mujer y ave

mujer y ave

domingo, 16 de marzo de 2014

Circunstancias.


Un nuevo amanecer, Capítulo 3

─ No era el momento más propicio ─ indicó Sofía con un suspiro ─ Ella aún no está lista para mí.
─ ¡¿EH?! ─ fue la exclamación que salió de los labios de las otras dos mujeres.
La exclamación que salió de la garganta de sus socias, eran menores con respecto a expresión de sus rostros, puesto que el comentario les cayó como balde de agua fría.

─ ¡Puedes explicar tus dichos, Sofía! ─ Demandó Mariela, alzando su ceja izquierda en señal de incredulidad.


Sofía; por su parte; no deseaba entrar en muchas explicaciones, ya que ese tema era de índole personal y aún no había claridad…todo era confuso, se puede decir que era temprano para emitir un juicio acabado de lo que en su mente estaba sucediendo.

─ No hay nada que explicar, Mariela ─ fue la escueta respuesta de Sofía, que probó el último sorbo de su café.
─ ¡Nada qué explicar! ─ insistió ésta ─ ¿Estás segura?
─ Veo que jamás te darás por vencida ─ espetó Sofía, clavando sus ojos azules en los de su socia ─. Para calmar a tu sagacidad, te diré que mis palabras estaban enfocadas en la parte laboral.
─ Debiste explicarlo de ese modo, ya que  tu comentario fue muy ambiguo y se podría prestar para malos entendidos, mujer ─ corrigió Mariela ─. Mira que casi llegué a pensar que te referías a un aspecto más emocional.
─ En verdad eres bastante mal pensada Mariela ─ dijo una molesta Sofía, que ya se levantaba de su asiento ─ No me gusta para nada lo que tratas de insinuar.
─ ¡Yo no insinuó, Sofía! ─ acotó con la misma fuerza Sopric ─ Digo lo que pienso y siento. Además, es tu culpa por no «decir las cosas por su nombre»
─ ¡Ya basta! ─ elevó la voz Sofía, que golpeó la mesa ─ Cuando quiera que me den un sermón, buscó a un cura y confieso todos mis pecados. Acabo de regresar y no te tomó más que un par de minutos buscar un motivo para echarme encima tu sarcasmo ¿qué tienes en la cabeza?
─ ¡Chicas…chicas! ─ intervino Casandra, que siendo las más relajada de las tres; no le gustaba ver enfrentarse a sus colegas, porque las dos eran cosa seria cuando el coraje las inundaba.
─ ¡Pueden calmarse un poco! ─ continuó Casandra, tomando ambas manos de sus socias ─. Parece mentira que la época de la universidad aún no se termina con ustedes dos. ¡Chicas ya maduren de una vez y compórtense como mujeres adultas! Ya estamos viejitas para peleítas de niñitas.
─ ¡¿Viejitas?! ─ exclamaron a viva voz las otras dos.

Con tan espantoso quejido, Casandra, sólo se limito en asentir con su cabeza y con una cara de niña buena; pestañeando repetidamente y dándole un aire travieso, que consiguió apaciguar los ánimos de sus socias y una sonora carcajada brotó instantáneamente en las otras Arquitectas.

─ ¡Al fin! ─ exclamó Casandra y elevando sus manos al cielo ─ ¡Gracias mi Dios por librarme de estas dos bestias!
─ ¡Oye tú ¡ ─ se quejó Mariela, dándole una palmada en la frente como en su época universitaria ─ ¡Cómo que bestias! Y vieja será tu abuela.
─ En eso concuerdo con Mariela ─ acotó Sofía, despeinando por completo a su colega ─ ¡La ropa está vieja! Una está en la flor de la vida. En la época dorada que toda mujer anhela.

No contentas con sus actos,  ambas jalaron de las orejas a Casandra y al mismo tiempo, exclamaron…

─ Respeta a tus mayores… ¡Enana! ─ vociferaron muertas de la risa.
─ ¡Suéltenme! ─ protestó Casandra y cuando fue liberada, añadió ─. Son unas abusivas…todo porque les pusieron salitres en los pies de bebé, ¿cuándo será el día en que me respeten?
─ ¡Nunca! ─ rebatieron las otras dos, al mismo tiempo que tomaron rumbo a sus oficinas.
─ Uno de estos días me las van a pagar todas ─ amenazó  la Arquitecta Goicochea, apurando el paso para alcanzarlas ─ No solo son parientes de las jirafas sino que se parecen a pie grande de las tremendas zancadas que dan.

Tanto Sofía como Mariela, se quedaron mirando por un segundo y volvieron a estallar en carcajadas.

─ La pobre ya no tiene remedio ─ señaló Mariela ─ Sigue con el mismo discurso de hace 15 años atrás;  cuando debía correr para alcanzarnos para no llegar atrasadas a clases.
─ Así es. Casy, aún no lo consigue a pesar de todos estos años ─ concordó Sofía y volteando a verla, añadió ─ Esfuérzate un poco más Casandra…mira que las tortugas te ganan en una maratón.
─ ¡Jajaja! ─ rabió ésta ─ ¡Muy chistosita! Son unas abusivas de lo peor.
─ No protestes tanto y acelera el paso ─ provocó Mariela ─ Mira qué sino el tren te dejará también.
─ ¡Idiota! ─ masculló Casandra, que en un arranque de ego, voló por el pasillo y las rebasó en un abrir y cerrar de ojos.

Provocando la risa espontánea de las otras dos mujeres, que sabían cómo hacerla enojar y sacar lo mejor de ella.
Entre risas, se perdieron cada una en sus respectivas oficinas y proseguir con sus proyectos.

Mientras, en otro sector del edificio…

─ ¿Se puede saber qué piensas tanto? ─ interrumpió Carla, al colocar su mano sobre el hombro de su amiga y colega de trabajo.
─ En que la vida tiene muchas sorpresas ─ explicó Florencia.
─ ¿Es tan importante que no te deja concentrarte en tu trabajo? ─ preguntó Carla ─. Llevas más de media hora y sólo te quedas viendo por la ventana dando suspiro tras suspiro.
─ Discúlpame, Carla ─ expuso Florencia, que se dispuso guardar el plano y despejarse un poco ─. Creo que será mejor que deje esto de lado por un rato. No conseguiré nada si continuó con ello.
─ Me parece lo más sensato ─ concordó Carla ─ ¿quieres acompañarme con un cigarro? Podría ayudarte a despejar tu cabecita.
─ Tú sabes muy bien que no fumo ─ contravino Florencia.
─ ¡Anímate! ─ persistió Carla ─ puede que consigas dejar de pensar tanto.
─ Agradezco tu ofrecimiento, pero declino tu invitación ─ rechazó Florencia.
─ De acuerdo ─ respetó Carla y sacando su cajetilla de cigarros, agregó ─ cualquier cosa, estoy en el lugar de siempre por si necesitas un hombro para descansar.
─ Gracias ─ respondió Florencia.

Al momento en que la contadora, tomaba de la manilla de la puerta, volteó a ver a su compañera y añadió…

─ Sofía es un pez inalcanzable para ti ─ soltó Carla, guiñando un ojo y salió rauda de la oficina sin esperar respuesta a sus dichos.

Florencia, quedo de una pieza y su boca se abrió de la impresión, más ninguna palabra pudo articular en su defensa.

─ ¿Acaso se habrá dado cuenta? ─ murmuró Florencia, sacudiendo su cabeza para no dejar que sus pensamientos la pusieran de cabeza ─. Eso es imposible, siempre he sido muy cuidadosa en mi vida privada.

En la vida de las personas hay temas que son muy delicados y más tratándose del corazón, por lo que se protege muchísimo esa parte íntima y no exponerse a una desilusión o desventuras que pueden dejar una marca indeleble de la cual no siempre se repone.

Para Florencia, no fue nada fácil asumir su inclinación ya que proviene de una familia muy conservadora y cuando tuvo que zanjar de plano un posible casamiento que pretendía su padre con unos de los hijos de su mejor amigo y que además venía hacer por conveniencia de negocios de ambos hombres.

Optó por tomar la más dura decisión y contar su propia verdad. Encendiendo el enojo de su progenitor y causando la consternación de su madre. Siendo su padre, quién le dio a elegir: se casaba y hacían borrón y cuenta nueva o se marchaba de casa una vez egresada de la universidad.

La muchacha en ese tiempo sólo contaba con 20 años y con el respaldo de su abuela materna; quién la acogió en su casa, finalizó sus estudios, realizó su practica en el municipio de Coihaique y al cabo de unos meses se tituló de Constructor Civil.

Sin duda, que el tiempo en algo ayudó a suavizar su relación con sus padres, quienes al verla dedicarse al cien por ciento a sus estudios e informados constantemente por la abuela. Consideraron ir a la ceremonia de titulación y aunque no consiguieron que la joven retornarse con ellos a su hogar, resignados; decidieron apoyarla en cierta forma y contribuyeron en lo económico para la estadía en Santiago y buscase así, su futuro.

Claro está, que jamás se le paso por su cabeza ponerse en plano de buscar pareja, ya que para ella, era fundamental forjarse primero un futuro y así, tener algo que ofrecerle a una posible pareja…eso si tenía la dicha de poder hallar una mujer para ella.

En el poco tiempo que llevaba en la capital, nunca una mujer le llamó la atención. Mejor dicho, no le prestaba atención a ninguna falda que deambulase por la calle, cómo solían decirle sus hermanos cuando veían a una chica.

Florencia, estaba avocada en encontrar trabajo y así, cumplir su sueño de ser independiente en el mundo de la construcción y tener su propia constructora que se orientase a la reconstrucción de edificios patrimoniales y en la recuperación de técnica antiguas de edificación como casonas hechas de adobe, entre otras. Empleando para ello, una nueva amalgama para hacerlo más duradero y atractivo para aquellas personas que deseaban recuperar o preservar el legado de una familia.

No obstante, las casualidades no existen en este mundo y el caminar le llevó a encontrar en su senda a una mujer como Sofía y aunque en un principio, fue solo un encuentro casual; lejos estaba de serlo y al igual que la joven Almagro,  se la pasaría pensando en ella.

El ver tanto dolor en sus ojos, la conmovió de una forma que la marcó bastante al punto de despertar muchas veces a media noche o en la madrugada, con aquellos ojos azules que no dejaban de llorar y por más que tratase de consolarla al hablarle, sus palabras no llegaban a ella y sólo era testigo como Sofía, regresaba una y otra vez a una tumba, aunque no lograba ver el nombre en el escrito.

Cuando se hallaba en la pensión tras regresar del trabajo, siempre o casi siempre evocaba la imagen de aquella colorina de mirada triste y siempre le enviaba desde lo profundo de su corazón una palabra de ánimo y esperaba que ésta llegase hasta donde estaba la joven de triste mirar.

¿Casualidad o algo más? Que dos mujeres en esos cuatro meses, se pensaran una a la otra sin saber si se volverían a encontrar y tener la oportunidad de volver hablar.

Sin embargo, la joven Villar, nunca vio a Sofía con otros ojos, sino que tenía un pequeño deseo inconsciente de protegerla y aliviar su congoja. Un hecho más que inexplicable y por lo demás, fuera de lo común que suele haber entre dos personas que se conocen y se gusta a primera vista.

Aquí no hubo, un pulso cardiaco disparado; mariposas en el estómago, un golpe eléctrico recorrer la piel, un congelamiento de tiempo y espacio, y mucho menos un deseo irrefrenable de irse a la cama. Simplemente, nada de ese encuentro hacía presagiar un encuentro romántico, menos tomando en cuenta, que una es lesbiana y la otra demasiado heterosexual…no había por donde.

Más el señor cronos, muchas veces es travieso y provoca jugarretas que desencadenan desenlaces fortuitos y acelera las cosas, causando un fuerte choque emocional entre dos personas, poniendo sus mundos de cabeza.

Eso es lo que le ocurrió a Florencia, en el momento en que fue presentada con Sofía. Tremenda fue la sorpresa de saber que esa chica de ojos melancólicos, era nada menos que la dueña de la empresa en la que estaba trabajando…su jefa.

La joven Villar, siempre tenía un código de ética personal, el que no transaba por nada del mundo, porque sabía que si los mezclaba tendría serios problemas a futuro y estos eran: jamás involucrarse con una profesora y menos con un superior, mejor dicho, jefa.

Imagínense, lo que paso por la mente de la joven Villar, al ver de nuevo a la muchacha y enterarse que era nada menos que su empleadora…su mundo se puso de cabeza en un santiamén.

─ Estas cosas solo me pueden pasar a mí ─ refunfuñó Florencia de mala gana y se fue en busca de un café.

Por su parte, en una oficina apartada…

Sofía, llevaba un buen rato revisando propuestas de licitación para nuevos edificios particulares como públicos. Ninguno aún la convencía del todo, ya que la inversión era mucha y la reposición de estos dineros, era paulatina y a veces demoraba más de la cuenta, trayendo consigo algunos desequilibrios financieros que debían ser solventados por su propio bolsillo.

En el mundo de la construcción, no es grito y plata como muchos suelen pensar y este es el caso de los jóvenes que deciden estudiar esta profesión. Para incursionar en este ámbito, se debe contar con una solvencia económica o al menos el respaldo de la banca para asegurar el pago de sueldos como la compra de materiales o pago de diversas cuentas que vienen en los gastos generales y que no son pocos ni bajos.

Todo esto era pan de cada día para Sofía y siempre apostaba por proyectos lucrativos que le trajesen un buen dividendo como también un posible mandante en otro proyecto.

Tras revisar por última vez el proyecto de la Dehesa, optó por dejar de lado los otros cuatro y presentarlo a consulta con sus socias.

Guardó todo el restante material, ya que era maniática del orden y le molestaba en lo sumo ver algo fuera de su lugar o alborotado. E iba a levantarse de su sillón, cuando paso a llevar un cuadro pequeño con la fotografía de su esposo Cristóbal.

Sofía, sintió como una descarga por todo su cuerpo como si con ello, viniese a recordarle que no debía olvidarle o tal vez al caer tapando dicha fotografía, viniese a mostrarle que debía asumir que comenzaba a entrar a una nueva senda y que serían o sería otra persona la que la acompañase en su viaje por la vida.

─ Cristóbal ─ murmuró Sofía, acariciando con sus dedos aquella fotografía e instantáneamente se llenaron sus ojos de lágrimas.

Perder a un ser querido, lleva mucho tiempo de duelo y de asumir una pérdida como esa y más si se trata de la persona más amada como es el caso de un esposo.

Llevaba siete meses de duelo y cada vez se hacía más doloroso despertarse en su cama y no encontrarle. No ver su sonrisa por las mañanas o las típicas palabras de aliento de su parte, cuando las cosas se ponían cuesta arriba. Los mimos que le prodigaban después de llegar a casa y dejarse caer en su sofá favorito como dos niños pequeños.

Es que su matrimonio ha sido lo mejor que ha vivido, se sentía tan plena, llena de fuerzas y esperanzas y con tantos proyectos en común, que parecía que les faltaba tiempo para todas las cosas cotidianas que debían hacer día con día: Reuniones de trabajo, salidas a cenar, juntas los domingos en casa de amigos, eventos sociales, gimnasio, compras y constantes visitas a centros comerciales en busca de los mejores precios para sus materiales (Construcción) y estar chequeando siempre las novedades tecnológicas que estaban en boga en el mundo.

Todo eso se acabó de golpe y porrazo, se esfumó como la niebla se retira de los valles después de haber estado bastante tiempo acunada en ellos.

Sofía, en ciertas ocasiones no quería resignarse a su nueva condición de viuda y es que no era para menos, ya que como le dices a tu corazón que nunca más volverá a ti, el amor de tu juventud, con aquel que hiciste votos sagrados hasta que la muerte los separase y se suponía que ello debía ocurrir cuando ya fuesen viejitos y hubiesen concluido con todo lo que debía hacer una familia y eso nunca podría concretarse ahora…nunca más.

Sin quererlo, abrazó la imagen de su esposo y las lágrimas se desprendieron por sí solas y un nudo en la garganta le impidió emitir cualquier sonido, sentía como su corazón se estrujaba al evocarlo una y otra vez y ver que ninguna plegaria le devolvería a su marido.

─ ¿Porqué…tú? ─ fue lo que salió de su boca entre cortado después de unos minutos.

En eso, escuchó claramente la voz de la joven Villar que se acercaba a su oficina o estaba en el pasillo discutiendo con alguien más.

Sin pensarlo, pasó la palma de su mano y limpió las lágrimas que aún quedaban. Guardó la fotografía de Cristóbal en uno de los cajones y salió a ver de qué se trataba…

Mientras en el pasillo…

─ Ya basta Carla ─ imploró Florencia ─ .No sigas con esto. Es muy embarazoso.
─ ¿A qué le temes? ─ provocó Carla, que tomó una postura arrogante para buscar una respuesta a sus dudas ─ Acaso no has dicho que ella no es de tus gustos.
─ Y eso qué tiene que ver con lo que estás haciendo ─ dijo inquieta Florencia.
─ Qué seas sincera ─ desafió Carla ─ Y de paso sacarme ciertas dudas.
─ ¿Y para eso tienes que venir hasta aquí? ─ inquirió la joven Villar y tomó fuerte del brazo a su compañera casi pegándola a su cuerpo, en una posición sumamente comprometedora.
─ ¡Hey! Chica traviesa…mira que puedo convertirme si tu quieres ─ provocó una coqueta Carla, que paso lentamente su mano por el rostro de la muchacha.
─ No juegues conmigo Carla ─ advirtió Florencia ─. Tú no sabes nada de mí en ese plano y de lo que soy capaz de hacer.
─ Eso es lo que quiero averiguar encanto ─ dijo suelta de cuerpo Carla sin cortarse un ápice ─ Quiero ver tu lado más salvaje.

Un fuerte carraspeó vino a cortar de golpe, el juego de seducción de las dos jóvenes y al voltear a su derecha, se toparon de lleno con la mirada gélida de Sofía Almagro.

─ Disculpen que interrumpa tan melosa conversación ─ sentenció seca Sofía, acercándose a ambas chicas y viendo duramente a Florencia, agregó ─. Pueden guardarse las muestras de cariño para después del trabajo y que se dediquen a trabajar que para eso les pago.

En un santiamén, ambas muchas rompieron el abrazo y se dispusieron en marcharse cuanto antes del lugar, antes de que su jefa las matase ahí mismo.

Y antes de que Florencia, se voltease, fue sujetada firmemente del brazo por la Arquitecta Almagro, haciendo señas a Carla, para que prosiguiese su camino y clavando los ojos en la joven, señaló…

─ A partir de mañana, trabajaras conmigo en el proyecto de Sapunar. Así que te quiero en terreno a partir de las 7: 30 ─ ordenó Sofía, cuyos ojos estaban oscurecidos por el enojo de aquella escena ─ Y no vuelvas a montar una escenita como esa frente a mis ojos, si quieres una aventura de índole lésbico, búscate un motel para dar rienda suelta a tus inclinaciones, ¿me has oído?

Aquellas palabras fueron una dura bofetada para la joven Villar, que no podía creer que la dulce pero triste chica pasará hacer un ogro y que más encima fuese homofóbica, lo que hizo que su corazón sin saberlo aún, se contrajera de sobremanera, doliéndole  muchísimo. Este era su primer encuentro con el desprecio y rechazo de una persona que no fuese sus padres. Y esto recién era el comienzo de un largo camino en que la sociedad te suele dejar muy en claro que no está dispuesta a reconocer tus derechos como tampoco tus sentimientos.

─ Descuide señora Almagro, no volverá a ocurrir  un hecho así en el trabajo ─ respondió Florencia, roja hasta las orejas y que aún así, tampoco se dejo intimidar y defendió su postura ─ Con respecto a mi vida privada, creo que no es de su incumbencia con quien yo me vaya a la cama o no. Soy bastante grandecita para escoger lo que me conviene o no y si tanto le disgusta «mi inclinación»  mi cargo está a su entera disposición.
─ Yo no he pedido tu dimisión por tus « gustos» ─ corrigió Sofía, que en nada le pareció que la joven le contradijera ─ Evita que vuelva a suceder en horas de trabajo y que lo único que debe tener relevancia para ti es el trabajo nada más. De lo contrario nunca llegarás lejos si te lanzas a vivir la vida desordenadamente y no te concentras en lo que realmente es prioritario. Serás una mediocre como muchos.
─ Le ruego que no me encasille con los demás en un mismo saco, ya que usted no me conoce lo suficiente como para emitir un juicio como ese ─ contravino Florencia, cabreada de los sermones de casi todo el mundo en esa constructora.
─ Puede que no te conozca mucho Florencia, pero sin duda que la primera imagen o impresión es clave para muchas personas y yo soy una de esas ─ aseveró enérgica Sofía ─ En esa oportunidad vi a una joven muy capaz que solo anhelaba una oportunidad para sobresalir y demostrar su valía. Así que, no me desilusiones.
─ Descuide, no volverá a tener quejas de mi persona en el aspecto laboral ─ respondió Florencia, que solo deseaba largarse de ese sitio ─ Ahora si me disculpa, proseguiré con mi trabajo.
─ Una cosa más ─ concluyó Sofía, que se puso de frente a la joven, impidiéndole el paso ─ Cuida tu imagen, mira que en el mundo de la construcción no hay cabida para lesbianas, mira que ya es difícil que un hombre acepte a una mujer en su mundo y logren respetarlas.
─ Ya le dije que no tendrá más quejas de mí ─ replicó Florencia, cuyos ojos echaban chispas por sí solos ─ Si soy lesbiana o no,  es asunto mío y no suyo ni de nadie.

Sin esperar réplica de su contra parte, salió más que rauda del pasillo y se fue directo a su oficina y cuando se topó con Carla, se plantó enfrente y le reprochó sus acciones.

─ ¡Gracias por poner al tanto de que soy una lesbiana! ─ amonestó duramente Florencia y añadió ─ trata de no exponer más cosas sobre mí. Te lo agradecería muchísimo.

Sin más se dio media vuelta y se encerró en su pequeña oficina, cerrando fuertemente su puerta tras ella.

Carla, se entristeció al ver molesta a su amiga y compañera. Sin embargo, algo le devolvió en parte el humor de siempre…

─ Aunque te expuse… ─ murmuró para sí, Carla ─ Mis dudas han sido respondidas. De seguro que este año será de muchos cambios y más para una mujer como ella.

Una sonrisa algo torcida, asomó en los labios de la contadora, que ya se anticipaba a un nuevo escenario en su trabajo. Una chica muy lista por lo demás y que nunca hacía o decía algo teniendo plenas bases de ir a ganador.

Por su parte, en la oficina…

Sofía, había quedado muy alterada con lo acaecido hace unos minutos. Para nada le gustó presenciar aquella escena y sobre todo, ver cómo estaba la joven Villar muy a gusto con su otra empleada.

No sabía explicar cómo aquello, le produjo tanto encono al punto de amenazar a su empleada. No era de inmiscuirse en la vida de otros ya que le importaba un rábano lo que los demás hicieran con sus vidas y lo único que tenía claro en ese instante, que no dejaría que volviesen a interactuar de ese modo a esas dos. El sólo imaginarlas así siempre, le congeló la sangre, ¿cómo explicar un hecho así? ¿Qué era todo eso?

Llevada por un arranque o despecho, simplemente la obligó a trabajar junto a ella y así, impedir que ese contacto tan íntimo continuase frente a sus narices.

Sin poder contenerse más, de un solo empellón lanzó la carpeta lejos de su escritorio y descargó su frustración con un lápiz que partió en dos. Era tal su enojo que olvido por completo a su difunto esposo.

Después de un buen rato, se logró calmar tratando de respirar profundamente como le enseñaran en sus clases de yoga y sólo así pudo conseguirlo. Luego, recogió la carpeta y ordenó todo en su escritorio para concentrarse a la fuerza en sus proyectos.

El tiempo voló en el reloj de la empresa y ya marcaban las 7 en punto. Hora en que todo se daba por concluido en esa jornada. Fue así, que todo el personal ya de disponía a marcar en el reloj de asistencia,  su salida.

Estaban en pleno proceso, cuando las tres socias y dueñas de Almapric, también se marchaban y delante de sus narices, paso la joven Villar, sin siquiera responder el saludo de dos de las Arquitectas…simplemente las ignoró por completo y sólo les dio un vistazo por el rabillo de sus ojos y sus facciones se endurecieron al máximo.

Continuó su camino y no se detuvo aunque Mariela, le volviese hablar, no tuvo resultado alguno y  la chica se perdió de su vista.

─ ¿Qué rayos le sucede a esa chica? ─ logró decir Mariela.
─ Déjala en paz ─ mencionó Casandra ─ Tal vez tuvo una jornada para el olvido.

Y en eso, delante de ellas, iba de paso Carla, que sin detenerse, clavó sus ojos en Sofía y muy sutilmente, le envió cierto mensaje en su mirar, lo que consiguió su objetivo de inmediato, ya que los opacos ojos azules, se oscurecieron enseguida y también sus facciones se endurecieron al instante.

La contadora, simplemente estaba jugando con fuego o estaba en busca de más respuestas, ¿Sabe Dios que estaba tramando?

Lo que sí estaba claro era que tanto Casandra como Mariela, quedaron de una pieza con ese juego de miradas sin comprender del todo que se habían perdido en el transcurso de la tarde.

Dos chicas, que por lo general eran bastante alegres y cordiales, estaban de un humor de perros y lo mismo se aplicaba para su socia…Sofía… ¿Qué estaba sucediendo entre esas tres?

1 comentario:

Alexsa dijo...

No se que esperar de Carla, es genial por que en un inicio se veia tan "x" (aunque en un inicio se mostro un tanto cariñosa) respecto a Florencia, no se que pensar, esperare al proximo capi.
Que estes excelentemente y tengas un lindo día :)

Publicar un comentario

Una verdad del pasado

  Capítulo 24, atada por un testamento. —Amor — murmuró quedamente sopesando cada letra de esa palabra. Mientras que a la distancia era ...