mujer y ave

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martes, 18 de febrero de 2014

Buscando un motivo.


Atada por un testamento, capítulo 6.


Han transcurridos  tres semanas desde la llegada de Karina a la hacienda los alerces y su estadía ha sido de todo menos placentera. Debido a las constantes burlas y exigencias de parte de Akiane con respecto a su desempeño en las labores encomendadas.



A raíz de que no ha conseguido disminuir sus tiempos en el trabajo y  para que se le asigne más trabajo, ha sido obligada a permanecer en la limpieza de los establos hasta que la joven Rosemberg determine lo contrario. Sin duda, esto no le  molesta en absoluto,  ya que se ha resignado a estar en ese lugar y además,  que disfruta estar en compañía de su amigo acosador, quién no pierde oportunidad para demostrarle sus afectos, conquistando el corazón de la joven Sotomayor. Claro está que este hecho lo mantiene oculto para los demás.


En lo que va de estas semanas, Karina ha debido soportar una y otra vez la ironía de su “patrona” que le recuerdan su ineptitud para la vida del campo y no contenta con ello, suele recalcarle que una citadina no tiene futuro fuera de casa y de la ciudad. Razones suficientes para herir hasta lo indecible su orgullo al punto de tener que frenar sus impulsos de abofetearla y descargar su rabia contra ella. Esto ha llevado  a Karina, a evitarla a toda costa y sólo la espera, para recibir una que otra instrucción y el resto del día desaparece de su vista, suele desayunar de las primeras, trabaja de corrido y llega a la casa hasta que ha oscurecido y después de un buen baño, se reúne con Greta para cenar y disfruta de esa única compañía.

Los días de descanso los aprovecha al máximo para descansar, debido que hace dos semanas atrás, recibió una llamada de sus socios que le anunciaban que se habían adjudicado dos proyectos para nuevos prototipos y que necesitaban de su ayuda, por lo que empleaba gran parte de la noche para colaborar con ellos y sacar adelante ese negocio. Karina, se cuidaba mucho de no dejar ver su cansancio y mantener en reservas sus actividades nocturnas. Por ello, era la primera en estar en pie a eso de las 6 de la mañana y de guardar su computador y móvil en un lugar seguro y no levantar ninguna sospecha al respecto.

Por su parte, Akiane, ha estado muy ocupada con ciertos asuntos que la tienen un poco intranquila y motivo de ello, tuvo que ausentarse de la hacienda por tres días, dejando a Pedro a cargo de todo y al cuidado de Karina, haciendo hincapié en que la mantuviese vigilada en todo momento, ya que habían surgido inconvenientes y podrían alterar sus planes y su deseo de que la joven permanezca junto a ella.

Cierto día, después de acabar la jornada, recibió una llamada que la dejó descompuesta.

- Diga –dijo Akiane.
-¡buenas tardes Akiane! – saludó una mujer.
-¡Buenas tardes Eloísa! –Saludó Akiane- ¿a qué debo el gusto de su llamada?
-debemos hablar cuanto antes, Akiane –demandó Eloísa- necesito que vengas a Santiago a la brevedad posible.
-¿cuál sería el motivo de esa urgencia, Eloísa? –preguntó seria Akiane.
-el motivo por el que has de venir, se llama Karina –señaló Eloísa- y no te atrevas a negar que, la tienes  en tu estancia, ya Ignacia me informó de ese detalle.
-¡Vaya! Con que fue Ignacia –exclamó molesta Akiane- de acuerdo Eloísa, mañana mismo viajare a Santiago, sólo dígame en qué lugar nos podremos reunir.
-Te espero en The  Ritz Carlton –indicó Eloísa- ya tengo las reservaciones a tu nombre sólo necesito confirmar la fecha y de paso podremos estar tranquilas, sin la interrupción de las demás.
-comprendo –afirmó Akiane- veré enseguida el asunto de los  pasajes y le confirmó mí llegada a Santiago.
-perfecto –señaló Ella- esperaré tu llamada entonces. Por cierto, pasaré a recogerte al aeropuerto.
-vale –dijo Akiane-  la estoy llamando Eloísa. (Cortando la llamada)

Fue así, como Akiane, dispuso todo para viajar a la capital. Estaba consciente que de esa reunión, dependía el futuro de Karina a su lado y no estaba dispuesta  a que nadie pusiera impedimentos para  ello. Sin embargo, algo en su interior le daba cierta confianza, principalmente por las palabras de la abogada, que le pedían reunirse a solas y eso era un buen presagio y con ese sentimiento dentro de sí, dejó la estancia para reunirse con su anfitriona en Santiago.

FLASH BACK

En unos de los comedores del The Ritz. Una joven se reúne con una mujer, poseedora de prestancia y encanto, que dejaban ver que los años les sientan bien a ciertas mujeres al igual que el vino.  Después de los habituales y protocolares saludos, la mujer, inició la plática sin rodeos y muy directa en sus cuestionamientos.
-¿cuál es el motivo de retener a Karina a tu lado? –preguntó directo Eloísa.
-Por el testamento de su hermana Adriana –respondió de igual forma Akiane.
-¡Entonces!,  ¿es cierto lo que me confidenció Ignacia? –comentó Eloísa.
- ¡Así es ¡ –respondió Akiane- Karina, está en mi hacienda para cumplir con la voluntad de su hermana.
- Ya veo –comentó la abogada- seré bien franca contigo Akiane, hay algo que no me queda claro con todo lo que  me relató Ignacia y es el hecho de qué seas tú, la albacea de su voluntad. Por tanto, te rogaría que me dieras tu versión de los hechos.
-por supuesto –afirmó Akiane-   -que procedió a narrarle los hechos tal cual sucedieron a partir del accidente-.  –Verás Eloísa, todo esto comenzó cuando…
El relato de la joven Rosemberg, se prolongó por espacio de dos horas. En dónde tuvo que explicar cada una de las acciones que debió emprender para llevar a cabo lo solicitado por su cuñada, dejando esta revelación atónita a Eloísa Izquierdo, que jamás sospecho que la hija mayor de Ángela, tuviese esa cualidad o don para ver cosas más allá de toda lógica. Decidió escuchar atentamente a la joven albacea sin interrumpirla, ya que más adelante harías las preguntas pertinentes al caso.
Después que la muchacha terminara de narrar todo lo sucedido y sin omitir nada. Eloísa se quedo viéndola fijamente, pues había algo en ella  y en sus palabras que no permitían terminar de formar un cuadro final de la forzosa estadía de Karina, sin más preámbulos salió de sus dudas.
-Akiane –comentó Eloísa- hay algo que no me queda claro, ¿Qué ganas tú con todo esto?

La joven Rosemberg, no se sorprendió en lo absoluto con la pregunta, ya que la mujer frente a ella, es una de las más respetables abogadas de Santiago y era de suponer que iría más allá de ser una simple oyente.

-responderé a tu  pregunta con la misma franqueza con la que la has formulado –señaló Akiane- sí bien,  hay mucho en juego en este testamento para ambas partes, la razón principal para mí, es Karina.
-¡que sorpresa! –Exclamó ésta- eso en verdad no lo esperaba de tu parte y podrías interiorizarme un poco más al respecto. Claro está, que siempre y cuando, no te sientas pasada a llevar en tu privacidad.
-por supuesto que no tengo problemas en decírtelo –comentó Akiane- pero con la salvedad de que no podrás comentar nada de lo que vaya a decirte y me refiero  a Ignacia u otras personas interesadas en Karina (estas palabras eran indirectas y a la vez, directas, hacia su hija)
-porque será que no me extraña –mencionó burlona Eloísa- que te refieras a mi hija, pero descuida, puedes contar mi discreción.
-te lo agradezco –mencionó ésta- respondiendo a tu pregunta y como te mencioné, Karina es la razón que me mueve en todo este asunto, ya que…

Fueron otros minutos más en explicar, el motivo que la impulsaba a retener a la joven Sotomayor a su lado. Hecho que dejó pasmada a la mujer, ya que con esa confidencia quedaba claro que sus intenciones eran muy serias e in transable y esto significaba que traería algunas dificultades para una persona en especial.

-te rogaría Eloísa que te mantuvieras al margen de todo esto –advirtió Akiane- pues no estoy dispuesta a que nadie interfiera en nuestras vidas. Por este motivo, decidí venir y contarte la verdad.
-comprendo –respondió la abogada- lamentablemente para mi hija, no me voy a inmiscuir en este asunto y respetaré los deseos de Adriana, pues para mi, fue  mi segunda hija y, además de ser, mi mejor alumna en la universidad.
-Eloísa –inquirió Akiane- ¿podrías decirme que siente tu hija por Karina?
-María José, siempre ha estado enamorada de Karina, desde que se conocieron en casa de Ángela –explicó Eloísa- y sufrió bastante cuando ella se marchó del país a causa de su ex novia.
-Adriana me informó que entre ellas, hubo un altercado que detonó su separación y estaría involucrada una tercera persona –comentó Akiane.
-es un hecho, que es vergonzoso para mí comentarlo –explicó Eloísa- pero, estás en lo cierto, esa tercera persona involucrada, es nada menos que mi hija.
-ya veo –indicó Akiane- razón más que suficiente, para no permitirle a tu hija que se acerque nuevamente a Karina.
-comprendo  tu punto de vista –acotó Eloísa- sin embargo, estamos hablando de mi hija y como cualquier madre, la protegeré de aquellas cosas que la lastimen. Pero, has de  saber que, sí Majo, intenta conquistar una vez más el corazón de Karina, no seré yo, la que se lo impida.
-créeme que te entiendo –señaló Akiane- pero, también estás al tanto de mi postura y voy luchar con todo, para que nadie aparte de mi lado a Karina. Sólo espero que mantengas tu palabra de no intervenir  y lo digo, como la abogada que eres.
-descuida –declaró Eloísa- soy una mujer de palabra ante todo. Sólo una cosa te voy a pedir y es que cuides a Karina, para que nada malo le ocurra. De lo contrario; escúchame bien; te lamentarás si ello llega a ocurrir y no será suficiente con que cuentes con Mauricio. ¿He sido clara en ello?
-bastante –respondió la joven- puedes estar tranquila, cuidare de Karina y haré todo lo que esté a mi alcance para verla feliz.
-ya veremos –sentenció Eloísa- el tiempo lo demostrará y tu corazón dictará tus acciones.

FIN DEL FLASH BACK

Hacienda los alerces, Sábado 11:50 de la noche. Un jeep ingresa a la portería, revisa que todo esté funcionando correctamente y luego, prosigue su camino hasta la casa. Momentos más tardes desciende una joven visiblemente cansada por el extenuante viaje que ha realizado desde Santiago y luego por tierra desde Puerto Montt. A su encuentro le sale Greta.

-¡Buenas noches, mi niña! –Saludó Greta- ¿cómo estuvo ese viaje?
-¡Buenas noches nana! –saludó Akiane- demoledor.
-¿quieres qué te prepare algo enseguida? –Preguntó Greta- ¿o vas a darte un baño primero?
-iré a ducharme y luego regreso por una de tus tartas y una leche tibia –demandó la joven.
-de acuerdo –respondió Greta.

Tras una ducha caliente que aminoró el cansancio y la que disfrutó más de la cuenta, Akiane, cubrió su cuerpo con una bata y fue a la cocina por algo para cenar.

-aquí tienes, mi niña –dijo Greta.
-gracias Greta –contestó Akiane- ¡mmm!, cómo extrañe tus delicias, de verdad, no hay cómo estar en casa.
-jajajaja –rió la mujer- siempre dices lo mismo y eso que te sirven los mejores chef.
-pero ninguno se compara contigo, mi querida Greta – sentenció Akiane- nadie te hará jamás el peso.
-por cierto, Akiane, ¿cómo te fue con esa abogada? –preguntó directo Greta, ya que la joven no tenía secretos para con ella.
-Mejor de lo que esperaba –señaló ella- después de exponerles los hechos cómo habían sucedido, se comprometió en que se mantendría al margen y con ello, siento que puedo estar tranquila.
-¿segura? –Preguntó Greta- no debes fiarte mi niña, aún quedan esas dos jovencitas.
-De ellas, me ocupo yo –refutó Akiane- no dejaré que se acerquen a Karina y mucho menos esa tal Majo.
-¡cielos! –Exclamó Greta- por el tono y calibre de tus palabras, no te cae bien, la hija de la abogada.
-En honor a la verdad –comentó Akiane- desde el primer momento sentí una cierta antipatía por su persona. Además, que no volveré a consentirle que me vuelva insultar en mi propia casa y, sí, no hice nada, fue exclusivamente por respeto a su madre, pero no volverá a ocurrir.
-¿se atrevió a insultarte? –inquirió asombrada Greta.
-efectivamente –mencionó ésta- ahora que sé, que fue la responsable del sufrimiento de Karina, menos voy a darle chance que se acerque a ella. En un tiempo más, tendré el privilegió de revelarle el por qué y de seguro que no le quedarán más ganas de molestarla.
-comprendo –comentó Greta- me permites darte un consejo.
-claro nana –expresó la joven- dime lo que estás pensando.
-una cosa es que debas realizar los deseos de la niña Adriana – puntualizó Greta- otra muy distinta, es someter el corazón de Karina por la fuerza. Por tanto, te sugiero que busques un motivo para llegar a él, de un modo sutil, que le permita conocer a la verdadera Akiane.

Akiane, quedo pensativa con las palabras de su nana y no dejaba de encontrarle la razón. Sin embargo, eso no podría ser así por el momento, ya que debía mantenerla lo más concentrada en su nueva vida y para ello, debía ser un poco desagradable hasta conseguir su objetivo, para después de eso, poder actuar libremente y mantenerse lo más cerca posible de Karina.

-tienes razón –respondió Akiane- pero, aún, no es el momento. Debo esperar hasta que haya  conseguido uno de los tres puntos de Adriana, es muy pronto para ceder, por más que lo desee.
-entiendo –dijo resignada Greta- sólo no hagas crecer mucho la brecha entre ustedes. Debes en cuando, una dosis de amabilidad no le hace mal a nadie.
-jajajaja –bromeó Akiane- lo tendré presente, pero, te advierto que me dará con cualquier cosa por la cabeza, antes de aceptar un gesto dulce de mi parte.
-¡por Dios niña! –Exclamó ella- ustedes dos son cosa seria, se repelen hasta lo indecible, pero los polos opuestos se atraen y es una ley que jamás cambiará.
-pero qué sabia que estás nana –bromeó la joven- por cierto, ¿cómo ha estado ella en mi ausencia?
-aunque, Pedro, diga lo contario –comentó Greta- Karina, no está bien, su semblante se nota fuerte, pero sus ojos, evidencian melancolía. Por ello, te pido que la cuides.
-te lo prometo nana –afirmó Akiane- no permitiré que nada malo le suceda a mi lado.

Después de esas palabras, las dos mujeres, platicaron sobre otros asuntos, que involucraban a Adriana y que debían pasar a nombre de su hermana y para que tal cosa suceda, debía prepararla muchísimo para tener un total dominio del tema.

Una vez que concluyó de cenar, Akiane, se fue rumbo a su dormitorio y cuando estaba por llegar, retrocedió en sus pasos y se detuvo justo en la puerta de Karina. No pudo evitar entrar en el dormitorio y para su sorpresa, la encontró profundamente dormida. Se acomodó en un rincón de esa cama y se dedicó a observarla por mucho tiempo y no dejaba de asombrarse por escuchar los latidos de su propio corazón.

“siempre estuviste en lo cierto, Adriana, no te has equivocado en nada de lo que me señalaste. Ahora, debo correr contra el destino, para poder lograrlo por mis medios”  pensamientos en los que la joven, divagaba mientras contemplaba el rostro de ángel que dejaba ver la joven Sotomayor, que es muy distinto,  del que suele verse cuando está despierta.

Akiane, permaneció en el lugar por espacio de media hora y luego se retiró a su alcoba, teniendo cuidado al salir para no despertarla. Cuando llegó a su cama, cayó rendida a los brazos de Morfeo con una sonrisa que se dibujó en su rostro, después de nombrar a su protegida.

El manto de bruma y humedad, que cubría casi toda la ciudad de Puerto Varas, se fue disipando con el paso de las horas y dio paso a los rayos de luz solar, mostrando un cielo totalmente despejado e ideal para un descanso en día Domingo.

10 de la mañana y el movimiento recién comienza a verse dentro de la hacienda. Una joven, despertó temprano y dispuso de todo lo necesario para recorrer las dependencias de todo su predio. Sólo le estaba faltando un pequeño detalle y que era el ingrediente principal. Tocó a la puerta, pero al no oír respuesta, decidió entrar y despertar a la bella durmiente, pero claro estaba, que jamás lo haría como los cuentos para niños.

Se acercó a la cama y tiró de las mantas con todas las fuerza hasta arrancarlas de su base. Provocando, la inmediata reacción de su moradora.

-¡con un demonio! –Rugió Karina- tenías que ser tú, grandísima idiota.
-¡pero qué carácter niña! –Ironizó Akiane- pensar que el envoltorio dice otra cosa. ¡Buenos días,  so gruñona!
-vete al carajo –rabió Karina- para tu información, estoy en mi día de descanso y lo que menos deseo es ver tu cara de imbécil, así que lárgate de mi cuarto.
-lamento contradecir los deseos de la princesita –sentenció burlona Akiane- pero debes acompañarme.
-no lo haré –desafió ésta-¡porque rayos tenías que regresar!, debía haberse caído tu avión en la primera cumbre  que se le cruzara en el camino.

Como si un rayo se hubiese descargado sobre su cuerpo, Akiane, tomó del cuello del pijama a Karina y la levantó hasta dejarla casi pegada a su rostro…

-no vuelvas a decir una cosa así, ¡me has oído! –Espetó Akiane- nunca has tenido que pasar por una situación así y perder a tus seres queridos. No sabes lo que se siente, ya que ni siquiera te importó la propia vida de tu hermana y sólo regresaste en busca de cosas materiales. Ahora, levántate y no hagas perder mi tiempo en un ser insensible como tú.

Akiane, dominada por la rabia, lanzó contra la cama a la joven y salió del cuarto dando un feroz portazo.

Karina, tenía sus ojos abiertos desmesuradamente y no conseguía reaccionar a la actitud como las palabras de aquella mujer. En su cabeza, retumbaban una y otra vez sus dichos, y sintió un dolor oprimir su corazón al recordar a su hermana. Al final de cuentas, Akiane, tenía razón, no le importó en absoluto la tragedia que tuvo que vivir Adriana, no estuvo con ella en sus últimos momentos y lo único de lo cual se preocupó al llegar a Chile,  fue en tratar de recuperar sus bienes nada más.

La cara se le cayó de la vergüenza, pues una extraña le recordaba, lo que eran los sentimientos hacia los seres amados. Ni ella misma, se reconoció en ese momento, todos esos años, procurando esconder cualquier indicio de afecto, ya que por una estupidez y un error de juventud, se negó a volver a sentir emociones que pudiesen dañarla una vez más.
Con cierto dolor, reconoció que ha estado muy equivocada al respecto y tuvo que venir hasta el fin del mundo,  para aprender lo que había desterrado de su corazón por soberbia. Ella nunca fue así y era hora de comenzar a cambiar las cosas. Con un suspiro profundo, que nació desde el fondo de su corazón, abandonó su cama y se fue al baño para una breve ducha matutina.

Dentro de su closet, escogió un jeans, una blusa azul, un yérsey de cuello subido y unos botines de caña larga y peino su cabello en una cola. Luego salió de su cuarto con rumbo a la cocina, ahí se topó con Akiane, que la miraba con molestia aún. Greta le sirvió el desayuno, pero, este cambió drásticamente por orden de la joven Rosemberg y éste consistía en un trozo de tarta, tostadas con quesillo y un café con crema.

-¡buenos días Greta! –saludó Karina.
-¡buenos días Karina! –Saludó Greta- aquí tienes tu desayuno.
-pero, Greta, esto es mucho para mí –se quejó Karina.
-¡come! –Demandó seca Akiane- nos espera un largo día y te quiero en buenas condiciones.
Karina, omitió palabra alguna y se sirvió en silencio el desayuno, no quería seguir sumando más problemas a su vida.
-por cierto, ¿sabes usar una cámara? –preguntó con ironía Akiane.
-sí, ¿por quién me tomas?  –se defendió Karina- una cosa es que viva en la ciudad, pero inútil no soy.
-por lo menos para algo útil sirves –masculló Akiane- aparte de ser una insensible.

Karina se mordió la lengua de la rabia, para no contestar. Una cosa, era admitir que estaba en lo cierto en lo concerniente a su falta de sensibilidad, pero humillarla cada vez que se le daba en gana, ya le estaba colmando la paciencia y uno de estos días, la mandaba al mismo infierno. Por lo que se limitó en observarla por el rabillo de sus ojos, en algún momento se las cobraría todas juntas.

-¿acabaste de desayunar? –Demandó Akiane- o te dedicarás a lanzarme una de tus habituales miraditas asesinas.
-terminé –respondió seca Karina.
-¡al fin! –Repuso Akiane- ahora,  acompáñame que debemos salir cuanto antes.

Ambas salieron de la casa con rumbo conocido para la joven Sotomayor, lo que le llevó a preguntar por curiosidad más que nada.

-¿dónde iremos? –preguntó Karina.
-a los establos –indicó Akiane- debemos ensillar los caballos, para revisar completo el predio.
-¡caballos! –Inquirió espantada Karina- no sé montar un caballo, nunca en mi vida lo he hecho.
-aprenderás –sentenció Akiane- aunque sea a punta de porrazos.

“se me olvidaba que estoy tratando con una bruta” se dijo para sí, Karina, muy enojada a esas alturas.

Una vez que llegaron al lugar, Akiane, procedió a escoger el caballo para Karina y buscó uno de los más mansitos y para ella, su alazán cobrizo, llamado huracán. Luego, le mostro el modo de colocar las riendas, los aperos  con su montura y cómo ensillarlo. Una vez que terminó, le indicó el modo de subir y sujetar las riendas del animal.

Por más que lo intentó, no pudo conseguir subirse sobre aquel caballo y terminó de bruces en el suelo. Estuvo a milésimas de mandar al carajo a la joven y a ese animal, sino hubiese sido porque en ese preciso momento, llegó uno de los trabajadores con su amigo “el besador”, y éste se ha próximo a la joven para su habitual lengüeteada de rigor, llenándola de babas y dejando a una Akiane con la boca abierta y sorprendida de que la joven Sotomayor no disparatará su acostumbrado mal humor.

-¡vaya! –Dijo  Akiane-  -Ironizando aún más sus palabras y buscando el modo de fastidiarla un poco más-. – por lo visto, estás mejorando en tus relaciones sociales, Karina.
-¡púdrete! –Masculló ésta- -limpiándose la cara con un pañuelo y dándole unas palmaditas de afectos en la nariz a su amigo, ya que su presencia la relajó y continuó con ello,  hasta que el trabajador se lo llevó-. –podemos continuar.
-no vale la pena seguir intentándolo contigo, ya que eres un completo fiasco –reprochó Akiane.
-entonces, ¿puedo irme? –Preguntó Karina- ya que no sirvo según tú, no tiene caso quedarme en este sitio.
-nada de eso, princesita –acotó  mordaz Akiane- tú vienes conmigo, aunque el viaje no será nada placentero para ti.
-¿a qué te refieres con eso de “viaje poco placentero”? –inquirió Karina.
-es una lástima que una mujer tan bonita, sea tan superficial e incapaz de usar sus neuronas para algo más que no sea, el decir malas palabras y de quejarse todo el tiempo –comentó burlona Akiane.

Karina, quedó  de piedra, tras escuchar sus palabras, ya que no sabía que pensar del comportamiento de Akiane. Sin duda, esa mujer estaba demente o era bipolar, ya que no dejaba de mostrarse irónica casi todo el tiempo y ahora, sorprendentemente le estaba elogiando su belleza.

-“definitivamente, la estadía en Santiago la afectó y el smoke terminó por nublarle la razón”  se mofó mentalmente Karina.

Ajena a tan sórdidos pensamientos, Akiane, ensilló su caballo con una nueva silla para montar, ya que la anterior no serviría para sus fines y la cambió por una doble. Una vez, que tuvo todo listo y las cosas en su lugar, se giró a ver a la joven que estaba detrás de ella, observándola con cierto temor en su rostro.

-acércate –ordenó Akiane-  -a sujetando las riendas por un costado y con la otra le indicaba que hacer a Karina y con un solo movimiento, la subió en la parte delantera de la montura-.      –ahora sostén firme las riendas, mientras me subo.

Aunque con temor, Karina, hizo todo lo que le indicaran, mientras Akiane  subía por la grupa del caballo, para no incomodar a la joven y ponerla nerviosa. Una vez, que se acomodó, fue Akiane, la que tomó las riendas de Huracán, por medio de la cintura de Karina.

Con un ágil movimiento de parte de Akaine para con su caballo, salieron de las caballerizas, con rumbo desconocido y lejos de la casa. Atravesaron un bosque de Coigues y mañios.  
Llegando cerca del único río que pasaba por los terrenos de la familia Rosemberg y que a su vez, éste desembocaba en Frutillar.

-¿dónde estamos? –preguntó Karina.
-se puede decir que estamos en la parte final de la hacienda –expuso Akiane.
-¿por qué me has traído hasta acá? –Inquirió Karina- ¿qué tengo que ver yo con límites de tu propiedad?
-Tienes mucho que aprender Karina-  expresó Akiane- debes conocer la hacienda como la palma de tu mano.
-insisto, ¿cuál es el motivo para ello? –Preguntó ésta- que yo sepa,  eso te atañe a ti y tu capaz y en último caso, a tus trabajadores. No veo el sentido de que me quieras involucrar en algo que no está relacionado con mi vida y que por cierto, no me interesa.

Akiane, tiró fuerte de las riendas de su caballo para detenerlo, consiguiendo aprisionar fuertemente el cuerpo de Karina contra su pecho. Acto, que descolocó a la joven, pues su cercanía desde hace rato la tenía muy tensa y esto consiguió que un escalofrío recorriera toda su columna vertebral.

Mientras Karina, sufría más de la cuenta con el miedo al caballo y todas esas sensaciones nuevas que estaba experimentando. Una sonrisa mordaz, se formó en los labios de Akiane, tras sentir el leve temblor de la muchacha y para, aumentar más su angustia, reafirmo aún más el abrazo, dejándola más temblorosa de lo que ya estaba.

-estás equivocada como siempre, Karina –comentó Akiane- es vital que sepas el manejo de la hacienda, ya que un tiempo más, Pedro, saldrá con su descanso legal y tú, tomarás su lugar. Para ello, te prepararé todos los domingos.
-¿por qué yo y no otro de tus trabajadores? –Preguntó Karina- ellos tienen mucho tiempo contigo  y han de ser de tu confianza.
-eso no está en discusión, mi querida Karina –sentenció Akiane- tengo mis razones para escogerte a ti, por sobre mis trabajadores.
-como quieras –repuso Karina- son tus tierras. Pero, no soy la persona más aconsejable para el manejo de tu hacienda, ya que me consideras una inútil.
-muy pronto estarás a punto, eso te lo puedo asegurar –expresó Akiane- ahora, necesito que comiences a tomar fotografías.

Akiane, con su brazo derecho a sujetó muy bien la cintura de Karina, mientras se giraba un poco su cuerpo para sacar del morral del caballo, la cámara, la cual entregó a la muchacha e indicándole los lugares que deseaba que fotografiara.

-déjame que me baje, para tener mayor libertad al desplazarme y conseguir una buena foto      –demandó Karina.
-lo siento, pero deberás tomarlas desde esta posición –señaló Akiane- no me voy arriesgar a que te suceda algo.
-¿desde cuándo te preocupa tanto mi bienestar? –preguntó con cierta ironía Karina.
-desde el primer momento en que te conocí –respondió burlona Akiane- pues, eres la mujer más descuidada y distraída que he conocido en mi vida. No deseo que te expongas a ningún peligro, ya que una citadina, es como un imán para atraer las desgracias.
-no pierdes ocasión para molestarme –rabió Karina- pero, me  haré a la idea que debo lidiar con ello, ya que no se puede pedir que una campesina pueda comprender, ya que no pasa de lo bruta y estrecha de mente.
-jajajaja –se carcajeó Akiane- Por cierto, déjame aclararte que puedo leer y escribir, mi bella citadina. Además, que esta campesina sabe hacer otras cosas, que con gusto podría mostrarte en privado, sí así, lo deseas.

Karina, tragó en seco al escuchar las insinuaciones de la joven  y no pudo evitar que un color escarlata tiñera sus mejillas. Sin mencionar,  que su cuerpo se puso más rígido de lo que ya estaba ante la excesiva cercanía de Akiane, su aliento le pegaba de lleno en el lóbulo de su oreja, dejándola muy vulnerable y,  además, que estuvo consciente todo el trayecto del calidez y aroma que emanaba del torso de la joven Rosemberg, aquello la traía muy sofocada y con los nervios de punta.

Por primera vez en su vida, una mujer la tenía sumida en semejante estado y eso no le agradaba en absoluto y menos, sabiendo de quién se trataba, por lo que no dudó ni un segundo en aferrarse a la máquina fotográfica para olvidarse de la mujer que estaba detrás suyo, cuyos brazos en su cintura parecían absorberla por completo, dando la impresión de querer fundirse con ella en un solo cuerpo.

Por su parte, para Akiane. La situación era muy placentera e interesante, tener que ver y sentir cada movimiento que su compañera realizaba. Saber que su proximidad estaba alterando a la joven,  al punto de estremecerla y sonrojarla, era algo que la hacía sentir muy bien, más que bien se diría, ya que, sin que la otra se percatará, la sonrisa que bordaba su cara, era de oreja a oreja y para sus adentros se lisonjeaba de lindo, vivir aquel momento, era impagable.

-¡listo! –Señaló Karina— -tratando de salir de esta incómoda situación lo antes posible y así, ponerse en movimiento para ir a otro sector de la hacienda-.  -¿podemos continuar? O  ¿deseas hacer más fotos de este lugar?
-con eso,  es suficiente –respondió Akiane- iremos al otro extremo, por lo que te sugiero que aferres muy bien, ya que tendremos que galopar un poco, si queremos terminar a tiempo y luego de ello, haremos un alto para almorzar, ¿te parece?
-como gustes –respondió ésta.

Fue así, como abandonaron aquel sitio para irse al otro extremo de la hacienda. Se notaba que Akiane, era una diestra jinete, ya que supo mantener a su caballo en un constante y rápido galopar y que en cosa de minutos, ya estaban muy cerca de llegar a su destino. Sin embargo, de improviso disminuyó el paso de su animal, para mostrarle algo en particular a su acompañante, por lo que se internaron a través de un bosque de coligues (bambú)  hasta llegar al borde una pequeña laguna, que rebosaba de vida.

En aquel lugar, se podría apreciar un sinfín de variedades de aves, que iban entre cisnes de cuello negro y blanco (coscoroba), patos reales,  patos jergones, patos cuchara, guairavos y un poco más allá se podía vislumbrar la silueta de una familia de coipos (especie similar al castor, exceptuando por su cola)

Con sumo cuidado, Akiane, condujo a Huracán con lentitud y sigilo para avanzar sin asustar a las aves del lugar y así, poder tomar unas buenas fotos.  Avanzó unos 10 metros más, hasta quedar situada con la mejor vista de toda la laguna y ahí, detuvo a su caballo.

-¡wow! –Exclamó instintivamente Karina- nunca imaginé que vería algo así. Realmente, es un lugar bellísimo.
-me alegra saber que te gustó, mi hermosa citadina –susurró sensualmente Akiane-  -pegada al oído de la joven, siendo sus palabras suaves caricias, que provocaron que la joven se estremeciera, ocasión que aprovechó Akiane, para estrecharla aún más, eliminando todo posible espacio entre las dos-.  – trata de hacer el menor ruido posible y saca una buenas fotos del lugar.

Karina, asintió con su cabeza, pues, fue incapaz de pronunciar palabra alguna, ya que los nervios le estaban jugando una mala pasada y quería disimular ante Akiane, el estado en que se encontraban a causa de su cercanía y sus constantes indirectas, que ya la tenían al rojo vivo y daba gracias a Dios, porque su cara no daba de frente con aquella mujer,  ya que no estaba dispuesta a mostrarse turbada ante su enemiga.

Después de estar varios minutos tomando fotos, cerró la lente de la cámara y se quedó observando por unos segundos,  el paisaje frente a sus ojos  y sin darse cuenta, un profundo suspiro salió de su ser. Hecho que no pasó desapercibido para su acompañante, que la observaba arrobada desde hacía un tiempo y una sonrisa adornaba sus labios.

“eres exquisita, mi dulce Karina” pensaba para sus adentros Akiane.

La joven quiso regalarle unos instantes más, para que disfrutara de la vista del lugar y cuándo creyó que era suficiente, decidió que era hora de proseguir.

-vez que la vida de campo, no es tan mala después de todo –señaló Akiane- y que hay lugares hermosos que están esperando a que tú los descubras y puedas disfrutarlos.
-he de ser sincera contigo –confesó Karina- no me esperaba un lugar así y admito que he estado equivocada con respecto a lo que hay en el campo o en la naturaleza. Te agradezco que me hayas dado la oportunidad de poder conocer parte de tus tierras.
-no debes agradecerme, mi querida citadina –acotó Akiane- ahora, debemos continuar o se nos haré muy tarde para regresar.

Sin más tiro de las riendas de su alazán, dejando atrás aquel sitio y en  cosa de segundos, ya estaban al galope camino a su próximo objetivo. Sin embargo, cierta personita, iba muy tensa en esos instantes…

-¡relájate mujer! –Advirtió Akiane- - que se había percatado de la situación de Karina-. –verás que te olvidas al rato de todo.
-¡claro! –Se quejó Karina- es muy fácil para ti decirlo, ya que no estás en mi lugar y no eres la que le tiene pánico a los caballos y que ésta, es mi primera experiencia obligada.
-¡vaya! –Reprochó con cierta burla, Akiane- creí que estabas así, por mi presencia.
-lo que me faltaba –resopló con desgano Karina- aparte de petulante, eres presumida.
-eres la primera mujer en decirme eso –comentó Akiane- -que detenía su caballo en el lugar y muy divertida, apoyaba su mentón sobre el hombro de Karina, que dio un pequeño brinco al sentirla-.  – y eso que he conocido bastantes en mi vida y en especial una que me tiene embobada.
-no lo dudo –replicó en el acto ésta- -que trató de zafarse de la situación en seguida, pero, un pensamiento atravesó su mente y no pudo evitar devolverle el fastidio-. –me preguntaba si esa pobre mujer, no enloqueció contigo, porque la verdad, siento lástima por ella.
-jajajaja – se burló Akiane- descuida, que muy pronto lo hará, antes de que termine el año de estar conmigo.

Karina, quedó en shock, luego de oír lo último, ya que eso fue un golpe de NK, directo al orgullo y a la poca paz interior que le quedaba. En pocas palabras, quedo desarmada por Akiane que se burló descaradamente de ella y no pudo devolverle el favor. En resumen, ni un solo músculo de su cuerpo se movió o reaccionó ante esas palabras, quedando a merced de la joven una vez más para su mala suerte.

Un jaque mate sin contemplaciones, fue proporcionado por parte de Akiane a la joven citadina y este era el comienzo de una larga y agónica convivencia entre las dos.

La joven Rosemberg, después de contemplar el efecto que sus dichos provocara en su acompañante. Desmontó de su caballo y luego, extendió su mano a Karina y la ayudó a descender de huracán, para mala suerte de ésta y a su falta de experiencia y conocimiento al pisar el estribo, pasando de largo y perdiendo el equilibrio, para terminar cayendo en brazos de Akiane, quedando a unos escasos centímetros sus rostros.

El corazón de la joven Sotomayor se disparó de mil, que no tenía claro, si fue producto del susto o de lo vergüenza que sentía de encontrarse en tan comprometedora situación. Por lo que alzó sus ojos y en eso, cruzó su mirada con esos intensos ojos verdes, que le veían de una forma indescifrable para ella. Cómo ironía de la vida, el tiempo se detuvo entre ellas y sólo estaban conscientes de sus palpitaciones y sus aceleradas respiraciones, sumiéndolas en un abismo de sensaciones, que las envolvía cada vez más y cualquier cosa podría pasar entre ellas. Sin embargo, un graznido de una bandurria, vino a romper el embrujo en el que se encontraban, consiguiendo que Karina, reaccionara de inmediato y deshiciera aquel abrazo.

-¿puedes decirme que clase de aves es esa? –Inquirió Karina- porque la verdad, me asusto bastante.
-es una bandurria –mencionó Akiane- pero ya no son tan frecuentes de verlas, ya que es un ave migratoria y están en la fecha de su regreso a casa y no volverán hasta Septiembre, que es la época en que se reproducen.
-se ven cosas extrañas acá –dijo Karina, para evitar mirar a su compañera- aprovechare para tomarle un foto.
-de acuerdo –señaló Akiane- -que tenía sus ojos entrecerrados observando a la muchacha, que se estaba haciendo la desentendida con lo que había ocurrido-. –cuando termines, toma una fotos de los cercos. Mientras yo preparó todo para que almorcemos.

Karina, no respondió y se limitó a realizar su trabajo, sumiéndose en dicha tarea, hasta que fue interrumpida, por una mano que se apoyo en su hombro.

-es  más que suficiente con las que has tomado –señaló Akiane- vamos a comer algo y descansamos un rato antes de continuar.
-vale –respondió Karina.

Ambas chicas, se acomodaron sobre una manta que dispuso Akiane con los alimentos que fueron preparados por Greta y lo degustaron en su ya acostumbrado silencio. Una vez que terminaron, recogieron todo y lo guardaron en su respectivo morral.

Luego de ello, Akiane se tendió sobre la manta a descansar un poco, cubriendo su rostro con su brazo. Mientras, Karina observaba el paisaje.

-el estar de pie no te ayuda a descansar –indicó Akiane- porque no te tiendes un rato, ¡no te voy a morder!
Karina, acepto la sugerencia  y se sentó en un borde de la manta. Dejando caer su cuerpo despacio. Estaban por cerrarse sus ojos, cuando de súbito fue tirada por un brazo que la dejó pegada al cuerpo de Akiane.
-ven acá –demandó Akiane- ¡no seas necia!, así no podrás descansar y puedes quedarte tranquila, no te hare nada malo. Ahora, duerme un poco.
 A la joven Sotomayor, no le quedó más remedio que someterse ya que se encontraba totalmente inmovilizada por el fuerte agarre de ese brazo.  Al final, optó por dejar  caer su cabeza sobre el hombro de su acompañante y en poco tiempo consiguió dormirse a causa de la tibieza y calor que generaban el cuerpo de su opresora.

Momentos más tarde…

-despierta Karina –ordenó Akiane-   -mientras la remecía con suavidad para que despertase-.      –ya es hora de irnos.

Los ojos de la joven, se abrieron con algo de pesadez; ya que se había quedo profundamente dormida en brazos de su jefa; al momento de enfocar bien, casi se murió de la impresión al tener encima a esos burlones ojos verdes y de un salto se puso en pie.

-¿qué hora es? –preguntó con cierto nerviosismo.
-las tres de la tarde –respondió Akiane- dormimos por espacio de una hora y será mejor que nos pongamos en marcha o de lo contrario regresaremos al anochecer.
-¡cielos! –Exclamo ésta- siento como sí, recién hubiese cerrado mis parpados.
-debes estar muy cansada –comentó Akiane- ¿estás durmiendo bien?, es inusual que tengas tanto agotamiento.
-despreocúpate  -replicó Karina- estoy bastante bien.
-por tu bien, espero que así sea –sentenció Akiane- trata de no mentirme, porque de lo contrario, te lamentarás.

Karina, se dio vuelta a verla, indignada con el tono imperativo de sus palabras.

-no me trates como si yo te perteneciera  –reprochó furiosa Karina- te recuerdo que sólo estoy de paso aquí nada más  y lo que haga con mi vida no es asunto tuyo.
-di lo que quieras –refutó Akiane- mientras estés a mi lado, eres mi responsabilidad, y sí tengo, que convertirme en tu sombra para tenerte vigilada, ten por seguro que lo hare sin asco.
-eres una maldita arrogante –escupió sus palabras Karina- no sabes cuánto te detesto.
-no estaría tan segura de eso último –desafió Akiane- a veces, suele traicionarnos una parte de nuestro propio cuerpo, y es más evidente y honesto, que las palabras que salen de nuestra boca.
-un día de estos, te vas a lamentar –amenazó Karina.
-estaré esperando ansiosa que aquello ocurra –señaló irónica ésta- ahora, deja de ser tan brabucona y súbete será mejor, pues no tengo todo el día para perderlo contigo, discutiendo insensateces.
-¡cretina! –arrastró entre dientes Karina.
Con el rostro desencajado por la rabia, la joven subió por sus propios medios al caballo, causando una sonora carcajada de burla de parte de Akiane.
-¡ves que puedes hacerlo, cuando te lo propones! –se mofó Akiane.

Karina, resopló con fuerza, expulsando todo el aire contenido en sus pulmones, producto de la ira que la estaba embargando y justo cuándo, Akiane; tenía su pie sobre el estribo y tomaba impulso para montar; jaló de las riendas e hizo que huracán avanzará unos cuando pasos más allá, provocando que Akiane cayera de espalda tras el abrupto movimiento.

-¡ups! –se burló Karina-  -que la contemplaba desde el caballo con una ceja arqueada, claro signo de que lo hizo de adrede-.  -¿te dolió?

Akiane se puso en pie, sacudiéndose su ropa y una vez hecho eso, devolvió la pregunta con una sonrisa de lo más coqueta.

-para nada –respondió ésta-  -al momento de subirse al caballo-. - por el contrario, me encantó esa muestra de cariño de tu parte.
-¡bruta y ahora, masoquista! –refunfuñó en voz alta Karina.
-jajajaja –rió de buena gana Akiane al escuchar sus palabras.

Con pica, aferró la cintura de Karina a su cuerpo y sin más rodeo, salieron a galope tendido con dirección norte de las tierras de Akiane.  Después de batallar con el viento y algunos árboles en el camino, llegaron a la parte de los sembradíos, les tomó más de 40 minutos llegar.

En todo lo que duró el trayecto, Akiane, no desaprovechó la ocasión para respirar cerca del oído de su acompañante, atormentándola en demasía y a su vez, en venganza por la caída. Dejando a Karina sumida en un mar de sentimientos contradictorios, que temblaba cuan hoja de otoño ante la amenaza del viento de arrancarla de su base. Pero, cada vez más los nervios le estaban traicionando al punto de que  su voz era el reflejo del caos que se estaba desatando en su interior.

Sin duda y para fortuna de ella, la cámara fotográfica, pasó a ser el salvavidas, que le permitió olvidarse por completo de aquella presencia molesta que tenía por compañera. Por lo que, se tomó su tiempo entre foto y foto con tal de demorarse y no tener que continuar con su sufrimiento. El único inconveniente de esa “demora” excesiva y que no tomó en cuenta Karina, fue el hecho de que se les hizo muy tarde para continuar. Por lo tanto, Akiane, optó por dar por finalizado el día.

-esa será la última por este día –demandó Akiane- ya se nos hizo tarde, debemos regresar.
-de acuerdo –respondió Karina y una vez que terminó, guardó la máquina en su estuche y lo entregó a su dueña.
-Karina, te sugiero que te acomodes bien antes de partir –aclaró Akiane- ya está casi oscuro y nos espera un largo trayecto.  Puede que tengamos algunos inconvenientes con el regreso a casa y no quiero que te lastimes.
-descuida –respondió ésta- no habrá problemas de mi parte.
-vámonos, entonces –indicó Akiane.

A diferencia de cómo estuvo marcada la jornada.  El regreso tuvo que hacerse a paso lento, ya que el manto de oscuridad muy pronto las envolvió y dificultaba las cosas para realizar un viaje a galope.

Cuando estaban a mitad del camino, la joven Rosemberg, se percató de que su acompañante se había quedado dormida tras irse de costado, por lo que detuvo su caballo y sacó la manta que llevaban y con ella, la arropó. Luego, la acomodó en su hombro para que pudiese descansar un poco mejor, pero esto hizo, que la joven despertara un tanto asustada con ese movimiento.

-no te asustes –susurró bajito Akiane- -regresándola a su pecho para que volviese a dormir, cosa que consiguió al instante-. –yo cuidaré de ti, descansa nada más.

Así, continuaron el viaje,  con sólo las estrellas como único medio de iluminación y testigos de las muestras de cariño que prodigó Akiane, al descansar  sus labios en la mejilla de Karina, reiteradas veces en lo que duró la travesía.

A las 7:30 de la tarde, el par de jóvenes hacía su arribo a la casa patronal y no, a las caballerizas, cómo debía haber sido si hubiesen llegado temprano.  Por lo que uno de los perros alertó a Pedro, que salió a recibirlas.

-¡cielos mujer! –Exclamó Pedro, preocupado- ¿pensaba que tendría que salir a buscarlas?
-fue mi culpa –declaró Akiane- -al detener su caballo frente a su capataz y dejar que sacará a Karina de sus brazos-. –al  no prever que demoraríamos tanto tiempo en el recorrido.
-¿quieres que la lleve a su dormitorio? –preguntó Pedro, al momento de recibir a la joven.
-no –fue la respuesta de ésta- la llevaré yo misma, por favor hazte cargo de huracán.
-enseguida –contestó Pedro- -devolviéndole a la joven en brazos de Akiane-. –Greta, ha estado preocupada por ustedes, así que ve con ella, una vez que dejes a Karina en su dormitorio.
-vale –respondió Akiane.

La joven, se dirigió con Karina hasta el dormitorio y una vez ahí, tiró de la ropa de cama, para depositar a la muchacha. Luego, procedió a desvestirla, dejándola sólo en ropa interior y luego la arropó con las mantas. Antes  de irse de su lado y en un arrebato ya acostumbrado de su parte, la besó en los labios delicadamente, teniendo la precaución de no despertarla.
En el momento que estaba cerrando la puerta, un ruido llamó su atención y se quedó al pendiente y al no volver a sentirlo, terminó por irse de la habitación.

“hubiera jurado, que escuché sonar un móvil” meditaba Akiane, mientras iba hacia la cocina.
Akiane, no podía estar más acertada en sus deducciones, porque al poco rato, volvió a sonar el móvil de Karina y tras permanecer unos segundos a la espera de ser respondido, cesó en su cometido. Sin embargo, al rato después, la pantalla del móvil se iluminaba, indicando que un mensaje acaba de ser enviado…

“Karina, tenemos todos los permisos para el funcionamiento de nuestro negocio y con respecto a lo que me solicitaste, el distribuidor ya me entregó la información y  del stock que queda en sus bodegas, que por cierto no es mucho, ya que tienen problemas con los proveedores Alemanes.

Por cierto, Majo, ha estado llamándote todo el día, pide que le devuelvas la llamada.
Un abrazo amiga y cuídate mucho, nos estamos comunicando.
                                 Ignacia “


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