de la cuenta, Akiane, cubrió su cuerpo con una bata y fue a la
cocina por algo para cenar.
-aquí tienes, mi niña –dijo Greta.
-gracias Greta –contestó Akiane- ¡mmm!, cómo extrañe tus
delicias, de verdad, no hay cómo estar en casa.
-jajajaja –rió la mujer- siempre dices lo mismo y eso que
te sirven los mejores chef.
-pero ninguno se compara contigo, mi querida Greta –
sentenció Akiane- nadie te hará jamás el peso.
-por cierto, Akiane, ¿cómo te fue con esa abogada?
–preguntó directo Greta, ya que la joven no tenía secretos para con ella.
-Mejor de lo que esperaba –señaló ella- después de
exponerles los hechos cómo habían sucedido, se comprometió en que se mantendría
al margen y con ello, siento que puedo estar tranquila.
-¿segura? –Preguntó Greta- no debes fiarte mi niña, aún
quedan esas dos jovencitas.
-De ellas, me ocupo yo –refutó Akiane- no dejaré que se
acerquen a Karina y mucho menos esa tal Majo.
-¡cielos! –Exclamó Greta- por el tono y calibre de tus
palabras, no te cae bien, la hija de la abogada.
-En honor a la verdad –comentó Akiane- desde el primer
momento sentí una cierta antipatía por su persona. Además, que no volveré a
consentirle que me vuelva insultar en mi propia casa y, sí, no hice nada, fue
exclusivamente por respeto a su madre, pero no volverá a ocurrir.
-¿se atrevió a insultarte? –inquirió asombrada Greta.
-efectivamente –mencionó ésta- ahora que sé, que fue la
responsable del sufrimiento de Karina, menos voy a darle chance que se acerque
a ella. En un tiempo más, tendré el privilegió de revelarle el por qué y de
seguro que no le quedarán más ganas de molestarla.
-comprendo –comentó Greta- me permites darte un consejo.
-claro nana –expresó la joven- dime lo que estás
pensando.
-una cosa es que debas realizar los deseos de la niña
Adriana – puntualizó Greta- otra muy distinta, es someter el corazón de Karina
por la fuerza. Por tanto, te sugiero que busques un motivo para llegar a él, de
un modo sutil, que le permita conocer a la verdadera Akiane.
Akiane, quedo pensativa con las palabras de su nana y no
dejaba de encontrarle la razón. Sin embargo, eso no podría ser así por el
momento, ya que debía mantenerla lo más concentrada en su nueva vida y para
ello, debía ser un poco desagradable hasta conseguir su objetivo, para después
de eso, poder actuar libremente y mantenerse lo más cerca posible de Karina.
-tienes razón –respondió Akiane- pero, aún, no es el
momento. Debo esperar hasta que haya conseguido
uno de los tres puntos de Adriana, es muy pronto para ceder, por más que lo
desee.
-entiendo –dijo resignada Greta- sólo no hagas crecer
mucho la brecha entre ustedes. Debes en cuando, una dosis de amabilidad no le
hace mal a nadie.
-jajajaja –bromeó Akiane- lo tendré presente, pero, te
advierto que me dará con cualquier cosa por la cabeza, antes de aceptar un
gesto dulce de mi parte.
-¡por Dios niña! –Exclamó ella- ustedes dos son cosa
seria, se repelen hasta lo indecible, pero los polos opuestos se atraen y es
una ley que jamás cambiará.
-pero qué sabia que estás nana –bromeó la joven- por
cierto, ¿cómo ha estado ella en mi ausencia?
-aunque, Pedro, diga lo contario –comentó Greta- Karina,
no está bien, su semblante se nota fuerte, pero sus ojos, evidencian melancolía.
Por ello, te pido que la cuides.
-te lo prometo nana –afirmó Akiane- no permitiré que nada
malo le suceda a mi lado.
Después de esas palabras, las dos mujeres, platicaron
sobre otros asuntos, que involucraban a Adriana y que debían pasar a nombre de
su hermana y para que tal cosa suceda, debía prepararla muchísimo para tener un
total dominio del tema.
Una vez que concluyó de cenar, Akiane, se fue rumbo a su
dormitorio y cuando estaba por llegar, retrocedió en sus pasos y se detuvo
justo en la puerta de Karina. No pudo evitar entrar en el dormitorio y para su
sorpresa, la encontró profundamente dormida. Se acomodó en un rincón de esa
cama y se dedicó a observarla por mucho tiempo y no dejaba de asombrarse por
escuchar los latidos de su propio corazón.
“siempre estuviste en lo cierto, Adriana, no te has
equivocado en nada de lo que me señalaste. Ahora, debo correr contra el destino,
para poder lograrlo por mis medios”
pensamientos en los que la joven, divagaba mientras contemplaba el
rostro de ángel que dejaba ver la joven Sotomayor, que es muy distinto, del que suele verse cuando está despierta.
Akiane, permaneció en el lugar por espacio de media hora
y luego se retiró a su alcoba, teniendo cuidado al salir para no despertarla.
Cuando llegó a su cama, cayó rendida a los brazos de Morfeo con una sonrisa que
se dibujó en su rostro, después de nombrar a su protegida.
El manto de bruma y humedad, que cubría casi toda la
ciudad de Puerto Varas, se fue disipando con el paso de las horas y dio paso a
los rayos de luz solar, mostrando un cielo totalmente despejado e ideal para un
descanso en día Domingo.
10 de la mañana y el movimiento recién comienza a verse
dentro de la hacienda. Una joven, despertó temprano y dispuso de todo lo
necesario para recorrer las dependencias de todo su predio. Sólo le estaba
faltando un pequeño detalle y que era el ingrediente principal. Tocó a la
puerta, pero al no oír respuesta, decidió entrar y despertar a la bella
durmiente, pero claro estaba, que jamás lo haría como los cuentos para niños.
Se acercó a la cama y tiró de las mantas con todas las
fuerza hasta arrancarlas de su base. Provocando, la inmediata reacción de su moradora.
-¡con un demonio! –Rugió Karina- tenías que ser tú,
grandísima idiota.
-¡pero qué carácter niña! –Ironizó Akiane- pensar que el
envoltorio dice otra cosa. ¡Buenos días,
so gruñona!
-vete al carajo –rabió Karina- para tu información, estoy
en mi día de descanso y lo que menos deseo es ver tu cara de imbécil, así que
lárgate de mi cuarto.
-lamento contradecir los deseos de la princesita
–sentenció burlona Akiane- pero debes acompañarme.
-no lo haré –desafió ésta-¡porque rayos tenías que
regresar!, debía haberse caído tu avión en la primera cumbre que se le cruzara en el camino.
Como si un rayo se hubiese descargado sobre su cuerpo,
Akiane, tomó del cuello del pijama a Karina y la levantó hasta dejarla casi
pegada a su rostro…
-no vuelvas a decir una cosa así, ¡me has oído! –Espetó
Akiane- nunca has tenido que pasar por una situación así y perder a tus seres
queridos. No sabes lo que se siente, ya que ni siquiera te importó la propia
vida de tu hermana y sólo regresaste en busca de cosas materiales. Ahora,
levántate y no hagas perder mi tiempo en un ser insensible como tú.
Akiane, dominada por la rabia, lanzó contra la cama a la
joven y salió del cuarto dando un feroz portazo.
Karina, tenía sus ojos abiertos desmesuradamente y no
conseguía reaccionar a la actitud como las palabras de aquella mujer. En su
cabeza, retumbaban una y otra vez sus dichos, y sintió un dolor oprimir su
corazón al recordar a su hermana. Al final de cuentas, Akiane, tenía razón, no
le importó en absoluto la tragedia que tuvo que vivir Adriana, no estuvo con
ella en sus últimos momentos y lo único de lo cual se preocupó al llegar a
Chile, fue en tratar de recuperar sus
bienes nada más.
La cara se le cayó de la vergüenza, pues una extraña le
recordaba, lo que eran los sentimientos hacia los seres amados. Ni ella misma,
se reconoció en ese momento, todos esos años, procurando esconder cualquier
indicio de afecto, ya que por una estupidez y un error de juventud, se negó a
volver a sentir emociones que pudiesen dañarla una vez más.
Con cierto dolor, reconoció que ha estado muy equivocada
al respecto y tuvo que venir hasta el fin del mundo, para aprender lo que había desterrado de su
corazón por soberbia. Ella nunca fue así y era hora de comenzar a cambiar las
cosas. Con un suspiro profundo, que nació desde el fondo de su corazón,
abandonó su cama y se fue al baño para una breve ducha matutina.
Dentro de su closet, escogió un jeans, una blusa azul, un
yérsey de cuello subido y unos botines de caña larga y peino su cabello en una
cola. Luego salió de su cuarto con rumbo a la cocina, ahí se topó con Akiane,
que la miraba con molestia aún. Greta le sirvió el desayuno, pero, este cambió
drásticamente por orden de la joven Rosemberg y éste consistía en un trozo de
tarta, tostadas con quesillo y un café con crema.
-¡buenos días Greta! –saludó Karina.
-¡buenos días Karina! –Saludó Greta- aquí tienes tu
desayuno.
-pero, Greta, esto es mucho para mí –se quejó Karina.
-¡come! –Demandó seca Akiane- nos espera un largo día y
te quiero en buenas condiciones.
Karina, omitió palabra alguna y se sirvió en silencio el
desayuno, no quería seguir sumando más problemas a su vida.
-por cierto, ¿sabes usar una cámara? –preguntó con ironía
Akiane.
-sí, ¿por quién me tomas? –se defendió Karina- una cosa es que viva en
la ciudad, pero inútil no soy.
-por lo menos para algo útil sirves –masculló Akiane-
aparte de ser una insensible.
Karina se mordió la lengua de la rabia, para no
contestar. Una cosa, era admitir que estaba en lo cierto en lo concerniente a
su falta de sensibilidad, pero humillarla cada vez que se le daba en gana, ya
le estaba colmando la paciencia y uno de estos días, la mandaba al mismo
infierno. Por lo que se limitó en observarla por el rabillo de sus ojos, en
algún momento se las cobraría todas juntas.
-¿acabaste de desayunar? –Demandó Akiane- o te dedicarás
a lanzarme una de tus habituales miraditas asesinas.
-terminé –respondió seca Karina.
-¡al fin! –Repuso Akiane- ahora, acompáñame que debemos salir cuanto antes.
Ambas salieron de la casa con rumbo conocido para la
joven Sotomayor, lo que le llevó a preguntar por curiosidad más que nada.
-¿dónde iremos? –preguntó Karina.
-a los establos –indicó Akiane- debemos ensillar los
caballos, para revisar completo el predio.
-¡caballos! –Inquirió espantada Karina- no sé montar un
caballo, nunca en mi vida lo he hecho.
-aprenderás –sentenció Akiane- aunque sea a punta de
porrazos.
“se me olvidaba que estoy tratando con una bruta” se dijo
para sí, Karina, muy enojada a esas alturas.
Una vez que llegaron al lugar, Akiane, procedió a escoger
el caballo para Karina y buscó uno de los más mansitos y para ella, su alazán
cobrizo, llamado huracán. Luego, le mostro el modo de colocar las riendas, los
aperos con su montura y cómo ensillarlo.
Una vez que terminó, le indicó el modo de subir y sujetar las riendas del
animal.
Por más que lo intentó, no pudo conseguir subirse sobre
aquel caballo y terminó de bruces en el suelo. Estuvo a milésimas de mandar al
carajo a la joven y a ese animal, sino hubiese sido porque en ese preciso
momento, llegó uno de los trabajadores con su amigo “el besador”, y éste se ha
próximo a la joven para su habitual lengüeteada de rigor, llenándola de babas y
dejando a una Akiane con la boca abierta y sorprendida de que la joven
Sotomayor no disparatará su acostumbrado mal humor.
-¡vaya! –Dijo Akiane-
-Ironizando aún más sus palabras y buscando el modo de fastidiarla un
poco más-. – por lo visto, estás mejorando en tus relaciones sociales, Karina.
-¡púdrete! –Masculló ésta- -limpiándose la cara con un
pañuelo y dándole unas palmaditas de afectos en la nariz a su amigo, ya que su
presencia la relajó y continuó con ello, hasta que el trabajador se lo llevó-. –podemos
continuar.
-no vale la pena seguir intentándolo contigo, ya que eres
un completo fiasco –reprochó Akiane.
-entonces, ¿puedo irme? –Preguntó Karina- ya que no sirvo
según tú, no tiene caso quedarme en este sitio.
-nada de eso, princesita –acotó mordaz Akiane- tú vienes conmigo, aunque el
viaje no será nada placentero para ti.
-¿a qué te refieres con eso de “viaje poco placentero”?
–inquirió Karina.
-es una lástima que una mujer tan bonita, sea tan
superficial e incapaz de usar sus neuronas para algo más que no sea, el decir
malas palabras y de quejarse todo el tiempo –comentó burlona Akiane.
Karina, quedó de
piedra, tras escuchar sus palabras, ya que no sabía que pensar del
comportamiento de Akiane. Sin duda, esa mujer estaba demente o era bipolar, ya
que no dejaba de mostrarse irónica casi todo el tiempo y ahora,
sorprendentemente le estaba elogiando su belleza.
-“definitivamente, la estadía en Santiago la afectó y el
smoke terminó por nublarle la razón” se
mofó mentalmente Karina.
Ajena a tan sórdidos pensamientos, Akiane, ensilló su
caballo con una nueva silla para montar, ya que la anterior no serviría para
sus fines y la cambió por una doble. Una vez, que tuvo todo listo y las cosas
en su lugar, se giró a ver a la joven que estaba detrás de ella, observándola
con cierto temor en su rostro.
-acércate –ordenó Akiane-
-a sujetando las riendas por un costado y con la otra le indicaba que
hacer a Karina y con un solo movimiento, la subió en la parte delantera de la
montura-. –ahora sostén firme las riendas, mientras me
subo.
Aunque con temor, Karina, hizo todo lo que le indicaran,
mientras Akiane subía por la grupa del
caballo, para no incomodar a la joven y ponerla nerviosa. Una vez, que se
acomodó, fue Akiane, la que tomó las riendas de Huracán, por medio de la
cintura de Karina.
Con un ágil movimiento de parte de Akaine para con su
caballo, salieron de las caballerizas, con rumbo desconocido y lejos de la
casa. Atravesaron un bosque de Coigues y mañios.
Llegando cerca del único río que pasaba por los terrenos de la familia Rosemberg y que a su vez, éste desembocaba en Frutillar.
Llegando cerca del único río que pasaba por los terrenos de la familia Rosemberg y que a su vez, éste desembocaba en Frutillar.
-¿dónde estamos? –preguntó Karina.
-se puede decir que estamos en la parte final de la hacienda
–expuso Akiane.
-¿por qué me has traído hasta acá? –Inquirió Karina- ¿qué
tengo que ver yo con límites de tu propiedad?
-Tienes mucho que aprender Karina- expresó Akiane- debes conocer la hacienda como
la palma de tu mano.
-insisto, ¿cuál es el motivo para ello? –Preguntó ésta-
que yo sepa, eso te atañe a ti y tu
capaz y en último caso, a tus trabajadores. No veo el sentido de que me quieras
involucrar en algo que no está relacionado con mi vida y que por cierto, no me
interesa.
Akiane, tiró fuerte de las riendas de su caballo para
detenerlo, consiguiendo aprisionar fuertemente el cuerpo de Karina contra su
pecho. Acto, que descolocó a la joven, pues su cercanía desde hace rato la
tenía muy tensa y esto consiguió que un escalofrío recorriera toda su columna
vertebral.
Mientras Karina, sufría más de la cuenta con el miedo al
caballo y todas esas sensaciones nuevas que estaba experimentando. Una sonrisa
mordaz, se formó en los labios de Akiane, tras sentir el leve temblor de la
muchacha y para, aumentar más su angustia, reafirmo aún más el abrazo,
dejándola más temblorosa de lo que ya estaba.
-estás equivocada como siempre, Karina –comentó Akiane-
es vital que sepas el manejo de la hacienda, ya que un tiempo más, Pedro,
saldrá con su descanso legal y tú, tomarás su lugar. Para ello, te prepararé
todos los domingos.
-¿por qué yo y no otro de tus trabajadores? –Preguntó
Karina- ellos tienen mucho tiempo contigo
y han de ser de tu confianza.
-eso no está en discusión, mi querida Karina –sentenció
Akiane- tengo mis razones para escogerte a ti, por sobre mis trabajadores.
-como quieras –repuso Karina- son tus tierras. Pero, no
soy la persona más aconsejable para el manejo de tu hacienda, ya que me
consideras una inútil.
-muy pronto estarás a punto, eso te lo puedo asegurar
–expresó Akiane- ahora, necesito que comiences a tomar fotografías.
Akiane, con su brazo derecho a sujetó muy bien la cintura
de Karina, mientras se giraba un poco su cuerpo para sacar del morral del
caballo, la cámara, la cual entregó a la muchacha e indicándole los lugares que
deseaba que fotografiara.
-déjame que me baje, para tener mayor libertad al
desplazarme y conseguir una buena foto –demandó Karina.
-lo siento, pero deberás tomarlas desde esta posición
–señaló Akiane- no me voy arriesgar a que te suceda algo.
-¿desde cuándo te preocupa tanto mi bienestar? –preguntó
con cierta ironía Karina.
-desde el primer momento en que te conocí –respondió
burlona Akiane- pues, eres la mujer más descuidada y distraída que he conocido
en mi vida. No deseo que te expongas a ningún peligro, ya que una citadina, es
como un imán para atraer las desgracias.
-no pierdes ocasión para molestarme –rabió Karina- pero,
me haré a la idea que debo lidiar con
ello, ya que no se puede pedir que una campesina pueda comprender, ya que no
pasa de lo bruta y estrecha de mente.
-jajajaja –se carcajeó Akiane- Por cierto, déjame
aclararte que puedo leer y escribir, mi bella citadina. Además, que esta
campesina sabe hacer otras cosas, que con gusto podría mostrarte en privado, sí
así, lo deseas.
Karina, tragó en seco al escuchar las insinuaciones de la
joven y no pudo evitar que un color
escarlata tiñera sus mejillas. Sin mencionar, que su cuerpo se puso más rígido de lo que ya
estaba ante la excesiva cercanía de Akiane, su aliento le pegaba de lleno en el
lóbulo de su oreja, dejándola muy vulnerable y, además, que estuvo consciente todo el trayecto
del calidez y aroma que emanaba del torso de la joven Rosemberg, aquello la
traía muy sofocada y con los nervios de punta.
Por primera vez en su vida, una mujer la tenía sumida en semejante
estado y eso no le agradaba en absoluto y menos, sabiendo de quién se trataba,
por lo que no dudó ni un segundo en aferrarse a la máquina fotográfica para
olvidarse de la mujer que estaba detrás suyo, cuyos brazos en su cintura
parecían absorberla por completo, dando la impresión de querer fundirse con
ella en un solo cuerpo.
Por su parte, para Akiane. La situación era muy
placentera e interesante, tener que ver y sentir cada movimiento que su
compañera realizaba. Saber que su proximidad estaba alterando a la joven, al punto de estremecerla y sonrojarla, era
algo que la hacía sentir muy bien, más que bien se diría, ya que, sin que la
otra se percatará, la sonrisa que bordaba su cara, era de oreja a oreja y para
sus adentros se lisonjeaba de lindo, vivir aquel momento, era impagable.
-¡listo! –Señaló Karina— -tratando de salir de esta
incómoda situación lo antes posible y así, ponerse en movimiento para ir a otro
sector de la hacienda-. -¿podemos
continuar? O ¿deseas hacer más fotos de
este lugar?
-con eso, es
suficiente –respondió Akiane- iremos al otro extremo, por lo que te sugiero que
aferres muy bien, ya que tendremos que galopar un poco, si queremos terminar a
tiempo y luego de ello, haremos un alto para almorzar, ¿te parece?
-como gustes –respondió ésta.
Fue así, como abandonaron aquel sitio para irse al otro
extremo de la hacienda. Se notaba que Akiane, era una diestra jinete, ya que
supo mantener a su caballo en un constante y rápido galopar y que en cosa de
minutos, ya estaban muy cerca de llegar a su destino. Sin embargo, de improviso
disminuyó el paso de su animal, para mostrarle algo en particular a su
acompañante, por lo que se internaron a través de un bosque de coligues (bambú)
hasta llegar al borde una pequeña
laguna, que rebosaba de vida.
En aquel lugar, se podría apreciar un sinfín de
variedades de aves, que iban entre cisnes de cuello negro y blanco (coscoroba),
patos reales, patos jergones, patos
cuchara, guairavos y un poco más allá se podía vislumbrar la silueta de una
familia de coipos (especie similar al castor, exceptuando por su cola)
Con sumo cuidado, Akiane, condujo a Huracán con lentitud
y sigilo para avanzar sin asustar a las aves del lugar y así, poder tomar unas
buenas fotos. Avanzó unos 10 metros más,
hasta quedar situada con la mejor vista de toda la laguna y ahí, detuvo a su
caballo.
-¡wow! –Exclamó instintivamente Karina- nunca imaginé que
vería algo así. Realmente, es un lugar bellísimo.
-me alegra saber que te gustó, mi hermosa citadina
–susurró sensualmente Akiane- -pegada al
oído de la joven, siendo sus palabras suaves caricias, que provocaron que la
joven se estremeciera, ocasión que aprovechó Akiane, para estrecharla aún más,
eliminando todo posible espacio entre las dos-.
– trata de hacer el menor ruido posible y saca una buenas fotos del
lugar.
Karina, asintió con su cabeza, pues, fue incapaz de
pronunciar palabra alguna, ya que los nervios le estaban jugando una mala
pasada y quería disimular ante Akiane, el estado en que se encontraban a causa
de su cercanía y sus constantes indirectas, que ya la tenían al rojo vivo y
daba gracias a Dios, porque su cara no daba de frente con aquella mujer, ya que no estaba dispuesta a mostrarse
turbada ante su enemiga.
Después de estar varios minutos tomando fotos, cerró la
lente de la cámara y se quedó observando por unos segundos, el paisaje frente a sus ojos y sin darse cuenta, un profundo suspiro salió
de su ser. Hecho que no pasó desapercibido para su acompañante, que la
observaba arrobada desde hacía un tiempo y una sonrisa adornaba sus labios.
“eres exquisita, mi dulce Karina” pensaba para sus
adentros Akiane.
La joven quiso regalarle unos instantes más, para que
disfrutara de la vista del lugar y cuándo creyó que era suficiente, decidió que
era hora de proseguir.
-vez que la vida de campo, no es tan mala después de todo
–señaló Akiane- y que hay lugares hermosos que están esperando a que tú los
descubras y puedas disfrutarlos.
-he de ser sincera contigo –confesó Karina- no me
esperaba un lugar así y admito que he estado equivocada con respecto a lo que
hay en el campo o en la naturaleza. Te agradezco que me hayas dado la
oportunidad de poder conocer parte de tus tierras.
-no debes agradecerme, mi querida citadina –acotó Akiane-
ahora, debemos continuar o se nos haré muy tarde para regresar.
Sin más tiro de las riendas de su alazán, dejando atrás
aquel sitio y en cosa de segundos, ya
estaban al galope camino a su próximo objetivo. Sin embargo, cierta personita,
iba muy tensa en esos instantes…
-¡relájate mujer! –Advirtió Akiane- - que se había
percatado de la situación de Karina-. –verás que te olvidas al rato de todo.
-¡claro! –Se quejó Karina- es muy fácil para ti decirlo,
ya que no estás en mi lugar y no eres la que le tiene pánico a los caballos y
que ésta, es mi primera experiencia obligada.
-¡vaya! –Reprochó con cierta burla, Akiane- creí que
estabas así, por mi presencia.
-lo que me faltaba –resopló con desgano Karina- aparte de
petulante, eres presumida.
-eres la primera mujer en decirme eso –comentó Akiane- -que
detenía su caballo en el lugar y muy divertida, apoyaba su mentón sobre el
hombro de Karina, que dio un pequeño brinco al sentirla-. – y eso que he conocido bastantes en mi vida
y en especial una que me tiene embobada.
-no lo dudo –replicó en el acto ésta- -que trató de
zafarse de la situación en seguida, pero, un pensamiento atravesó su mente y no
pudo evitar devolverle el fastidio-. –me preguntaba si esa pobre mujer, no
enloqueció contigo, porque la verdad, siento lástima por ella.
-jajajaja – se burló Akiane- descuida, que muy pronto lo
hará, antes de que termine el año de estar conmigo.
Karina, quedó en shock, luego de oír lo último, ya que
eso fue un golpe de NK, directo al orgullo y a la poca paz interior que le
quedaba. En pocas palabras, quedo desarmada por Akiane que se burló
descaradamente de ella y no pudo devolverle el favor. En resumen, ni un solo músculo
de su cuerpo se movió o reaccionó ante esas palabras, quedando a merced de la
joven una vez más para su mala suerte.
Un jaque mate sin contemplaciones, fue proporcionado por
parte de Akiane a la joven citadina y este era el comienzo de una larga y
agónica convivencia entre las dos.
La joven Rosemberg, después de contemplar el efecto que sus
dichos provocara en su acompañante. Desmontó de su caballo y luego, extendió su
mano a Karina y la ayudó a descender de huracán, para mala suerte de ésta y a
su falta de experiencia y conocimiento al pisar el estribo, pasando de largo y
perdiendo el equilibrio, para terminar cayendo en brazos de Akiane, quedando a
unos escasos centímetros sus rostros.
El corazón de la joven Sotomayor se disparó de mil, que
no tenía claro, si fue producto del susto o de lo vergüenza que sentía de encontrarse
en tan comprometedora situación. Por lo que alzó sus ojos y en eso, cruzó su
mirada con esos intensos ojos verdes, que le veían de una forma indescifrable
para ella. Cómo ironía de la vida, el tiempo se detuvo entre ellas y sólo
estaban conscientes de sus palpitaciones y sus aceleradas respiraciones,
sumiéndolas en un abismo de sensaciones, que las envolvía cada vez más y
cualquier cosa podría pasar entre ellas. Sin embargo, un graznido de una
bandurria, vino a romper el embrujo en el que se encontraban, consiguiendo que
Karina, reaccionara de inmediato y deshiciera aquel abrazo.
-¿puedes decirme que clase de aves es esa? –Inquirió
Karina- porque la verdad, me asusto bastante.
-es una bandurria –mencionó Akiane- pero ya no son tan
frecuentes de verlas, ya que es un ave migratoria y están en la fecha de su
regreso a casa y no volverán hasta Septiembre, que es la época en que se
reproducen.
-se ven cosas extrañas acá –dijo Karina, para evitar
mirar a su compañera- aprovechare para tomarle un foto.
-de acuerdo –señaló Akiane- -que tenía sus ojos
entrecerrados observando a la muchacha, que se estaba haciendo la desentendida
con lo que había ocurrido-. –cuando termines, toma una fotos de los cercos.
Mientras yo preparó todo para que almorcemos.
Karina, no respondió y se limitó a realizar su trabajo,
sumiéndose en dicha tarea, hasta que fue interrumpida, por una mano que se
apoyo en su hombro.
-es más que suficiente
con las que has tomado –señaló Akiane- vamos a comer algo y descansamos un rato
antes de continuar.
-vale –respondió Karina.
Ambas chicas, se acomodaron sobre una manta que dispuso
Akiane con los alimentos que fueron preparados por Greta y lo degustaron en su
ya acostumbrado silencio. Una vez que terminaron, recogieron todo y lo
guardaron en su respectivo morral.
Luego de ello, Akiane se tendió sobre la manta a descansar
un poco, cubriendo su rostro con su brazo. Mientras, Karina observaba el
paisaje.
-el estar de pie no te ayuda a descansar –indicó Akiane-
porque no te tiendes un rato, ¡no te voy a morder!
Karina, acepto la sugerencia y se sentó en un borde de la manta. Dejando
caer su cuerpo despacio. Estaban por cerrarse sus ojos, cuando de súbito fue
tirada por un brazo que la dejó pegada al cuerpo de Akiane.
-ven acá –demandó Akiane- ¡no seas necia!, así no podrás
descansar y puedes quedarte tranquila, no te hare nada malo. Ahora, duerme un
poco.
A la joven
Sotomayor, no le quedó más remedio que someterse ya que se encontraba
totalmente inmovilizada por el fuerte agarre de ese brazo. Al final, optó por dejar caer su cabeza sobre el hombro de su
acompañante y en poco tiempo consiguió dormirse a causa de la tibieza y calor
que generaban el cuerpo de su opresora.
Momentos más tarde…
-despierta Karina –ordenó Akiane- -mientras la remecía con suavidad para que
despertase-. –ya es hora de irnos.
Los ojos de la joven, se abrieron con algo de pesadez; ya
que se había quedo profundamente dormida en brazos de su jefa; al momento de
enfocar bien, casi se murió de la impresión al tener encima a esos burlones
ojos verdes y de un salto se puso en pie.
-¿qué hora es? –preguntó con cierto nerviosismo.
-las tres de la tarde –respondió Akiane- dormimos por
espacio de una hora y será mejor que nos pongamos en marcha o de lo contrario
regresaremos al anochecer.
-¡cielos! –Exclamo ésta- siento como sí, recién hubiese
cerrado mis parpados.
-debes estar muy cansada –comentó Akiane- ¿estás
durmiendo bien?, es inusual que tengas tanto agotamiento.
-despreocúpate
-replicó Karina- estoy bastante bien.
-por tu bien, espero que así sea –sentenció Akiane- trata
de no mentirme, porque de lo contrario, te lamentarás.
Karina, se dio vuelta a verla, indignada con el tono
imperativo de sus palabras.
-no me trates como si yo te perteneciera –reprochó furiosa Karina- te recuerdo que
sólo estoy de paso aquí nada más y lo
que haga con mi vida no es asunto tuyo.
-di lo que quieras –refutó Akiane- mientras estés a mi
lado, eres mi responsabilidad, y sí tengo, que convertirme en tu sombra para
tenerte vigilada, ten por seguro que lo hare sin asco.
-eres una maldita arrogante –escupió sus palabras Karina-
no sabes cuánto te detesto.
-no estaría tan segura de eso último –desafió Akiane- a
veces, suele traicionarnos una parte de nuestro propio cuerpo, y es más
evidente y honesto, que las palabras que salen de nuestra boca.
-un día de estos, te vas a lamentar –amenazó Karina.
-estaré esperando ansiosa que aquello ocurra –señaló
irónica ésta- ahora, deja de ser tan brabucona y súbete será mejor, pues no
tengo todo el día para perderlo contigo, discutiendo insensateces.
-¡cretina! –arrastró entre dientes Karina.
Con el rostro desencajado por la rabia, la joven subió
por sus propios medios al caballo, causando una sonora carcajada de burla de
parte de Akiane.
-¡ves que puedes hacerlo, cuando te lo propones! –se mofó
Akiane.
Karina, resopló con fuerza, expulsando todo el aire
contenido en sus pulmones, producto de la ira que la estaba embargando y justo
cuándo, Akiane; tenía su pie sobre el estribo y tomaba impulso para montar; jaló
de las riendas e hizo que huracán avanzará unos cuando pasos más allá,
provocando que Akiane cayera de espalda tras el abrupto movimiento.
-¡ups! –se burló Karina-
-que la contemplaba desde el caballo con una ceja arqueada, claro signo
de que lo hizo de adrede-. -¿te dolió?
Akiane se puso en pie, sacudiéndose su ropa y una vez
hecho eso, devolvió la pregunta con una sonrisa de lo más coqueta.
-para nada –respondió ésta- -al momento de subirse al caballo-. - por el
contrario, me encantó esa muestra de cariño de tu parte.
-¡bruta y ahora, masoquista! –refunfuñó en voz alta
Karina.
-jajajaja –rió de buena gana Akiane al escuchar sus
palabras.
Con pica, aferró la cintura de Karina a su cuerpo y sin
más rodeo, salieron a galope tendido con dirección norte de las tierras de
Akiane. Después de batallar con el
viento y algunos árboles en el camino, llegaron a la parte de los sembradíos,
les tomó más de 40 minutos llegar.
En todo lo que duró el trayecto, Akiane, no desaprovechó
la ocasión para respirar cerca del oído de su acompañante, atormentándola en
demasía y a su vez, en venganza por la caída. Dejando a Karina sumida en un mar
de sentimientos contradictorios, que temblaba cuan hoja de otoño ante la
amenaza del viento de arrancarla de su base. Pero, cada vez más los nervios le
estaban traicionando al punto de que su voz
era el reflejo del caos que se estaba desatando en su interior.
Sin duda y para fortuna de ella, la cámara fotográfica,
pasó a ser el salvavidas, que le permitió olvidarse por completo de aquella
presencia molesta que tenía por compañera. Por lo que, se tomó su tiempo entre
foto y foto con tal de demorarse y no tener que continuar con su sufrimiento.
El único inconveniente de esa “demora” excesiva y que no tomó en cuenta Karina,
fue el hecho de que se les hizo muy tarde para continuar. Por lo tanto, Akiane,
optó por dar por finalizado el día.
-esa será la última por este día –demandó Akiane- ya se
nos hizo tarde, debemos regresar.
-de acuerdo –respondió Karina y una vez que terminó,
guardó la máquina en su estuche y lo entregó a su dueña.
-Karina, te sugiero que te acomodes bien antes de partir
–aclaró Akiane- ya está casi oscuro y nos espera un largo trayecto. Puede que tengamos algunos inconvenientes con
el regreso a casa y no quiero que te lastimes.
-descuida –respondió ésta- no habrá problemas de mi
parte.
-vámonos, entonces –indicó Akiane.
A diferencia de cómo estuvo marcada la jornada. El regreso tuvo que hacerse a paso lento, ya
que el manto de oscuridad muy pronto las envolvió y dificultaba las cosas para
realizar un viaje a galope.
Cuando estaban a mitad del camino, la joven Rosemberg, se
percató de que su acompañante se había quedado dormida tras irse de costado,
por lo que detuvo su caballo y sacó la manta que llevaban y con ella, la
arropó. Luego, la acomodó en su hombro para que pudiese descansar un poco
mejor, pero esto hizo, que la joven despertara un tanto asustada con ese
movimiento.
-no te asustes –susurró bajito Akiane- -regresándola a su
pecho para que volviese a dormir, cosa que consiguió al instante-. –yo cuidaré
de ti, descansa nada más.
Así, continuaron el viaje, con sólo las estrellas como único medio de
iluminación y testigos de las muestras de cariño que prodigó Akiane, al
descansar sus labios en la mejilla de
Karina, reiteradas veces en lo que duró la travesía.
A las 7:30 de la tarde, el par de jóvenes hacía su arribo
a la casa patronal y no, a las caballerizas, cómo debía haber sido si hubiesen
llegado temprano. Por lo que uno de los
perros alertó a Pedro, que salió a recibirlas.
-¡cielos mujer! –Exclamó Pedro, preocupado- ¿pensaba que
tendría que salir a buscarlas?
-fue mi culpa –declaró Akiane- -al detener su caballo
frente a su capataz y dejar que sacará a Karina de sus brazos-. –al no prever que demoraríamos tanto tiempo en el
recorrido.
-¿quieres que la lleve a su dormitorio? –preguntó Pedro,
al momento de recibir a la joven.
-no –fue la respuesta de ésta- la llevaré yo misma, por
favor hazte cargo de huracán.
-enseguida –contestó Pedro- -devolviéndole a la joven en
brazos de Akiane-. –Greta, ha estado preocupada por ustedes, así que ve con
ella, una vez que dejes a Karina en su dormitorio.
-vale –respondió Akiane.
La joven, se dirigió con Karina hasta el dormitorio y una
vez ahí, tiró de la ropa de cama, para depositar a la muchacha. Luego, procedió
a desvestirla, dejándola sólo en ropa interior y luego la arropó con las
mantas. Antes de irse de su lado y en un
arrebato ya acostumbrado de su parte, la besó en los labios delicadamente,
teniendo la precaución de no despertarla.
En el momento que estaba cerrando la puerta, un ruido
llamó su atención y se quedó al pendiente y al no volver a sentirlo, terminó
por irse de la habitación.
“hubiera jurado, que escuché sonar un móvil” meditaba Akiane,
mientras iba hacia la cocina.
Akiane, no podía estar más acertada en sus deducciones,
porque al poco rato, volvió a sonar el móvil de Karina y tras permanecer unos
segundos a la espera de ser respondido, cesó en su cometido. Sin embargo, al
rato después, la pantalla del móvil se iluminaba, indicando que un mensaje
acaba de ser enviado…
“Karina, tenemos todos los permisos para el
funcionamiento de nuestro negocio y con respecto a lo que me solicitaste, el distribuidor
ya me entregó la información y del stock
que queda en sus bodegas, que por cierto no es mucho, ya que tienen problemas
con los proveedores Alemanes.
Por cierto, Majo, ha estado llamándote todo el día, pide
que le devuelvas la llamada.
Un abrazo amiga y cuídate mucho, nos estamos comunicando.
Ignacia “
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