Atada por un testamento, capítulo 14.
El
tiempo trascurre velozmente en la hacienda los Alerces y ya van dos semanas
desde el lamentable impasse amoroso entre nuestras protagonistas. Las arenas
del reloj, no detienen su constante caída por lo que cada vez más se van
acercando a la fecha límite en que la responsable de atar a dos mujeres a su
voluntad; dejará sentir su último y más egoísta deseo en vida antes de su
deceso.
Ambas
mujeres, han puesto todo su empeño en evitarse durante las jornadas de trabajo
y con suerte cruzan una que otra palabra solo para dejar contenta a Greta, que
es testigo del sentir de ambas y puede desahogarse con Pedro, de todo lo que
sus cansados ojos aprecian en los de las dos muchachas.
El
capataz ha tenido que lidiar entre las dos y armarse de una paciencia infinita
con la joven Sotomayor, que no le toma asunto en absoluto y sólo se limita en
recibir las órdenes diarias de trabajo y desaparece de la vista de la mano
derecha de Akiane. Y es que Karina, como todo descendiente de Italianos tiene
un defecto horrible y es que es no olvida, haciéndola un tanto rencorosa y se
sabe cobrar en el tiempo cualquier afrenta que le hagan y como bien dicen; he
ahí el origen de la mafia italiana…Rencor y venganza.
Por
su parte Akiane, ha mantenido su postura de no hablar con la joven y que tiene
relación con su deseo de alejarse de ella por un tiempo hasta que su corazón
pueda recuperarse y analizar las cosas con más calma.
Muchas
veces al llegar el anochecer sus pasos inconscientemente se dirigen hacia el
dormitorio de la muchacha y cuando está a punto de tocar la perilla de la
puerta, recuerda todo el odio que vio en esos ojos celestes y su corazón se
contrae de dolor al recordar la estupidez que cometió y que por un buen tiempo cargará
sobre su conciencia.
« De
seguro ella estará bien sin mí» pensó Akiane, que de paso hería aún más a su
corazón con semejante reflexión.
Y es
que uno por más herido que se pueda estar o quizás abatido de tanto ser
despreciado por el ser amado. Llega un momento crucial en su vida en que debe
decir si continuar sin importar nada o dejar pasar de largo a esa persona que
lo fue todo en un minuto que por cuestiones de intereses, simplemente no
funcionó y lo que mucho se fuerza no resulta al final de cuentas…Eso es lo más
lógico de pensar, ¿Quién sabe?
A
pesar de esta lamentable situación entre ellas, estaban por venir una serie de
complicaciones que tensarían aún la relación entre ambas mujeres y una de esas,
iba a provocar un desbarajuste entre ambas y ahí, todo podría pasar.
La
jornada de trabajo comenzó temprano para Akiane, que ya estaba en pie desde las
6 de la mañana y es que llevaba días sin dormir mucho y no había que ser
adivino para saber quién era el culpable de aquello.
Sumida
entre facturas y libros contables se hallaba cuando de pronto sonó el teléfono.
─
¿Quién puede ser a estas horas? ─ se preguntó Akiane y tomó el aparato para
contestar ─ ¡Buenos días! Diga…
─ No
sé si sean tan buenos para ti, más necesitamos hablar tú y yo cuanto antes ─
mencionó una suave voz de mujer al otro lado de la línea.
─
¿Por qué tendría que hablar contigo…Majo? ─ inquirió con aprensión Akiane,
cuyas facciones se volvieron un tanto tensas tras escucharla.
─
Mira Akiane. La verdad no deseo entrar en más discusiones contigo y si me tomé
la molestia de llamarte es exclusivamente por el bienestar de Karina ─ comentó
Majo ─ Por primera vez en mi vida, voy a jugar limpio por la mujer que amo y
para ello, primero necesito solucionar las cosas contigo.
─
¿Ahora la amas? ─ indagó con sarcasmo Akiane.
─
Siempre la he amado ─ respondió Majo sin dejar lugar a dudas ─ Desde el primer
día en que la conocí, no he dejado de hacerlo.
─ Si
tanto la amabas, ¿Cómo pudiste hacerle tanto daño? ─ reprochó Akiane sin
miramientos ─ si, Karina, es infeliz y
desconfiada es exclusivamente por tu culpa.
Las
palabras fueron verdaderas bofetadas por parte de la joven Rosemberg,
provocando que Majo, enmudeciera al otro lado de la línea y un nudo se formó en
su garganta al recordar aquél suceso que la había atormentado hasta el día hoy.
─ Es
un error con el cual he debido cargar por muchos años ─ mencionó Majo,
sobreponiéndose a su congoja ─ Por eso mismo esta vez quiero hacer las cosas
como corresponde.
─ ¿Y
qué tengo yo que ver con todo eso? ─ preguntó sin rodeos Akiane.
─
Mucho ─ respondió Majo ─ En este momento he regresado a Puerto Varas y estoy
con una orden judicial del juez Manzur, que me permite entrar acompañada por
carabineros y registrar toda tu hacienda en busca de Karina. Sin embargo, antes
de hacerlo, quiero reunirme contigo y llegar a un acuerdo.
─
¡Ya veo! Cumpliste tus amenazas al final de cuentas ─ confrontó Akiane ─ Está
bien, ¿cuándo deseas que nos reunamos?
─
Hoy mismo si es posible, ya que estás a unos pasos de acá ─ mencionó Majo ─ Es
más factible que tú vengas que el yo ir. Además, estropearía la sorpresa para
Karina.
─ De
acuerdo, saldré cuanto antes ─ cedió Akiane ─ Estaré dentro de la mañana. Te
aviso cuando llegue allá.
─
Perfecto ─ señaló Majo ─ Gracias, Akiane.
─ No
agradezcas nada que no lo hago por ti ─ refutó Akiane.
─ Lo
sé ─ contestó la joven Rubilar.
─
¡Ah, Majo! ─ musitó Akiane ─ antes que lo olvide.
─
Dime ─ instó ésta.
─ No
esperes que te facilite las cosas ─ aclaró Akiane ─ te advierto de ante mano
que no eres la única que ama a Karina.
─
¡Ya veo! ─ exclamó sin mucha extrañeza Majo.
─ Ahora
están las cartas sobre la mesa, señorita Rubilar. Nos vemos más tarde ─ espetó
Akiane y cortó la llamada.
Tras
dejar el aparato en su sitio, la joven Rosemberg, sintió una fuerte clavada en
su pecho y es que todo el despecho que ya cargaba, volvía a herirle no solo el
corazón sino la razón. Sabía de sobra que si cedía un mísero centímetro la
perdería para siempre.
Debía
pensar muy bien las cosas antes de acceder a cualquier proposición que le
hiciese la hija de Eloísa Izquierdo. No podía darse el lujo de mandar todo por
el traste aunque estuviese herida y es que en cuestiones de amor, una mujer o
persona se debe volver egoísta y mentalizarse ante todo de que es Uno, la
felicidad del ser amado y no pensar que un rival puede ser mejor opción para
aquella persona a quién tanto se adora y se necesita en la vida…El amor es más
egoísta e interesado de lo que muchos piensan o admiten. Sin embargo es lo que
mejor nos puede suceder.
─
Karina, Aunque estemos mal en este momento y por más que quiera y me esfuerce
por verte feliz ante todo ─ susurró Akiane, cuyos ojos estaban algo cristalinos
por las emociones en su corazón. ─ No puedo, no debo ni quiero imaginarte con
otra persona. Simplemente no puedo hacerme la idea de verte al lado de otra
mujer. No lo soportaría.
Llevó
su mano hasta su corazón y podía sentir como estaba de frío y dolía por la
situación de alejamiento que tenía con el objeto de su adoración. Un corazón no
conoce de fronteras ni distancia, simplemente es libre de amar sin medidas y cuando
lo obligan a hacer algo en contra de sus deseos, puede hacerte sentir como si
estuvieses muerto en vida por lo gélido que se siente al ser privado de su
derecho.
Akiane,
salió de su despacho en busca de algunas personas y así, quedar libre para reunirse con la hija
de la abogada y resolver cuanto antes aquella situación inesperada.
Por
lado a esa misma hora, la joven Sotomayor se encaminaba hacia la cocina para
desayunar e ir a sus labores. Estaba por llegar cuando de frente se topó con su
jefa y ya se preparaba para ignorarla como se estaba haciendo costumbre entre
ellas, cuando fue la propia albacea, fue quién le dirigió la palabra.
─
Justamente la persona que deseaba ver ─ mencionó Akiane, que se cruzó al medio
del corredor, impidiéndole el paso para que no se escabullese.
─
¿Estás segura de que no tienes fiebre o algo por estilo? ─ dijo con ironía
Karina, que de inmediato cruzó sus brazos sobre su pecho. ─ Si mal no recuerdo,
fuiste clara en que no deseabas verme ni en pintura.
─
Puede ser, señorita Sotomayor ─ respondió del mismo modo Akiane ─ Hasta los
santos pierden la paciencia contigo, ¿No te parece?
─ Ve
al grano y deja tus jueguitos para otra persona ─ espetó Karina, que ya perdía
la paciencia ante su jefa, ya que recordaba nítidamente sus últimas palabras.
─
¡Uf! ─ exclamó Akiane, moviendo su cabeza en señal de cansancio ─ Deja de estar
a la defensiva conmigo. Mira que no tengo tiempo para gastarlo en luchas
innecesarias esta vez.
─
Entonces habla, Akiane ─ apremió Karina ─ Termina con tantos rodeos.
─
Muy bien, Sotomayor ─ explicó Akiane con un dejo de malicia ─ Hoy vas a
trabajar con Úrsula en los corrales viendo a las crías nuevas.
─
¿Yo trabajar con animales? ─ preguntó con pavor Karina, dejando de lado su
postura y cayendo sus brazos a los costados.
─ Sí
─ respondió Akiane, haciendo caso omiso a la cara de espanto de la joven. ─
¿Acaso no eres hermana de una veterinaria? No me vendrás con que tienes
inconvenientes con eso. Según recuerdo tienes un amigo fiel entre mis animales.
─
Eres una bruta ─ vociferó en el acto Karina, ofendida en su amor propio con el
comentario. ─ Cómo puedes ser tan grosera con tus comentarios.
─ ¡A
ver lindura! ─ aclaró Akiane ─ que yo sepa, no he dicho ninguna mentira ni te
ofendido al decir que tienes más amigos entre los animales que en las mismas
personas.
─
¡Dios! ─ exclamó con pesar Karina y moviendo sus manos en señal de rendirse. ─
Olvídalo. Haré lo que digas. Sólo quiero saber si esa joven me dará órdenes de
qué hacer o lo hará Pedro.
─
Sólo por esta vez, será Úrsula, quién te diga que hacer, ya que Pedro estará a
cargo de la cosecha ─ explicó Akiane.
Karina,
quedo un tanto sorprendida de que la joven veterinaria fuese que la que
estuviese a cargo de ella y sin saber porqué se atrevió a preguntar.
─ ¿Y
tú? ─ inquirió Karina.
─
¿Yo qué? ─ preguntó Akiane sin comprender.
─ Es
a raro que me dejes a cargo de otra persona que no sea Pedro ─ mencionó Karina,
que no le cuadraba mucho las cosas. ─ Siempre has tenido una actitud posesiva
conmigo de no ser tú, la única persona con quién yo debo tratar.
A la
joven Rosemberg, le causó mucha gracia oírle decir aquello a Karina y más el
ver que la joven a pesar de todos los momentos agrios entre ellas. Eso venía a
demostrar que en cierta forma la joven Sotomayor extrañaba algunas atenciones
particulares hacia su persona. Sin duda que aquello le causaba una satisfacción
personal aunque fuese muy mínima.
─ Pensé
que mi presencia te era desagradable como para continuar brindándote tales
atenciones ─ comentó con suspicacia Akiane.
Karina,
tragó en seco al oírla y no supo que responder a esa provocación. Hubiese sido
otras las circunstancias o le estaría volteándole la cara de una bofetada o
quizás lanzándole su mejor repertorio de palabras despectivas hacia su persona.
Sin embargo, lo sucedido entre ellas la última vez, la tenía bien afectada y
cada vez se sumía en constantes reflexiones sobre lo sucedido y muy a su pesar
había bajado la guardia, dejándola un tanto sensible por más que se esforzará
en mostrarse indiferente.
¿Podría
ser que lo último dicho por Akiane y su actitud de mantenerse distante, la
hubiese comenzado a afectar?...Un milagro como suponía su hermana Adriana.
Akiane,
al no tener respuesta de ninguna clase por parte de la joven, pensó tontamente
que ella estaba aún molesta por lo ocurrido entre ambas y su corazón volvió a
resentirse con aquella actitud.
─ Dicen
que el silencio otorga ─ señaló Akiane, escondiendo su tristeza ─ Espero que
Úrsula se comporté respetuosamente y te enseñe bien.
Karina,
al escuchar las palabras de la albacea, recién pudo reaccionar y sacudió un
poco sus pensamientos para comprender lo que quiso decir su jefa
─ ¿Qué
la joven sea respetuosa? ─ inquirió Karina con demasiada curiosidad ─ ¿A qué te
refieres con eso?
─ Yo
me entiendo ─ respondió Akiane, bajando el perfil al asunto ─ Ahora, ve Marcos
que te llevará hasta dónde se encuentra Úrsula.
─ Veo
que evades muy bien mi pregunta ─ rebatió Karina, que no le agradaba quedar de
ese modo.
─
Será que he aprendido de la mejor a esconder cosas ─ contra atacó Akiane con
malicia en cuyos ojos verdes había destellos de burla.
Un
nuevo golpe bajo asestado por la joven Rosemberg al orgullo de quién fue
considerada por su propia hermana como la soberbia hecha mujer.
─
Será mejor que me vaya o de lo contrario estaría cometiendo tarde o temprano un
asesinato ─ soltó sin asco Karina.
─ No
digas disparates, Karina ─ apuntó Akiane ─ mira que perro que ladra no muerde,
¿lo sabías?
La
joven fulminó con la mirada a su patrona, puesto que le cayó como patada en el
estómago lo último y antes de retirarse le dijo…
─ No
olvides que un animal acorralado no es precisamente un manso corderito ─
advirtió Karina.
─
Puede ser ─ convino burlonamente Akiane
e inconscientemente no pudo evitar provocarla. ─ Más tú eres y serás aquel
corderito indefenso vestido con piel de lobo. Solo una fachada, querida.
Karina,
que ya se había alejado un tanto, se giró de inmediato y la quedo viendo
fijamente con una cara de encono o… ¿Animal herido?
─
Uno de estos días… ─ murmuró entre dientes Karina y giró sobre sus talones para
largarse cuanto antes, ni siquiera quiso tomar desayuno pues se le quitó el
apetito de una.
Akiane,
que la siguió con la mirada hasta que la muchacha desapareció de su vista. No
dejó de suspirar con resignación ante ciertos hechos.
─
Siempre huyes cuando logro ponerte entre la espada y la pared. Me preguntó si
dejarás de hacerlo en algún momento ─ se dijo para sí, Akiane. ─ Adriana, por
momentos deseo mandarlo todo al diablo y liberarla de tu testamento, y poder
conquistarla limpiamente sin cadenas.
Con
un profundo suspiro nacido de la angustia que lleva consigo, trata de
mentalizarse y enfocarse en lo que debe hacer, pues tiene que salir cuanto
antes de la hacienda y resolver las cosas con María José Rubilar. La
responsable de que la mujer que ama sea tan arisca por temor a ser dañada nuevamente.
─ El
momento de la verdad ha llegado ─ puntualizó Akiane ─ ya veremos que tramas
Majo.
Dicho
esto último, tomó rumbo hacia la salida de la casona y antes de subir a su
coche, dejó instrucciones con su capataz y Greta. Momentos más tarde, su jeep
salía de la portería de la hacienda, no sin antes advertir que nadie podía
ingresar sin su consentimiento.
Le
tomó una hora exacta a la joven Rosemberg, llegar hasta Puerto Varas y cuando
entró el pequeño Balneario, aparcó su jeep a un costado de la calle principal y
sacó su móvil para llamar a la hija de la abogada.
─
Acabo de llegar ─ mencionó Akiane ─ ¿Dónde te encuentras?
─ Me
estoy alojando en el Hotel Bellavista ─ respondió Majo ─ ¿Puedes venir o
quieres que nos reunamos en otro sitio?
─ No
hace falta ─ mencionó seca Akiane ─ Yo iré hasta allá y así zanjamos esto de
una buena vez.
─ Como
quieras ─ repuso Majo sin extrañeza.
─
Nos vemos en diez minutos ─ señaló Akiane y cortó de golpe la llamada.
Y es
que para Akiane, todo esto le resultaba tan desagradable. El tener que
compartir un mismo espacio y tiempo con la mujer que más ha detestado en su
vida. No obstante a eso, debía saber cuáles eran las intenciones que tenía su
presunta rival y ver por sí misma esa orden emitida por ese juez, que venía a
tambalear un poco sus planes.
En
poco tiempo el coche de la joven albacea, tomaba Vicente Perez Rosales y a los
pocos minutos ya se aparcaba en el estacionamiento del hotel. Dónde fue
recibida por una recepcionista y al exponerle los hechos. La mujer le indicó
que en el casino, la estaban aguardando.
Cuando
Akiane, cruzó la puerta de aquel salón, pudo distinguir de lejos como en un
extremo de este, se encontraba una mujer que al momento de percatarse de la
presencia de la otra. Se levantó de su asiento y sin remediarlo un poco. Sopesó
con la mirada a la persona que tenía cautiva a la mujer que supuestamente
amaba.
Los
ojos azules de María José, recorrieron de pies a cabeza a su rival y una
sonrisa mordaz adornó sus labios.
Dándole un aspecto cínico a su rostro y es que no podía disimular sus
impresiones en absoluto.
No
fue la única que analizó del mismo modo a su oponente y es que Akiane,
lentamente recorrió por completo a la joven Rubilar y es que no daba crédito a
que una mujer como aquella con todos los argumentos a su favor, pudiera haber recurrido
a una treta tan infame para lastimar a la persona que más se suponía amaba.
A
pesar de que ambas ya se habían visto las caras y se conocían físicamente. En
ese momento, la joven Rosemberg jamás imaginó que aquella jovencita tan
insolente fue la causante del fracaso sentimental de Karina y como ésta se
volvió impenetrable y no quiso volver a darle una chance al amor en su vida.
Sin
duda, que en ese momento el aire que se respiraba en aquel lugar era bastante
pesado, ya que ambas mujeres se sopesaban una a
la otra sin siquiera saludarse primeramente. Y es que es bien sabido
cuando dos rivales se enfrentan no hay mucho dialogo entre ellas sino que las
miradas dicen mucho más que mil palabras.
Pon
en un mismo plano a una rubia: buena moza, de ojos azules, cabello largo y liso
con un rostro delicado y facciones muy finas con algunas pecas que adornan su
nariz. Unos labios delgados y en su costado derecho un diminuto y sexy lunar
que le daban mayor atractivo a la muchacha. Por el otro lado: tienes a una
pelirroja de cabellera ensortijada, de ojos verde esmeralda, un cuerpo bien
formado y lleno de curvas, bastante alta y con un porte que denotaba mucha
sensualidad y la hacían merecedora de muchas miradas y suspiros. Se podía decir
lo siguiente: La mujer hermosa v/s la chica sexy…Un duelo de amazonas.
Tras
unos minutos de inspección visual, fue la propia María José, quién rompió el
silencio…
─
Toma asiento ─ invitó Majo, haciendo señas con su mano ─ Es mejor hablar
sentadas que de pie. ¿No te parece?
─ En
eso concuerdo contigo ─ Repuso Akiane, ubicándose en el lugar indicado y una
vez lista, añadió ─ ¡Entonces! ¿De qué deseas hablarme?
─
Antes de responderte. ─ señaló Majo ─ ¿Deseas algo para servirte? Y ¡Buenos
días!
─
¡Buenos días! ─ respondió cortésmente Akiane ─ Un café cortado y unos
pastelillos está bien.
─ Es
muy poco para un desayuno ─ expuso Majo.
─ Es
suficiente para mí y además, quiero ser bien breve en nuestra conversación ─
enfatizó Akiane ─ así que cuanto antes me digas que quieres tanto mejor para
mí.
─
¡Ya veo! ─ exclamó Majo, que hizo señas a un garzón ─ Deja que haga el pedido y
satisfago tu curiosidad.
Una
vez que concluyese con su deber como anfitriona. Majo, procedió a sacar unos
documentos que tenía guardados en su bolso y los puso sobre la mesa.
─
Verás Akiane ─ comenzó diciendo Majo ─ Con documentos que emitió el juez
Reinaldo Manzur, se me autoriza a entrar acompañada de una escolta de
carabineros y registrar tu propiedad en busca de Karina.
─
¿Puedo verlos? ─ inquirió Akiane, muy reservada en sus emociones.
─
¡Adelante! ─ instó Majo y entregó la documentación.
Akiane,
leyó detenidamente la orden emitida por el juez, en la que indicaba justamente
lo que la joven Rubilar había señalado con anterioridad. A pesar de ello, no le
causaba la más mínima gracia todo ello, ya que esto alteraba un poco sus
esquemas y ahora de mala gana debía hallar una salida a esta situación y así,
conciliar un acuerdo forzado. Simplemente, aquello le disgustaba, más no dejo
entrever ni el más mínimo gesto de desagrado, ya que sabía que debía irse con
mucho cuidado de ahora en más y evitar que pudiesen apartar a Karina de su
lado.
Sin
duda que, Akiane, no se consideraba una mujer obsesiva ni posesiva, más sus
acciones venían a desmentirla en muchos aspectos y es que seguir al pie de la
letra ese testamento la estaba dejando con una imagen por los suelos. No
obstante, reconocía desde el fondo de su corazón que desde conoció a la joven
Sotomayor, muchas cosas cambiaron en ella y terminó cediendo a los egoísmo de
querer compartir el cariño de la muchacha con otra mujer. Y es que razones le
sobraban para estar insegura y desconfiada; y es que Karina, no mostraba ni una
sola muestra de que pudiese sentir amor por ella, todo lo contrario y eso hace
titubear a cualquiera.
Al
final de cuentas se sentía despechada y humillada en su fuero interno. Tanto su
ego como su amor propio le pedían un poco de dignidad al respecto.
Terminó
de hojear el documento y lo devolvió a Majo, sin referir nada por el momento y
sólo atinó en ver directamente el rostro de la muchacha.
─
¿Qué propones? ─ preguntó sin rodeos Akiane.
─
Que me dejes verla y poder hablar con ella ─ contestó del mismo modo Majo.
─
¿Será una sola vez? ─ inquirió Akiane, con un dejo de escepticismo.
─ Me
encantaría decirte que sí, más eso sólo dependerá de la respuesta de Karina ─
respondió sin vacilaciones Majo.
─
¡Ya veo! ─ exclamó Akiane, entrecerrando sus ojos al máximo pues la respuesta
no le causó gracia. ─ Voy a serte muy sincera, Majo y es que sólo te permitiré
hablar con ella solo por esta vez y las razones para tal decisión están basada
en que Karina, debe cumplir con un testamento que dejó Adriana y que fue ella
misma que firmó y estuvo de acuerdo antes de venir a esta hacienda.
La
revelación de los hechos de por qué Karina, estaba enclaustrada en Puerto
Varas, cobraban sentido para María José y ató todos los cabos sueltos desde la
llegada de su amor al país como algunas incongruencias que surgieron en aquel
primer encuentro como también las evasivas que tenía su madre desde hace un
tiempo en que quiso buscar su apoyo.
─ ¿A
qué está obligada Karina? ─ indagó Majo.
─
Karina, debe permanecer un año conmigo en mi hacienda bajo ciertos términos y
luego de cumplirse el plazo estipulado; se le serán devueltas todas sus
pertenencias. Además, debe cumplir dos clausulas más y todo habrá acabado.
─
¿Has sido capaz de retenerla, privándola de aquello que le pertenecía por
derecho propio? ─ inquirió espantada Majo. ─ ¿Cómo has podido caer tan bajo?
─ ¡A
ver, Majo! ─ sentenció con enfado Akiane ─ No voy a discutir contigo algo que
quedo testamentado por la propia Adriana, quién si tenía todo el derecho del
mundo en velar por su hermana. Y ahora si hablamos de bajezas, creo que tú
lideras la lista en cuanto a jugar sucio, se trata, ¿No es así Majo?
─
Disfrutas el restregarme en la cara aquel incidente, ¿No es así? ─ reprochó
Majo, que alzo su mentón en forma desafiante.
─ No
hago tal cosa ─ rebatió Akiane, apoyándose en el respaldo de su silla y ver más
fijamente a su rival ─ Simplemente aclaro que tú no eres la más indicada para
decirme que he caído bajo al retener a mi lado a Karina. Yo nunca hubiese
lastimado de ese modo al amor de mi vida. Mil veces habría preferido callar mi
amor por ella que destrozar su corazón como tú lo hiciste. Si tanto la amabas,
¿Por qué tuviste que acostarte con su novia? No te detuviste a pensar que lejos
de hacerle ver la verdad, lo único que conseguiste fue convertirte en la
persona más despreciada por Karina.
Majo,
volver a recordar aquella desventura, solo provocaba seguir cargando esa cruz
que llevaba más de siete años a cuesta y en ningún momento deseaba seguir
ventilando más su pasado con la mujer que mantenía cautiva a la persona que más
amaba en este mundo.
─ Si
bien reconozco que fue lo más estúpido que he hecho en mi vida ─ convino Majo ─
No tengo porque darte más explicaciones al respecto. Es un tema solo entre
Karina y yo. Por favor mantente al margen.
─
Lamento contradecirte, Majo ─ rebatió seria Akiane, posando su mano en la
mejilla, en señal de inquisición. ─ Ya que es Karina de quién estamos hablando
y todo lo relacionado con su persona es de mi incumbencia. Por lo tanto,
cualquier cosa que intentes con ella, ten por seguro que voy a arruinar tus
planes.
─
¿Con qué derecho te atreves a amenazarme? ─ preguntó con suma molestia Majo.
─
Con el derecho que me da amarla ─ respondió Akiane muy seca ─ Es suficiente
razón para no dejarte que vuelvas a lastimarla y estaré muy al pendiente de tus
movimientos. Te aseguro que si intentas las más mínima estupidez, no la
volverás a ver en tu vida.
Majo,
sintió una sensación muy extraña a escucharla. Nunca había visto en ninguna
mujer tanta fuerza, convencimiento y vehemencia al defender de ese modo a la
dueña de su corazón al punto de exponerse a enfrentar hasta la misma
justicia…Todo por amor.
«Ella
tiene las agallas que a mí me faltaron para luchar por Karina. Sin duda la ama
tanto como yo» reflexionó mentalmente Majo.
─
¿Acaso no temes irte a la cárcel por ella? ─ preguntó con intención Majo.
Akiane,
entrecerró sus ojos al percatarse de las intenciones de la joven Rubilar y
aprovechó la ocasión para dejar las cosas más que claras en ese punto.
─
Déjame que te aclare bien las cosas. Si piensas que retener a Karina a mi lado
es motivo suficiente para enviarme a la cárcel, pues lamento informarte que
estás más que errada en ello ─ explicó tajante Akiane y prosiguió ─ Está todo
en regla respecto a la situación de ella en mi hacienda, ya que firmó un
contrato de trabajo conmigo. Y respondiendo a tu pregunta, no tendría el menor
empacho en irme a la cárcel si se trata de defender con uñas y dientes a la
mujer que amo.
La
aclaración de la joven Rosemberg solo vino a terminar de convencer a Majo, de
los sentimientos de la muchacha por
Karina. Sin duda que no sólo fue ese tipo de impresión lo que provocó en ella
sino que algo dentro de sí se estremeció por completo y en ese preciso momento
no supo deducirlo.
─
Tranquila que yo no busco enviarte a prisión solo que me permitas verla y poder
hablar con ella ─ señaló Majo, sobreponiéndose a tan extraña situación.
─
¿Cuándo quieres hablar con ella? ─ inquirió sin rodeos Akiane.
─
Mañana mismo ─ respondió Majo ─ ¿Puede ser o tienes inconveniente con el día?
─
Ninguno por el momento ─ mencionó Akiane ─ ¿En la mañana o en la tarde?
─
Dentro de la tarde. Así me das tiempo a llegar y que la encuentre en sus
labores.
─
¿Qué pretendes con eso? ─ preguntó de frentón Akiane, para nada convencida de
eso último. ─ O ¿Buscas argumentos para usar en mi contra?
─
¡Rayos, no seas tan desconfiada! ─ exclamó Majo con cierta reticencia ─ Ya te
dije que estoy jugando limpiamente y quiero estar en igualdad de condiciones
para luchar por el amor de Karina.
─
¡Eso ya lo veremos! ─ esgrimió incrédula Akiane ─ Ahora si ya no tienes nada
que más solicitar. Me gustaría retirarme, ya que tengo mucho trabajo en la
hacienda y para mí el tiempo es oro y valioso.
─ Al
menos me hubiese gustado que me mostrases la ciudad y de paso te serviría para
convencerte que no oculto nada y que estoy yendo de frente ante ti ─ expuso
Majo, siendo muy honesta en sus planteamientos. ─ El que amemos a la misma
mujer, no significa que debamos estar con espadas cada vez que nos veamos. Por
lo menos no es mi estilo.
Aquella
sugerencia realmente descolocó a Akiane, que jamás pensó que aquella mujer; a quién
consideraba su acérrima enemiga, pudiese proponerle semejante idea. A decir
verdad, le encontró un poco de razón, ya que la época de enfrentamientos a
muerte eran tiempo hidalgos de reyes y caballeros y no en los tiempo actuales y
mucho menos tratándose de mujeres…Damas delicadas y astutas.
Aspiró
profundamente y sin saber por qué le dio en el gusto y sería un buen pretexto
para ver qué se traía entre manos. Si es que con ese fin hizo la invitación.
─ Tu
ganas Majo. Acepto tu sugerencia ─ manifestó un poco más calmada Akiane ─
¿Dónde quieres ir?
─
Comencemos por una caminata por la costanera ─ indicó Majo ─ ¿Te parece?
─
¡Perfecto! ─ expuso Akiane, que solicitó la cuenta a un garzón. ─ Nos iremos
enseguida.
─ Un
momento, Akiane ─ convino Majo, que interpuso su mano con la de la muchacha ─
La invitación fue mía y esto corre por mi cuenta.
─ ¿Segura?
─ inquirió Akiane, que disimuladamente corrió su mano y así desviar la atención
de aquel roce. ─ No tengo ningún problema con pagar la cuenta.
─
Muy segura ─ respondió Majo, que se dispuso en cancelar ese consumo ─ Además,
tú deberás invertir tu tiempo en mi persona, por lo que es algo que se
recompensa mutuamente, ¿No te parece a ti?
─
Veo que eres muy justa e inteligente ─ expuso Akiane, algo complacida en ese
aspecto y no pudo evitar pensar en Karina.
« ¿Si
al menos tú fueses de ese modo. Qué distintas serían las cosas entre tú y yo? »
Meditó para sus adentros Akiane.
─
¿Nos vamos ya? ─ preguntó Majo, que ya había pagado la cuenta y se acercó hasta
dónde se hallaba la albacea.
─ Sí
─ fue la respuesta de Akiane, que no lograba dejar de pensar en la joven
Sotomayor.
Ambas
mujeres, salieron del hotel con rumbo al coche de Akiane y así, tomar rumbo a
la costanera.
Mientras
a unos kilómetros de todo lo que sucedía en Puerto Varas…
─
Siento mucho llegar tarde ─ se excusó Úrsula, que venía con tres horas de
retraso a su lugar de trabajo ─ Pero tuve que resolver algunos pendientes en la
veterinaria antes de venirme para acá.
─
¡Descuida! ─ repuso Karina, que estaba ocupada con su amigo el besador, dándole
de comer. ─ He estado ocupada alimentando los caballos. En especial a este
bribón.
─
¡Ya veo! ─ exclamó fascinada la veterinaria, que se acercó junto a la muchacha
y juntas dieron de comer al caballo ─ Me ha dicho Pedro, que hoy trabajaremos
juntas.
─
Así es. ─ respondió Karina ─ Son órdenes de Akiane.
─
¡Vaya, Vaya! ─ exclamó Úrsula ─ Eso sí que es una sorpresa, ¿segura que no
estaba enferma?
─ Jajaja ─ soltó en risas Karina, ya que coincidieron
en el mismo pensamiento. ─ Lo mismo pensé yo. Pero te aseguro que no estaba
enferma. Más bien diría yo que tenía prisa esta mañana.
─
Entonces no me equivoqué en lo que vi temprano ─ mencionó Úrsula ─ Me pareció
ver el jeep de Akiane por la costanera.
─
¿En Puerto Varas? ─ preguntó curiosa, Karina.
─ Sí
─ respondió Úrsula ─ Es muy extraño que ella vaya tan temprano por allá. Tiene
que haber sido algo muy importante o una persona de mucho interés que causó que
ella fuese a Puerto Varas.
─
¡Ya veo! ─ murmuró sin emoción Karina, que desvió la vista hacia otro lugar.
─
¿Todo bien? ─ inquirió Úrsula, algo preocupada por lo que observó.
─
Claro. ¿Por qué me lo preguntas? ─ indagó Karina, que fijó sus ojos celestes en
la joven.
─ Es
que… ─ dudó Úrsula y luego, prosiguió ─
Quedaste un tanto pensativa cuando te comenté lo de Akiane.
─
¡No seas ridícula, mujer! ─ refutó como
resorte Karina, evadiendo y zanjando al instante el escollo. ─ ¿Por qué debería
preocuparme lo que ella haga? Yo no me
tomaría molestias en dedicarle mis pensamientos a tu jefa. Sólo estaba pensando
en lo que estarían haciendo mis amigos en Londres. Eso es todo.
─
¡Ah! ─ exclamó Úrsula, no muy convencida y añadió. ─ Entonces. ¿Te parece si
comenzamos por ver las crías de las ovejas y ver cómo amanecieron?
─ Tú
mandas ─ respondió Karina, que torció sus labios en una mueca bastante notoria.
─
¿Tanto te desagradan las labores agrícolas? ─ preguntó directamente Úrsula.
─
Para serte sincera. No me gusta el campo ─ respondió Karina ─ Y tengo mis
motivos para que no pueda gustarme y nada que tenga relación con sus labores.
─
¿Se puede saber el por qué? ─ inquirió Úrsula ─ Tal vez te ayude a sobreponerte y puedas
verlo de una forma distinta.
─ Lo
dudo ─ aseveró Karina, que se dispuso en caminar hacia las afueras de los establos.
─ No sé por qué tú y Akiane, están tan interesadas en que yo le tome cariño a
esta tierra y sus labores.
─
Será por el simple hecho de que ambas convivimos con tu hermana y sabíamos
cuanto amaba la tierra y su profesión. Que lo más lógico de pensar que su
hermana menor podría tal vez; tener la misma afinidad.
─
Ese es el problema ─ corrigió seca Karina ─ supusieron muy mal. Yo no soy como
Adriana y entre más me fuercen en que me parezcan a ella, más pierden su tiempo.
El que seamos hermanas, no me obliga en ser su copia y seguir sus pasos.
─
Sin duda que nadie lo es ─ repuso la veterinaria, que le tomó del brazo y la
enfrentó a que la viese a los ojos. ─ No estás obligada a amar lo que Adriana,
realizaba o gustaba. Simplemente aprende a verlo con tus propios ojos y
formarte una opinión nueva. No pongas como excusa a tu hermana para no darle
una chance a la naturaleza, mira que te guste o no, también formas parte de
ella.
Karina,
quedo helada tras las palabras de la joven. Por segunda vez una mujer la dejaba
conmocionada al enfrentarla a la verdad. Akiane, siempre le recordaba su
profundo egoísmo con lo cual culpaba a otros de sus errores y ahora, Úrsula; la
dejaba N.K.
Sin
duda que Adriana, jamás estuvo alejada de la verdad y era que su hermana debía
aprender una lección de vida y esta vendría de la mano de su cuñada y que
venían con la mayor de las sorpresas…Amor.
─
Disculpa ─ señaló avergonzada Karina ─ No me gusta ser grosera contigo. Pero te
aseguro que no me agrada el campo y es por un hecho particular que viví en mi
niñez. Nunca hablé con nadie del tema y sólo Adriana, intentaba que viera lo
hermoso que era la naturaleza y sus criaturas.
─ No
sé lo que te tocó vivir cuando eras niña ─ señaló Úrsula ─ Pero si Adriana,
intentó por todos los medios que dejarás tu pasado de lado y volvieses a
convivir con lo que te asusta, es por algo ¿No te parece?
─
Puede ser ─ respondió vacilante Karina.
─
Deja de lado tus miedos y atrévete a ir más allá ─ retó Úrsula ─ Si no lo
intentas quedarás prisionera de tus temores y se volverán cadenas que llevarás
hasta la misma muerte. Date esa oportunidad, Karina y no desperdicies el regalo
que tu hermana te brindó.
La
joven Sotomayor, por primera vez en lo que llevaba en esa hacienda, sintió que
le movían el piso de tal modo, que ya creía que podría caerse de súbito, porque
hasta la vista se le nubló de golpe.
Lo
que sucedió después, fue algo inesperado, ya que Karina; perdió el conocimiento
y se iba de bruces al piso de no ser por la veterinaria que alcanzó a sostenerla
justo a tiempo y pero que no evitó que finalmente ambas cayeran al suelo.
Úrsula,
quedo casi encima de Karina, más evitó que ella se golpease la cabeza
anteponiendo su brazo y usándolo para amortiguar el golpe. Sintió un dolor
agudo en su muñeca. Sin embargo, poco le importó aquello, lo único que
importaba en ese minuto era el bienestar de la joven Sotomayor.
Después
de unos breves segundos que parecieron eternos. Alzó un poco su torso y
contempló a la muchacha y sin poder evitarlo, liberó su otra mano debajo del
cuerpo de la chica y acarició muy despacio con la yema de sus dedos el rostro
de Karina.
─ ¿Qué
demonios está pasando aquí? ─ rugió encolerizada una voz muy conocida.
Al
voltear a ver, Úrsula; se topó con los ojos verdes de Akiane, que brillaban de
tal manera que daba espanto con sólo apreciar la ira que había en su mirada.
Las
circunstancias pueden tomar ribetes muy distintos de un momento a otro y
asestar un golpe fuerte como inesperado…Podría decirse como un impacto o un
doble impacto.
7 comentarios:
super!!! que hays actuliado , no sabes cuanto espere esta conti!!!, por fa actuliza pronto :)
Gracias!!!! Estoy muy feliz de que que hayas actualizado Atada! Estaré esperando muy ansiosamente el siguiente capítulo, no demores! Saludos.
graciassss por actualizar
Que alegría y que ansias por leer el siguiente capitulo. Gracias....
Jejejeje chan chan chan chaaan mortal situación en la que se metieron sin querer, es genial el cap, valió la pena la espera :)
Que estés excelentemente y tengas linda semana.
No se cuantos años pasaron para ver la continuación, de esta extraordinaria historia, hoy por cosas de la vida, me metí a amor yaoi, y bajando la lista de historias actualizadas, mire IMPACTADA el título "atada por un testamento" definitivamente fue la mayor sorpresa de este 2014, ni siquiera haber logrado ingresar a la facultad de arquitectura, me sorprendió tanto y me alegro! Es que definitivamente, así como leí en una anotación tuya, tu escritura, es un regalo de Dios, logras trasladarme a ese mismo momento, a ese tiempo, ser parte de la historia y eso es fascinante, despegarme un momento de mis labores, de la presión del día a día, para relajarme leyendo un solo capítulo tuyo, me alegro definitivamente el mes más pesado del año... agradezco mucho por la actualización de esta historia, porque lo comencé hace muchos años esperanzada de seguir, te mando muchos saludos y existos en tu vida.
Leila, antes que nada aprecio y agradezco este review, por tu compañía como tus palabras.
Siento en verdad la demora, pero muchas veces no me ha sido fácil retomar las líneas que tanto amo, ya sea por trabajo, por cansancio o simplemente por que como cualquier persona hay momentos en los que deseo alejarme y tener algo de paz.
Soy de las personas a típicas que gusta de hacer cosas extrañas y algo complejas para algunos. Sin embargo, en esta forma consigo sacar mi verdadero yo, con el cual y gracias a Dios, encontré la escritura como una forma de dar rienda suelta a sueños y dejar que la imaginación llevase mi camino y fue así, que lo que comenzó por pasión y hobbie se transformo en un arte tal y cual lo dijese una amiga muy querida.
Muchas veces deseo disponer de más tiempo y energías para dedicarme por completo a esto es que es un mundo maravilloso. No obstante, debo atender otras prioridades en mi vida y seguir con mis objetivos en la medida que se dan las cosas.
Hoy escribo porque amo este arte y es un deleite como no te imaginas y me gustaría entregar cada escrito como un hijo a todas ustedes, pues cada entrega es eso. Un pequeño presente que se hace con cariño y diversión. Espero nunca perder el deseo de escribir porque me sentiría sin alma.
Anrhia, la que escribe líneas te pide disculpas por la demora en mis entregas y la mujer detrás, te dice simplemente aquí siempre habrá algo que decir por medio de las líneas, un viaje, un mundo, un relato, una aventura que te invitaré a vivirla de principio a fin.
Desde mi lugar, te saludo y envío un abrazo a la distancia,
Anrhia
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