mujer y ave

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jueves, 13 de febrero de 2014

Metamorfosis.


En aras del Pasado, capítulo 14.

En la biblioteca se sintió una golpe estrepitoso de una puerta cerrarse con furia…

─ Pero qué diantres  dijo Alesia  y salió raudamente a ver qué estaba sucediendo y fue que se encontró con su prima que estaba de espalda a ella, mirando por un ventanal.
─ ¡Hey!... ¿qué fue todo ese ruido? preguntó Alesia.
─ Mocosa estúpida  profirió  Anabelle.


─ Deja ya de maldecir tanto y me puedes explicar qué te hizo ahora Raniel, porque  es más que obvio que es con ella que tú tienes problemas  Inquirió Alesia.
¡¿Pero qué se ha creído?!  exclamó con más disgusto, Anabelle.
─ Cuenta de una vez que te hizo  trató de saber Alesia.

«¡Vaya Raniel!, tienes muy mala suerte con ella» pensó Alesia.

Mientras  Alesia se dirigió a una pequeña mesita  y sirvió dos tragos para ambas y de este modo conseguir templar un poco a su prima.

─ Toma  demandó Alesia, pasándola el vaso ─. ¡Cálmate! y luego me cuentas.

Anabelle, bebió de su vaso y relató los hechos como habían sucedido, con la excepción del beso y lo que ella había sentido.
Alesia,  casi escupió el contenido de lo que había en su boca, cuando su prima le dijo que la había encontrado desnuda y que la había llamado mojigata por recriminarle su actitud.

─ ¡Ups! , eso dolió  Exclamó ésta ─. Nosotras, no somos así.
─ Por supuesto que no  dijo furiosa Anabelle.
─ No obstante, si te pones a pensar; hay algo de cierto en sus palabras. ─ argumentó la sabia Alesia.
─ ¡¿Tú, también?!.─  protestó su prima.
─ Es la verdad. Nosotros somos muy desinhibidos en otros lugares y aquí somos todo lo opuesto.─  explicó Alesia.
─ ¡Por favor!... no la defiendas. Lo que sucede es que tú estás de su parte y todos en esta casa están embobados con ella, porque no le hacen un altar a su majestad entonces ─ dijo con rabia Anabelle. Y salió del lugar dando otro portazo.
-¡Válgame Dios, qué genio! ─ exclamó Alesia ─. Aquí hay gato encerrado. A mí no me engañas, detrás de esa furia hay algo más y voy averiguar qué es.

Al día siguiente, se podía percibir una mala vibra en el ambiente, por lo que James, que era muy observador  como su esposa y a falta de ella, decidió intervenir y mejorar un poco las relaciones.

─ Dime, jovencita  dijo James, dirigiendo la palabra a la joven Larson de lleno ─. ¿Te ha gustado los paisajes de esta campiña?
 Mucho señor. Tienen lugares magníficos aquí en Inglaterra  respondió la joven.
─ Espera a ver otros sitios, mi querida Raniel ─ dijo un entusiasmado Charles.
─ No creo poder conocer tanto, debo regresar a casa por mis estudios  agregó ésta.
─  Es una pena  señaló cabizbajo el joven.
 Mi esposa, me ha dicho que trabajas y estudias, ¿es verdad aquello? ─  preguntó James.
 Efectivamente, trabajo media jornada y en las tardes asisto a  la universidad. ─ contestó Raniel.
─ ¿Cómo es el sistema en tu país Raniel?... digo al de plan estudios  que ustedes tienen  indagó  Charles, muy curioso.
─ No es muy distinto a los otros países, estudiamos de Lunes a Viernes y de vez en cuando,  asistimos algunos Sábados en la mañana por algún taller  señaló la joven.
─ Osea que descansas los fines de semana  concluyó Charles.
 No exactamente. Verás,  los sábados en la mañana cuándo no debo asistir a clases, voy con mi familia a  practicar un  poco de Cetrería; menos mamá, dice que los animales deben ser libres; y así, nos pasamos todo el día en el campo. Se podría decir que es  el día en familia. ─ explicó la joven Larson.
─ ¿Y qué clase de ave tienes, tú Raniel?  Preguntó James.
 Tenemos seis aves en casa y  mi ave, es  un halcón  peregrino ─ respondió ésta.
─ Interesante. ¿Y desde cuándo practicas la cetrería, jovencita?  señaló James.
 Desde que tenía  doce años─  apuntó Raniel.
 Por lo que deduzco de tus palabras. Supongo que los días Domingos deberás descansar un poco más  indagó Alesia.
─ No mucho que digamos y te explicaré por que: En las mañanas, compartimos todos en familia hasta la hora de almuerzo y luego de eso,   nos separamos. Mis padres se van con familias amigas. Mis hermanos y yo, nos vamos a esgrima toda la tarde y sólo volvemos al anochecer ─ comentó Raniel.
¿En serio practicas esgrima? preguntó una entusiasmada Alesia.
 Sí. ¿Porqué de tu extrañeza?  enfatizo la muchacha─. Da la impresión de no creer en lo que te digo.
─ Jajaja  rió Charles─. No es eso querida Raniel. Lo que sucede es que tienes fuertes contrincantes en esta familia:  Mi padre es un gran cetrero y Alesia , es campeona nacional en esgrima y Francis, le sigue sus pasos a nivel de condado. ¡¿será interesante verlos competir?!
─ Tú me disculparás, pero yo no he venido a competir con nadie aquí  expresó una incómoda Raniel.
─ Jajaja... fue la risa generalizada de todos al ver sonrojarse a la joven por la situación en que fue puesta por el joven Charles.
─ Tranquila, Raniel  dijo Alesia, tratando de bajar el perfil a las cosas ─. No te vamos a comer o hacer algo por estilo, ¡cualquiera diría que quieres salir corriendo!
 Con una vida tan ajetreada como la que llevas, no hay lugar para el amor jovencita ¿o estoy equivocado ? inquirió James y todos los presentes clavaron sus ojos en Raniel.

«Jaque mate querida   pensó Alesia, burlonamente  veremos cómo te zafas de esta» 

Raniel por su parte, sintió un nudo en el estomago al sentir todas esa miradas clavadas en ella, en especial, aquellos ojos azules de la Duquesa.

─ La verdad señor, Con mis estudios  no tengo tiempo para una relación y para serle honesta,  jamás me he enamorado ─ expuso Raniel por lo que no hay cabida en mi vida para dicho sentimiento.
 Eso no  quita que tengas un pretendiente por ahí o mejor dicho varios interesados en serlo.  puntualizó Francis─. Quizás te apene un poco reconocer  delante de todo, que pueda haber alguien que sí te guste.

La joven Larson, sintió arder sus mejillas. ¿porqué tenían que meterse con ella de ese modo? La estaban poniendo entre la espada y la pared.

─ Como dije antes, mis estudios absorben todo mi tiempo  respondió seca y evasivamente.

«¡Vaya!…Eres una  escurridiza profesional, querida» pensó Alesia.

Francis, mirando a su hermano Charles que estaba un poco abatido, le preguntó una vez más.

─ Supongamos hipotéticamente: que aquí encuentras el amor de tu vida. ¿Dejarías tus estudios y tu hogar por amor? ¿y te quedarías acá?  inquirió la menor de los Calguieri.

Nuevamente todos las miradas se volvieron hacia Raniel, ésta se sintió morir.

«¿Porqué no pueden dejarme en paz?» pensó la joven para sus adentros.

¡Mmm!… No lo sé  dijo para zafarse de la pregunta.
 ¡Oh vamos Raniel! Estamos hablando de un supuesto. Debes tener algo que decir  al respecto.   Francis miró sugestivamente a Raniel  al momento de terminar sus palabras.

Alesia por su parte, miraba burlonamente a Raniel y en su interior, disfrutaba más que nadie de toda la situación. Esa chica le era un enemiga y muy agradable a la vez, por lo que no dejaba de prestarle atención y a medida que pasaban los días, creía conocerla un poco mas.

«Segundo Round  y no te van a dejar en paz hasta que les contestes» se decía para sí, Alesia.

─ Mi respuesta sigue siendo la misma. No lo sé ─ respondió algo molesta la muchacha, tratando de no ser mal educada.
─ ¡Vamos, querida! volvió a la carga Francis.

«¡Maldición!» Se dijo mentalmente Raniel y tomando un poco de aire, contestó...

 Respondiendo a tu pregunta:  No lo sé,  porque es hipotética. No obstante a eso y  desde mi posición actual, te puedo responder que amo a mi familia y mi patria de tal manera, que no los dejaría por persona alguna y menos por amor.  concluyó una muy incómoda Raniel.

Toda la habitación enmudeció ante las palabras de la muchacha y se podría apreciar la desazón en algunos rostros tras lo esgrimido por Raniel.

«Eso fue un N.K y muy  duro por cierto» reflexionaba Alesia, a la vez que contemplaba el rostro taciturno de su prima Anabelle, quién hacia un gran esfuerzo por disimularlo, pero nada escapaba a la atenta mirada de la Condesa.

─ ¡Mi querida jovencita!  intervino un reposado James ─. Cómo tu bien has dicho, no te has enamorado nunca antes. Eres muy joven aún  y por ello, tu respuesta, pero cuando te enamores de verdad;  comprenderás muchas cosas y veras que al amar serás capaz de mover cielo y tierra con tal de estar con la persona amada.
 He de aclararte que el amor aparece cuándo tú menos lo esperas. Mi consejo por tanto; ¡Mi querida niña!; es que no le cierres las puertas al amor, ya sea por estudios o trabajo, te estarás negando la oportunidad a ti misma  de ser feliz en tu vida, porque no hay mayor dicha para el hombre que el amar  finalizó James.
─ Sabias tus palabras, tío  apoyó Alesia.
─ ¡Magnífico discurso, padre mío!  dijo Francis─. Me sorprende que sepas tanto del amor.
Tomaré en cuentas sus palabras, señor  intervino de súbito, Raniel, conmovida por la sabiduría y comprensión del dueño de casa.

Y los presentes volvieron a fijarse en la muchacha, sin pronunciarse al respeto.
Dos horas después, alguien tocaba  a la puerta del despacho.

─ ¡Adelante!  invitó  Anabelle.
 ¿Cómo estás?  preguntó Alesia.
─ ¡Bien!... Como veras trabajando ─ sentenció ésta.

« ¡¿Como pensé?!. Está de mal humor  y ya sé porque. Ahora, vamos a ver otra cosa más»  fueron estos los pensamientos de Alesia.

─ Dime prima,  ¿te ha llamado Robert? ─ inquirió sutilmente, Alesia.
 No ─  fue la respuesta seca que se escuchó de parte de ella.
 ¿Y tú le has llamado?─ insistió Alesia.
 Sabes perfectamente que no hago ese tipo cosas  respondió Anabelle.
 ¿Lo extrañas? ─ inquirió Alesia.
 Sin duda  dijo Anabelle, sin dejar de trabajar.
 No lo parece, querida -repuso Alesia, provocándola un poco.
 No necesito demostrarlo a los demás. Con que yo lo sienta, es suficiente  dijo resueltamente.
¡Has cambiado prima! exclamó Alesia.
Sigo siendo la misma, Alesia ─ respondió tajante la joven.
─ ¡Mentirosa! ─ acusó ésta.
─ ¿Se puede saber el  porqué de tus palabras?  preguntó sin levantar la mirada y dejar de hacer lo que estaba haciendo.
─ Tú, nunca has estado tan pensativa como lo estás ahora. Ni perdías la paciencia como lo haces hoy, jamás te vi tan afligida como esta tarde ─ explicó sin tapujos,  Alesia.
¿Qué estás insinuando?  argumentó molesta Anabelle.
─ Mi querida prima, lo que yo creo, es que estás enamorada por primera vez  concluyó Alesia.
 ¡Por supuesto que lo estoy!...  de Robert. Obviamente ─ agregó Anabelle.
─ Claro que estás enamorada y eso es obvio. Pero no es de Robert  puntualizó Alesia.
 ¿Qué rayos estás tratando de decir?  preguntó de lleno, Anabelle.
Te lo diré sin rodeos. La persona de quién estás enamorada es de Raniel ¿o me lo vas a negar en mi cara?  contestó igual de molesta  Alesia.

Anabelle, quedo sin poder argumentar nada y sólo dejo caer su lapicero sobre los documentos. Reclinó su cuerpo sobre el asiento y le miró fijamente, cómo sopesando sus dichos. Y luego de ello, añadió...

─ ¡¿Tanto se me nota?!  preguntó una tímida Anabelle.
 No tanto, pero tú y yo nos conocemos muy bien. Además ,ha sido obvio los celos que ella ha despertado en ti. Nunca fuiste una mujer celosa,  prima ─ repuso Alesia.
─ ¡Tienes razón, Alesia!  expreso con un suspiro, Anabelle ─. No sé cómo ni cuándo sucedió. Pero estoy enamorada de Raniel, yo...me atrevería decir...
─ ¡¿Tú qué?! ─ instó Alesia.
─ Alesia, yo...la amo ─ admitió al fin, Anabelle.
─ ¡Por fin eres sincera contigo misma! Eso me da mucho gusto, querida  repuso sonriente Alesia.

Así fue como Anabelle,  narró a su prima todos los hechos e impresiones desde que conoció a Raniel e incluso lo sucedido en el río.

─ ¡¿Pero qué osada salió la niñita?!... y tío James la encuentra muy inmadura  señaló Alesia.
─ ¡Puede ser! ─ concordó un poco Anabelle.
¿Qué piensas hacer ahora?─ indagó Alesia.
─ Nada ─ fue la respuesta de Anabelle.
─ ¡¿Cómo que nada?! No has dicho que le amas ─ preguntó Alesia.
─ ¡Claro que la amo! Pero tú la has oído tan bien como yo, que no va a renunciar a su mundo por amor ─ contestó Anabelle, recordando las palabras de la joven.
─ Claro que la oí! Sin embargo,  también lo que ella le respondió a tío James, una vez que él hablo  acotó Alesia.
─ ¿Sabes Alesia! Me sentí tan identificada con las palabras de papá: « movería cielo y tierra con tal de estar a su lado» Y que ella acepte mis sentimientos. expuso Anabelle.
─ ¡Entonces!, ¿te vas a dar por vencida tal fácilmente?  apremió Alesia, buscando una respuesta de parte de su prima.
─ ¡No sé!  ─ fue la escueta respuesta de ella.
─ Anabelle, tú nunca has dejado que algo te detenga y has mostrado firmeza y determinación en todos tus actos, ¿porqué ha de ser esta la ocasión para echar por tierra tus principios?─ reprendió Alesia.
 ¡Lo sé, Alesia!  añadió ésta ─. Ya la oíste. No cambiará su postura. Todo es incierto con ella.
─ Tú, me dijiste que ella te besó ─ agregó Alesia ─.  ¿No significa algo eso?
─ Sí. No obstante, ella  sólo se  estaba burlando ─ defendió Anabelle, su punto de vista.
─ ¿Eso es lo que crees tú?  ─ contravino Alesia.
─ ¡Mmm!... ─ exclamó dubitativa, Anabelle.
 Yo, que tú, lo averiguo ─ instigó Alesia.
─ ¿Cómo? ─ exclamó Anabelle y preguntó de frentón ─.  ¿acaso insinúas que le pregunte directamente? Pues déjame decirte que ni loca haría una cosa así, ¿para que se ría en mi cara?...No... ¡Tengo mi dignidad, querida!
─ Comprendo tu situación. La verdad, la tienes difícil prima ─ señaló Alesia, mientras analizaba los hechos ─. Primero, está el hecho de no saber si ella siento lo mismo por ti. Segundo, ella pronto debe regresar a su hogar. Tercero, Raniel; desconoce el hecho de que tú seas una Duquesa y por último ,está tu noviazgo con  Robert. 
En verdad, te compadezco, Anabelle.

La Duquesa, entrelazó sus manos y apoyó su barbilla en ella muy pensativa ante las palabras expresadas por su prima.

─ ¡En eso tienes razón! Debo hablar  cuanto antes con Robert. No puedo continuar con esto ─ comentó Anabelle ─. Independiente a mi desenlace con Raniel.
─ ¡Claro que debes hacerlo! ¿Supongo que no seguirás con el compromiso o que te vas a casar con él por guardar las apariencias?  ─ exclamó alarmada Alesia.
 ¡Por supuesto que no! ¿por quién me tomas? Yo no seguiría adelante con una farsa aunque tuviera que dejar de ser la Duquesa ─ respondió enérgica Anabelle.
─ ¡Bien dicho! ─ señaló Alesia ─. Ahora, dime...
─ ¿Qué? ─ preguntó Anabelle.
¿Qué harías, si ella corresponde a tus sentimientos? ─  preguntó directa Alesia─. ¿jugarías el todo por el todo?

Los ojos azules de Anabelle, centellaron ante un posible escenario favorable a sus sentimientos y muy resuelta contestó...

─ ¡Claro que sí! No dejaría que nada ni nadie me apartara de ella ─ afirmó Anabelle.
─ ¡Perfecto! Siendo así, te ayudaré ─ manifestó Alesia.
─ ¿Qué vas hacer? ─ indagó curiosa Anabelle.
─ Déjalo en mis manos y tú sólo busca el modo de estar a su lado ─ aclaró Alesia.
─ ¡Está bien! ─ respondió la joven Calguieri.
─ ¿Sabes prima? ─ confidenció Alesia ─. Al juzgar por sus actos, creo sin temor a equivocarme, que tú le gustas.
─ ¡Ojalá tengas razón, Alesia! ─ murmuró ésta.

En esos  precisos momentos, sonó el teléfono…

─ ¿Me disculpas? ─ dijo Anabelle y tras la aprobación de su prima, habló ─ ¿Diga?
─ Señorita Anabelle,  tiene una llamada de larga distancia del extranjero  dijo el mayordomo, al otro lado de la línea.
─ Gracias Albert,  transfiérala ─ demandó Anabelle.

Segundos después...

─ ¡Buenas tardes! ¿con quién tengo el gusto? ─ preguntó la joven Duquesa.
─ ¡Buenas tardes! Mi  nombre es Nataniel Larson, hermano de Raniel ─ se escuchó decir al otro lado del teléfono.
─ ¡¿Por favor tenga la amabilidad de esperar unos segundos?! Enseguida le mando a llamar ─ acotó Anabelle.

Con señas Alesia, preguntó quién era y Anabelle, le dio a conocer que era su hermano.

─ ¡Hazla venir aquí!  ordenó Alesia.
─ ¡Ok!  ─ respondió Anabelle.

Al rato después, Raniel entraba al despacho  y Anabelle, le indicaba el teléfono.

─ Nataniel, ¿qué sucede? ─ preguntó extrañada su hermana.
─ ¡ Hola mi tesoro! Te llamo porque tienes un inconveniente en la universidad ─ comenzó por explicar éste y prosiguió con más detalles...
─ ¡Rayos! ─ Exclamó Raniel, tras ser puesta al tanto de lo que sucedía en su casa de estudios ─. Eso quiere decir que debo volver lo antes posible para solucionar todo eso.

Alesia y Anabelle ,se miraron preocupadas. Ésta última, sintió como se apretó su corazón de súbito.

─ ¡Espera... mi princesita! ─ trató de calmar Nataniel al fono ─. Hay una chance de solucionarlo todo, y fue dada por tu propio profesor.
─ ¡Entonces!... Habla ─ demandó cortante la joven.
─ Debes presentar otro proyecto  ─ comentó Nataniel ─. Y trata de…(explicó detenidamente el deber)
─ ¡Es muy poco tiempo! ─ protestó Raniel ─. ¡Me parece muy injusto!
─ Hermanita, nunca has dejado que nada te detenga ¿No sea esta la ocasión de hacerlo?  confortó su hermano.
─ ¡Está bien! ─  dijo una resignada Raniel.
─ Ahora, te dejo amor  ─ se despidió Nataniel  ─. Tú sabes... es larga distancia.
─ ¡Lo sé! Te amo. Dales saludos a los papás ─  se despidió Raniel y colgó el teléfono.
¿Sucede algo?  preguntó Alesia.
─ La verdad, sí. Nos han rechazado un proyecto en la universidad, lo que complica una asignatura y perderíamos automáticamente el semestre
─ comentó Raniel, bastante preocupada.
─ ¿Pero habrá algo que puedas hacer al respecto?  indagó Anabelle, con suspicacia y a la vez, angustiada.
─ Sí. Debo presentar otro trabajo en un día o de lo contrario debo regresar a mi país ─  respondió Raniel.
─ ¡No se diga más!  Pongo a tu disposición nuestra biblioteca y cualquier otra cosa que necesites y esté en la ciudad, dímelo y lo mandaré a buscar en el acto ─ señaló Anabelle,  quién no iba a permitir  que se alejase de su lado, su prima tenía razón, era la hora de luchar por ella.
─ Te lo agradezco en verdad ─ contestó Raniel, cuyos ojos denotaban cordialidad, gratitud y algo más.

Sin más, la chica, dejo el despacho y se fue directo a su recámara. Dejando a una Anabelle, que sentía su corazón acelerado e hinchado con lo que vio en esos ojo esmeraldas.

─ ¡Huy! ¿cómo quieres que lo diga? ─ se burló Alesia a costa de su prima que lucía un semblante bobo en esos instantes, por no decir que necesitaba un babero ─ ¿Ves que tenía razón?...Tú le gustas y mucho.

La joven Duquesa, no atinó a responder sólo se limitó en sonreír y puso sus esperanzas en las palabras de su prima...¡Quería creer que tenía una oportunidad con Raniel! Ya vería cómo solucionar lo de Robert y además de confesarle, su condición de Duquesa.

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