Un nuevo amanecer, Capítulo 3
─ No
era el momento más propicio ─ indicó Sofía con un suspiro ─ Ella aún no está
lista para mí.
─
¡¿EH?! ─ fue la exclamación que salió de los labios de las otras dos mujeres.
La exclamación
que salió de la garganta de sus socias, eran menores con respecto a expresión
de sus rostros, puesto que el comentario les cayó como balde de agua fría.
─ ¡Puedes
explicar tus dichos, Sofía! ─ Demandó Mariela, alzando su ceja izquierda en
señal de incredulidad.
Sofía; por su
parte; no deseaba entrar en muchas explicaciones, ya que ese tema era de índole
personal y aún no había claridad…todo era confuso, se puede decir que era
temprano para emitir un juicio acabado de lo que en su mente estaba sucediendo.
─ No hay nada que
explicar, Mariela ─ fue la escueta respuesta de Sofía, que probó el último
sorbo de su café.
─ ¡Nada qué
explicar! ─ insistió ésta ─ ¿Estás segura?
─ Veo que jamás
te darás por vencida ─ espetó Sofía, clavando sus ojos azules en los de su
socia ─. Para calmar a tu sagacidad, te diré que mis palabras estaban enfocadas
en la parte laboral.
─ Debiste
explicarlo de ese modo, ya que tu
comentario fue muy ambiguo y se podría prestar para malos entendidos, mujer ─
corrigió Mariela ─. Mira que casi llegué a pensar que te referías a un aspecto
más emocional.
─ En verdad eres
bastante mal pensada Mariela ─ dijo una molesta Sofía, que ya se levantaba de
su asiento ─ No me gusta para nada lo que tratas de insinuar.
─ ¡Yo no insinuó,
Sofía! ─ acotó con la misma fuerza Sopric ─ Digo lo que pienso y siento.
Además, es tu culpa por no «decir las cosas por su nombre»
─ ¡Ya basta! ─
elevó la voz Sofía, que golpeó la mesa ─ Cuando quiera que me den un sermón,
buscó a un cura y confieso todos mis pecados. Acabo de regresar y no te tomó
más que un par de minutos buscar un motivo para echarme encima tu sarcasmo ¿qué
tienes en la cabeza?
─ ¡Chicas…chicas!
─ intervino Casandra, que siendo las más relajada de las tres; no le gustaba
ver enfrentarse a sus colegas, porque las dos eran cosa seria cuando el coraje las
inundaba.
─ ¡Pueden
calmarse un poco! ─ continuó Casandra, tomando ambas manos de sus socias ─.
Parece mentira que la época de la universidad aún no se termina con ustedes
dos. ¡Chicas ya maduren de una vez y compórtense como mujeres adultas! Ya
estamos viejitas para peleítas de niñitas.
─ ¡¿Viejitas?! ─
exclamaron a viva voz las otras dos.
Con tan espantoso
quejido, Casandra, sólo se limito en asentir con su cabeza y con una cara de
niña buena; pestañeando repetidamente y dándole un aire travieso, que consiguió
apaciguar los ánimos de sus socias y una sonora carcajada brotó
instantáneamente en las otras Arquitectas.
─ ¡Al fin! ─
exclamó Casandra y elevando sus manos al cielo ─ ¡Gracias mi Dios por librarme
de estas dos bestias!
─ ¡Oye tú ¡ ─ se
quejó Mariela, dándole una palmada en la frente como en su época universitaria ─
¡Cómo que bestias! Y vieja será tu abuela.
─ En eso
concuerdo con Mariela ─ acotó Sofía, despeinando por completo a su colega ─ ¡La
ropa está vieja! Una está en la flor de la vida. En la época dorada que toda
mujer anhela.
No contentas con
sus actos, ambas jalaron de las orejas a
Casandra y al mismo tiempo, exclamaron…
─ Respeta a tus
mayores… ¡Enana! ─ vociferaron muertas de la risa.
─ ¡Suéltenme! ─
protestó Casandra y cuando fue liberada, añadió ─. Son unas abusivas…todo
porque les pusieron salitres en los pies de bebé, ¿cuándo será el día en que me
respeten?
─ ¡Nunca! ─
rebatieron las otras dos, al mismo tiempo que tomaron rumbo a sus oficinas.
─ Uno de estos
días me las van a pagar todas ─ amenazó
la Arquitecta Goicochea, apurando el paso para alcanzarlas ─ No solo son
parientes de las jirafas sino que se parecen a pie grande de las tremendas
zancadas que dan.
Tanto Sofía como
Mariela, se quedaron mirando por un segundo y volvieron a estallar en
carcajadas.
─ La pobre ya no
tiene remedio ─ señaló Mariela ─ Sigue con el mismo discurso de hace 15 años
atrás; cuando debía correr para
alcanzarnos para no llegar atrasadas a clases.
─ Así es. Casy,
aún no lo consigue a pesar de todos estos años ─ concordó Sofía y volteando a
verla, añadió ─ Esfuérzate un poco más Casandra…mira que las tortugas te ganan
en una maratón.
─ ¡Jajaja! ─
rabió ésta ─ ¡Muy chistosita! Son unas abusivas de lo peor.
─ No protestes
tanto y acelera el paso ─ provocó Mariela ─ Mira qué sino el tren te dejará
también.
─ ¡Idiota! ─
masculló Casandra, que en un arranque de ego, voló por el pasillo y las rebasó
en un abrir y cerrar de ojos.
Provocando la
risa espontánea de las otras dos mujeres, que sabían cómo hacerla enojar y
sacar lo mejor de ella.
Entre risas, se
perdieron cada una en sus respectivas oficinas y proseguir con sus proyectos.
Mientras, en otro
sector del edificio…
─ ¿Se puede saber
qué piensas tanto? ─ interrumpió Carla, al colocar su mano sobre el hombro de
su amiga y colega de trabajo.
─ En que la vida
tiene muchas sorpresas ─ explicó Florencia.
─ ¿Es tan
importante que no te deja concentrarte en tu trabajo? ─ preguntó Carla ─.
Llevas más de media hora y sólo te quedas viendo por la ventana dando suspiro
tras suspiro.
─ Discúlpame,
Carla ─ expuso Florencia, que se dispuso guardar el plano y despejarse un poco ─.
Creo que será mejor que deje esto de lado por un rato. No conseguiré nada si
continuó con ello.
─ Me parece lo
más sensato ─ concordó Carla ─ ¿quieres acompañarme con un cigarro? Podría
ayudarte a despejar tu cabecita.
─ Tú sabes muy
bien que no fumo ─ contravino Florencia.
─ ¡Anímate! ─
persistió Carla ─ puede que consigas dejar de pensar tanto.
─ Agradezco tu
ofrecimiento, pero declino tu invitación ─ rechazó Florencia.
─ De acuerdo ─
respetó Carla y sacando su cajetilla de cigarros, agregó ─ cualquier cosa,
estoy en el lugar de siempre por si necesitas un hombro para descansar.
─ Gracias ─
respondió Florencia.
Al momento en que
la contadora, tomaba de la manilla de la puerta, volteó a ver a su compañera y
añadió…
─ Sofía es un pez
inalcanzable para ti ─ soltó Carla, guiñando un ojo y salió rauda de la oficina
sin esperar respuesta a sus dichos.
Florencia, quedo
de una pieza y su boca se abrió de la impresión, más ninguna palabra pudo
articular en su defensa.
─ ¿Acaso se habrá
dado cuenta? ─ murmuró Florencia, sacudiendo su cabeza para no dejar que sus
pensamientos la pusieran de cabeza ─. Eso es imposible, siempre he sido muy
cuidadosa en mi vida privada.
En la vida de las
personas hay temas que son muy delicados y más tratándose del corazón, por lo
que se protege muchísimo esa parte íntima y no exponerse a una desilusión o
desventuras que pueden dejar una marca indeleble de la cual no siempre se
repone.
Para Florencia,
no fue nada fácil asumir su inclinación ya que proviene de una familia muy
conservadora y cuando tuvo que zanjar de plano un posible casamiento que
pretendía su padre con unos de los hijos de su mejor amigo y que además venía
hacer por conveniencia de negocios de ambos hombres.
Optó por tomar la
más dura decisión y contar su propia verdad. Encendiendo el enojo de su
progenitor y causando la consternación de su madre. Siendo su padre, quién le
dio a elegir: se casaba y hacían borrón y cuenta nueva o se marchaba de casa
una vez egresada de la universidad.
La muchacha en
ese tiempo sólo contaba con 20 años y con el respaldo de su abuela materna;
quién la acogió en su casa, finalizó sus estudios, realizó su practica en el
municipio de Coihaique y al cabo de unos meses se tituló de Constructor Civil.
Sin duda, que el
tiempo en algo ayudó a suavizar su relación con sus padres, quienes al verla
dedicarse al cien por ciento a sus estudios e informados constantemente por la
abuela. Consideraron ir a la ceremonia de titulación y aunque no consiguieron
que la joven retornarse con ellos a su hogar, resignados; decidieron apoyarla
en cierta forma y contribuyeron en lo económico para la estadía en Santiago y
buscase así, su futuro.
Claro está, que
jamás se le paso por su cabeza ponerse en plano de buscar pareja, ya que para
ella, era fundamental forjarse primero un futuro y así, tener algo que
ofrecerle a una posible pareja…eso si tenía la dicha de poder hallar una mujer
para ella.
En el poco tiempo
que llevaba en la capital, nunca una mujer le llamó la atención. Mejor dicho,
no le prestaba atención a ninguna falda que deambulase por la calle, cómo
solían decirle sus hermanos cuando veían a una chica.
Florencia, estaba
avocada en encontrar trabajo y así, cumplir su sueño de ser independiente en el
mundo de la construcción y tener su propia constructora que se orientase a la
reconstrucción de edificios patrimoniales y en la recuperación de técnica
antiguas de edificación como casonas hechas de adobe, entre otras. Empleando
para ello, una nueva amalgama para hacerlo más duradero y atractivo para
aquellas personas que deseaban recuperar o preservar el legado de una familia.
No obstante, las
casualidades no existen en este mundo y el caminar le llevó a encontrar en su
senda a una mujer como Sofía y aunque en un principio, fue solo un encuentro
casual; lejos estaba de serlo y al igual que la joven Almagro, se la pasaría pensando en ella.
El ver tanto
dolor en sus ojos, la conmovió de una forma que la marcó bastante al punto de
despertar muchas veces a media noche o en la madrugada, con aquellos ojos
azules que no dejaban de llorar y por más que tratase de consolarla al
hablarle, sus palabras no llegaban a ella y sólo era testigo como Sofía,
regresaba una y otra vez a una tumba, aunque no lograba ver el nombre en el
escrito.
Cuando se hallaba
en la pensión tras regresar del trabajo, siempre o casi siempre evocaba la
imagen de aquella colorina de mirada triste y siempre le enviaba desde lo
profundo de su corazón una palabra de ánimo y esperaba que ésta llegase hasta
donde estaba la joven de triste mirar.
¿Casualidad o
algo más? Que dos mujeres en esos cuatro meses, se pensaran una a la otra sin
saber si se volverían a encontrar y tener la oportunidad de volver hablar.
Sin embargo, la
joven Villar, nunca vio a Sofía con otros ojos, sino que tenía un pequeño deseo
inconsciente de protegerla y aliviar su congoja. Un hecho más que inexplicable
y por lo demás, fuera de lo común que suele haber entre dos personas que se
conocen y se gusta a primera vista.
Aquí no hubo, un
pulso cardiaco disparado; mariposas en el estómago, un golpe eléctrico recorrer
la piel, un congelamiento de tiempo y espacio, y mucho menos un deseo
irrefrenable de irse a la cama. Simplemente, nada de ese encuentro hacía
presagiar un encuentro romántico, menos tomando en cuenta, que una es lesbiana
y la otra demasiado heterosexual…no había por donde.
Más el señor
cronos, muchas veces es travieso y provoca jugarretas que desencadenan
desenlaces fortuitos y acelera las cosas, causando un fuerte choque emocional
entre dos personas, poniendo sus mundos de cabeza.
Eso es lo que le
ocurrió a Florencia, en el momento en que fue presentada con Sofía. Tremenda
fue la sorpresa de saber que esa chica de ojos melancólicos, era nada menos que
la dueña de la empresa en la que estaba trabajando…su jefa.
La joven Villar,
siempre tenía un código de ética personal, el que no transaba por nada del
mundo, porque sabía que si los mezclaba tendría serios problemas a futuro y
estos eran: jamás involucrarse con una profesora y menos con un superior, mejor
dicho, jefa.
Imagínense, lo
que paso por la mente de la joven Villar, al ver de nuevo a la muchacha y
enterarse que era nada menos que su empleadora…su mundo se puso de cabeza en un
santiamén.
─ Estas cosas
solo me pueden pasar a mí ─ refunfuñó Florencia de mala gana y se fue en busca
de un café.
Por su parte, en
una oficina apartada…
Sofía, llevaba un
buen rato revisando propuestas de licitación para nuevos edificios particulares
como públicos. Ninguno aún la convencía del todo, ya que la inversión era mucha
y la reposición de estos dineros, era paulatina y a veces demoraba más de la
cuenta, trayendo consigo algunos desequilibrios financieros que debían ser
solventados por su propio bolsillo.
En el mundo de la
construcción, no es grito y plata como muchos suelen pensar y este es el caso
de los jóvenes que deciden estudiar esta profesión. Para incursionar en este
ámbito, se debe contar con una solvencia económica o al menos el respaldo de la
banca para asegurar el pago de sueldos como la compra de materiales o pago de
diversas cuentas que vienen en los gastos generales y que no son pocos ni
bajos.
Todo esto era pan
de cada día para Sofía y siempre apostaba por proyectos lucrativos que le
trajesen un buen dividendo como también un posible mandante en otro proyecto.
Tras revisar por
última vez el proyecto de la Dehesa, optó por dejar de lado los otros cuatro y
presentarlo a consulta con sus socias.
Guardó todo el
restante material, ya que era maniática del orden y le molestaba en lo sumo ver
algo fuera de su lugar o alborotado. E iba a levantarse de su sillón, cuando
paso a llevar un cuadro pequeño con la fotografía de su esposo Cristóbal.
Sofía, sintió
como una descarga por todo su cuerpo como si con ello, viniese a recordarle que
no debía olvidarle o tal vez al caer tapando dicha fotografía, viniese a
mostrarle que debía asumir que comenzaba a entrar a una nueva senda y que
serían o sería otra persona la que la acompañase en su viaje por la vida.
─ Cristóbal ─
murmuró Sofía, acariciando con sus dedos aquella fotografía e instantáneamente se
llenaron sus ojos de lágrimas.
Perder a un ser
querido, lleva mucho tiempo de duelo y de asumir una pérdida como esa y más si
se trata de la persona más amada como es el caso de un esposo.
Llevaba siete
meses de duelo y cada vez se hacía más doloroso despertarse en su cama y no
encontrarle. No ver su sonrisa por las mañanas o las típicas palabras de
aliento de su parte, cuando las cosas se ponían cuesta arriba. Los mimos que le
prodigaban después de llegar a casa y dejarse caer en su sofá favorito como dos
niños pequeños.
Es que su
matrimonio ha sido lo mejor que ha vivido, se sentía tan plena, llena de
fuerzas y esperanzas y con tantos proyectos en común, que parecía que les
faltaba tiempo para todas las cosas cotidianas que debían hacer día con día:
Reuniones de trabajo, salidas a cenar, juntas los domingos en casa de amigos,
eventos sociales, gimnasio, compras y constantes visitas a centros comerciales
en busca de los mejores precios para sus materiales (Construcción) y estar
chequeando siempre las novedades tecnológicas que estaban en boga en el mundo.
Todo eso se acabó
de golpe y porrazo, se esfumó como la niebla se retira de los valles después de
haber estado bastante tiempo acunada en ellos.
Sofía, en ciertas
ocasiones no quería resignarse a su nueva condición de viuda y es que no era
para menos, ya que como le dices a tu corazón que nunca más volverá a ti, el
amor de tu juventud, con aquel que hiciste votos sagrados hasta que la muerte
los separase y se suponía que ello debía ocurrir cuando ya fuesen viejitos y
hubiesen concluido con todo lo que debía hacer una familia y eso nunca podría
concretarse ahora…nunca más.
Sin quererlo,
abrazó la imagen de su esposo y las lágrimas se desprendieron por sí solas y un
nudo en la garganta le impidió emitir cualquier sonido, sentía como su corazón
se estrujaba al evocarlo una y otra vez y ver que ninguna plegaria le
devolvería a su marido.
─ ¿Porqué…tú? ─
fue lo que salió de su boca entre cortado después de unos minutos.
En eso, escuchó
claramente la voz de la joven Villar que se acercaba a su oficina o estaba en
el pasillo discutiendo con alguien más.
Sin pensarlo, pasó
la palma de su mano y limpió las lágrimas que aún quedaban. Guardó la fotografía
de Cristóbal en uno de los cajones y salió a ver de qué se trataba…
Mientras en el
pasillo…
─ Ya basta Carla ─
imploró Florencia ─ .No sigas con esto. Es muy embarazoso.
─ ¿A qué le
temes? ─ provocó Carla, que tomó una postura arrogante para buscar una
respuesta a sus dudas ─ Acaso no has dicho que ella no es de tus gustos.
─ Y eso qué tiene
que ver con lo que estás haciendo ─ dijo inquieta Florencia.
─ Qué seas
sincera ─ desafió Carla ─ Y de paso sacarme ciertas dudas.
─ ¿Y para eso
tienes que venir hasta aquí? ─ inquirió la joven Villar y tomó fuerte del brazo
a su compañera casi pegándola a su cuerpo, en una posición sumamente
comprometedora.
─ ¡Hey! Chica traviesa…mira
que puedo convertirme si tu quieres ─ provocó una coqueta Carla, que paso
lentamente su mano por el rostro de la muchacha.
─ No juegues
conmigo Carla ─ advirtió Florencia ─. Tú no sabes nada de mí en ese plano y de
lo que soy capaz de hacer.
─ Eso es lo que
quiero averiguar encanto ─ dijo suelta de cuerpo Carla sin cortarse un ápice ─
Quiero ver tu lado más salvaje.
Un fuerte
carraspeó vino a cortar de golpe, el juego de seducción de las dos jóvenes y al
voltear a su derecha, se toparon de lleno con la mirada gélida de Sofía
Almagro.
─ Disculpen que interrumpa
tan melosa conversación ─ sentenció seca Sofía, acercándose a ambas chicas y
viendo duramente a Florencia, agregó ─. Pueden guardarse las muestras de cariño
para después del trabajo y que se dediquen a trabajar que para eso les pago.
En un santiamén,
ambas muchas rompieron el abrazo y se dispusieron en marcharse cuanto antes del
lugar, antes de que su jefa las matase ahí mismo.
Y antes de que
Florencia, se voltease, fue sujetada firmemente del brazo por la Arquitecta
Almagro, haciendo señas a Carla, para que prosiguiese su camino y clavando los
ojos en la joven, señaló…
─ A partir de
mañana, trabajaras conmigo en el proyecto de Sapunar. Así que te quiero en
terreno a partir de las 7: 30 ─ ordenó Sofía, cuyos ojos estaban oscurecidos
por el enojo de aquella escena ─ Y no vuelvas a montar una escenita como esa
frente a mis ojos, si quieres una aventura de índole lésbico, búscate un motel
para dar rienda suelta a tus inclinaciones, ¿me has oído?
Aquellas palabras
fueron una dura bofetada para la joven Villar, que no podía creer que la dulce
pero triste chica pasará hacer un ogro y que más encima fuese homofóbica, lo
que hizo que su corazón sin saberlo aún, se contrajera de sobremanera, doliéndole
muchísimo. Este era su primer encuentro
con el desprecio y rechazo de una persona que no fuese sus padres. Y esto
recién era el comienzo de un largo camino en que la sociedad te suele dejar muy
en claro que no está dispuesta a reconocer tus derechos como tampoco tus
sentimientos.
─ Descuide señora
Almagro, no volverá a ocurrir un hecho
así en el trabajo ─ respondió Florencia, roja hasta las orejas y que aún así,
tampoco se dejo intimidar y defendió su postura ─ Con respecto a mi vida
privada, creo que no es de su incumbencia con quien yo me vaya a la cama o no.
Soy bastante grandecita para escoger lo que me conviene o no y si tanto le
disgusta «mi inclinación» mi cargo está
a su entera disposición.
─ Yo no he pedido
tu dimisión por tus « gustos» ─ corrigió Sofía, que en nada le pareció que la
joven le contradijera ─ Evita que vuelva a suceder en horas de trabajo y que lo
único que debe tener relevancia para ti es el trabajo nada más. De lo contrario
nunca llegarás lejos si te lanzas a vivir la vida desordenadamente y no te
concentras en lo que realmente es prioritario. Serás una mediocre como muchos.
─ Le ruego que no
me encasille con los demás en un mismo saco, ya que usted no me conoce lo
suficiente como para emitir un juicio como ese ─ contravino Florencia, cabreada
de los sermones de casi todo el mundo en esa constructora.
─ Puede que no te
conozca mucho Florencia, pero sin duda que la primera imagen o impresión es
clave para muchas personas y yo soy una de esas ─ aseveró enérgica Sofía ─ En
esa oportunidad vi a una joven muy capaz que solo anhelaba una oportunidad para
sobresalir y demostrar su valía. Así que, no me desilusiones.
─ Descuide, no
volverá a tener quejas de mi persona en el aspecto laboral ─ respondió
Florencia, que solo deseaba largarse de ese sitio ─ Ahora si me disculpa,
proseguiré con mi trabajo.
─ Una cosa más ─
concluyó Sofía, que se puso de frente a la joven, impidiéndole el paso ─ Cuida
tu imagen, mira que en el mundo de la construcción no hay cabida para lesbianas,
mira que ya es difícil que un hombre acepte a una mujer en su mundo y logren
respetarlas.
─ Ya le dije que
no tendrá más quejas de mí ─ replicó Florencia, cuyos ojos echaban chispas por
sí solos ─ Si soy lesbiana o no, es
asunto mío y no suyo ni de nadie.
Sin esperar
réplica de su contra parte, salió más que rauda del pasillo y se fue directo a
su oficina y cuando se topó con Carla, se plantó enfrente y le reprochó sus
acciones.
─ ¡Gracias por
poner al tanto de que soy una lesbiana! ─ amonestó duramente Florencia y añadió
─ trata de no exponer más cosas sobre mí. Te lo agradecería muchísimo.
Sin más se dio media
vuelta y se encerró en su pequeña oficina, cerrando fuertemente su puerta tras
ella.
Carla, se
entristeció al ver molesta a su amiga y compañera. Sin embargo, algo le
devolvió en parte el humor de siempre…
─ Aunque te
expuse… ─ murmuró para sí, Carla ─ Mis dudas han sido respondidas. De seguro
que este año será de muchos cambios y más para una mujer como ella.
Una sonrisa algo
torcida, asomó en los labios de la contadora, que ya se anticipaba a un nuevo
escenario en su trabajo. Una chica muy lista por lo demás y que nunca hacía o
decía algo teniendo plenas bases de ir a ganador.
Por su parte, en
la oficina…
Sofía, había
quedado muy alterada con lo acaecido hace unos minutos. Para nada le gustó
presenciar aquella escena y sobre todo, ver cómo estaba la joven Villar muy a
gusto con su otra empleada.
No sabía explicar
cómo aquello, le produjo tanto encono al punto de amenazar a su empleada. No
era de inmiscuirse en la vida de otros ya que le importaba un rábano lo que los
demás hicieran con sus vidas y lo único que tenía claro en ese instante, que no
dejaría que volviesen a interactuar de ese modo a esas dos. El sólo imaginarlas
así siempre, le congeló la sangre, ¿cómo explicar un hecho así? ¿Qué era todo
eso?
Llevada por un
arranque o despecho, simplemente la obligó a trabajar junto a ella y así,
impedir que ese contacto tan íntimo continuase frente a sus narices.
Sin poder
contenerse más, de un solo empellón lanzó la carpeta lejos de su escritorio y
descargó su frustración con un lápiz que partió en dos. Era tal su enojo que
olvido por completo a su difunto esposo.
Después de un
buen rato, se logró calmar tratando de respirar profundamente como le enseñaran
en sus clases de yoga y sólo así pudo conseguirlo. Luego, recogió la carpeta y
ordenó todo en su escritorio para concentrarse a la fuerza en sus proyectos.
El tiempo voló en
el reloj de la empresa y ya marcaban las 7 en punto. Hora en que todo se daba
por concluido en esa jornada. Fue así, que todo el personal ya de disponía a
marcar en el reloj de asistencia, su
salida.
Estaban en pleno
proceso, cuando las tres socias y dueñas de Almapric, también se marchaban y
delante de sus narices, paso la joven Villar, sin siquiera responder el saludo
de dos de las Arquitectas…simplemente las ignoró por completo y sólo les dio un
vistazo por el rabillo de sus ojos y sus facciones se endurecieron al máximo.
Continuó su
camino y no se detuvo aunque Mariela, le volviese hablar, no tuvo resultado
alguno y la chica se perdió de su vista.
─ ¿Qué rayos le
sucede a esa chica? ─ logró decir Mariela.
─ Déjala en paz ─
mencionó Casandra ─ Tal vez tuvo una jornada para el olvido.
Y en eso, delante
de ellas, iba de paso Carla, que sin detenerse, clavó sus ojos en Sofía y muy
sutilmente, le envió cierto mensaje en su mirar, lo que consiguió su objetivo
de inmediato, ya que los opacos ojos azules, se oscurecieron enseguida y
también sus facciones se endurecieron al instante.
La contadora,
simplemente estaba jugando con fuego o estaba en busca de más respuestas, ¿Sabe
Dios que estaba tramando?
Lo que sí estaba
claro era que tanto Casandra como Mariela, quedaron de una pieza con ese juego
de miradas sin comprender del todo que se habían perdido en el transcurso de la
tarde.
1 comentario:
No se que esperar de Carla, es genial por que en un inicio se veia tan "x" (aunque en un inicio se mostro un tanto cariñosa) respecto a Florencia, no se que pensar, esperare al proximo capi.
Que estes excelentemente y tengas un lindo día :)
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