mujer y ave

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sábado, 15 de febrero de 2014

Un día intenso.


En aras del pasado, capítulo 15.

Son las 6 de la mañana  y una joven trabaja afanosamente en la biblioteca, buscando información entre libros e Internet.
En esos momentos tocan a la puerta y Raniel levanta sus ojos de entre unos libros..
─ ¡Adelante!
─ Señorita, ¿desea que le traiga el desayuno?  preguntó el mayordomo.
─ No Albert, muchas gracias ─ respondió la aludida.


─¡Pero señorita! Lleva tres horas ya en pie y no es nada bueno comenzar el día con el estomago vacío  señalo éste.
─ ¡Está bien. Albert! puede traerme un chocolate caliente por favor ─ dijo la joven.
─ ¿Ósea que la señorita se conforma con una taza de cocoa nada más? ─ preguntó con espantó el mayordomo.
─ ¡Así es, mi querido Albert¡ Si desayuno perderé tiempo y debo terminar este trabajo a como de lugar ─ se excusó la joven.
─ Comprendo señorita ─ respondió vencido él.

Ya avanzado la mañana suena un despertador a las  7:30 y una joven abre sus ojos…

─ ¡Cielos!...Olvide desconectar el despertador y es sábado  gruñó Anabelle─. A tientas tomó el artefacto y lo apagó y trató de seguir durmiendo en vano.

Miró el techo de su habitación y pensó en la joven Raniel , estaba aliviada de haberle confesado sus sentimientos a su prima . Ella ha sido su mejor amiga y confidente y era natural que se percatase de que se había enamorado de Raniel.

─ Ahora que recuerdo.  Raniel debe comenzar a trabajar en su proyecto o de lo contrario deberá regresar y eso es algo que no lo voy a permitir. Sera mejor que vaya a despertarla  concluyó Anabelle.

Salió de su cama en dirección del baño y tomó una rápida ducha. Estaba dispuesta a sacrificar su descanso con tal de ayudarle en lo que fuese necesario.
A los minutos , ya iba en dirección de la habitación de la joven, cuando se topó con su prima.

─ ¡Vaya! Pensamos lo mismo  dijo Alesia.
─ ¡Así parece! ─ respondió ella.

Tocaron a la puerta de la muchacha, pero no obtuvieron respuesta alguna.

─ Raniel, soy Alesia,  ¿estás ahí? señaló la Condesa.
 Tal vez esté profundamente dormida. Debes recordar que hoy es Sábado y por lo general todos nos levantamos un poco más tarde de lo acostumbrado ─  señaló Anabelle.
 ¡Lo sé! Pero es importante que comience cuanto antes ─  enfatizó Alesia , sin recibir respuesta alguna.
 Vuelve a llamar   sugirió Anabelle.
 Raniel, ya no seas perezosa. Abre esa puerta o la echaré abajo, ¿me oyes? ─ vociferó Alesia.
─ ¡Perdón por interrumpirlas! Pero si buscan a la señorita Raniel, no la van a encontrar aquí. Ella está en la biblioteca desde muy temprano, para ser más preciso desde las tres de la madruga  ─  acotó Albert , quien estaba detrás de ellas.
─ ¿Desde las tres?  gritaron ambas.
─ ¡Así es!
─ Y yo que la llamé perezosa. Que bueno que no me oyó  susurró Alesia con cierta vergüenza.
  ¡Vaya! Es una chica muy responsable   dijo admirada Anabelle.
  ¡Señorita Anabelle!   exclamó el mayordomo.
  Dime Albert, ¿qué sucede?  inquirió ésta.
  Estoy preocupado por ella, está tan absorta en su trabajo que no ha querido desayunar y sólo se conformo con una simple taza de cocoa. Dígame: ¿es muy importante lo que ella está haciendo para no alimentarse como es debido?   indagó Albert.
  Así es mi querido Albert ─  respondió Anabelle.
  Verás, hay mucho en juego ─  argumentó más al respecto, Alesia ─. Por el bien de muchos, es indispensable que ella realice el trabajo que le encomendaron en su universidad.
  Comprendo ─  dijo éste.
 Albert, por favor disponga de una bandeja con el desayuno para tres y tráigala a la biblioteca, Alesia y yo nos encargaremos que ella desayune como corresponde ─ solicitó Anabelle.
  Como usted diga señorita ─  respondió el hombre más aliviado.
  ¿Vayamos a ver cómo le está yendo a esa muchachita?   sugirió Alesia,  guiñándole un ojo a su prima ─. Debemos hacer cuanto esté a nuestro alcance para todo salga bien y ella se quede a tu lado.
  ¡No sabes cuánto deseo prolongar su estadía aquí!   expuso con cierta angustia, Anabelle.
 ¡Lo sé! Ya veremos qué se puede hacer  convino Alesia.

Mientras en la biblioteca, cierta personita, luchaba por cumplir con lo encomendado por su maestro, pero tenía una pugna interna en esos momentos y estaba al calor de una notable molestia.


─ ¡Cielos! Ese profesor es un cretino…¡Mira que darme un día!… ¡Grrr!…¿Quién se cree que soy?
¡Porquería de profesor!. Mis compañeros tiene razón es un viejo de M… 
Esto es trabajo de una  semana …¡Vejete!...

─ ¡Válgame niña! ¿Qué palabras son esas? ─  replicó Alesia.

Raniel, casi cae de espalda de la impresión y hubiese sido así, si Anabelle no la sujeta firmemente.

─ ¡Alesia! No sufro del corazón, pero esta vez casi me matas del susto ─  recriminó Raniel, que se recuperó enseguida del susto.
 Jajaja. ¡Vamos querida! no es para tanto. Eso te pasa por decir groserías,  ¿Cómo es posible que esa boquita tan linda diga cosas tan feas? ─  se burló Alesia.

Raniel, se ruborizó tanto al recordar sus palabras,  y ver que enfrente suyo, tenía Anabelle y había escuchado todo.

  ¡¿Ves Anabelle?! Te dije que es un encanto cuando se sonroja  mencionó divertida Alesia, a expensas de la joven Larson.
 ¡Alesia! Eres una calamidad ─  respondió una avergonzada Raniel.
 ¡¿Qué mal?! Y yo que venía a rescatar a mi damisela en apuros ─  se burló aún más,Alesia.
 ¿Cómo vas? ─  le preguntó Anabelle situándose a su lado, lo que puso nerviosa a Raniel, se podría decir que un sudor frío le recorrió toda su espalda.
  He reunido toda la información ya. No obstante,  eso es sólo un tercio de mi proyecto ─ suspiró una resignada Raniel, al terminar de hablar.

Colocando su mano sobre el hombro de Raniel y mirándole fijamente, agregó:

─ ¡Ánimo! Alesia y yo, hemos venido a ayudarte en lo que desees señaló Anabelle.

En esos momentos tocan a la puerta…

─  ¡Adelante Albert! Puede colocar la bandeja sobre esa mesita  ─  indicó Alesia ─. Nosotras nos encargaremos que la damita en cuestión, tome su desayuno como es debido.
 Como usted diga ─  dijo el mayordomo.

Una vez que éste, se retiró del lugar. Alesia, procedió hacer de las suyas.

 ¡Entonces jovencita! Ahora vas a dejar eso por unos momentos y desayunarás con nosotras ─  sentenció Alesia.
 Alesia, no puedo. Retrasará mi trabajo   contestó Raniel.

Alesia,  después de escuchar lo dicho por la joven Larson. Procedió a tomar unas tostadas y un vaso con jugo y se dirigió en dirección de Raniel. Tenía una sonrisa de oreja a oreja; de esas que dan susto; y una mirada perversamente sexy y resueltamente le dijo:

─  ¡Nada de eso querida! ¿O desayunas  o te doy un beso? ¿Tú decides?   acotó sin cortarse un ápice y muy seductoramente.
 ¡¿Qué?! ─  aulló Raniel ─  ¿Es una broma verdad?
  En lo absoluto. Me muero por morder esos lindo labios tuyos. Así que tú elijes ─  recalcó ésta ─  ¿Cuál de las dos opciones prefieres?
  ¡Estás loca! Ni en tus sueños te besaría   reprochó Raniel y  al cabo de unos segundos, añadió ─. ¡Está bien! Tú ganas.
─ Jajaja ¡Ves mi querida Anabelle! Hay que tener poder de convencimiento   se ufanó Alesia y le guiñó un ojo a su prima.
  ¡Eres una idiota! ─  profirió Raniel y le lanzó una mirada asesina.

Anabelle; quién contemplaba todo; no pudo evitar sonreírse al ver como su prima, sacaba de sus casillas a Raniel y había conseguido su objetivo de hacerle desayunar.

Uno momentos después, Raniel, les indicaba en qué podían ayudarle, así que les asigno a cada una tarea específica. Fue así como pasaron las horas, hasta que el mayordomo les anuncio que el almuerzo estaba listo para ser servido y les esperaban en el comedor.

Gracias Albert, bajaremos enseguida ─ señaló Anabelle.

A los minutos después Anabelle y Alesia concluían con su trabajo, entregándoselo a Raniel.

─ ¡Vamos Raniel! Debes descansar un poco y el almuerzo te sentará de maravilla ─ puntualizó Anabelle.
 Muchas gracias. Pero no puedo, sólo me restan dos horas más, según el horario de mi país para la entrega  argumento la muchacha.
─ Entiendo, pero cuando finalices, por favor avísame.
─ De acuerdo  dijo la joven y se volvió a sumergir en los planos en los que estaba trabajando.

Anabelle antes de salir, la contemplo por unos segundos y deseo con todo su corazón abrazarla, más no quería interrumpirla, ya que sabía cuán importante eran sus estudios para ella y lo que significaba para ella también que la muchacha terminase.

Mientras tanto en el comedor, el resto de la familia compartían una grata charla mientras degustaban el almuerzo.

James al verlas llegar le preguntó..

─ ¿Cómo está ella? ─ preguntó su padre.
─ Está llena de trabajo y no ha levantado cabeza  les informó Anabelle.
 ¿Entonces no almorzará con nosotros?  dijo Charles.
─ N respondió su hermana.
─ Charles  dijo Alesia ─. Es mucho lo que le han asignado como trabajo. Imagínate que está levantada desde las tres de la madruga y aún así le falta por terminar.
¡Desde las tres!  exclamaron los otros hermanos Calguiere.
─ ¡Así es! ─ respondió Alesia.
─ Entonces iré ayudarle  declaró el joven.
─ Nada de eso jovencito, nadie le interrumpirá. La dejaremos tranquila y una vez que ella concluya podremos festejar ¿no te parece mejor?  concluyó su padre.
─ Como tu diga, padre ─ contestó el joven.

Momentos más tarde…

¡Hey!...¿Qué estás esperando para estar  a su lado? – indicó Alesia.
─ ¿Cómo?  preguntó Anabelle.
─ ¡Cielos prima! Ve a verle. No pierdas esta oportunidad  y le entregó una pequeña bandeja con refrescos.

Mientras tanto...

 Raniel, terminaba ya los últimos retoques en su plano. Cuando un brazo rozó su mejilla depositando algo en el escritorio, fue tanta otra vez la impresión que perdió el equilibrio de su silla  y sintió que iba a caer; pero nuevamente la sostuvieron y al abrir sus ojos se encontró que su rostro estaba a escasos centímetros del de Anabelle, sus ojos  quedaron hipnotizados con los de ella y se perdieron en ese azul profundo.

Entonces Anabelle, también perdida en esos ojos esmeraldas, acercó lentamente sus labios y le beso dulcemente por unos segundos, cuando despegó sus labios de Raniel, le ayudó a acomodarse bien y agregó.

─ ¡Toma! Te he traído esto para ti. Nos vemos al rato ─ expuso Anabelle con un dulce sonrisa, para alejarse de su lado.

Cuando ya estaba por llegar a la puerta…

─ ¡Espera!  ─ murmuró  Raniel tomándole del brazo y haciéndola girar y busco sus labios, presionado su cuerpo contra la pared.

Se sentía tan suave y cálida su boca… y su cuerpo comenzó a reaccionar , despertando la pasión dentro de ella.
Te deseo….susurraba la mente de Anabelle.

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