Un nuevo amanecer, capítulo 5.
El resto de la semana paso volando en Almapric y la
rutina continuaba con su curso habitual, excepto por algunas cosillas, que
tenían relación con Carla y Sofía. Entre ambas mujeres se produjo un corto
circuito a partir de ese día en que la contadora desafió abiertamente a la
dueña.
La joven empleada tuvo como respuesta de su contra
parte, una actitud cortante y severa. Creándose un ambiente un tanto hostil
entre ellas, ya que Sofía, fue muy autoritaria en zanjarle que no se prestaría
para ninguna jugarreta de su parte y que si deseaba conservar el empleo no
volviese a desafiarla.
Además, le dejo en claro que ella era cien por ciento
mujercita y que no sentía ningún tipo de atracción o inclinación hacia su
empleada y advirtió que dejase a su compañera en paz en horarios de trabajo.
Desde ese día, la joven Ramos, evitó toparse con Sofía
en las oficinas y aunque deseaba mucho ver a Florencia, por razones de horarios
dado que estaba en los días de la declaración del IVA, salía más tarde de lo habitual.
Así llegó el día sábado en que se trabajaba media
jornada y todo era un poco más relajado, ya que las Arquitectas no solían estar
en terreno y sólo los administradores o jefes de terreno estaban al mando en
cada obra.
En el proyecto Sapunar, Florencia, estaba revisando
que las excavaciones estuviesen exactas según lo solicitado por Sofía y al
encontrar algunos detalles, tuvo que hablar con uno de los operadores de la
excavadora para que rectificase y pudiesen estar perfectas, llevándole casi gran
parte de la mañana, arreglar ese simple detalle de varios metros.
Cuando logró terminar, miró su reloj y se percató de
que ya eran las 13:20 y debía dejar todo guardado y despachado al personal,
sólo quedando los vigilantes.
Al chequear que todo estuviese bien, se fue a los
vestidores y tomó una ducha corta y
luego, salió con dirección al tarjetero para marcar su salida, siendo las
14:20. Veinte minutos más tarde del horario de cierre.
─ Nos vemos hasta el Lunes ─ se despidió Florencia del
vigilante. ─ Cuídese y que tenga un turno tranquilo.
─ Muchas gracias, señorita Villar ─ dijo el hombre ─
Que tenga un reparador fin de semana.
─ Igualmente ─ respondió Florencia, cerrando detrás de
ella.
La joven Villar, contempló el cielo y al verlo tan
despejado, aspiró profundamente, tratando de aspirar el poco aire limpio que
tenía la capital de vez en cuando.
Dejándose llevar, suspiró evocando viejas emociones
vividas en su tierra y una sonrisa se dibujó en su rostro. Después de tan
relajante momento, acomodó su mochila en la espalda y dirigió sus pasos hacia
la parada de bus más próxima, ya que no tenía contemplado viajar en metro ese
día.
No había dado más que unos cuantos pasos, cuando un
coche se detuvo junto a ella, Sin embargo, Florencia, no quiso prestarle
atención y continuó su caminar apurando un poco más el paso. Estaba en Santiago
y cualquier cosa podría esperar de las personas y sus intenciones.
Cuando ya creyó que nada le seguía, bajo el ritmo y se
concentró en el los edificios que estaban a sus costados, muchos de los cuales,
datan de 1890 y más, por su Arquitectura y siendo de los pocos que se conservan
intactos en la capital.
Estaba tan sumida en la observación de estos inmuebles,
que no se percató que el coche estaba de nuevo a su lado y estacionó más que
raudo y su ocupante bajo deprisa y la tomó con fuerza del brazo.
─ ¿Qué diantres te… ─ fue la exclamación de Florencia
que no alcanzó a terminar la pregunta,
cuando se dio cuenta de quién era la
persona que la cogió del brazo. ─ Sofía.
─ ¡Buenas tardes, Florencia! ─ saludo cordialmente
Sofía ─ siento haberte asustado de esa forma, pero no volteaste nunca y así
evitarte el susto.
─ La verdad no soy cardiaca, pero está bien, no hay
problema ─ se disculpó Florencia ─.Lo que sucede que como soy nueva aquí y por
los mismos rumores que hay, soy algo desconfiada.
─ Descuida. Es la mala fama que tiene Santiago y por
eso la actitud de todos los que vienen de otras ciudades ─ mencionó Sofía.
─ Muy mala por cierto ─ convino Florencia.
─ Tampoco es para tanto ─ defendió Sofía ─Dale una
oportunidad. Mira que estarás muchísimo tiempo por acá y llegarás a querer a
Santiago tanto como su gente.
─ De que estaré por algunos años en Santiago es verdad,
pero de ahí a llegar a quererlo… ¡Um! Lo dudo ─ aclaró Florencia, con una ceja
arqueada ─ en cuánto a su gente, puede ser que algunos respete que es muy
distinto de cariño. Eso sólo se siente por amigos de verdad o por una pareja.
─ Eres muy directa en cuanto a tus sentimientos ─
manifestó Sofía, que se estremeció al escuchar el término pareja ─ Espero que
al menos una persona amada, te haga tomarle cariño a esta ciudad y que desees
quedarte definitivamente.
─ Señora Almagro ─ explicó Florencia, que de pronto
dejó de tutearla y se puso muy seria ─ Mi intención inicial al venir acá es de
adquirir experiencia y sólo tengo contemplado permanecer cinco años nada más
para luego, emigrar al extranjero para perfeccionarme.
Sin duda que las palabras de Florencia, sacudieron de
golpe a Sofía, que no contaba en sus planes en una partida de la joven y sin
poder remediarlo, su corazón dio un vuelco y sintió dolor en su pecho por una
eventual partida o mejor dicho…Pérdida de algo muy querido.
─ Con respecto a lo de un ser amado ─ prosiguió
Florencia ─ es poco factible por el momento, ya que no he venido en busca de
pareja sino de estabilidad laboral y crecimiento. Apenas tengo 23 años y no
tengo nada que ofrecer para un compromiso, ya que ese tema es muy serio y de
mucha responsabilidad y por el momento no está dentro de mis planes.
Con eso último, la joven propinó un último golpe al
corazón de Sofía, que sintió como los latidos de éste mismo estaban
perforándole los oídos y su mente era un cumulo de algo muy denso que no la
dejaba respirar y ver bien. Nublándole la visión al instante.
Fue tan intenso que perdió la orientación y sintió que
sus piernas le flaquearon y se desvanecía en ese preciso instante y que si no
fuese por Florencia, que la alcanzó a sujetar de la cintura, atrayéndola a su
pecho y evitar una caída al piso, que hubiese sido estrepitosa.
─ ¿Estás bien, Sofía? ─ preguntó aterrada Florencia,
que olvidó todo y la volvió a llamar por su nombre.
La joven, no respondió a la pregunta, si no que
instintivamente se aferró a la muchacha por medio de un abrazo casi doloroso.
Florencia por su parte, sin poder comprender del todo
la situación, sintió una gran angustia de ver el sentimiento que había en ese
abrazo y también su corazón se sobresaltó al punto de dolerle mucho. Y del
mismo modo, emuló el gesto de Sofía y correspondió envolviéndola con sus
brazos, como deseándole brindarle paz, cariño y protección, las mismas
emociones que provocase ese primer encuentro.
─ Todo va a estar bien, Sofía ─ murmuró con ternura
Florencia ─ Ya lo verás.
Algo dentro de Sofía, volvió a retornarle la paz que
necesitaba y muy despacio, fue despegándose del pecho de Florencia hasta poder
verle a los ojos y buscar en ellos, esa promesa, esa verdad.
Por su parte, Florencia al momento de encontrarse de
lleno con esos ojos azules, quedo devastada al verlos inundados con lágrimas
que la estremecieron completamente. Y siguiendo sus impulsos, rompió el abrazo
para coger de su bolsillo de su pantalón un objeto.
─ No llores más, te lo ruego ─ balbuceó la joven, al
tiempo que con su pañuelo, limpiaba sus lágrimas muy delicadamente. ─ Esos
hermosos ojos deben lucir como gemas mediante una sonrisa que realce todo lo
bello que tienes dentro de ti. Sólo hay cabida para el amor y la felicidad en
nuestras vidas. Vuelve a ser feliz, Sofía.
Aquellos ojos del color del cielo, se perdieron en la
intensidad de la otra mirada, adentrándose en una paz y dulzura que nunca creyó
concebir en alguna persona y que no fuese la de su difunto esposo y que sin
comparar, tampoco se asemejaba a ese sentimiento que la joven provocaba en
ella.
─ Flo…ren…cia ─ murmuró entre cortado Sofía, que apoyó
la palma de su mano en el rostro de la muchacha ─ ¿Eres real?
─ Muy real ─ respondió ésta, que no pudo evitar
sonreír entre nervios ─ Tan real como el aire que respiras.
Sofía, sólo sonrió tímidamente y lentamente acarició
el rostro de Florencia, como asegurándose que fuese real y no producto de su
imaginación o necesidad dentro de tanta soledad.
Estuvo un largo tiempo; embelesada en ese mimo, que no
existía nadie más en ese momento ni lugar, solo ellas dos.
─ Ni siquiera el aire puede competir con tu ternura ─
expresó Sofía, sin dejar de acariciar esa mejilla ─ eres fuera de este mundo,
mi dulce Florencia.
La joven no alcanzó a responder porque en ese preciso
momento, fueron interrumpidas por un desconocido…
─ Disculpen que las interrumpa ─ dijo un muchacho
moreno ─ ¿Pero es de ustedes ese jeep que está mal estacionado en la puerta de
mi casa? Necesito entrar ahora, please.
Al instante, rompieron el abrazo y Sofía, muy
avergonzada por un lado, caminó directo a su coche.
─ Es mi auto ─ declaró Sofía ─ lamentó haber
estacionado en el portón de tu propiedad, pero era una emergencia y no me quedo
de otra.
El joven, le quedo viendo y sin pereza, le respondió…
─ El AMOR, siempre es una emergencia ─ dijo sin tapujos
el muchacho y guiñando un ojo, agregó ─ tranquila que no soy homofóbico, sólo
ten más cuidado a la próxima.
Sofía, casi se atraganta ante el comentario, pero se
hiso la loca y sólo se metió a su coche para sacarlo de ahí y dejarlo un poco
más allá. Cuando el joven entró su vehículo y al cerrar la reja, les dijo en
voz alta.
─ Por cierto, hacen una bonita pareja. Cuiden el amor
que tienen ─ señaló el muchacho y con un gesto de manos, se despidió de ambas.
Ninguna de las dos dijo nada al respecto, las palabras
estaban demás por el momento y sólo de unos segundos, Florencia, recordó algo.
─ Por cierto… ¿Qué estás haciendo acá, Sofía? ─
preguntó Florencia ─ Creí que ustedes no venían en sábado a la obra.
─ En terreno no, pero en oficina sí ─ respondió ésta,
que se acercó a la joven ─ He venido a invitarte a almorzar en compensación del
otro día en que nos lo saltamos. Eso sino no tienes otros planes.
─ No debiste molestarte ─ se apresuró en decir Flo ─
No estaba pidiendo una compensación por ello.
─ Florencia, no es una compensación totalmente, si no
una invitación a que almorzáramos juntas ─ explicó Sofía y tomando la mano de
la joven, añadió ─ Para mí es muy agradable compartir contigo.
─ El sentimiento es mutuo ─ correspondió Sofía ─
Aunque el tiempo de conocernos sea muy poco, me es muy grato trabajar en tu
compañía. Eres muy amena y amable para conmigo.
─ Es que tienes un encanto propio y se hace fácil
complementarse a tu personalidad ─ acotó Sofía ─ Entonces ¿qué me respondes?,
¿aceptas?
─ De acuerdo Sofía, aceptó tu invitación ─ respondió
Flo.
─ Te prometo que lo vas a disfrutar mucho ─ señaló
Sofía, que ya subía al coche y lo ponía en marcha. ─ Iremos al cajón del Maipo,
a un local de comida típica de campo ¡¿Supongo que te gusta?! Lo digo porque eres
del sur.
─ Jajaja ─ dijo entre risas Florencia, al mismo tiempo
que se abrochaba el cinturón de seguridad ─ Que sea del sur no necesariamente
me tiene que gustar la gastronomía de otros lados.
─ ¡Buen punto! ─ compartió Sofía, dando le arranque al
coche y tomando rumbo a dicho lugar. ─ Tenemos un mal concepto o globalizado
con respecto a las personas de la zona austral. Creo que voy a aprender de su
gente a través de ti.
─ ¡Quién sabe! ─ exclamó Florencia ─ es muy
pretencioso hacerte una idea de todo un pueblo por medio de mi persona.
Sofía, la observó por el rabillo del ojo y estudió su
fisonomía y concluyó que era una muchacha atípica y su hermosura radicaba en su
interior.
─ Florencia, no sólo eres una chica muy ingenua sino
que humilde y sencilla ─ mencionó Sofía ─ esa particularidad te hacen muy
especial y valiosa como mujer. Dichosa la persona a quién elijas amar.
Florencia, se cortó entera y sus mejillas se tiñeron
de escarlata por el piropo de su jefa y su estomagó se tensó en el acto, como
si la presencia de Sofía, la dejase en extremo vulnerable e indefensa en sus
manos.
─ Sólo espero que esa persona me ame a mí y no me
compare con nadie más ─ expresó desde el fondo de su corazón y no cayó en
cuenta que develó una verdad, su verdad más oculta.
Los ojos azules, se entrecerraron ante el comentario
de la joven y que más tarde, serían esas mis palabras que la hicieran
reflexionar y atar cabos. Por el momento, intuyó que la joven a pesar de lo
dicho antes; si tenía en mente a una persona especial y eso, le vino a
inquietar un poco, para ser más honestos, sintió un mal sabor de boca.
─ Las comparaciones siempre han sido odiosas y hacerlo
con tu pareja, es lo más estúpido que alguien pueda hacer ─ comentó Sofía, que
tomaba la el camino San José del Maipo, hacia el volcán. ─ Sinceramente espero
que esa persona sólo te vea a ti y no su pasado, porque no estaría viendo a la
maravillosa mujer que tiene frente a sus ojos.
Flo, sintió arder a un más sus mejillas, ya que estaba
consciente del peso de la mirada de Almagro sobre sí y por algo instintivo,
quiso ocultar sus emociones y a su corazón, podría cometer un error y dejarlo
expuesto, trayendo muchos problemas a su vida.
─ Este sector es muy hermoso y parece mentira que sea
parte de Santiago. Es un mundo aparte ─ mencionó Florencia, cambiando el tema
abruptamente. ─ Tienen mucha suerte de tener este pequeño pulmón verde.
Sofía, espontáneamente alzó su ceja derecha al percatarse
del cambio de tema y una sonrisa se formó en sus labios.
«Ingenua hasta los huesos
y astuta como un gato salvaje. Se nota que no me va a dejar saber quién es la
persona en que está interesada» reflexionó Sofía.
─ A nadie le falta Dios, Florencia ─ agregó Sofía, sin
dejar de ver el camino ─ y también los santiaguinos tenemos nuestro pequeño
edén.
─ Eso es verdad. ─ concordó Flo, viendo de frente a su
interlocutora ─ todos y sin excepción, recibimos amor de nuestro creador.
─ Sólo que para el hombre es más fácil creer en lo
tangible, que en aquello que no ve ─ repuso Sofía, viendo a ratos a la muchacha
y no distraerse de la conducción. ─ al final de cuentas, cree sólo en lo que le
conviene porque en la desgracia, ahí se recuerda de su origen y se vuelve casi
un santo de fe.
─ No seas así de extrema ─ reprochó con ternura
Florencia ─ Es la fragilidad del hombre y Dios nos ama como somos.
─ Puede ser ─ contravino Sofía ─ lo que si no me
puedes negar que el hombre es interesado y egoísta sobre todo en el amor.
─ Es que amar no es tan simple, Sofía ─ mencionó
Florencia, sin dejar de verla. ─ es sabido que el amor es incondicional. No
obstante, dime qué persona está dispuesta a entregarlo todo sin pensar en su
propia felicidad. Hay muchos temores presentes, todos sopesan su propia
felicidad antes de entregar algo.
Por más que digan: es que lo/la amo más que a mi vida;
eso no es tan cierto porque hay muchas circunstancias que no te permiten
hacerlo y el ejemplo más típico es la frase que te pregunta el sacerdote antes
de comprometerte, ¿porqué ustedes se casan?...y casi la gran mayoría te
responderá, para formar una familia y ser feliz.
Créeme que muy pocos dirán, me caso para procurar y
hacer feliz a mi compañera/o y juntos y por el fruto de ese amor, concebir una
familia.
Y con respecto a eso último, un miembro de esa nueva
familia postergará lo más posible el traer niños al hogar, porque un hijo le
privará de la corona del éxito y sus manjares. Sin pensar siquiera en el deseo
de la persona a quién prometió amar en todas las etapas de la vida y serle fiel
y respetarla.
Dime si la/ lo está respetando en su deseo de ser
madre o padre. Ante pone su conveniencia ante todo. Muchos dicen amar y pocos
lo viven en verdad. Es de sabios que el que ama, procurará ante todo el
bienestar del otro y al ver que es feliz completamente, podrá recíprocamente
ser feliz también, porque amar es un efecto espejo ─ Finalizó con propiedad
Florencia.
Si las palabras pegaran en un clavo, éste sería un
golpe perfecto; ya que todo lo expuesto por Florencia vino a darle en el callo
a Sofía, quién detuvo su auto a un costado y le quedo viendo con una cara de
sorpresa infinita y su mirada era más que incrédula. Era de una necesidad de
conocer en profundidad a esa joven a como diera lugar.
─ ¿Has amado alguna vez, Florencia? ─ preguntó de
lleno Sofía y sus ojos estaban muy expectantes de su respuesta.
─ No ─ fue la respuesta de la joven, bajando un tanto
la mirada, ya que la intensidad en esos ojos azules, la estaba poniendo muy
nerviosa. ─ aún no he vivido ese sentimiento tan hermoso.
─ Muy pronto lo vivirás también, hermosa Florencia ─
susurró Sofía.
Levantando delicadamente el mentón de la joven y se
acercándose lo más posible a su rostro. Cuando sus ojos se volvieron a
encontrar, ambas se perdieron en la inmensidad de su mirada, perdiendo la
noción del tiempo y el espacio.
Una vez más,
solo estaban ellas dos y lo único importante en ese minuto, eran ellas y sus
emociones, su sentir y lo que le dictaban sus impulsos, sus corazones. Y dejándose
llevar por ese embrujo; Sofía, sin poder evitarlo, descendió despacio había los
labios de la joven Villar y los envolvió con los suyos, en un beso que las
envolvió en sus dominios y causó estragos por completo dentro de su ser entero.
En una primera instancia, Florencia, quedo en shock
ante esa caricia que se fue volviendo más profusa y embriagadora, hasta hacerle
perder la voluntad y entregarse a ese beso sin más condiciones.
Está demás decir; que el ritmo de esos corazones
estaba por las mismas nubes y sus sentidos totalmente adormecidos en ese
contacto que vino a despertar algo dormido en ellas dos…un fuego que cobraría
ribetes más allá de lo pasional.
Esa caricia se prolongó casi una eternidad y solo el
tiempo sabio, vino a devolverlas a la realidad por una cuestión de
supervivencia…aire.
─ Mi Florencia ─ fue el susurró emitido por Sofía,
apenas separada unos escasos milímetros de la boca de la chica y sus dedos,
comenzaron a dibujar el contorno de éstos, como queriendo grabar en su memoria
física la tersura de esa piel.
Con un suspiro arrancado de los profundos de los
abismos de su corazón, llevada además, por un sentimiento que abrazó su ser
entero, volvió a reclamar esos labios y con delicadeza atrajo aún más el cuerpo
de la joven a su propio pecho y dejo que su alma hablase por sí misma,
queriendo entregarle todo lo que en él se albergaba y a la vez, ávida de
recibir el torrente del amor que veía ofrecida en los ojos de Florencia cada
vez que la vida las ponía una enfrente de la otra.
Sin duda, que la postura de ver la vida en Sofía, se
alteró de principio a fin desde que conoció a Florencia y por más que disfrazó
con actitudes de indiferencia y palabras que venían a desmentir un sentimiento
que comenzó a gestarse paulatinamente en tierras cafeteras y se reafirmó
totalmente la tarde que se reunieron para analizar un proyecto y sólo le bastó
con el simple hecho de verla entrar para que todo el piso de esa oficina se
moviera a su alrededor, una comparación simplona tal vez, pero que describía a
la perfección el efecto que le causó la joven Villar.
Ahora y en cosa de minutos, abrió la puerta de su
corazón, dejando que éste se expresará libremente y al abandonarse a su poder,
volvió a experimentar ese conocido sentimiento que vivió junto a Cristóbal y
que llegó a pensar que nunca más lo volvería a vivir.
Tal como dijese, Carla, muchas cosas cambiarían en la
vida de Sofía Almagro e iban a demostrarle que en el amor, valía la pena
arriesgar el todo por el todo y desafiar las mismas estructuras rígidas de una
sociedad, porqué nada ni nadie tiene derecho a prohibirte ser feliz y escoger
libremente a quién amar.
Ahora, sólo restaba saber cuáles serían sus pasos a
seguir, luego de dar ese primer paso de acercamiento afectivo con Florencia.
Una decisión debería tomar tarde o temprano.
Una mano en el pecho de Sofía, vino a interrumpir
aquel beso y con un poco de desgano, ésta terminó por separarse de la muchacha.
─ ¿Sucede algo? ─ preguntó Sofía, que retornó despacio
a su ubicación, viendo fijamente a Florencia.
─ Creo que debemos hablar antes de dejarnos arrastrar
más ─ mencionó muy nerviosa Florencia, que sentía un nudo en la garganta de
tantas emociones que estaban en su mente como en su corazón. ─ No podemos mal
interpretar las cosas.
─ Florencia, ya no soy una niña o adolecente como para
mal interpretar las cosas y mucho menos un beso ─ señaló rotundamente Sofía. ─
Tengo el suficiente discernimiento para darme cuenta cuando algo me gusta y es
importante para mí.
─ Sofía, no lo tomes a mal ─ preguntó Florencia al
reacia a lo dicho por la otra mujer ─ Pero… ¿Has estado antes con una mujer?
─ Claro que no ─ respondió ésta, que se cruzó de
brazos en forma defensiva.
─ ¿Te ha gustado alguna chica en la universidad? ─
insistió Florencia ─ o has sentido algo por alguna amiga tal vez.
─ No ─ replicó Sofía, con desconcierto de sólo
imaginárselo ─ Nunca me he sentido atraída hacia una mujer como tampoco las he
visto con otros ojos que no sean de compañeras, amigas, empleadas y parientes.
─ ¡Entonces! ─ contravino Florencia ─ Cómo puedes
hablar de discernimiento si nunca antes has vivido algo similar, ¿Quién te dice
que no estás confundiendo las cosas? Hasta hace muy poco estabas ligada
sentimentalmente a un hombre y ahora besas a una mujer así como así.
Los ojos azules de Sofía, eran un poema de molestia al
escuchar a la joven, no le pareció su punto de vista y se lo hiso saber de
inmediato.
─ ¡A ver Florencia! ─ expuso la joven Almagro con un
tono de voz más alto ─ Eso es un golpe bajo de tu parte y de mal gusto por lo
demás. Te lo vuelvo a repetir, no soy una joven inmadura que está
experimentando. Sé muy bien lo que quiero.
─ No he querido ser grosera contigo por eso te dije
que no lo tomases a mal ─ defendió Florencia, recostándose en su asiento un
tanto pensativa ─ Es lógico que preguntase, ya que tú para nada eres lesbiana
que yo sepa.
─ Eso es muy obvio de que no soy lesbiana ─ expuso
Sofía ─ No me gustan las mujeres y nunca han sido de mis gustos.
Aquello, vino a dejar en claro las cosas para
Florencia, que estuvo a muy poco de confesar la mayor de sus verdades y eso
hubiese sido un error sin precedentes.
─ Comprendo ─ dijo seca Florencia, ocultando sus
emociones al máximo y no dejar entrever nada ─ Sofía, si no es mucha la
molestia, puedes dejarme cerca de una parada. Necesito regresar a casa porque
tengo asuntos que resolver.
Sofía, entrecerró muchísimo sus ojos, pues se dio
cuenta enseguida que la joven mal interpreto todo y deseaba largarse cuanto
antes de su lado.
─ Florencia, aún no me has dejado terminar ─ mencionó
Sofía, tratando de persuadirla.
─ Creo que ya he escuchado lo suficiente ─ manifestó
seria Florencia ─ No es necesario que expliques algo que es muy lógico según tu
opinión de las cosas. Está demás, continuar con una conversación que no va a
ninguna parte. Es pérdida de tiempo nada más.
─ ¡Vaya! Te estás comportando como una niña mal
criada, Florencia ─ reprochó Sofía.
─ ¿Qué esperabas? ─ soltó picada Florencia, al ser
llamada niña ─ soy mucho menor que tú. Creo que debes agregarle a mi perfil,
lesbiana inmadura, ¿no te parece mejor el término?
─ ¡Ya basta! ─ protestó cabreada Sofía ─ te concedo la
razón. Esta conversación es inútil. Será mejor llevarte de regreso.
Sin más, Sofía, encendió el motor y giró el volante
bruscamente para retomar de nuevo el camino de regreso a Santiago.
Lo que había sido el inicio de algo que prometía, se
arruinó de una, por el simple hecho de saber en qué plano se hallaban y esa
única pregunta solo trajo desilusión en ambas partes.
Fue así, que al llegar a Santiago, el coche se detuvo
en la primera estación del metro, dónde una joven bajó rauda y se perdió escaleras abajo.
Desapareciendo por completo de la vista del conductor del coche.
─ Esto no se va a quedar así, Florencia ─ masculló
dolida Sofía, y saliendo de ese lugar ─ De una forma u otra haré que comprendas.
Tengo muy claro lo que necesito en mi vida.
En poco tiempo, Sofía, llegó a su hogar a las afueras
de Santiago, en un condominio que por cierto, había sido construido por ellas
misma en su temprana edad como profesionales y que por la seguridad, escogió
para vivir junto a Cristóbal.
Al bajar de su jeep, salió a recibirla su madre, quién
estaba de visita sorpresa. La joven, abrazó fuertemente a su madre y le lleno
de besos, pues desde que llegó de Colombia que no visitaba la casa de sus
padres y su familia era muy importante para la joven Almagro.
─ ¡Ya para niña! ─ se quejó con cariño su madre Alicia
─ Se nota que la lejanía te hiso extrañarnos un poco.
─ ¡Claro que sí! ─ exclamó Sofía, feliz de estar junto
a su madre ─ No necesito viajar para extrañarlos y lo sabes muy bien.
─ No obstante, mi Sofí querida, nos has relegado un
poco, ya que ha pasado una semana de tu regreso a Chile ─ manifestó Alicia ─
¿Ha sucedido algo mi hermosa pequeña?
─ ¿Por qué lo preguntas, madre? ─ Contra preguntó
Sofía, asiendo el brazo de Alicia, mientras entraban a la casa.
Antes de responder, Alicia, ubicó frente a ella a su
hija y le quedo viendo un largo rato sin emitir palabra, tomándose su tiempo
para estudiar a la joven cuidadosamente. Luego de ello, respondió…
─ Sé que la muerte de tu esposo trajo mucho dolor y
que te ha costado aceptarlo y por eso, te refugiaste en ese viaje y en ese país
para tratar de hallar alivio ─ mencionó Alicia ─ Cuando te fuiste hace cuatro
meses, eras una Sofía, completamente marchita y con muy pocas esperanzas en tu
corazón y era lógico, te quitaron lo más valioso de tu vida.
Sin embargo,
la Sofía, que tengo enfrente de mí es muy distinta de la que partió de viaje.
Sin duda, el tiempo cura las heridas, pero es un proceso lento y dudo mucho que
ese viaje haya sido el responsable de tu mejoría en tan poco tiempo o me
equivoco.
Sofía, sonrió ante lo expuesto por su madre y sus
asertivas deducciones.
─ Hija mía, aunque sé que es muy pronto todavía para
que un hecho así ocurra ─ concluyó Alicia ─ puedo saber si te has vuelto a
enamorar otra vez y quién es el afortunado.
─ ¡Madre! ¿Cómo sabes que estoy enamorada? ─ preguntó
Sofía, totalmente asombrada.
─ Mi hermosa Sofía ─ explicó Alicia ─ porque puedes
engañar a todos los demás, pero jamás a una madre.
─ Puedo comprobar que no es un mito después de todo ─
señaló Sofía, con una amplia sonrisa ─ ustedes tienen un sexto sentido que las
alerta de todo.
─ Así es. La intuición es la mejor cualidad de una
madre ─ repuso Alicia, acariciando el rostro de su hija ─ No evadas más mi
pregunta y dime, quién te robo el corazón.
Sofía, se aparto del lado de su madre y se fue hasta
su pequeño bar y sacó un baileys y dos copas, sirviendo un poco en ambas para
luego, ofrecer una a su madre y la otra para sí.
Ambas se acomodaron en un diván y Sofía, luego de
beber un poco, procedió a responderle.
─ Tienes razón, madre ─ confesó Sofía ─ en nada tuvo
que ver el viaje a Colombia, sólo fue un pretexto para huir de los recuerdos
que aquí habían de Cristóbal, que no dejaban de atormentarme hasta lo infinito.
─ Era muy comprensible querer huir del dolor ─ apoyó
en ese sentido, su madre.
─ Así es, madre ─ continuó Sofía, dando otro sorbo a
su trago antes de seguir. ─ Antes de salir del país, yo conocí a una persona
que fue capaz de devolverme la esperanza y cuando estuve en Colombia, su
recuerdo no dejo de acompañarme y seguir brindándome esa paz y sosiego que
tanto necesitaba. No te imaginas, cuanto me sirvió en momentos en que el dolor
amenazaba con destruirme, sólo sus palabras y su imagen, me sostenían como
nadie.
Sin
proponérmelo, esa persona, se fue ganando un lugar en mi corazón hasta
adueñarse totalmente de él sin siquiera esforzarse por conquistarme y hoy es
culpable de mi mejoría, de sentirme más viva y plena que nunca y de volver a
sentir lo que ya creía muerto con Cristóbal.
Y sí, madre, me he vuelto a enamorar y esta vez es muy
distinto que el amor que sentí por mi esposo ─ finalizó Sofía con un profundo suspiro.
Alicia, escuchó atenta todo lo que dijo su hija y por
la fuerza y vehemencia con que hablaba de esa persona y lo que la hacía sentir.
Comprendió que Sofía, estaba muy segura de ese nuevo amor que nació en su pecho
y que sólo amores especiales son capaces de despertar un milagro como el que le
tocó vivir a su hija…renacer de la muerte en vida que le causó la pronta
partida de su marido.
─ ¿Cuándo lo llevaras a cenar a casa? ─ preguntó
Alicia, sin rodeos ─ Será interesante conocer al hombre que sido capaz de
conseguir ese milagro.
Sofía, en ese instante tuvo clarísimo que había
llegado el momento de tomar una decisión o dejar las cosas como estaban…esas
palabras que le trajeron a la memoria, la advertencia de Carla sino reaccionaba
pronto, perdería y mucho.
Se armó de valor y enfrentó su mayor reto…confesar sus
sentimientos por la joven Villar.
─ Madre ─ dijo Sofía, entre suspiros ─ No estoy muy
segura de que querrás que lleve a esa persona a casa, ya que de quién me
enamoré no es un hombre sino una mujer y es una joven empleada de Almapric.
Alicia, quedo con la boca abierta y con los ojos tan
abiertos como platos, fue totalmente sorprendida ante la confesión de su hija.
Estaba en shock y no era para menos, ¿Qué padre le cae en gracia semejante
revelación?...eso fue simplemente, un remezón de escala Richter y con una
magnitud infinita.
Pasaron unos minutos y la señora, seguía impávida y
sin poder gesticular palabra, hasta que…
─ Madre, por favor, dime algo ─ imploró Sofía con
muchísima angustia de decepcionar a la mujer que le dio el ser.
─ Yo…este…yo… ─ balbuceó Alicia, hasta que logró
reponerse un poco ─ ¿Qué quieres que te diga?
─ No sé, qué me odias, que sé yo ─ soltó un tanto
neurótica Sofía, presa de los nervios que le devoraban su Psiquis en ese
momento ─ sólo háblame y no te quedes callada. Me desespera verte así…dime por
último que me destierras y punto.
La mujer, recién ahí, comprendió que había sido
bastante difícil para la menor de sus hijos, tomar el coraje de confesar un
hecho tan delicado y relevante por lo demás. Porque nadie escoge a quién amar,
es un derecho sólo del corazón y si la vida hiso lo que hiso; era por algo; no
existían las casualidades en este mundo.
Dejando de lado, su conmoción. Se levantó de su
asiento y fue hasta donde estaba su hija y la abrazó fuertemente hasta
conseguir serenarla y sólo ahí, podría decirle su parecer y luego de unos
momentos, expresó su sentir.
─ Sofía, nunca pienses que voy a desterrarte o dejarte
de amarte porque tú estés sintiendo algo tan hermoso por una mujer ─ expresó
con infinita ternura Alicia ─ Ante todo y todos, eres mi hija. Te amo como eres
y nunca ha cambiado mi sentir en todos estos años y mucho menos lo hará el que
estés enamorada de una mujer, ¿queda claro, mi princesa?
Sofía, asintió con su cabeza, ya que sin poder
evitarlo, la angustia terminó por hacerla explotar y el llanto dio paso al
instante.
Madre e hija, envueltas en un abrazo, lloraron por
mucho rato, cómo encontrando la verdadera paz y alivio a varios meses de dolor.
Luego de mucho tiempo de consuelo, retornaron al diván
y Alicia, invitó a su hija a hablarle de esa persona que la conquistó y
devolvió las esperanzas.
─ Dime, ¿Cómo se llama esa joven? ─ inquirió su madre.
─ y cómo fue que se conocieron.
─ Se llama Florencia Villar y es… ─ respondió Sofía y
fue contándole a su madre cómo se conocieron y todo lo que ha sucedido en este
tiempo.
Luego de oír a su hija, Alicia, quedo con mucho más
curiosidad que antes, puesto que deseaba conocer a la joven que no solo se
había robado el corazón de su pequeña Sofía, sino que además, había conseguido
un verdadero milagro de amor.
─ No se diga más, la quiero conocer y más te vale que
la lleves cuanto antes a almorzar o cenar con toda la familia ─ demandó Alicia.
─ Te lo prometo ─ respondió Sofía ─ Pero antes de
llevarla, debo resolver algunos malos entendidos.
─ No dejes que Carla, se quede con ella ─ advirtió su
madre ─ no lo vayas a consentir, Sofía. Lucha por esa muchacha y tráela a la
familia, que yo iré preparando el terreno para ese día.
─ Te lo agradezco, madre ─ mencionó feliz Sofía, que
no dejaba de abrazarla ─ Y no te preocupes, que no dejaré que Carla ni u otra
mujer se quede con mi Florencia.
─ ¡Así se habla! Demuestra que eres una Almagro, un
guerrero tenaz ─ animó Alicia ─ Ahora, vamos a disfrutar de una cena familiar.
─ Me parece perfecto ─ respondió Sofía ─ dame unos
minutos y me cambio.
Su madre asintió, mientras revisaba unas revistas en
sala de estar.
El fin de semana pasó volando y ya había comenzado
otra semana de arduo trabajo en Almapric y en especial en el proyecto de
Sapunar.
Como era de esperarse, Florencia, evitó todo el día
toparse con Sofía y cada vez que la veía acercarse, buscaba un pretexto para ir a cualquier parte
a revisar cómo iban los trabajadores.
La Arquitecta, se percató a primera hora de que la
joven, la evadiría a cualquier precio y paciente como todo cazador, esperaba su
turno para atrapar a su presa y muy intuitiva como siempre sabía que la hora de
salida sería su jugada. Así que dejó que la joven Villar, hiciera todos los
movimientos que quisiera y no fue en su busca en ningún instante, se dedicó a
revisar que todo estuviese de acuerdo a lo planeado en lo laboral.
« Huye cuánto quieras,
pero ya te dije que no dejaré las cosas así. No podrás escapar de mí» meditaba en su fuero interno Sofía, mientras
veía a la muchacha alejarse.
La jornada fue extenuante
hasta decir basta para Florencia, que cuando, el silbato marcaba el término del
día. Suspiró aliviada y se fue al camarín a tomarse una ducha rápida porque no
deseaba irse toda pegajosa a la pensión.
Cuando ya estaba por
poner un pie fuera del cierre de faena, el guardia le llamó de súbito por lo
que giró sobre sus talones y ver de qué se trataba, no dio más que dos pasos,
cuando alguien se colgó de su cuello por la espalda.
─ ¿Dónde vas sin mí, encanto? ─ indagó muy sensual una
mujer en su oído.
Florencia, loca de
alegría, se giró para saludar a su compañera y amiga.
─ Carla, qué alegría me da verte ─ dijo sonriente
Florencia ─ ¡Te extrañé tanto! Que hasta tus bromas las estaba añorando.
─ Da gusto que a una la reciban de ese modo, dulzura ─
correspondió Carla, devolviendo el abrazo más estrechamente, provocando la risa
de Villar ─ Ahora eres toda mía y te voy a secuestrar.
─ ¡Quita tus manos de ella, Carla ! ─ advirtió una
potente voz de mujer detrás de ambas jóvenes.
No hacía falta, imaginarse de quién se trataba, ya que
la sonrisa torcida y malévola de Carla al momento de separarse de su compañera
lo decía todo.
─ Sofía ─ murmuró entre dientes Florencia, que la vio
con incredulidad por esa reacción que no correspondía según su parecer.
Y es que aquellos ojos
azules, estaban en su punto más álgido de enojo y sacaban chispas con los de
Carla, que su sola sonrisa desafiante provocaba semejante molestia en la
Arquitecta Almagro.
«No te vas a salir con la
tuya. No dejaré que te quedes con ella» amenazó mentalmente Sofía y su mirada
envió el mismo mensaje a la joven contadora.
─ ¡Al fin! Salieron a relucir tus celos, querida Sofía
─ se dijo para sí la joven Ramos ─ ¡Muy interesante!...solo falta una cosa más.
3 comentarios:
Awwww, he quedado sin palabras =), vaya lo que un mal entendido y los celos pueden provocar!. Continua plis =), cada día espero ansiosa el avance de esta historia que me ha cautivado.
Am Carla me sigue causando confusion y me encanta xp jejeje
GracIaS por el capi *-*
Que tengas un excelente día :)
buenisimoo sin palabras, realmente fabuloso
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