mujer y ave

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jueves, 27 de febrero de 2014

Recuerdos que afloran.


En aras del pasado, capítulo 16.

Hubiese querido compartir más tiempo con Anabelle, pero había tanto por hacer y el tiempo jugaba en  su contra, por lo que dedicó todo su esfuerzo en terminar con el proyecto. Sin embargo, de vez en cuando levantaba sus ojos para observarle, sin que ella se diera cuenta y sentía emociones encontradas con respecto a ella, le disgustaba por momentos sus actitudes y otras tantas le seducían todo su ser.

Estaba experimentando cosas nuevas en su vida, al mismo tiempo la  asustaban, por así decirlo; mejor dicho ella, era su mayor problema.


Por su parte Anabelle, todo estaba comenzando a cambiar lentamente dentro en su corazón a tal punto de reconocer el amor que sentía por la muchacha, a pesar de las diferencias y encuentros desagradables que habían tenidos en algunas ocasiones.

Con la llegada de Raniel, su vida dio un vuelco en casi 180 grados, si bien estaba más vulnerable a los celos y egoísmo, debido que no deseaba a ninguna persona muy cerca de la chica.

Disfrutaba descubrir cada faceta que ésta poseía, le atraía mucho su jovialidad y chispa con que ella impregnaba el ambiente, la ternura que tenía para con los animales y la dedicación y pasión con que realizaba las cosas de las cuales ella disfrutaba, pero por sobre todo era esa sensación nueva que latía dentro de su corazón, estaba más viva que nunca y deseaba ser amada y amar a aquella joven.

Quería que se quedara  a su lado, compartir el resto de su vida con ella, tenía conciencia que era ella precisamente el amor de su vida, tenía tal certeza ahora, aunque en un principio quiso negarlo a toda costa, debido a las circunstancias en las que se encontraba, puesto que estaba prometida y descubrir que se estaba enamorando de una mujer fue todo un descubrimiento. Un tanto difícil de digerir.

Se podía decir que Raniel, estaba hecha para ella y por una extraña razón, sentía que había estado esperando por ella desde hace mucho tiempo.

Llevaba ya unas horas encerrada en esa biblioteca tratando de apoyarle en lo que más podía, más aún así estaba consciente de su presencia y cómo su corazón estaba aceleradísimo, pero lo disimulaba lo más posible, ya que no debía distraerla, se moría por abrasarla y besarle, más debía controlar esos impulsos. Quería tenerla  a su lado, amarla, disfrutar de sus besos y caricias como en el río, entregarse a ella y hacerla suya….encadenar su corazón con el de Raniel.

¡Cielos esto es un escarnio! pensó Anabelle ─. ¡Vamos ten paciencia! No es el momento todavía y además, está Alesia con nosotras.

Por el contrario Alesia, estaba decidida a apoyarles a ambas. Se divertía al sentir en el ambiente esa pequeña tensión, pues era consciente de la situación de Anabelle y lo que le debía estar costando frenar todas esas nuevas sensaciones que sólo un amor verdadero deja en el corazón de cada ser humano.

No obstante,  había algo que le preocupaba un poco, si bien había visto muchas veces que Raniel miraba de una forma extraña a su prima; no estaba segura que ella sintiera lo mismo por su prima, pues ella misma había dicho que nunca se había enamorado. ¿Podía gustarle? Eso se notaba, pero de ahí al amor; era otra cosa.

Además, estaba el hecho de que Raniel era muy joven y en esa etapa de la vida se suelen experimentar muchas cosas y llegar a confundir los sentimientos y no ser necesariamente amor.

Alesia, comprendió que debía hacerlas de Cupido e intervenir un poco para encontrara el modo de que Raniel mostrase sus verdaderos sentimientos con respecto a Anabelle. Sin duda tenía  algo a su favor y que además era por cierto un enigma; el hecho de que la joven tenía relación con el pasado de su prima: sus recuerdos, los bocetos, las palabras de su tía al verle. Todo esto podía ser considerado un ingrediente más que se confabularía a favor de ambas.

─ Habrá que buscar la formar de juntarlas y esto debe ser fuera de casa pensaba Alesia ─. Kat, tú me vas a ayudar.  Ahora me concentraré en esto para que esta niñita no se nos escape.
 Deberé esperar a tía Anette para confirmar mis sospechas en  lo que descubrí en mi investigación. Estoy segura que ella algo sabe, por ello su interés en que Raniel se quede a como dé lugar. Esto se pone muy interesante concluyó Alesia.

Horas más tarde…

─ Realmente estoy muy agotada pero debo terminar, de lo contrario deberé partir y la verdad aún no quiero. Necesito más tiempo para conocerle y ver sí esto que me está pasando es verdadero o  es simplemente una ilusión reflexionaba Raniel.

Tan sumida estaba en su trabajo y en sus divagaciones que no sintió y tampoco vio llegar  a Anabelle, hasta que ésta pasó su brazo por delante de su rostro y depositó un refresco en su escritorio.

Tal movimiento; la hizo que perdiera el control de su cuerpo  y de su asiento, pero a su favor contaba con los reflejos de la muchacha que por segunda vez en el día le salvaba de una caída y cuando abrió los ojos quedó a merced de ella. No podía moverse, estaba encadenada a sus ojos y a su cálidos brazos y lo que vino después la dejo sin habla.

Anabelle, por unos breves instantes le quedó viendo y sin poder resistirse más, descendió hasta la boca de Raniel y la besó lentamente, saboreando esos sensuales labios. Robándole el aire y embriagándola con su aroma.

Fue un beso breve, pero su efecto fue devastador para la joven Larson, y cuando Anabelle, concluyó de súbito con esa caricia para alejarse de ella, fue la misma Raniel, quién saltó como un resorte y logró alcanzarla antes de que pusiera sus manos sobre la manija de la puerta.
No la dejaría ir así como así, necesitaba mucho más y sin más, la tomó del brazo para hacerla girar y buscó de inmediato sus labios, presionando su cuerpo contra la puerta, fundiendo sus cuerpos en ese fuego que comenzó a devorarlas vivas.

Anabelle, creyó morir cuando Raniel, la hizo girar y buscó sus labios… Dios estaba esperando esto todo el santo día, se dejo llevar por su corazón y se entrego a las caricias de Raniel, su lengua exploraba su boca, como si quisiese devorarla con sus labios, sus manos recorrían lentamente su espalda, dejando una estala de escalofrió y deseo a su paso.

Se abrazó a ella y su cuerpo se estremecía entre las caricias, sus manos acariciaban el torso de Raniel, se movían por si solas, querían empaparse de ella, percibir cada parte de ella.
Raniel despego sus labios de ella y busco entre su cuello, lamiendo cada rincón, mordiendo a su paso, cada acto suyo lograba estremecer y conseguía que Anabelle gimiera de placer y también ella era presa de las carias de la joven , su cuerpo se tenso al sentir las manos de Anabelle tocar sus pechos y como estos quedaron erectos  al contactos de sus dedos que rozaban una y otra vez, atormentándolos hasta lograr sacarle  de ella un gemido agudo, quería ir más allá…quería consumirse en ese fuego .. Dar rienda sueltas a todas esas emociones que sólo Anabelle estaba despertando en ella.

Hasta que...
Raniel… ¡Por favor detente! imploró Anabelle.
¿Qué sucede? inquirió interrogante una sorprendida Raniel. ─. ¿Acaso te he ofendido en algo?
─ No ─ respondió Anabelle, colocando  sus dedos sobre esos labios para acallarlos Pero este no es momento más apropiado.
─ ¡Vaya! dijo contrariada Raniel, ya que le dolió un poco las palabras de Anabelle.
─ ¡Por favor entiende! Debes terminar aclaró Anabelle, que vio en los ojos de la muchacha  desazón.
─ Bien respondió secamente Raniel.

Anabelle, tomó el mentón de la muchacha y depositó un beso en sus labios para consolarle por la pérdida que tenía que someterla y agregó:

─ Concéntrate y luego ven a mí ─ Demandó Anabelle y salió raudamente, antes que se arrepintiera y no pudiese controlarse.
─ ¡Maldición! Profirió Raniel ─  Te juro que no te entiendo. Sólo estás jugando conmigo Anabelle.

Se fue molesta a concluir  su proyecto, pero una vez que finalizase no iría con ella, le haría sentir lo mismo que ella le estaba haciendo pasar.
A unos cuantos pasos de ahí, una joven temblaba de pies a cabeza, por todo lo vivido en ese lugar y todo el esfuerzo que le conllevó para detener ese mar de caricias.

─ ¡Por favor amor! No te enojes conmigo, pero era el único modo que tenía para que puedas terminar a tiempo con tus deberes. Te prometo que te compensare con creces  decía en voz alta Anabelle.
¿A quién vas a compensar tanto?preguntó Alesia, que le llevaba rato observando y fue testigo de lo afectada que salió de la biblioteca.
Alesia, no sabía que estabas ahí dijo Anabelle.
─ ¡Vaya querida! Realmente te tiene por las cuerdas. A este paso voy a tener que encerrarlas con llave dijo burlonamente Alesia.
Anabelle, bajo su cabeza avergonzada que su prima leyese  en ella, sus emociones.
─ ¡Vamos no seas tonta!, Solo es una broma. Es de lo más normal todo lo que estás viviendo y que jamás experimentaste antes, ya quisiera yo vivir todo lo que tu vives ─ señaló  una resignada Alesia.
─ ¿Cómo es eso? ¿Acaso tú no has amado así? Y ¿Cómo es que tienes tanta experiencia entonces?  – preguntó un sorprendida Anabelle.
─ ¡Uf! Nada de eso también, también he amado, pero digamos que no se pudo finalizó Alesia.

Anabelle, prefirió no seguir preguntando al ver a su prima un poco nostálgica.

─ Lo siento. No he querido involucrarte en todo lo que me está sucediendo, cuándo tú tienes tus propios asuntos  dijo una apenada Anabelle.
¡Para ya quieres! Para nada me molesta. Quiero tu felicidad y esa muchachita es tu vida ahora, sólo no la dejes escapar, porque sino los minutos se te harán eternos para arrepentirte después y créeme que nada te consolará   expresó Alesia ─. Además es muy divertido ver que te trae de cabeza, quedo lejos  la señorita perfección y  pulcra, para convertirte en una mujer sensual y más  impulsiva. ¡Toda pasión!se mofó Alesia.
Alesia Protestó Anabelle.
Jajaja… ¿Ves que tengo razón?, es muy divertido reía Alesia.
¡Uy! Cretina  exclamó Anabelle ─. No te rías a mis expensas.
Jajaja ¡Ustedes no tienen remedio!  Son las dos tal para cual, a la menor provocación y chillan como cerditos se burló una vez más, Alesia.
─ ¡Idiota!
Jajaja reía Alesia hasta que consiguió hacer reír a su prima y ambas estuvieron así por unos minutos y luego,  se fueron  juntas al despacho.
Al cabo de de 16 horas de arduo trabajo, Raniel, finalizó su proyecto y se dispuso a enviarlo a su dichoso profesor.
─ ¡Al fin!, con un click  y….se fue… ¿Espero que está vez quedes conforme?, Mira que no volveré a gastarme toda mis energías por ti, aunque seas el mismo cesar de la arquitectura. ─ murmuraba entre dientes Raniel.

Se dispuso a ordenar sus cosas para entregar en las mismas condiciones en que encontró la biblioteca. Cuando de repente sintió un fuerte dolor  en el pecho…le quemaba, era lo mismo cuando niña; ardía cada vez que se iba a enfermar.

Logró sostenerse del escritorio y esperó que la sala dejara de darle vueltas. Sabía muy bien que pasaría después.

Al cabo de unos minutos,  como pudo dejo todo listo y se dispuso a llevar la bandeja a la cocina.
Luego iría a su dormitorio, lo haría lo antes posible antes que alguien pueda verla en ese estado.

Decirlo no era lo mismo que hacerlo. A duras penas  llegó a la cocina, ya que el dolor seguía e iba en aumento. Tenía que apurarse para descansar en su habitación antes que llegase a perder el conocimiento.

¿Pero qué es lo que crees que estás haciendo?  escuchó una voz detrás de ella.
Sin embargo,  ya no pudo oír nada más, porque todo se oscureció a su alrededor y unos brazos alcanzaron a sostenerle antes que su cuerpo se derrumbase en el suelo.
Momentos más tarde…
─ ¡Y bien doctor! ¿Qué es lo que tiene?  inquirió una preocupada Anabelle.
─ ¡Verás! Está con mucha fiebre, pero no es nada que temer, ya  le he suministrado algunos medicamentos que irán bajando la fiebre  señaló el médico.
─ ¡¿Pero estaba bien hasta hace poco?! argumentó Alesia.
─ ¡Fue sometida algún tipo de estrés o algo parecido? inquirió el médico.
respondió Alesia ─. Verá doctor. Ella debía entregar un trabajo hoy, por lo que estuvo en ello desde las tres de la madrugada ¿Tal vez pudo ser eso?
─ ¡Por Cristo! ¿Qué clase de locuras es esa? Nadie en su sano juicio trabaja 16  horas continua sin sentir el peso de las consecuencias ─ refutó el médico mientras  meneaba su cabeza en desaprobación .Como dije: No es nada serio, con un descanso bastara. No obstante, quiero comentarles que hay otra cosa que sí me preocupa un poco.
¿Qué es doctor? preguntaron ambas muchachas.
─ No es el cansancio que ha hecho que tenga fiebre tan alta ─ explicó éste ─. Sino  que hay una marca en su cuerpo que está al rojo vivo, lo que la produce y que por cierto es muy inusual todo esto. Si pueden llévenla a mi consulta una vez que se recupere. Quiero examinarla un poco más.
─ Así lo haremos doctor afirmó James, quién se había unido hace poco y oía atento lo que el médico dijese.
─ Ahora si me disculpan debo partir a visitar a otros enfermos. ¡Señoritas! cuando gusten expresó el médico.
─ Gracias por venir dijo Anabelle.
─ Le acompaño  a la puerta ─ indicó James.
Una vez que el médico  se retiró de la habitación de Raniel, James dio órdenes expresas de dejar descansar a la joven y que no se le molestará, a excepción de Anabelle y Alesia.
─ ¡¿Una marca?!  Nunca antes he oído nada parecido ─ mencionó Alesia.
 Y ambas muchachas levantaron las mantas que cubrían el cuerpo de Raniel y Anabelle,  descubrió un poco el abdomen de la joven y pudo apreciar en el costado izquierdo la marca, una cicatriz en forma de flor de Iris que estaba al rojo vivo, tal como lo comentó el doctor.
─ ¡Sorprendente! ─ exclamó Alesia ─ ¿Parece mentira que esa cicatriz la tenga así?
─ No es sólo eso argumentó Anabelle ─. También está el hecho  tantas horas sin descansar.
Esta niña es todo un misterio expresó Alesia.
─ sabes, me asuste mucho al verla desvanecerse  dijo Anabelle
─ Tienes buenos reflejos prima, o al menos con ella te lo has pasado salvándola, de verdad se nota que te importa  esgrimió Alesia.
─ Ese comentario está demás Alesia  enfatizo ésta, tomándole la mano de Raniel  no dejaría que nada malo le sucediese.

Alesia sin decir más salió del cuarto y se dispuso a hablar con su tío.

Una hora después, Anabelle no dejaba de contemplarla, mientras Raniel murmuraba incoherencias producto  de la fiebre…

─ No debí dejarte sola tanto tiempo, debí obligarte a descansar un poco, no volverá a suceder otra vez.

Mientras en la cabeza de Raniel…

─ Tú no eres para ella, apártate de una buena vez, ¿porqué no te marchas lejos? No las dejaré nunca estar juntas.
─ Ya te hice caso una vez, pero no puedo ahora, porqué te empeñas en alejarme que no ves que la amo y ella a mí.
─ Sólo vete…ya tiene una vida hecha. No será feliz contigo nunca, le acarrearas vergüenza y dolor. No puedo permitir que la lleves a ese infierno.
─ ¡¿Pero tú a mí sí me condenas a ello?!…Me has hecho sufrir más que nadie en este mundo y no creo que te interese su felicidad. Nunca entenderás un amor como el nuestro.
─ ¡Déjala y lárgate!…
─ No quiero…. No puedo….

─ No quiero, no la dejaré   gritó Raniel levantándose abruptamente de su cama, para volver a desplomarse inconsciente.
─ Raniel, amor ¿qué sucede?  balbuceaba una nerviosa Anabelle, acariciando su rostro que ardía en fiebre.
─ ¿Qué te está pasando?, ¿Porqué tu desesperación? ¿A quién no puedes dejar?  pensaba  Anabelle ─ ¿Qué está pasando por tu mente? ¿Por qué no le baja esta fiebre? No me gusta verte así.

Sin pensarlo, le abrazó fuertemente y a los pocos minutos la joven dejo de desvariar, era como si el calor de Anabelle hubiese calmado el espíritu de la muchacha.

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