mujer y ave

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martes, 4 de marzo de 2014

Huyendo del dolor.


Un nuevo amanecer, capítulo 2.


Aunque era verano, el aire se sentía húmedo en esa parte del país. Era muy inusual aquella situación. Tal vez, era producto del calentamiento global que estaba viviendo el planeta. Pero eso es un tema poco relevante para la mayoría de los mortales.



Un sol abrasador que se dejaba sentir en la tierra bañada con fuertes lluvias tropicales. Haciendo que el aire se enrareciera para muchos turistas que están de paso por las tierras cafeteras.


Llevaba ya cinco semanas desde que arribará a Colombia y aunque estuvo sólo una semana en Cali, rápidamente se trasladó a Cartagena de Indias para buscar la paz que tanto necesitaba.

A decir verdad, paz era lo que menos sentía en esos instantes, ya que el clima la estaba matando a pausa y se debatía entre una jaqueca o migraña, producto de ese aire.

Por más que se considerara una amante de la Arqueología y el espectáculo de las ruinas del Castillo Felipe de Barajas, fuese algo digno de contemplar y recorrerlo completo perdiendo la noción del tiempo, para Sofía, estaba siendo un laberinto que la estaba asfixiando y en honor a la verdad, no estaba disfrutando, debido a que su cuerpo estaba negándose a aclimatarse al lugar.

Tomando el valor necesario, se apartó del grupo de turistas y se fue a un lugar un poco más apartado para mitigar en parte ese malestar.

Sacó un pañuelo de su bolso y secó el sudor que se había acumulado en su sien y parte de la nariz. Cuando concluyó su labor, procedió en guardarlo y al cerrar su bolso, su anillo rozó el cierre y fue inevitable pensar en su esposo.

Aquella joya, era lo único que la mantenía ligada a Cristóbal, y en verdad que era lo único, debido a que ambos decidieron por voluntad  propia, no tener hijos por estar despegando sus carreras y fue así que de mutuo acuerdo, postergaron ser padres hasta contar con treinta años y estar consolidados en los negocios sin ayuda de sus padres o de otras personas. En ese aspecto, ambos eran sumamente independientes de sus familias y les gustaba buscar nuevos desafíos y establecer sus propias marcas.

Sin embargo una vez conseguido la meta, tuvieron la desafortunada noticia, que Cristóbal, a causa de una orquitis urliana padecida en su niñez, les privo de ser padres y aunque la notica les afectó mucho en un principio y que gracias a la ayuda de una terapeuta matrimonial, consiguieron superar ese gran escollo e iniciaron los trámites para adoptar un hijo, el cual aún estaba en proceso.

Sofía, suspiró hondamente al traer a su mente los recuerdos de 10 años de matrimonio junto a Cristóbal y que a su parecer habían sido los mejores momentos de su vida y al evocar el día de su boda en la catedral de Santiago, cuando contaba con sólo 23 años recién cumplidos, arrancaron gruesas lágrimas de sus ojos…tan sólo eso le quedaban recuerdos, que venían en cámara lenta a martirizarla y a condenarla a una constante soledad que devoraba su alma y contraía su corazón hasta casi triturarlo de tanto añorar al hombre que tanto amó y que la vida se lo arrebató despiadadamente.

En eso…

«Muy pronto todo va a estar bien y cualquier cosa que haya producido esa penita que llevas contigo, el tiempo la sanará y cómo las flores, el astro sol sale para ellas y cada una de ellas, obsequiándoles,  un nuevo amanecer»

Esas palabras vinieron a terminar con el calvario en que se hallaba, Sofía y con pequeños ahogos, producto del llanto murmuró…

─ Florencia ─ susurró entre lágrimas, Sofía y recordó a la muchacha que con una simple pero hermosa sonrisa, logró conmoverla hasta el punto propinarle una dura bofetada de esperanza a tanto dolor.

La joven Villar, sin saberlo, se había vuelto su salvavidas cada vez que el dolor amenazaba con destruirla y llevarla hasta sus abismos, arrancándola de sus garras y devolviéndole un poco de paz y sosiego.
Gradualmente, su llanto se fue esfumando y el recuerdo de la joven, la mantuvo por mucho tiempo embelesada en su sonrisa y sus palabras eran un canto a la esperanza, a la vida… a una nueva oportunidad.

─ No sabes que daría por volver a verte y poder abrazarte aunque fuese una sola vez y calmar este dolor que oprime a mí ser entero ─ murmuró Sofía, ya más sosegada ─. Quiero creer en tus palabras como nunca antes lo echo en mi vida.

Alzó sus ojos azules al cielo en busca de una respuesta del gran poder divino que le indicase que esas palabras eran ciertas y que se cumplirían pronto. Y como si fuese un milagro y como respuesta a su plegaria, entre las nubes vio una formación de nubes que de golpe le trajeron a su mente la imagen de Florencia con una mano tendida hacia ella y con una flor entre sus manos.

Aquella visión, la desconcertó un poco por lo inusual de cómo surgió y por otro lado, le hicieron comprender que aquella joven estaría estrechamente unida a su vida en un forma que no alcanzaba a vislumbrar y que sin embargo, algo dentro de su corazón brincó de súbito y le hizo pensar que Dios coloca a las personas justas en la vida para comenzar cambios que traerán nuevas vivencias y que por sobre todo son para mejor.

─ Florencia ─ volvió a susurrar Sofía ─ ¿quién eres en verdad?

Lanzada la pregunta al aire, decidió retornar hasta dónde se encontraban los demás y así, dar  paso a que la vida continuase con su orquestación habitual.

Mientras todo eso sucedía en tierras morenas y célebres por su café como sus paisajes. Muy distante de ahí, en Santiago, una joven volvía a revisar los planos de estructuras y repasar las especificaciones técnicas acotadas por el ingeniero y que no concordaban con lo que se ejecutaba en terreno.

─ ¿Has podido hallar la falla? ─ preguntó Néstor.
─ En eso estoy ─ explicó la joven.
─ Florencia, debemos encontrar la maldita equivocación o de lo contrario Mariela, nos hará la vida a cuadros ─ refutó con disgusto el administrador de la obra.

La mencionada, desvió sus ojos de los planos en cuestión para clavarlos en ese hombre, que a veces era muy arrogante con algunas mujeres de la empresa y que desmerecía sus capacidades por el simple hecho de ser mujer y que nada debían hacer en el terreno de los hombres.

─ Tú me disculparás Néstor, pero antes de descargarte conmigo, deberías buscar a quién diseño estos planos y ver directamente con él, esos errores que tanto haces hincapié ─ reprochó calmadamente la joven.
─ ¿Acaso tú no eres constructora?─ contravino Néstor, molesto ante el comentario de la muchacha ─. ¿No puedes resolver algo tan simple?
─ ¿Y tú no eres ingeniero mecánico? ─ respondió inquisitivamente Florencia ─. Con mayor razón para resolver un asunto netamente de cálculo estructural o no me digas que te dedicas a desnortar a una mujer solo por su condición.
─ ¡A ver!... ¿quién te crees para usar ese tonito conmigo? ─ explotó Néstor y señalándola con el dedo, acotó ─. No olvides quién soy y el peso que tengo en esta constructora y que tú solo eres una recién llegada aquí y que le falta mucho paño por cortar.
─ Y eso te da derecho a denigrar a tus trabajadores sólo porque tienes una posición privilegiada… ¿realmente eso te enseñaron en la universidad? ─ rebatió con cierto disgusto Florencia.
─ Mira niñita sabionda…no me vengas a dar clases de ética profesional y avócate en hallar la solución al problema o de lo contrario tendré que decirle a las arquitectas de tu ineficiencia profesional ─ advirtió Néstor con mucho despotismo.

Florencia, no alcanzó a responder, cuando fue interrumpida por una voz grave detrás de ellos.

─ ¿Se puede saber qué está sucediendo aquí? ─ preguntó seria Mariela, que estaba acompañada de Carla y de otra mujer.

Néstor, quiso sacarle provecho a la situación y propinarle un golpe bajo a Florencia…

─ Pregúntale a la ineficiente de tu empleada ─ expuso Néstor ─. Parece mentira que salgan tan malos profesionales hoy en día y que les regalen el título. Esta mujer es incapaz de solucionar un simple detalle.

Florencia, entrecerró sus ojos ante el ardid que estaba urdiendo el administrador, sabía que tenía todas las de perder por los años de experiencia que éste poseía. Aun así, no se dejó intimidar.

─ A mí no me han regalado ningún título, ya que me esforcé al máximo para ser una de las mejores de mi promoción.  Y en cuanto a solucionar ese detalle, no me puedes pedir que en 15 minutos halle el error de un proceso que debe ser revisado minuciosamente, ya que está hablando de algo que puede afectar directamente a la estabilidad del inmueble y ocasionar un grave accidente. ─ rebatió enérgica Florencia.
─ Se supone que tienes los conocimientos necesarios y la experiencia para dar soluciones a inconvenientes como éste ─ contra atacó Néstor, que no iba a dejar de ridiculizar a la joven ante la dueña.

Antes que Florencia, pudiese responder, fue interrumpida por Mariela, viendo que la actitud de su empleado estaba siendo muy marcada con respecto a la joven Villar.

─ Un momento Néstor. Permíteme recordarte que Florencia, acaba de egresar y carece de la experiencia que tu cuentas ─ intervino una Mariela, seca y molesta por lo que escuchó de su empleado ─. Además, no me parece apropiado que uno de mis hombres de confianza y que está a cargo de uno de mis proyectos, tenga una actitud tan denigrante y grosera con un subalterno. Ese tipo de cosas, no las tolero.
─ Pero, Mariela…─ se quejó él.
─ Arreglaremos este asunto en mi oficina antes de que te vayas ─ demandó ella ─ ahora lleva esos planos con Mario y busquen una solución cuanto antes.
─ De acuerdo ─ respondió dolido el hombre, quién le lanzó una mirada asesina a Florencia, antes de arrebatarles los planos de la mano.

Sólo cuando el hombre, hubo desaparecido de la vista, Mariela, volvió a concentrarse a lo que había venido.

─ Florencia, ruego disculpes los malos tratos de Néstor, es que el estrés lo tiene con el genio podrido ─ mencionó Mariela a modo de disculpa y añadió ─. Ya hablaré con él más tarde.
─ No debe disculparse, en parte es comprensible desear tener soluciones de inmediato ─ expuso la joven ─. No obstante, no encontré error en las especificaciones técnicas. Creo que debe haber un error de cálculo en la enfierradura  que se debe usar.
─ Comprendo ─ señaló Mariela con cierta inquietud ─ hazme llegar esos planos y muéstrame en qué te basas.
─ Si desea, lo vemos ahora mismo ─ repuso Florencia.
─ En este momento no ─ respondió Mariela ─. He venido a otra cosa. Florencia, quiero presentarte a Casandra Goicochea, mi socia, arquitecta al igual e ingeniera en electricidad. Con ella, vas a trabajar a contar de mañana.
─ Encantada de conocerte Flo ─ saludó cordialmente Casandra y estrechó la mano que la muchacha le tendió ─. Me han hablado mucho de ti y me han dado buena referencia tuyas.
─ El gusto es mío ─ devolvió el saludo Florencia y al retirar su mano, se percató en los ojos celestes de Casandra, de los cuáles un leve destello se desprendió. ─. En cuanto a las referencias es muy temprano para hablar con propiedad de mis capacidades, ya que debo alcanzar un nivel más alto y sólo la práctica en terreno me dará una mayor experiencia y así mi nombre podrá alcanzar prestigio y un sello propio ante el mundo de la construcción.

Casandra, quedo de una pieza al escuchar el discurso final de la joven Villar y sólo Mariela, permanecía impertérrita ante lo expuesto, ya que en lo que va del mes y medio que lleva la joven en la empresa, se dedicó a observarla detenidamente y a estar siempre detrás de cada una de sus acciones, lo que venía a confirmar lo dicho por la muchacha no era ningún arranque de alarde sino un claro signo de que estaban ante una mujer que admitía sus falencias, pero que sin embargo, tenía una cualidad que la hacía propia y era: su marcada ambición en superarse y llegar lejos en lo profesional a estratos que solo los perseverantes se coronan…la cúspide.

─ ¡Vaya, vaya! Veo que no eres nada tímida en decir que quieres llegar a lo más alto ─ señaló Casandra con cierta picardía.
─ No quiero llegar alto,  sino ser la mejor en lo que me apasiona y quiero dedicarme toda mi vida ─ expuso con fuerza Florencia.
─ Sin duda que esta jovencita tiene metas muy claras ¿no te parece Mariela? ─ mencionó divertida Casandra.
─ El tiempo dirá si es así o de lo contrario será como muchos que mueren en la mediocridad al no superar los desafíos de la vida y sus encrucijadas ─ sentenció Mariela con un marcado tono de prudencia en sus palabras.
─ Tan precavida como siempre,  querida mía ─ se mofó Casandra de su colega y socia. ─. Nunca dices algo por decir sin tomar serias medidas de tus actos.
─ Es elemental Casy y tú lo sabes mejor que nadie ─ replicó Mariela y viendo a Florencia, acotó ─. Cualquier paso a dar debe ser debidamente analizado de lo contrario se lamentan a raudales sus consecuencias.

A la joven Villar, no le pareció bien del todo lo dicho por su superiora y se apresuró en intervenir.

─ En la vida no basta con un análisis acabado de todo lo que se hace. Muchas veces debemos dejarnos llevar por nuestros instintos, ya que en la vida no todo está estructurado para ello ─ rebatió Florencia ─. Cuanto más encasillado estás a un sistema menos puedes percibir los errores y ver qué harías para salvar una situación que se califica de nefasta. Es ahí que debes olvidarte de todo lo aprendido y espontáneamente buscar la solución. Solo así puedes evolucionar,  con cada caída aprendes y te haces maestro en lo tuyo.

Si las palabras ocasionan convulsiones interiores en las personas, ésta era la ocasión para ello, ya que lo expuesto por Florencia dejo en shock a Mariela y con tamaños ojos a la arquitecta Goicochea, que sobreponiéndose a lo dicho, exclamó…

─ ¡Wow! ─ alabó Casandra y con su mano a la altura de su corazón y exagerando sus expresiones en el rostro, añadió. ─ Tú me perdonarás Mariela, pero esta niña acaba de darte una cátedra de la perfección absoluta y no sabes el gusto que me da tenerla en mi equipo. Admítelo que es genial esta chica, además dudo que te la pueda ceder para otros proyectos.
─ ¡Ya veremos! Si está en lo cierto o no. El tiempo dirá ─ contravino Mariela ─. En cuanto a los proyectos, podrás trabajar con ella hasta que nuestra socia mayor regrese de su viaje, ya que fue quién la escogió personalmente.
─ ¡Qué lástima! Debería haber sido yo, quién te descubriera encanto ─ indicó Casandra divertida ante toda la situación. ─. Te aseguro que seríamos la mejor dupla de Almapric.

Florencia, que no entendió la disputa que había entre ambas dueñas, sólo se limitó en sonreír tímidamente.
Por su parte Mariela, movió su cabeza en gesto de desaprobación con respecto a su socia y fijo la vista en su empleada. Sopesando lo dicho por ésta y también por su colega. Ya habría tiempo de comprobar sus dichos, por ahora, lo importante era seguir con el trabajo.

─ Florencia, a contar de hoy trabajarás con Casandra en un proyecto en Las Condes y será hasta el regreso de la dueña de esta empresa ─ señaló tajante Mariela ─. Pero antes de partir, pasa por mi oficina para ver lo de los planos. Te espero dentro de 20 minutos más. Ahora si me disculpan debo resolver unos asuntos.
─ Ve tranquila, yo cuidaré de ella ─ acordó Casandra ─. De paso le explicaré en lo que estoy trabajando.
─ Está bien ─ señaló Mariela ─. No lo olvides, Villar, en 20 minutos ni un segundo más.

Cuándo Mariela, se perdió de la vista de ambas. Casandra, procedió en explicar brevemente su proyecto y al finalizar, se ofreció para llevarla hasta la oficina de Sopric. No sin advertirle, que la impuntualidad era lo que más aborrecía Mariela en una persona.

Por su parte, la oficina de ésta última…

─ Será la última vez que te escuche hablándole así al resto de mi personal ─ bramó Mariela ─. Parece mentira que uno de mis mejores hombres, se comporte como un patán por el simple hecho que no te gusta trabajar con mujeres. Acaso no naciste de una mujer ¿Qué pasa contigo Néstor?
─ No sé ─ contestó éste algo avergonzado ─. Solo que no confío en ella. Eso es todo.
─ Sabes una cosa, creo que lo tuyo no va por la desconfianza ─ señaló Mariela ─ sino por otra cosa.
─ ¿Qué sería según tú? ─ inquirió Néstor.
─ Hay una cosa que tú no perdonas y es el hecho de no haber incidido en la contratación de un nuevo personal ─ dijo sin rodeos Mariela ─. Por ende, buscas una excusa para exponerlo y así, sacarlo del camino. En pocas palabras envidias la posición de tu compañero.

El administrador, quedo mudo ante la verdad de los hechos con los que se le acusaba. La Arquitecta no estaba para nada errada, siempre que un trabajador no pasaba por el visto bueno de éste, le perseguía hasta botarlo de la empresa sin remordimientos.

─ Te voy a dar un consejo Néstor y va a ser por respeto a tus años de servicio y desempeño en esta empresa ─ expuso Mariela ─. No dejes que la envidia te corroa, porque perderás más que tu empleo, perderás tu valía como persona.

Con un profundo suspiro para adentro, Néstor, sopesó las palabras de su jefa.

─ Tendré presente tus palabras ─ consistió el administrador.
─ Me parece bien. Otra cosa más ─ advirtió Mariela ─. Deja tranquila a Villar, porque de lo contrario tendrás serios problemas con Sofía y no te dará una oportunidad más.
─ ¡Vamos! Ella no está aquí y no la conoce siquiera ─ señaló con cierta ironía el hombre.
─ No estés tan seguro de ello ─ contravino Mariela ─. Sofía es quién escogió a Florencia y la está respaldando. Dudo que te quieras enfrentar con ella, pues sabes de ante mano que no es aconsejable desafiarla.
─ ¿Por qué debería emprenderlas contra a mí? ─ preguntó con cierta molestia Néstor ─. Sólo cumplo con mi labor de velar que todo salga cómo ustedes misma nos exigen desde el primer día que nos contratan.
─ Sofía, jamás ha cuestionado tu desempeño como tampoco tus decisiones ─ contravino Mariela, ─. Solo te estoy previniendo que dejes tranquila a tu compañera, ya que si mi socia descubre el trato que has tenido para con Villar, te aseguro que te pondrá de patitas en la calle.
─ ¿Sofía podrá llegar a tanto por una desconocida? ─ inquirió el administrador, quién se paseo por la habitación.

Mariela, alzó sus ojos y no apartó esos ojos verdes de su hombre de confianza y repasó mentalmente cómo fue que llegó a ser su mano derecha, ya nada quedaba de aquél hombre sencillo que lo único que deseaba una oportunidad para demostrar que era el mejor de todos y que a pesar a su falta de estudios, Ella y sus socias creyeron en esa ambición que se percibía en su mirada y le mandaron a concluir sus estudios universitarios y éste pago con creces esos conocimientos.

Sin embargo, atrás quedo ese hombre que  de simple y paso a ser arrogante como la mayoría de los profesionales que se dedicaban al rubro de la construcción de tanto lidiar con personas con menos conocimientos que ellos, por lo cual, terminaban por ser duros y muchas veces déspotas y era que en este mundo había que forjar un carácter serio o de lo contrario se exponía a ser pasado a llevar por todos y bien lo sabía Mariela, que dejo de lado su fineza para convertirse en la más dura de las tres Arquitectas, con un porte severo y exigente, ganándose el respeto de sus superiores y la antipatía  de muchos de sus compañeros tanto varones como mujeres.

Ella, podía entender muy bien a Néstor. No obstante,  una cosa era darle su respaldo en todo y otra cosa era irse en contra de su socia y mejor amiga. Eso no tenía comparación y sólo siendo fiel a sus principios, le volvió aconsejar.


─ Sé inteligente y admite cuando retirarte de una partida, porque Sofía es un adversario temible y te destrozaría si te metes en sus asuntos ─ previno Mariela ─ No por nada tiene el prestigio que cuenta, se lo ha ganado a pulso y vencido a personas que realmente la han querido ver destruida.

Al fin las palabras lograron calar en el ánimo de Néstor, ya que en todos los años de trabajar para Almapric, vio como un grupo de profesionales de la Arquitectura, habían tratado por varios medios, hacerle caer hasta el punto de ejercer presión en la banca para quitarle el respaldo económico y no obstante, Sofía, supo lidiar con ello y hacerles frente y salir airosa y uno a uno los vio caer y salir del país perseguido por sus acreedores.

Es bien dicho que cómo actúas te tratan u otro dicho que existe es que  tu cosecha será producto de tu siembra y todo lo que hagas se te devolverá multiplicado siete veces, por lo tanto, no hagas mal porque este volverá a ti tarde o temprano.

─ Sofía, es una mujer que tiene dos caras ─ expuso Néstor, tocando sus barbilla ─ Y no es mi deseo toparme con la otra Sofía.
─ Es lo más aconsejable, hombre ─ concordó Mariela ─ Es mejor ver a la tenaz Sofía que ver su otra faceta.
─ En eso estamos totalmente de acuerdo ─ repuso el hombre.
─ Bueno como ya aclaramos este dilema, te invito a que retornes a tu trabajo y despaches al personal diez minutos antes, ya que tendremos una reunión antes de que Sofía regrese.
─ Entendido ─ respondió Néstor y se fue en dirección de la puerta.
─ No lo vayas a olvidar Néstor ─señaló Mariela.
─ ¿Olvidar qué? ─ preguntó éste que se volvió a ver a su jefa.
─ Sobre Villar ─ recalcó Mariela.
─ ¡Ya entendí! ─ respondió con desgano el hombre y se mandó a cambiar.

Una vez que éste se fue, Mariela, observó por la ventana de su oficina a su empleado.

─ Algo me dice que harás oídos sordos a mi advertencia ─ concluyó Mariela─ Sin duda
es increíble ver lo que detestas a esa chica y más saber que es la protegida de Sofía.

La Arquitecta Sopric, sólo se limitó en mover su cabeza en señal de cansancio y  no era para menos, tener que lidiar con tantas personas y sus prejuicios, era para desquiciar a cualquiera.
Fue así que la jornada finalizó rápido y en la salida se toparon Néstor y Florencia.
Ambos, se quedaron viendo por unos segundos y pudo notarse que no eran compatibles y que no habría un nivel de acercamiento al menos no en una posible amistad o camaradería en lo profesional.

Así, las semanas literalmente pasaron volando y ya estaban en el cuarto mes. En dónde todo era locura porque se debían entregar dos proyectos a una entidad pública y si sobrepasaban el límite de tiempo, deberían pagar al mandante con la boleta de garantía y eso era lo último que querría Sofía Almagro.

Hablando del Rey de Roma…ya había regresado al país y pronto se integraría a sus funciones.

En el corredor de un pasillo, detrás de algunos conteiners…una melena cobriza, se ondulaba al son del viento, provocando la inmediata reacción de una joven que casi choca con el borde de una escalera y de no ser por su casco, se hubiese quedado prendada de la estructura. Y como acto refleje retorno sus pasos en la dirección en que había visto aquella imagen.

─ ¡Hey Florencia! Apresúrate que llegaremos tarde a la reunión y Mariela nos matará ─ advirtió Carla, que se giró a ver a su amiga que se había quedado atrás.
─ Ya voy ─ respondió Florencia, que no dejaba de ver un lugar en particular.
─ ¿Se puede saber qué estás viendo? ─ inquirió Carla, que se acercó al lugar que estaba su compañera y ahora fiel amiga.
─ Es que me pareció ver algo ─ repuso Florencia ─ pero deben haber sido imaginaciones mías.
─ Más que seguro que lo son ─ aseveró Carla ─. Pues yo no veo nada ni a nadie. Así que será mejor que nos vayamos.
─ Ok, tú ganas Carlanga ─ respondió Florencia, que le sonrió dulcemente a su amiga.
─ ¡Oye! Ya te dije que no me llames así ─ protestó Carla, que le dio un pellizco en el brazo a su compañera.
─ ¡Auch! ─ exclamó Flo, sobando su ante brazo ─ Duele, tontita.
─ Eso te pasa por llamarme de ese modo ─rebatió Carla y tomando la mano de la muchacha, acotó ─ Deja de quejarte y vamos pronto, mira que la jefa me pidió que te llevará personalmente, ya que van a comenzar un  nuevo proyecto y más encima estarna las tres socias.
─ ¿Tres socias? ─ Preguntó Florencia algo desconcertada ─ No era que sólo había dos.
─ Son tres. ─ respondió Carla ─ Ya veo que algunas cosas se te olvidan fácilmente. Para tu información cuando tú entraste a trabajar la dueña del 60 % de todo esto, se iba de viaje fuera del país.
─ Lo había olvidado ─ mencionó Florencia ─ Algo había escuchado a Mariela.
─ Así es ─ acotó Carla ─Es más que seguro ella ya esté de vuelta y que asista a este reunión y que por cierto trabajarás directamente  a su lado.
─ ¿Y cómo se llama? ─ inquirió Florencia.

Su pregunta no alcanzaría a ser respondida, cuando se escuchó a sus espaldas.

─ Llegas 5 minutos tardes Florencia ─ reprochó en seco Mariela a sus espaldas y con el cejo fruncido.
─ Lo siento ─ se disculpó ésta ─ Estaba absorta en esos planos eléctricos que llevará la suite, que no escuché el teléfono.
─ Eso me lo imaginó ─ respondió Mariela ─ Sino no fuese que eres demasiado trabajólica, estarías en la azotea soldando con los obreros. Sólo eso te exime de tu impuntualidad.
─ No volverá a ocurrir ─ señaló avergonzada Florencia.
─ Eso demuéstramelo en otra ocasión ─ demandó la Arquitecta ─ Ahora, entren las dos, que la reunión ya comenzó.

La habitación estaba algo oscura y poco se podía apreciar el rostro de los demás asistente, ya que se estaba exponiendo la maqueta de un nuevo proyecto inmobiliario de un espacio urbano que se construiría en Recoleta, en autocad y sketchup.

La exposición  continuó por espacio de 15 minutos más. La luz volvió a la habitación y claramente, le costó un tanto a Florencia habituarse a ella y pasando por  alto ciertas cosas y no percatarse de que un par de ojos que le veían desde que entrará por la puerta.

─ Bueno señores, ese sería el prototipo de este mall y referente a la zona de aparcamientos, tendríamos que replantearnos una nueva alternativa, tal como señalará Cassandra ─ Explicó Renzo, Arquitecto.
─ No sólo debemos ver los estacionamientos, sino que también ver si el municipio nos acepta tener los ascensores fuera del edificio ─ expuso Mariela ─ es ambicioso el proyecto ya que debe lidiar con las normas de seguridad y a eso debemos sumar, los jardines colgantes que deseas construir.
─ Todo es factible Mariela ─ respondió Renzo. ─ Además que sería pionero y está dentro de los tres que escogió el municipio.
─ Dame un día para que lo estudiemos con las demás y te daremos una respuesta ─ instó Mariela.
─ De acuerdo que no sea más que eso ─ señaló Renzo ─ mira que debemos tener esa respuesta vista para este jueves y así responderle al Alcalde
─ Lo haremos ─ intervino Cassandra y viendo a la joven Villar, añadió ─ Ahora si nos disculpa.  Florencia, quiero presentarte a nuestra socia, Sofía Almagro.

Fue ahí, que Florencia cayó en cuenta de la persona que estaba al lado de las otras dos Arquitectas. Era una mujer de contextura delgada, blanca como la nieve, de cabello cobrizo y unos penetrantes ojos azules... esos ojos, ya los había visto antes.

Fueron los ojos de la propia Florencia que se abrieron como platos al percatarse de quién se trataba…

─ Sofía ─ murmuró Florencia y no podía dejarle de ver, pues su sorpresa era mayúscula al darse cuenta que la joven que conoció en aquella ocasión, era nada menos que la dueña de la constructora.

Fue la propia Sofía, quién acortó la distancia y tendió su mano en señal de saludo, ya que la joven Villar, estaba aturdida aún.

─ ¡Por fin, nos volvemos a ver, Florencia! ─ señaló Sofía, que seguía con su mano estirada ─ El mundo es pequeño, ¿no te parece?
─ Ya lo…creo ─ dijo tartamudeando Florencia, producto del empellón que le diese Carla con el codo, para hacerla reaccionar y torpemente estrechó su mano. ─ Este…Señora Almagro.

En el momento que sus manos se juntaron, Florencia, supo que Sofía era casada, por el anillo que llevaba en su mano izquierda y por ello de sus palabras. No obstante a eso, algo peculiar paso que trató de hacerse la desentendida al instante y sólo una tímida sonrisa asomó en sus labios.

─ Soy viuda de Peters ─ aclaró Sofía, cuyos ojos azules, se opacaron un poco más al ver la reacción de la joven, cosa que no supo comprender en ese instante e igualmente ocultó su sentir disimulando con un semblante más frío como el que acostumbran las mujeres de negocio.
─ Lamento su pérdida ─ se apresuró en decir Florencia, que comprendió el porqué de su tristeza y esos marchitos ojos azules.
─ Gracias, pero ya estoy bien ─ acotó Sofía, quién desvió sus ojos de la joven y ésta no viese más allá y dirigiéndose a sus socias ─ Bueno chicas, es hora de que vayamos por un café, ¿les parece?
─ Claro…claro ─ murmuró Mariela, algo extrañada de la reacción de su colega y fue arrastrada por Sofía y Casandra.

Sólo cuando estuvieron en la cafetería, se atrevió a preguntarle…

─ Pensé que deseabas hablar cuanto antes con Villar ─ mencionó Mariela, mientras le daba un sorbo a su bebida.
─ No era el momento más propicio ─ indicó Sofía con un suspiro ─ Ella aún no está lista para mí.
─ ¡¿EH?! ─ fue la exclamación que salió de los labios de las otras dos mujeres.

Los ojos azules, no veían el rostro estupefactos de sus colegas, ya que su mente vagaba en otro sitio…mejor dicho, en la presencia de una mujer. 

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