En aras del pasado, capítulo 25.
Comenzaba a despuntar el alba ya en la ciudad y el sol asomaba en la habitación, Anabelle abrió sus ojos, estirando su cuerpo con pereza y volteó a ver a su lado y contempló como Raniel, descansaba a su lado muy plácidamente. Le parecía increíble tenerla así, ya que estuvo a punto de perderla por los malos entendidos al no permitirse mutuamente conocerse.
Ella parecía un bebé de la forma que dormía, toda ternura y apacibilidad. Sonrío al recordar las palabras de su prima que la llamó vampiresa y es que tenía razón , su ternura se transformaba en fogosidad, sensualidad y seducción, ya que era muy hábil para hacerlo al menos con ella, la tenía a su merced.