Desde que te vi, supe que eras para mí
(One shot de Misha y Alesia)
Kingston…
Llevaban dos semanas desde que se
iniciaran las clases. Un ambiente distinto para los que recién iniciaban la
etapa de estudiantes, dejando atrás la época del College.
Lejos quedaban las viejas amistades que se formaron en esos años. Ahora debían comenzar de cero, nuevo hábitos de estudios, muchas más exigencias, nuevos compañeros y lazos de amistad que se forjaran en el transcurso de los años que dure, la especialidad que se ha escogido cómo profesión para el futuro.
En el salón de 3 de la facultad de Ingeniería.
Los alumnos de primer año, esperan pacientes a que la docente Prescott, ingrese
y de comienzo a las clases, ya que lleva un retraso de veinte minutos
aproximados.
─Eres el colmo, Alesia ─comentó
una joven rubia que no quitaba sus ojos de la joven ─pensé que al entrar a la universidad podrías
mostrar más entusiasmo por los estudios, pero veo que me equivoqué.
─No fastidies Anabelle ─rezongó ésta ─sabes
muy bien que nunca he tenido problemas con mis calificaciones, pero de ahí, a
que tenga una sonrisa de idiota porque estoy en la universidad y que deba
emocionarme como el resto por ese hecho e ir al mismo son. Simplemente no
lo haré.
─Tú nunca cambiarás por lo visto ─dijo resignada Anabelle.
─No exageres quieres. Mira que ya es
bastante tenerte de compañera de clases otra vez ─se mofó la muchacha –podrías haber escogido otra
carrera, ¿no te parece?
─Eres un pelmazo –exclamó Anabelle,
dándole una reprimenda en su frente ─eso
me pasa por preocuparme por una idiota como tú.
─ ¡Hay primita linda!, no te enojes ─señaló Alesia, tomando por sorpresa la joven y
estrechándole fuertemente hasta sacarle el aire─ tú
sabes que estoy bromeando. No puedo estar más feliz que al lado de mi prima
consentida.
─Aduladora –Bromeó Anabelle, mientras se
zafaba de su inesperada muestra de cariño. ─será
mejor que te comportes y prestes atención a las clases.
─ ¡Pufff! ─Suspiró resignada la muchacha─–eres igual que mamá. Estudio, estudio y más
estudios y la vida personal qué.
─Ya tendrás tiempo para ello─ sentenció Anabelle.
─No seas aguafiestas –reprochó
Alesia ─no te parece mucho tener que seguir una
larga lista de deberes cada vez que regreso a casa. Ni siquiera tengo un tiempo
para mí y qué decir, tampoco puedo elegir libremente, que ya no haya sido
aprobado por mis padres.
─Bien sabes, que en nuestro caso debemos
ceñirnos a las reglas de nuestra familia ─corrigió
Anabelle.
─Hubiera preferido nacer en una familia
normal y sencilla ─acotó con desgano Alesia ─ a tener que ser prisionera de normas y
etiquetas arraigadas desde la era de las cavernas.
─Deja de quejarte tanto ─señaló otra joven ─será mejor que te busques un novio y se habrán
acabado tus problemas existenciales.
Alesia, de reojo observo a su
interlocutora, aunque su comentario lo encontró sumamente desubicado y por lo
demás, de pésimo gusto. Simplemente no pudo enojarse con la joven que estaba a
su costado derecho. Aquella muchacha tenía un desplante único y se
caracterizaba por ser muy aguda en sus comentarios. Eso lo sabía de sobra, ya
que han estado juntas de la guardería y la conoce a la perfección.
A pesar de los años compartidos, esa
joven no había cambiado mucho o todavía no se desarrollaba en su plenitud,
según su opinión personal. Era morena, no muy alta, de cabellos rizados,
poseedora de unos ojos negros muy expresivos y a la vez burlones, pero tenía un
defecto, era demasiado flaca, que parecía una espiga de trigo que hasta la
brisa más sutil podía llevársela en un abrir y cerrar de ojos. Su aspecto
muchas veces impresionaba al resto de las personas, pues daba la
impresión de estar enferma.
─Tu comentario esta fuera de lugar,
Katherine ─reprochó enérgica Alesia ─una cosa es que deba cumplir con mis obligaciones
familiares y otra muy distinta, es que escojan por mí a la persona con la cual
compartiré mi vida.
─Nadie ha dicho lo contrario ─rebatió burlona Katherine.
─Lo insinúas que es distinto ─contraatacó Alesia─ escúchame
bien, Kat, para que no se te olvide. Jamás me impondrán a una persona que yo no
quiera. Ese mi derecho y no lo transaré con nada ni por nadie de este mundo.
─¡Cuán apasionada eres, querida
mía! ─Exclamó divertida Kat ─lo vez, Anabelle. Este es el único modo de
conseguir que reaccione y deje su acostumbrado inconformismo y su tan célebre
frase «no me apetece nada».
─Eres una bruja, Kat ─rabió Alesia ─que
se levantó de su asiento para atacar a su compañera y amiga con cosquillas en
todo su cuerpo. ─me las vas a pagar todas juntas.
En eso, entró una mujer mayor, que
sostenían varias carpetas sobres su brazos y sin voltear a verlas, exclamó…
─Raymond y Bringston, a sus respectivos
asientos o harán que las envíe de paseo por la biblioteca ─ordenó la mujer ─maduren
de una vez y compórtense como adultas.
─Sí, señora Prescott ─respondieron ambas, totalmente avergonzadas.
La mayoría de sus compañeros, estallaron
en risas al ver la reprimenda que les habían dado a las jóvenes.
─Basta de risas ─demandó seria Prescott ─ jóvenes este año será muy intenso para todos
ustedes y los quiero totalmente concentrados en mi asignatura. No soporto a los
mediocres, así que, esfuércense al máximo y no hagan que me defraude de
ustedes.
─sí, señora Prescott ─respondieron en su mayoría.
─Antes de comenzar la clase ─informó la Ingeniero. ─ viendo hacia la puerta y haciendo un
ademán. ─quiero presentarles a una nueva
estudiante que acaba de ser transferida desde Suecia. Ten la bondad de
ingresar.
Tras sus palabras, hizo su entrada una
muchacha relativamente alta, de una larga caballera dorada que terminaba en su
cintura, tu tez era muy pálida como porcelana, de su rostro destacaban sus ojos
con claros rasgos orientales y con un llamativo azul profundo en su mirada.
Vestía impecable y formal para sus cortos años, un pantalón de vestir, blusa y
un bléiser de cachemir azul piedra. En su espalda llevaba a cuesta una mochila
y en sus manos un par de libros.
Mientras avanzaba hasta donde se
encontraba la docente. Sintió sobre sí, todas las miradas del resto de la
clase, aun así, las ignoró y llegó hasta situarse al lado de la maestra.
─Ten la bondad de presentarte con el
resto de tus compañeros ─demandó la señora Prescott.
─ ¡Buenos días! –Saludó la joven ─mi nombre es Misha Dorwen, aunque nací en Inglaterra,
toda mi vida he vivido con mi madre en Estocolmo y he regresado con el
propósito de continuar mis estudios acá.
Mientras se presentaba ante sus demás
compañeros, paseó su mirada por el rostro de todos éstos y se detuvo en unos
ojos azules, que le veían fijamente. Contempló fugazmente a la dueña de
aquellos ojos, que no apartó en ningún instante la mirada de su persona y un
pequeño brillo se desprendió de estos, lo que hizo que la joven Dorwen apartará
enseguida su vista de aquella muchacha.
─Misha, seas bienvenida a esta clase en
nombre de todos y te rogaría que te ubicarás junto a Calguiere ─ordenó Prescott ─ella
te pondrá al corriente de todo.
─Gracias ─respondió ésta y fue al lugar que se le indicó.
─Bueno señores. Es hora de continuar con
la clase ─señaló Prescott ─les asignaré a cada uno un proyecto en el que
deberán trabajar e irán pasando en la medida que los vaya llamando.
En eso…
─Hola ─saludó Misha ─ ¿tú
eres?
─Mi nombre es Anabelle ─se presentó ella y estrechó la mano para saludarla
como es debido─es un placer conocerte.
─Bueno ya sabes el mío ─señaló Misha ─
mientras tomaba asiento. ─también es un placer
conocerte y espero que nos llevemos bien.
─Eso dependerá de ambas─–agregó Anabelle ─del respeto que nos tengamos y el factor tiempo lo
dirá.
─Veo que eres muy directa para tus
cosas ─comentó Misha con una ceja
arqueada ─sin embargo, me gusta que seas así de
frontal. Sabré a qué atenerme.
─Tú tampoco tienes pelos en la lengua
para decir lo que piensas ─esgrimió Anabelle,
sonseando en su mirada.
─Será interesante ver qué sucede con el
tiempo ─añadió Misha ─me habían advertido del sistema universitario que
impera en Kingston.
─En ese caso, deberás ponerte a tono y
estar a la altura de lo que exige estudiar en una casa de estudios como
ésta ─advirtió Anabelle.
─Descuida ─mencionó Misha ─no
soy de las que pierde su tiempo en vano.
─Demuéstralo ─desafió Anabelle, entregándole sus apuntes ─esto te servirá para hacerte una idea de lo qué te
espera.
─Gracias ─exclamó Misha, al recibirlos y tras un breve
vistazo, los entregó a su dueña. ─te
puedo asegurar que lo único importante son mis estudios, no tengo tiempo para
algo más en mi vida.
Anabelle al recibir sus apuntes, clavó
su mirada en la joven que ponía su atención en un libro de cálculo.
«Tengo la impresión de que no
está alardeando en sus palabras» meditaba Anabelle.
Por otro lado…
─Oye, ¿qué pasa contigo? ─inquirió Kat, viendo fijamente a su compañera de
banco ─no has dejado de ver a la alumna nueva.
─No sucede nada ─respondió Alesia, apartando de inmediato su vista
de aquella joven ─llámalo simple curiosidad.
─ ¿Segura? ─Preguntó de frentón Kat ─te conozco Alesia. Nada en este mundo llama tu
atención así como así y mucho menos, una desconocida.
─Deja de sacar conclusiones
absurdas ─reprochó Alesia ─ y vamos que nos está llamando, el almanaque
andante.
─Cómo tú digas ─señaló Kat ─pero
no te creas que soy idiota. Te mantendré vigilada Bringston.
─No tienes algo mejor que hacer en tu
vida ─masculló Alesia, mientras se dirigían
al escritorio de la docente.
─Cuidar de ti y llevarte por el buen
camino ─señaló con un tono de picardía.
─ ¿Desde cuándo te autoproclamaste mi
tutora? ─inquirió con espanto Alesia.
─Desde el día que tuviste la ocurrencia
de nacer y me tocó ver tu horrible cara ese primer día de clases ─dijo presuntuosamente Kat.
─ ¡Eres una idiota! ¿Lo sabías?─–reprochó Alesia, con una claro gesto de
indignación.
─Admítelo Bringston, no puedes vivir sin
mí ─acotó con desenfado Kat.
─Estoy tratando ¿sabes?, pero no puedo
librarme porque te me pegas como chicle en el zapato ─dijo con mofa, Alesia.
─ ¡Granuja! ─Rebatió Kat─ seré
tu pesadilla hasta el final.
─No por todo lo más sagrado ─exclamó Alesia ─tú
vas a acabar conmigo.
─Vas agradecérmelo algún día ─expuso Kat.
─Un día muy lejano ─bromeó Alesia ─ cuando
ya no queden hombres en la tierra.
─ ¡Estúpida!─Reprochó Kat.
─ ¿Señoritas sucede algo? ─preguntó Prescott ─no tengo todo el día hasta que ustedes decidan
prestarme atención y dejar su absurda e innecesaria plática.
─Disculpe señora ─señaló Kat.
─Espero no se vuelva a repetir o de lo
contrario serán asiduas visitantes de la biblioteca y créanme que llegarán a
lamentar que eso suceda ─amenazó Prescott.
Ambas muchachas se miraron entre sí,
ante la amenaza de la docente. Por su parte, la mujer no dejó un segundo de
observarlas por el rabillo de sus ojos, no perdiendo detalle de sus reacciones
y así, tener un motivo para inaugurar con ellas su famosa “castigo cultural”
que constaba de trabajos en el ámbito de la ingeniería y que incluía
investigación y exposición del tema impuesto y que no incluía calificación
alguna. Siendo una forma de escarmiento para disciplinar y que a la vez,
cumplía con el propósito de prepararlos aún más en su formación profesional.
Después de que se les asignó su
correspondiente trabajo. Ambas jóvenes retornaron a sus respectivos lugares,
pero en el trayecto antes de llegar, Alesia no evitó posar su vista sobre la
nueva estudiante.
Ésta al sentir aquella penetrante
mirada sobre su persona, alzó la vista y quedó de frente con aquella rubia que
no apartó sus ojos y al momento en que sus miradas se cruzaron, vio un brillo
especial desprenderse de ellos que provocó que un escalofrío la recorriese por
completo. Sin embargo, como toda mujer que se aprecia de ser astuta, disimuló
en el acto aquella emoción y desvió en breve su mirada, pero al ver que ésta
continuaba con la vista clavada en ella, la confrontó con una mirada glacial
que le dejó en claro que le molestaba su presencia y sus gestos.
Por su parte, Anabelle y Kat, sólo
observaban atentas y sorprendidas aquella escena entre ambas chicas.
A su vez, Alesia impertérrita, no
se dejó amilanar en lo más mínimo con la actitud de la muchacha y sin pensarlo
mucho, estiró su mano hacia la joven.
─Hola Misha ─saludó espontáneamente ─soy Alesia Bringston, un gusto conocerte.
La joven Dorwen, lejos de corresponder
al gesto, frunció su ceño y respondió de la manera más cortante e indiferente.
─No puedo decir que sea un gusto
conocerte, creo que es todo lo contrario ─repuso
Misha ─y no me disculparé por mi falta de
cortesía, pero no suelo ser hipócrita.
─Veo que eres muy sincera para tus
cosas ─provocó Alesia ─y eso es perfecto, ya que tampoco soy de las que se
rinde y no aceptaré ese no de tu parte.
Alesia, luego de comentar aquello,
prosiguió su camino y se dispuso en hojear el trabajo que le asignaron, dejando
a las otras tres sumidas en un silencio bastante incómodo por lo demás.
Las horas transcurrieron raudamente en
todo la facultad y una nueva jornada llegaba a su fin.
En el salón del primer año, los
estudiantes salían de su salón comentando los pormenores de su última clase.
─ ¿Nos vamos ya Alesia? ─preguntó Anabelle.
─Adelántate prima, te alcanzó en
breve ─respondió ésta ─debo llevar una solicitud a biblioteca.
─ ¿Quieres qué te acompañe? ─inquirió Kat, entrecerrando sus ojos
inquisitivamente.
─Puedo hacerlo sola encanto ─aseveró Alesia ─no
me perderé confía en mí.
─Sí, tú lo dices ─contestó Kat, muy pensativa.
─No demores mucho si ─apremió Anabelle.
─Descuida prima. No habrás terminado de
llegar cuando ya esté a tu lado─–comentó Alesia,
cerrando su ojo muy coquetamente.
A varios metros del lugar y en los
jardines de dicha facultad. Una joven se desplazó rauda por el camino que le
llevaría al
Estacionamiento. Iba tan sumida en sus
pensamientos, que en ningún momento se percató de los demás alumnos que venían
del lado opuesto y terminó por chocar, fue tan fuerte el golpe que sus libros
cayeron al piso, muy lejos de ella.
─ ¿Te encuentras bien? ─preguntó un muchacho moreno de ojos grises
que la sostenía firmemente de la cintura y evitó que cayese al suelo.- Debes
tener cuidado al caminar. Podrías haberte lastimado.
Sus miradas no dejaron de verse
fijamente por unos segundos, hasta que la muchacha apartó la suya y trató de
zafarse del agarre, que a esas alturas ya la tenían bastante incómoda.
─Te ruego que me disculpes ─comentó la joven, alejada del muchacho y pronta a
buscar sus libros ─tendré más cuidado para la próxima.
─Al menos podrías decirme, ¿cuál es el
nombre de tan bella dama que tuve el placer de tener en mis brazos? ─inquirió él, entregándole los libros que cayeron al
piso.
─Misha Dorwen ─respondió ésta, que recibió sus objetos y luego
tendió la mano a modo de saludo, siendo su gesto un tanto frio de su parte.
─El mío es Bastian Wilson. Encantado de
conocerte bella Misha ─aduló éste,
resaltando una galante sonrisa, que no hizo más que poner nerviosa a la joven.
─Bastian. Gracias por tu ayuda, pero
llevo un poco de prisa y no puedo perder más mi tiempo ─explicó Misha.
─Espero volverte a ver Misha ─comentó Bastian, que no dejó de verla con ojos de
malicia y reanudó su camino.
«Eres hermosa Misha. Tú serás mía
preciosa, ya verás» se ufanaba mentalmente el joven Wilson.
Con una mirada llena de maldad y una
sonrisa sarcástica, se aprestó a apresurar el paso. Sin embargo al poco andar,
un fuerte golpe en su hombro casi consiguió desestabilizarlo y molesto se giró
para encarar al estúpido(a) que osó ponerse en su camino.
─Porque rayos no te fijas por dónde
caminas idiota ─bramó Bastian, quedando de frente con
unos ojos azules, pertenecientes a una rubia que le veía con cierta
provocación.
─Disculpa. ¿Te refieres a mí? ─desafío ella.
─Si no fueses porque eres mujer, ya te
estaría poniendo en tu sitio ─murmuró
entre dientes Bastian.
─ ¡Vaya! ─Exclamó la chica ─ ¿acaso resuelves todos tus problemas con
golpes o amenazas?
─ A los débiles e incompetentes se
les saca del camino para que no estorben ─fanfarroneó
él.
La rubia, entrecerró sus ojos
instintivamente ante la desfachatez del comentario y analizó de pies a cabeza a
la persona que tenía frente a ella. Tras unos breves instantes, suspiró con
desgano y optó por no continuar discutiendo con un tipo de esa calaña.
Por su parte, Bastian, interpretó ese
silencio como señal de sumisión y con claro signo de superioridad, argumentó…
─Veo que has entendido mi punto de
vista ─alardeó con despotismo éste ─es bueno que asumas tu condición y posición frente
a un hombre.
─ ¿Pero quién te crees que eres? ─adujo con enojo ya en su voz la joven. ─pobre arrogante y narcisista esperpento de hombre.
─Cuida tus palabras mujer─ bramó Bastian fuera de sí, al escuchar el tenor con
la que fue insultado ─ ¿no sabes con quién estás hablando niña
estúpida?
─Claro que no tengo esa desgracia, pero
ya que estamos en esto, aprovechare para presentarme ─señaló la joven con mucha ironía en su voz como en
su mirada. ─mi nombre es Alesia Bringston y espero
que jamás lo olvides, grandísimo idiota.
─ ¿Has dicho Bringston? ─preguntó éste visiblemente conmocionado luego de lo
que escuchó. ─ ¿Acaso eres la hija del conde Michael Bringston?
─ ¡Bingo! ─exclamó
burlona Alesia ─veo que eres un chico inteligente
después de todo.
─Aunque seas la hija del Conde, nunca me
rebajaré a pedirte disculpas por mis dichos ─refutó
Bastian, con encono mal disimulado en su voz.
─Tampoco esperaría un hecho como ese, de
un patán como tú –reprochó sin asco Alesia ─tendrías
que volver a nacer para aprender a comportarte como un caballero y es mucho
pedir a la vida.
─No abuses de tu título niña presumida
–murmuró mal humorado ya duras penas éste ─no
te creas que te tengo miedo o me intimida tu apellido.
─No pretendo hacerlo ─replicó en el acto Alesia –sólo quiero que sepas
con quien te estás metiendo y que no necesito de mi apellido para ponerte
en tu sitio. Así que, no vayas a olvidarlo Bastian Wilson.
─ ¿Cómo rayos sabes quién soy? ─preguntó atónito el susodicho.
─Tus actos te preceden niñito consentido
─se mofó Alesia ─casi todo Londres sabe quién eres y a diferencia
tuya, no necesito darme a conocer para ser reconocido y aceptado por los demás.
─ ¡Cállate! ─Rabió éste ─tú
no eres nadie para juzgar mis actos y menos rebajarme. Te juro que voy hacer
que te arrepientas de haberme conocido y lamentarás haberte cruzado en mi
camino.
─Estaré esperando ese día y así, volver
poner en su sitio a un fanfarrón como tú ─provocó
sin contemplaciones Alesia.
─No te descuides Bringston. Encontraré
tu punto débil y te haré pedazos. ─amenazó
Bastian, cuya mandíbula estaba totalmente desencajada ante la mirada desafiante
de la muchacha.
─ ¡Bla Bla! ─exclamó irónica ésta y con su mano emulaba los
movimientos de labios en señal de burla hacia su adversario.
Aquel gesto casi terminó por desquiciar
al joven, que gracias a que otros pasaban cerca de ellos en esos instantes,
hubiese agredido físicamente a la muchacha, ya que estuvo a escasos segundos de
hacerlo y muy poco le importó su condición de mujer. Iba a mostrarle que jamás
permitiría que nadie lo humillase y menos una mujer.
A duras penas controló su carácter
agresivo, que solía esconder muy bien, ya que para Wilson, era vital mostrar
una imagen de joven correcto, alegre y educado como todo caballero inglés.
Luego de que comprobó que la joven Bringston
seguía incólume ante todas sus amenazantes miradas, aspiró profundamente y giró
sobre sus talones y reanudó su marcha con rumbo a un lugar desconocido.
Por su parte Alesia, se limitó a
observarle y ver como éste se alejó de ella, irradiando un aura negra que se
desprendía de todo su ser.
«Algo
me dice que debo mantenerme con la guardia en alto. Ese tal Bastian, aparte de
ser presuntuoso y vil, es rencoroso» pensamientos que inundaron la mente de Alesia.
En eso, recordó el motivo por el cual
había tomado ese camino y viendo su reloj, apresuró el paso antes de que fuese
demasiado tarde para sus propósitos.
Mientras en el estacionamiento de la
facultad. Una joven, buscaba dentro de su bolso su móvil y luego que lo
encontró, marcó temblorosa los números.
─Padre, soy Misha, no podré llegar a
tiempo a casa y el chofer aún no llega para recogerme ─explicó está.
En eso se escuchó al otro lado del
aparato, una voz fría y disgustada…
─Misha ─repuso
éste─ ¿acaso crees que no se reconocer el
número de mi propia hija?
─Padre, yo…─balbuceó ésta.
─Deja de una buena vez de justificarte ─recriminó él ─todo
esto por culpa de tu madre que no ha sabido educarte como es debido. Quiero una
hija que me enorgullezca y no que se comporte como tú lo haces.
─Mi madre, no es culpable. Ella todo
estos años solo me ha entregado amor de su parte y no ausencia como ha sido tu
caso padre ─rebatió Misha.
─Guarda silencio muchachita. No te
permito que me faltes el respeto y oses levantarme la voz ─masculló molesto su padre –vas a aprender a
comportarte y para ello, te privaré de todo lo que amas, en especial de tus
mascotas.
─Padre…no ─susurró
apenas Misha.
─Tú te lo buscaste ─adujo éste─
hazte a la idea que ya no vives en Estocolmo y no harás tu santa voluntad,
aprenderás a respetarme de una vez por todas y serás digna de llevar mi
apellido. ¿He sido claro contigo Misha?
─Sí padre ─pronunció
con la voz quebrada de la impotencia, de lo que creía un castigo injusto.
─Perfecto, en cosa de minutos estará
Waldo para recogerte y cuando llegue a casa pondremos las reglas a seguir de
ahora en adelante ─sentenció el hombre.
─Como tú digas padre ─exclamó sin emoción la joven.
─Trata de no hacerme enfadar Misha ─amenazó su padre –no quiero oír ninguna queja de tu
parte o de que otros me reclamen algo en tu contra, porque ese día te acordarás
de mí para el resto de tu vida.
El hombre sin esperar una respuesta de
parte de su hija, cortó la llamada demostrándole que era él quien daba las
órdenes y ella, debía someterse.
Misha, guardó su móvil en el bolsillo
de su chaqueta, mientras su cuerpo comenzó a temblar lentamente y sus ojos se
inundaban de lágrimas.
«Otra
vez, mi padre se ha disgustado conmigo. Nunca seré lo suficientemente buena
para él»
murmuró con un nudo en su garganta y un dolor que oprimía su pecho.
─Toma ─se
escuchó decir una voz a su lado y que le extendía un pañuelo para que limpiase
sus lágrimas.
Misha, volteó a verla y se encontró de
frente con su compañera de clases, llamada Alesia.
─No muchas gracias ─se disculpó Misha, apartando dicha prenda y
procurando ser lo más educada posible.
─Insisto en que lo tomes ─instó Alesia, volviendo a extenderle su pañuelo ─una mujer cómo tú, no debería llorar, hacen que tus
lindos ojos pierdan su brillo natural.
─Te lo ruego…no ─respondió Misha, cuyo rostro aparte de estar
cubierto de lágrimas, se teñían de un suave escarlata en sus mejillas,
productos del cumplido que le hiciera la joven.
Alesia, no sólo no hizo caso a la
petición de la joven Dorwen, sino que se atrevió a ser ella misma quien
limpiara su rostro de aquellas lágrimas que se desbordan en él.
─A veces nuestros padres, no logran
percibir nuestro sentir como tampoco el hecho de que queremos ser valorados por
ellos sin que tener que someternos por la fuerza ─comentó
de súbito Alesia, mientras su mano en forma muy delicada continuaba con su
labor y sus ojos azules se perdían en los de Misha.
─ ¿Cómo es que tú…?─inquirió Misha, pero se contuvo de seguir más allá,
ya que a la vez también luchaba por tratar de controlarse delante de la joven
Bringston para no delatar las emociones que estaba provocando en su interior.
─Es muy simple Misha ─acotó Alesia ─no
pude evitar oír tu conversación.
─Ya veo ─dijo
ésta con cierto nerviosismo mal disimulado –te rogaría que no sigas haciéndolo
a futuro y que me disculpes pero debo marcharme.
Sin mediar más palabra, se alejó de su
lado justo en el momento en que un coche se detuvo muy cerca de ellos y subió
rauda al vehículo. Dejando a una Alesia, estática y con sus ojos empequeñecidos
al verse irse tan abruptamente.
«Lo
lamento, pero no hare tal cosa, yo voy a desarmar tus esquemas y echaré por
tierra tus defensas, ya lo verás. Voy a conquistarte Misha Dorwen» fueron las palabras que se desprendió
de los labios de Alesia en el momento que en coche de la chica se perdió en el
horizonte.
La vida comenzaba a escribir una
historia en que se verían envueltos tres jóvenes y traerían dicha, engaños y
también dolor con el correr del tiempo.
4 comentarios:
Ole guapa. Ya tenemos un fic aquí. Ahora queda el resto jejejejjee.
Querida Anrhia;
Ha pasado de todo desde que solo tenía un fic o dos aquí. Ahora tienes muchos. Sobretodo este jejejejejee. Lastima que sea un solo capítulo, porqué la historia de estas dos (Alesia y Misha) vale la pena contarla toda jejejeje. NOS VEMOS!!!
Ángelus Drakul
maravilloso......es como un extra.....me encanto leer un poco de Alesia.....tus personajes son tan fuertes y decididos que hasta envidia me dan....eso claramente es un cumplido a tu extraordinaria forma de describirlos en su aspecto físico y emocional.....realmente me fascina leerte amiga mía....muak
Siempre me ha llamado esta parejita y aunque no soy de comentar, siempre estoy leyendo todas tus historias. Me gustaría ver una segunda parte o una continuación de la historia de estas dos, así como la de Sara y Francis. Te felicito, eres buena narrando historias que atrapan de verdad, que estés bien.
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