La voluntad de Adriana, Capítulo 1
La lluvia caía copiosamente sobre su rostro, llevaba
ya una horas frente aquel lugar, casi inerte, sin poder dar crédito a lo que
una y otra vez leían sus ojos…
Adriana Sotomayor Mondriatti
*23 – 10- 1971
+ 12 -03- 2012
En el corazón de tus primos guardaremos tu recuerdo
Esas eran las palabras más extrañas y frías que
alguna vez pensó leer, pero que más se podía pedir a una lápida. Reprocharle
algo resultaba estúpido. Quienes lo escribieron carecían de emociones o
desconocían la personalidad de su hermana.
Adriana, era una mujer alegre, franca y muy
espontánea, tan distinta a veces de ella y por más que lo fuera, siempre adoró
a su hermana, tan llena de vida y versátil, que ahora al ver su nombre escrito
en esa simple columna de mármol hería su ser interior. La razón, por más que lo
deseara y quisiera gritar, esa tumba abstracta no le devolvería a su
hermana. Suspiró abatida.
Volvió en sí lentamente y recobró la noción del
tiempo. Hechó un rápido vistazo a su reloj y se percató que estaban próximos a
cerrar el cementerio, acomodó una que otra flor para que el sitio luciera
presentable a la vista de lo que viniesen a visitarle. Era lo menos que podía
hacer después de años sin verla y de no haber llegado a tiempo a su entierro.
Echó un último vistazo y comenzó una lenta marcha
hacia la salida no sin antes sacar un cigarrillo para calmar un poco su estado.
No era una viciosa, fumaba en forma ocasional, cuando algo la superaba o
ameritaba.
Le costó un tanto encender el dichoso objeto, ya que
la lluvia hacía ingrata la labor, hasta que lo consiguió, aspiró profundamente.
Mientras su mente divagaba en ciertos sucesos
acaecidos horas antes con el abogado de la familia de su hermana y esposo.
FLASHBACK
─ ¡Buenas tardes señorita Sotomayor! ─ Saludó un hombre cincuentón, un tanto canoso y de facciones perfectas, que
le hacían recordar a algunos actores de cine antiguo ─ tome asiento por favor.
─ Muchas gracias ─ Respondió Karina ─ he venido lo más rápido que las circunstancias me lo han permitido.
─ Comprendo perfectamente ─ señaló Mauricio ─ no es fácil dejar todo de la noche a la mañana y venir de tan lejos
hasta este país.
─ Usted lo ha dicho ─ respondió la joven ─ no es llegar y dejar todo así como así, hay que hacer los ajustes
pertinentes antes de poder viajar.
─ Es la verdad jovencita ─ expuso Mauricio ─ lamento mucho su pérdida, sé cuánto amaba a su hermana.
─ Gracias por sus palabras ─ acotó Karina ─ seré honesta con usted. De verdad no hubiera querido venir, ya nada me ata
a este país y si no hubiera sido por el deceso de Adriana jamás hubiese vuelto.
Tal vez para arreglar una que otra que cosa pendiente que tengo y que
tiene relación a unos bienes que poseo.
─ Estoy enterado de ello ─ respondió el hombre ─ por ese mismo motivo es que le he mandado a llamar. Su hermana, días antes
de fallecer, solicitó mi presencia en la clínica después del nefasto accidente.
Quiso dejar arreglado el testamento. Dónde usted, es la beneficiaria por
estar también fallecido su esposo por la misma tragedia.
Karina, no comprendió muy bien lo que trataba de
insinuarle el abogado, ya que a ella no le interesaba en nada las cosas
materiales de su hermana, pero sí le causó extrañeza lo que intentaba insinuar.
─ Le rogaría Mauricio que fue más
directo y sin tantos rodeos ─ demandó Karina.
─ Directo al grano ─ dijo él ─ me gusta su estilo.
─ ¿Y bien? ─ inquirió ella.
─ Veamos, Karina ─ expuso el
hombre ─ según los documentos ante usted
expuesto y que son la voluntad de su hermana Adriana, procederé a leerle:
“En la fecha que hoy cursa, yo, Adriana Sotomayor
Mondriatti, lego mis pertenencias a mi hermana Karina Sotomayor y esto consta
de lo siguiente:
─ Un departamento en la comuna
de Providencia.
─ Una casa en la playa ubicada en la
ciudad de Maitencillo.
─ Dos automóviles
─ Tres cuentas bipersonales del Banco
de Santander.
─ El 50 % de lo mancomunado junto a mi
esposo y que de mutuo acuerdo hemos querido dejarle en herencia.
Cabe destacar, que todo lo mencionado
anteriormente, será entregado a ella bajo ciertas condiciones. Las cuales, se
fijaran del siguiente modo:
1.- En primer lugar, Karina, deberá vivir al
menos un año en la hacienda los Alerces, en la ciudad de Puerto Varas.
2.- Estará bajo la supervisión directa de la
hermana de mi esposo. Quién además, es la testamentaria de que se cumpla al pie
de la letra mi voluntad.
3.- Una vez que haya concluido dicho plazo. Se
procederá a traspasar todo a nombre de mi hermana.
En caso de que ésta última, se negase a cumplir
con lo estipulado en este testamento. Todo queda automáticamente a nombre de
Akiane Rosemberg Sterling, hermana menor de mi difunto esposo.
Puerto Varas 5 del mes en curso”
─ ¿Qué?- aulló Karina- ¿están dementes?,
cómo diantre se le ocurrió a Adriana dejar mis cosas a nombre de su cuñada.
─ Cálmese Karina ─ solicitó Mauricio ─ su hermana estaba plenamente consciente de que eran sus cosas. Sin
embargo, como usted misma las dejó a su nombre y cuidado, encontró conveniente
el hacerlo de esta forma, pues usted está radicada en el extranjero.
─ Mire Mauricio ─ Expresó disgustada Karina ─ a mi no me interesa en lo absoluto ese 50 % del que
usted mencionó. Sólo quiero recuperar lo que es mío y que deje al cuidado de
Adriana. Mejor dicho, ella así lo hizo cuando me hallaba en una etapa difícil
en mi vida, pero no le da derecho a ponerme condiciones para recuperarla.
─ Lamento mucho no poder hacer nada
por usted Karina ─ exclamó éste ─ pero debo regirme por lo que está testamentado.
─ ¡Es el colmo! ─ exclamó ella ─ mi propia hermana, me chantajea por reclamar mis derechos y dígame una
cosa Mauricio, ¿qué sucede con el dinero que he estado depositando todos estos
años en dichas cuentas? que por cierto, son mías y no de mi hermana.
─ Ahora están en conjunto con la
señorita Rosemberg ─ mencionó éste ─ ese asunto ya está esclarecido con el Banco. Si usted
desea hacer uso de ese dinero, deberá solicitar autorización a la joven Akiane.
─ ¡Válgame el cielo! ─ bramó Karina ─ o sea me han hecho venir desde Inglaterra, para escuchar semejante
insensatez y que tengo quedarme varada en este país un año, porque a la loca de
mi hermana, así se le antojo. Me niego rotundamente a ello.
─ En ese caso ─ sentenció él ─ debe a tenerse a las consecuencias de la voluntad de
su hermana.
─ ¡Por todos los cielos! ─ dijo enajenada ─ ¿cómo quiere que acepte una locura de este tipo?
─ Es su decisión señorita Sotomayor ─ expuso Mauricio ─ si acepta las condiciones. Tiene un plazo de una semana para llegar hasta
la hacienda o de lo contrario dejarlo todo y regresar de vuelta a casa.
─ Esa tal Rosemberg ─ masculló Karina ─ está ya al tanto de todo esto.
─ Se refiere a la señorita Akiane ─ corrigió el hombre ─ por supuesto que está enterada y está a la espera de su respuesta.
Entonces Karina ¿qué decide?
FIN FLASHBACK
─ ¿Cómo pudiste hacerlo Adriana? ─ murmuró para sí, Karina.
Sus pasos ya la acercaban casi a la salida del campo
santo…cuando en eso, oyó la voz de una mujer llamarle.
─ Karina Sotomayor, ¿eres tú en verdad? ─ gritó la mujer
En eso Karina, se volteó ver y descubrió a una mujer
trigueña, relativamente alta, ojos café claros, cabello negro con un corte de
melena, que le hacía lucir muy fresca …al reconocerla, la joven Sotomayor,
no pudo evitar sonreírle y fue a su encuentro.
─ Ignacia Salfeti ─ exclamó contenta Karina ─ ¿cuánto tiempo sin verte?
─ No lo puedo creer ─ dijo sonriente la joven y abrazó a la otra ─ después de tantos siglos, no lo podía creer cuándo me
llamo mi hermano, diciéndome que habías regresado. A todo esto, siento
mucho la muerte de Adriana, en realidad nos conmocionó a todos en mi familia.
De hecho, mi madre en sus funerales preguntó por ti y le expliqué, que no
podrías venir tan pronto.
─ Dale las gracias a Mariela de
mi parte, por acompañarla en su sepelio ─ mencionó Karina ─ aunque hubiera
querido, no habría llegado a tiempo.
─ Comprendo ─ señaló Ignacia ─ un momento, mira cómo estás Karina, estás empapada y yo recién caigo en
cuenta. Lo siento pero te vienes conmigo a mi departamento queda unos 25
minutos de acá, así que nos vamos enseguida y me pones al corriente de tu
vida en Londres y los otros lugares en que has estado.
─ Vale ─ respondió Karina ─ espero al menos una
buena taza de café como en los viejos tiempo.
─ Por supuesto que sí, mensa ─ contestó Ignacia- ahora vamos.
Las mujeres llegaron hasta el auto que estaba aparcado
a las afueras del cementerio y tomó rumbo a las Condes. Después de batallar un
poco con el tráfico llegaron al departamento de Ignacia en el 5 piso. La invitó
a pasar y fueron directo a su dormitorio.
─ Karina, ahí está el baño ─ señaló Ignacia ─ voy en busca de una bata mientras le pido a juanita que seque tu ropa, ¿te
parece bien?
─ De acuerdo ─ respondió Karina ─ nada me vendrá mejor que una ducha caliente.
Ignacia, la dejó sola unos momentos. Mientras se
llevaba su ropa para que su nana pueda secársela.
Después de una refrescante ducha Karina, se reúne con
su amiga en su living y después de una buena taza de café, le platicó de muchas
cosas, entre ellas el “testamento de Adriana” y las condiciones de éste…
─ ¿Qué piensas hacer entonces? ─ inquirió Ignacia ─ porque supongo que no dejarás tus pertenencias en manos de una extraña, ya
que no la conoces según me cuentas.
─ Tienes razón, no tengo el gusto ni
el desagrado de conocerla a la susodicha ─ exclamó sarcástica Karina ─ pero déjame decirte que tendré que viajar Hasta Puerto Varas para llegar a
un acuerdo con ella. Me da igual si desea quedarse con lo concerniente a la
parte de su hermano. En lo que a mí respecta, podemos llegar a un arreglo
en el precio de los inmuebles si quiere quedarse con ellos. Mi única
preocupación son mis cuentas bancarias.
─ No me digas que tienes ahí todo tu
dinero ─ indagó curiosa Ignacia.
─ Gracias al cielo, no ─ señaló Karina ─ el año pasado abrí otra cuenta mientras estaba en París. Por suerte o de
lo contrario, en estos momentos estaría atada de manos y a merced de esa
mujercita y no tendría ni siquiera para regresarme a Londres.
─ ¿Pero es mucho lo que tienes en esas
cuentas? ─ inquirió su amiga.
─ Hay bastante en juego ─ comentó Karina ─ Ignacia estamos hablando que dejé ahí, siete años de ahorros. Sin contar
con lo que nuestro padre nos legó a cada una, antes de morir.
─ ¡Cielos amiga mía! ─ exclamó Ignacia ─ de verdad te compadezco, tener que depender de otro para hacer uso de tus
propias cosas, lo encuentro absurdo y por no decir insólito y loco.
─ Exactamente ─ respondió Karina ─ de verdad Adriana perdió la razón. Mira que dejarme al cuidado de su
cuñada, por así decirlo, es el insulto más grande que me pueden haber hecho.
─ Jajaja ─ se burló Ignacia ─ cómo si pudieses ser
controlada. De verdad, Adriana enloqueció. Comprendo que haya querido
protegerte de Melissa, pero a ese extremo es el colmo, sólo tuviste una sola
recaída como para atreverse a hacer algo así.
─ ¡Ja!, cómo si necesitase toda la
vida ser salvada ─ dijo cínicamente Karina
─ ese tiempo ya paso, y Adriana se
quedo en el pasado por lo visto.
─ Puede ser amiga ─ dijo pensativa Ignacia ─ pero en ese tiempo, sí, estuviste en problemas.
─ Lo sé ─ contestó la joven ─ por eso me fui.
─ Karina y dime ─ preguntó Ignacia ─ ¿cuándo piensas viajar hasta esa hacienda?
─ Partiré mañana mismo ─ respondió la joven Sotomayor ─ tomaré el primer vuelo a Puerto Montt y de ahí,
rentare un auto que me lleve hasta la dichosa hacienda.
─ ¿Y cuánto tiempo tienes contemplado
pasar allí? ─ indagó Ignacia ─ porque me supongo que no seguirás al pie de la letra ese testamento ¿o sí?
─ ¡Estás loca Nacha! ─ aseveró Karina ─ ni demente me quedo ahí, ¡mírame!, ¿Tengo pinta de mujer de campo o algo
que se le asemeje?
─ jajaja ─ bromeó Nacha ─ tienes razón. No puedo hacerme a la idea de verte con botas, sombrerito y
unas lindas trencitas como la
Carmela de San Rosendo.
─ ¡No digas salvajadas! ─ dijo horrorizada Karina ─ ni en broma. Soy una chica de ciudad, nunca el campo
fue de mi agrado. Sería el último lugar que elegiría para vivir, ni remotamente
me hago a la idea.
─ No cambias, Karina ─ sonrió Ignacia ─ siempre serás una chica citadina.
─ Exacto ─ respondió la joven ─ ahora cambiemos de tema y cuéntame de ti. Que ya de calamidades, he tenido
suficiente por hoy.
Ignacia, puso al corriente a su gran amiga y
compañera de universidad, de los últimos siete años en lo que ella estuvo
ausente del país.
Entre las cosas que le narró. Estuvo el hecho de que estuvo
de novia con un doctor y que a última hora, se arrepintió de casarse, ya que
descubrió que no tenían nada en común al fin de cuentas.
En lo profesional monto su propia empresa y que le
brindaba una vida holgada. Además, de continuar estudiando comercio exterior y
que fue ahí, donde conoció a una estupenda mujer, con la cuál mantenía
una relación de dos años. Hecho, que conmocionó a sus padres y que muy poco le
afectó al fin y al cabo, ya que llevaba siendo independiente desde hacía mucho.
Mantenía una relación estrecha con sus hermanos y que sus padres terminaron por
aceptar a regañadientes a su pareja y que se consideraba plena y feliz con su
nueva vida.
Karina, escuchó atentamente todo y felicitó a su
amiga por todo ello. Siguieron charlando de otras tantas cosas, viajes,
ciudades en Europa y otras trivialidades. Después de tres horas de larga
plática, Ignacia invitó a Karina para tomarse unas copas en un Púb. Con su
novia en el centro de la ciudad y que después le iría a dejar a su hotel.
Fue así, que ambas partieron rumbo al trabajo de la
novia de Ignacia, que resulto ser una joven contadora. Ambas se cayeron bien al
instante y las tres llegaron al local de “Santo Remedio” y las tres lo
pasaron genial entre risas e historias de la universidad, la tarde pasó volando
y dio paso a la noche capitalina.
Por otro lado en el despacho de Mauricio Acosta…
─ Anita por favor ─ demandó Mauricio por fono ─ ten la bondad de comunicarme con la señorita
Rosemberg y cuando tengas lista la llamada transfiéremela.
─ Como usted ordene ─ contestó su secretaria ─ lo comunicaré de inmediato.
─ ¡Bien! ─ respondió él.
Minutos después…
En plena calle García Moreno de la ciudad de
Puerto Varas…suena un móvil y una joven, aparcó su jeep para contestar la
llamada. Viendo el número procedió a responder…
─ Mauricio no esperaba tu llamada tan
pronto ─ dijo la joven ─ eso quiere decir, que ella llegó ¿no es así?
─ Estás en lo cierto, Akiane ─ respondió Mauricio ─ hoy estuvo en mi despacho y la puse al tanto del testamento de su hermana.
─ ¿Y cómo lo tomó? ─ inquirió Akiane.
─ Mal ─ afirmo él ─ no le hizo gracia en lo más mínimo
y déjame advertirte, que va a darte problemas.
─ Es tal como dijo Adriana que sería ─ respondió Akiane
─ por lo visto conocía muy bien a su
hermanita menor y comprendo a la perfección su decisión.
─ ¿Estás segura que deseas continuar
con todo esto? ─ inquirió Mauricio ─ ella, no será fácil de manejar Akiane y no te va a
permitir que tu controles su vida. Me atrevería a decir, que va hacer de tu
vida un infierno.
─ jajaja ─ bromeó Akiane ─ no dramatices Mauricio. Despreocúpate, Adriana me puso al tanto de cómo es
la forma de ser de la joven y qué es lo que tengo que hacer en caso de que no
quiera cooperar. Por lo demás, no puedo faltar a mi palabra, que prometí en su
lecho de muerte a mi cuñada.
─ Entiendo ─ respondió éste ─ realmente te compadezco. Esa muchacha, no es para la vida de campo y su
carácter es muy fuerte, ya lo vas a descubrir.
─ Me tiene sin cuidado, su carácter ─ respondió seria Akiane ─ mi padre y mi hermano, me enseñaron que no hay nada en este mundo que no
se pueda domesticar. Y si esa mujer es salvaje, tanto mejor será el reto.
─ Akiane. Creo que debes desistir de
todo esto ─ suplicó Mauricio ─ te aprecio mucho y por ello, es que no deseo verte
involucrada en algo complejo. No sabes en el lío en que estás metiéndote al
aceptar los deseos de Adriana. Tú ya tienes mucha carga encima de tus hombros,
cómo para hacerte cargo de una mujer, que precisamente ya no es una niña.
─ Tranquilo Mauricio ─ contestó Akiane
─ según me comentó Adriana, su
hermana bordea los 28, es tan solo cuatro años mayor que yo nada más. No veo en
que no podamos tratar de solucionar los problemas como gente adulta. Tampoco
creo que sea tan grave, sólo debo enseñarle unas cuantas lecciones de vida,
según me pidió Adriana y eso es lo que tengo pensado hacer.
─ Por lo visto, también tu eres
testaruda ─ señaló resignado éste ─ no me reclames después, que no te lo advertí.
─ jajaja ─ bromeó akiane ─ ya hombre, si no es para tanto, además, no le queda otra elección o acepta
o pierde. Por lo tanto, si la señorita Karina Sotomayor, escoge quedarse. Va a
ser todo un placer seguir las instrucciones que su hermana mayor dejo.
─ Te doy por firmado, que no podrás
con ella ─ desafió Mauricio ─- no es mucho lo que hablamos, pero tengo la certeza
que no lo conseguirás. Hay algo en su mirada, que así me lo indicó.
─ Peor para ella ─ respondió altiva akiane- será la única perjudicada. O
se adecua a mi forma o se puede ir por dónde vino.
─ ¡Caramba! ─ dijo cansado éste
─ No conseguiré nada contigo. Aunque te
lo explicara todo el santo día.
─ ¡Así es! mi querido Mauricio ─ adujó burlona Akiane ─ por cierto ¿Cuándo es que nuestra distinguida dama llegará?
─ Mañana te lo doy por seguro ─ respondió Mauricio.
─ Perfecto entonces ─ acotó la joven- la estaré esperando, y así,
darle la más cálida bienvenida a mi hogar y a mi vida. Mauricio ¿cómo es
ella físicamente?
─ No me digas que Adriana, nunca te mostró
alguna fotografía de ella ─ indagó sorprendido
éste.
-No a decir verdad- respondió Akiane- sólo me mostró
una de cuando era una niña de doce años y debe haber cambiado algo en todo este
tiempo ¿no lo crees?
─ Jajaja ─ se burló el abogado ─ sin duda esto será de fabula. Bueno, déjame decirte: que es una joven de
tez blanca, ojos celestes, cabellos castaños claro hasta los hombros y debe
tener un promedio de altura de 1.70 por lo menos y para mi gusto personal, muy
delgada y que tiene una mirada que destroza a cualquiera que se le atraviese
por el camino. No sé si eso te puedo ayudar en algo mi querida Akiane.
─ Mucho a decir verdad, amigo mío ─ respondió burlona la joven ─ al menos ya sé con quién voy a enfrentarme.
─ Yo diría, que a tu peor pesadilla ─ respondió enérgico Mauricio.
─ Jajaja ─ se mofó Akiane ─ quién sabe o cómo dijo Adriana, yo
seré su Némesis ¿no lo crees tú?
─ Sin comentarios ─ acotó él ─ lo único que te puedo decir, es que el aceite y
el limón, nunca juntan.
─ jajaja ─ rió Akiane ─ pero hacen la mejor mezcla, querido
Mauricio.
─ Si tú lo dices ─ contestó éste ─ bueno akiane, ya no quito más tu tiempo. Has sido
notificada de la llegada de tu protegida. ¡que Dios te ampare!
─ Ya hombre- señaló Akiane ─ agradezco tus consejos, pero sabré cuidarme bien de
la señorita Sotomayor.
─ En ese caso, no me resta más que
despedirme ─ dijo Mauricio.
─ De acuerdo ─ respondió Akiane ─ gracias por informarme.
─ Hasta luego Akiane ─ respondió él y cortó la llamada.
En el ínter tanto, la joven guardo
su móvil y dejó que su vista vagará por unos minutos a lo lejos.
Quedó pensativa, tras las palabras de su
abogado. Algo en su interior, le advirtió que debía tomar en cuenta las
palabras de Mauricio.
Medito por un rato, en lo último que le dijese
su cuñada y también, en la respuesta que ella, le diera en su lecho de muerte.
Además, tras la voluntad de Adriana, se escondía algo más poderoso, por lo que
estaba dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias contar de alcanzar
ese objetivo.
Alzó sus ojos verdes al cielo y susurró...
-“Bien Adriana. Ahora comienza lo más arriesgado de tu
plan. Ya veremos, si tenías razón y pueda lograrlo. En un año puede
suceder cualquier cosa” se dijo la joven Akiane.
Puso en marcha su jeep. Colocó música para relajarse
(se escuchaba... Is it any wonder? de keane) y salió rauda hacia su
hacienda a las afueras de Puerto Varas.
Las horas pasaron velozmente y el manto de oscuridad
que se ceñía sobre todo el territorio. Dio paso a la luz de un nuevo día, que
anunciaba que comenzaba una nueva jornada y una nueva etapa en la vida de dos
personas…
Aeropuerto de Santiago…
─ Buenos días, me permite su pasaje señorita ─ solicitó la joven.
─ Aquí lo tiene ─ respondió la joven.
─ Listo. Bienvenida a bordo señorita
Sotomayor ─ contestó la joven ─ puerta 23
A , el vuelo sale en 30 minutos más con destino a Puerto
Montt.
─ Gracias ─ contestó Karina, tomó sus cosas y caminó en la
dirección que le indicasen.
"Ya veremos Adriana si te sales con la tuya”
amenazó mentalmente Karina.
3 comentarios:
MMMM como encuentro el capitulo 14 de atada por un testamento???, o cuando será publicado, me encanta esa historia, saludos.
Antes que nada muchas gracias por leer y debo subir todos los capitulo anteriores que Estan siendo modificados y subire los nuevos.
Muchas gracias y paciencia por la espera.
Anrhia
Jajajajaja... Cuantos recuerdos me trae este primer capítulo de este fic. Cuesta creer que ya sean 14 capítulo o así. Cuantas cosas pasan desde este capítulo al 14. Bufff... Sigue como hasta ahora amiga mía.
Ángelus Drakul
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