mujer y ave

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lunes, 1 de septiembre de 2014

Una mala decisión.


Atada por un testamento, capítulo 13.

Un suspiro, salió lento y agobiante de la garganta de una joven, que no conseguía entender muchas cosas por más que se esforzará, todo resultaba infructuoso y a esas alturas ya estaba enloqueciendo, nada era suficientemente bueno para conquistar el corazón de la mujer que amaba.



Soy una estúpida, ¿cómo pude atreverme? se dijo Akiane, llevando su mano a su labio herido e hinchado. de seguro que con esto, me odiará más.

Una lágrima se desprendió de sus ojos, un desahogo a todo lo que vivió hace unas horas atrás con Karina y al recordar nuevamente esa escena, se sintió más infeliz de lo que ya estaba.

Una solitaria lágrima, comenzaba a recorrer su mejilla ahogando su dolor interno, que a esas alturas reconocía que había cometido el mayor error de su vida al intentar forzar a la joven Sotomayor a corresponder a su amor por las malas, se podía decir que algunos rasguños eran la prueba física, pero la verdadera herida que estaba dentro de su corazón, era la más profusa y que la estaba consumiendo viva por dentro.

Miles de pensamientos la acechaban como hienas en busca de su premio: el odio de Karina, la sombra de Majo, Úrsula, Mauricio, Ignacia  y Adriana. Esa noche o lo que quedaba de ella, sería la más larga de su corta vida, ya que debía asumir el precio de su insensatez. Las cosas nunca se conseguirían por las malas y mucho menos todo lo que tenga relación al Amor.

Pueden irse a la misma mierda escupió en un solo grito Akiane y se abrazó a su desnudo torso como queriendo tapar su vergüenza así como su fragilidad.

Una cosa estaba más que segura, ya nada volvería a ser lo mismo para ella. Asumiría las consecuencias de sus actos y si ello, implicaba tener que disolver ese maldito testamento, lo haría, ya nada le importaba en ese momento, se sentía derrotada y humillada a la vez. Aunque muchas cosas se pueden decir al calor de una discusión o de un enfrentamiento, pero de ahí en hacerlo, es otra cosa muy distinta, siempre se suele retractarse de sus dichos. No obstante, Akiane, dentro de su miseria, se prometió que no volvería a mendigar más por amor, había llegado a su límite y de eso no iba a echar pie  atrás.

FLASH BACK

Ponte cómoda, querida advirtió Akiane.
Que al ver que la muchacha trataba de escapar, empleó toda su fuerza para arrastrarla al centro de su cama y de un solo movimiento, le arrancó la camisa y añadió…
Nada de eso dijo con rabia Akiane esta noche llevarás mi marca y haré que esta noche sea inolvidable para ti.

Sin más preámbulo, se apoderó de sus labios, sin darle tiempo a nada y sometió por la fuerza a la muchacha.
Por su parte, Karina, por un minuto creyó que sólo estaba alardeando, más cuando le arrancó su blusa de golpe y solo entonces sintió pavor, su cuerpo comenzó a temblar por la furia con que Akiane, le besaba y en vez de provocar una reacción positiva solo consiguió asquearla.

Detente Akiane murmuró entre dientes Karina.

Los ojos verdes de la joven, chispearon al momento de oírle y solo se despegó unos cuántos milímetros de la joven.

¿Detenerme? ironizó Akiane vamos dulzura, no te pondrás remilgosa a estas alturas.
No conseguirás nada forzándome a que corresponda a  tus caricias aclaró Karina, volteando una y otra vez su rostro, para no recibir los besos de la joven Rosemberg.
No agotes más mi paciencia Karina rabió Akiane, que le sostuvo el rostro con una sola mano y clavó su vista en ella. a mí me puedes decir siempre NO, pero a la estúpida de Majo, le perdonas todo incluyendo que se haya acostado con tu mujer.

Los ojos celestes de Karina, se abrieron desmesuradamente  a causa de la bajeza de su jefa y se oscurecieron de la indignación.

Lo que yo haga con Majo, nunca será asunto tuyo bramó Karina es muy ruin usar un hecho doloroso para conseguir cosas a tu favor, me das asco, Akiane.

Lejos de conseguir amedrentar a la joven, ésta enfureció más con sus palabras y respondió con cierta ironía.

¿Así que te doy asco? preguntó Akiane.
No sólo me produces asco sino que me das lástima porque nunca conseguirás que te ame escupió con deliberada crueldad Karina.

Eso fue la gota que rebalso en vaso, ya que esas palabras calaron en lo más profundo de su ser y lo poco de cordura que aún le restaba se esfumó en un abrir y cerrar de ojos.

Ya que tanto asco te doy, ¿por qué correspondes a mis besos? masculló furiosa Akiane. entonces, estoy delante de una excelente actriz o eres la mayor embustera de todas. Sólo hay una forma de averiguarlo.

Y sin perder más el tiempo en absurdas palabras paso a la acción y su mano ágil, voló hasta la pretina del pantalón, tanto el botón como la cremallera no fueron un obstáculo para sus largo y ágiles dedos que cedieron al primer intento y eso que la joven Sotomayor, puso cierta resistencia dentro de lo que se podía y es que era mucho el coraje que sentía en ese momento y no permitiría que la ultrajasen, porque esa escena, era inequívoca y tenía esos ribetes.
Aun así, no era oponente para la que se supone que es su albacea, jefa y protectora, Karina, tiene una complexión delgada y para nada es una mujer forzuda, como lo es Akiane, es frágil y débil en ese aspecto, pero…se dice que cualquier borrego puede convertirse en lobo cuando es acorralado o puesto en una situación extrema de vida en la que su instinto de sobre vivencia salir a relucir llegando hasta provocar un verdadero milagro y este caso en particular sería fiel testimonio de ello.

Estaba claro que buscaría el modo de librarse de la albacea, lo que carecía de fortaleza lo suplía con inteligencia y astucia. No iba a ceder, aunque muy dentro de su fuero interno, estuviesen produciéndose ciertos milagros favorables para aquélla que le estaba infringiendo el mayor temor y decepción que hubiese imaginado siquiera y es que en la vida, cuando el amor o cariño que una persona puede profesar por otra, no es correspondido tras varios intentos fallidos, se vuelve ese sentir en despecho que corroe el corazón y el alma de esa persona, y es que tanta indiferencia suele provocar tristeza y con el correr del tiempo, pasando de la amargura al rencor…¿sería esto lo que estaba sucediendo con Akiane?

La joven Rosemberg, perdió toda cordura y se dejó llevar por la rabia que provocaron las palabras de la mujer que amaba y lo que pretendía ser una noche de pasión, en donde la conquista por medio de caricias sería su carta de triunfo, se tornó una pesadilla que tomaba ribetes peligrosos a causa de la cobardía de una y la obstinada de la otra.
Se podría decir que en esos instantes, las palabras o mejor dicho, presagio de Adriana, estaban completamente errados…un amor, no se fuerza, se merece por las acciones que emprende el corazón contrario.

¿Cómo es posible que puedas fingir una caricia? masculló entre dientes Akiane, con un marcado tono de sarcasmo. ¿Qué clase de mujer eres?

Con un resoplido de voz, a la vez que luchaba por zafarse del cuerpo de la albacea, Karina, agregó…

Te advertí desde un principio que haría de tu vida un infierno escupió Karina, entre sus vanos esfuerzos. Si hablamos de bajezas, ¿en dónde quedas tú?
Yo jamás he mentido o fingido mis sentimientos hacia ti contraatacó Akiane, al mismo tiempo que en un veloz movimiento, sujetó ambos brazos de la chica, colocándolos firmes a un costado de su cuerpo, anulando por completo y clavando sus ojos verdes, en el rostro de la joven Sotomayor, buscando en ellos, su verdad.
¿Qué estás buscando en mis ojos? dijo con rabia Karina.
Quiero que me digas a la cara, si mis caricias te producen tanto asco como dices. argumentó Akiane, cuyos ojos se tornaron de un verde petróleo tanto intenso como intimidante dime, Karina, ¿mis besos te son repulsivos?

Sus ojos celestes centellaron ante la pregunta y Karina, lejos de responder, se la quedo viendo por un buen rato. Por más rabia e indignación que tuviese en ese momento, era incapaz de mentir, pero si podía perfectamente ocultar sus debilidades ante los demás y más tratándose de Akiane.

Respóndeme Karina instó Akiane, bajando un poco más su rostro hasta quedar a escasos centímetros del de Karina.

No obstante, fue en vano insistir, ya que la joven Sotomayor, era obcéqueda y rara vez daba su brazo a torcer. Algo dentro de ella, la impedía responder con la franqueza que la caracterizaba…el orgullo.

Ya veo, no me dejas más alternativa murmuró Akiane sólo hay un modo de averiguarlo

Sólo sentir el roce de esos labios, fue más que suficiente para detonar en ella, un mar de contradicciones. Por un lado, estaba el coraje, sus emociones, determinación y por sobre todo su orgullo, versus la respuesta que comenzaba a surgir desde lo más recóndito de su ser.

Esa lucha cobró en ella su precio y como si fuese una explosión atómica, su corazón colapsó y en su lugar asomó, el espíritu de supervivencia, saliendo a relucir la única vía viable para ella…su inteligencia.

Y sólo vio un camino posible para detener esas caricias y acabar con todo aquello que estaba haciendo mella en su persona y que la dejarían en completa evidencia.

Dejo que Akiane, profundizará un poco más el beso y luego, mordió con todas sus fuerzas el labio inferior de la albacea, sacando un ahogado gemido de Akiane, quién en el acto aflojó el apriete de sus brazos por lo que Karina aprovechó para darle un certero rodillazo en su vientre, la que se dobló a un costado.

Mientras Akiane, caía al costado derecho de la cama, la joven Sotomayor, saltó rauda de ésta y con furia en sus ojos, añadió…

Eres una bruta bramó Karina, tratando de arreglar un poco su blusa hecha girones. ¿Acaso tienes estiércol en tu cerebro?, ¿qué estabas pensando?, una campesina tiene bosta en su pertrecha cabeza…se nota que debes volver a clases nuevamente para que aprendas valores.

Por su parte Akiane, no respondió nada y sólo se limitó en verla por el rabillo de sus ojos y no atinó a nada más.

Adriana cometió la mayor de las estupideces al dejarme a tus cuidados… eres una forajida exclamó con enconó Karina y salió huyendo en un santiamén.

FIN DEL FLASBACK

Definitivamente, ya no te rogaré más se dijo Akiane con soberbia y con el ego herido, se levantó de la cama y fue hasta el baño a tratar de curarse el labio. Habían pasado más de media hora desde lo acaecido con Karina.

Después de limpiarse la sangre de sus labios, tomó una ducha más que fría… gélida, para aplacar el dolor que sentía dentro de su corazón y así mitigar, el vació que comenzaba a sentir en todo su ser.
Más tarde  ya muy entrada la noche, dejo caer su cuerpo sobre la cama y buscó conciliar un poco el sueño. No obstante, fue imposible, ya que como jauría hambrienta la perseguía le rostro de Karina así como su olor y el odio en su mirada, por más que trató, no consiguió borrar aquella imagen de su cabeza, esos ojos celestes cargados de rabia y desprecio.

Así la noche se hizo infinita, aunque ya había avanzado un buen trecho y la joven Rosemberg, dio muchas vueltas en la cama hasta que con un suspiro de cansancio y resignación, clavó su mirada por el ventanal y quedo viendo el manto estrellado en el firmamento dejando que sus pensamientos se perdieran en la inmensidad y oscuridad de esa noche.

Las horas transcurrieron velozmente y ya eran las 7: 20 y había mucho movimiento en la casa como en la hacienda…en la cocina, Greta, preparaba algunos bocadillos, en el mismo momento en que entró Pedro y entabló conversación con la mujer.

¡Buenos días Greta! saludó el capataz. ¿Has visto a Akiane? No la encontré en su despacho.
¡Buenos días, Pedro! saludó Greta y echó un vistazo al reloj de la pared. aún no ha venido a desayunar y ahora que lo pienso tampoco la he visto salir, ¿se habrá quedado dormida?
¿No me digas que Akiane aún duerme? indagó Pedro eso me resulta imposible.

En eso, la joven Rosemberg, hace su aparición en la cocina con un rostro totalmente demacrado y una cara de muy pocos amigos, causando mucha conmoción en los otros dos.

¡Por Dios, mi niña! exclamó con espanto Greta. ¿qué fue lo que te paso en tus labios?

Akiane, lanzó una severa mirada a su empleada, pues no deseaba entrar en detalles con nadie del que creía ser su mayor error en su vida y se apresuró en terminar con todo eso antes que pudieran darle un sermón o lástima, que por cierto no deseaba en su vida. Ella, como todos o casi todos los seres humanos, tiene orgullo y no estaba dispuesta a que le dieran eso último… ¿orgullo o dignidad?

No emitiré ningún comentario al respecto sentenció Akiane y sentándose en su lugar habitual añadió. espero que ustedes dos no den pie a especulaciones a otros empleados.

Ambos, se quedaron viendo, pues el tono imperativo, denotaba que la joven Rosemberg, estaba de muy mal humor, ya que muy pocas veces la han visto molesta, pero hoy, era más evidente que nunca. Optaron por llevarle el amén y no entrar en detalles, sabían que no era el momento de presionar, más adelante podrían saber, aunque ambos sospechaban que el culpable tenía nombre y apellido…Karina Sotomayor.

Será como tú digas señaló Greta y cambiando de tema preguntó. ¿qué vas a desayunar hoy, mi niña?
Sólo dame una leche fría y un budín si tienes, Nana demandó Akiane no tengo mucha hambre.
Enseguida respondió Greta.
¿Comenzaremos hoy con la cosecha? inquirió Pedro.
Sí, por favor hazte cargo, yo estaré ocupada revisando unos documentos en mi despacho aclaró Akiane. me llevará toda la mañana por lo que no podré ir.
De acuerdo acotó Pedro y se levantó de su lugar para encargarse de inmediato. con tu permiso.

La joven Rosemberg, se limitó en asentir con la cabeza y procedió a tomar su leche, más el sólo contacto del vidrio con sus labios, arrancó un pequeño gruñido de su boca y trató de aguantárselo para no alarmar a su nana. Después de todo, era un simple rasguño, en nada se comparaba con el dolor que sentía en su corazón.
En eso, Pedro que ya estaba casi por salir de la cocina, recordó algo y volteó a ver a su jefa y preguntó…

¿Te harás cargo de Karina como siempre? indagó Pedro con cierta preocupación.

La sola pregunta molestó en lo sumo a la joven, quién empequeñeció sus ojos peligrosamente, su sólo nombre en ese momento le irritaba…
Puedes hacerlo si quieres, es más desígnale trabajo de ahora en más ordenó seca Akiane lo que menos deseo es ver su cara.

Tanto Greta como Pedro, se dieron cuenta en el acto que sus sospechas se confirmaban, pero jamás cruzó por sus mentes, oírle decir tales palabras y con tanta rabia. El día en que ambas salieron de compras, ambos, rogaban porque las cosas salieran favorables para ambas chicas y pudiesen comenzar a llevarse de mejor manera y así, la convivencia fuese más placentera entre ambas, más no ocultaron sus temores con respecto a ellas, ambas eran dinamita pura al momento de enfrentarse si algo salía mal y al parecer, ese salida fue un desastre en todo el sentido de la palabra y las consecuencias comenzaban a vislumbrarse.

El capataz, observó un poco más a su jefa, pero fue incapaz de pronunciar comentario alguno. Para un hombre es bien complejo meterse en líos entre mujeres, pues no era su área y menos contaban con la sensibilidad necesaria para ello, por lo que con suspiro ahogado, dio la media vuelta y se fue a acatar las órdenes de su patrona.

En cambio, Greta, era una mujer mayor, sabía, paciente y dulce, por lo que  decidió hacer lo único que creía poder romper un poco el hielo del corazón de la joven. Tomó ambas manos de la muchacha entre las suyas y con mucha dulzura en su voz, añadió…

No dejes que la rabia te consuma viva como tampoco dejes que la obstinación y temor de ella, acabé con el amor que le profesas expuso Greta, que dejó a la joven sola en la cocina para que pudiese encontrar su paz.

Por su parte, Akiane, no deseaba reflexionar en esos momentos en las palabras de su querida Greta, por lo que abandonó el desayuno y se fue directo a su despacho para mantenerse ocupada y no pensar en su desgracia.

En el otro revés de la moneda, se hallaba Karina, que tampoco pudo pegar un ojo en todo lo que duró esa larga noche y los recuerdos la atormentaban hasta lo infinito, estuvo a pasos de ser abusada por su jefa que se descontroló a causa de la llamada de Majo y eso sí que le aterró muchísimo.

En estos pocos meses, había tolerado todo tipo de cosas de parte de la que era su guardiana, jefa y albacea y aunque luchó hasta lo infinito para ser parca y hacerle añicos la vida, no consiguió mucho que digamos por el momento y debía asumir que una ínfima parte de ella, comenzaba a soportarla en cierto modo y estaba bajando un poco los brazos tal como habían sido el pronóstico de su hermana Adriana.

« Definitivamente, ella está loca, ¿en qué estaba pensando?...acaso cree que una mujer se lleva a la cama a la fuerza…es una estúpida, esa actitud es típica de un salvaje…de un hombre podría creerlo, pero una mujer…se nota que es una campesina bruta, descerebrada y ególatra que de amor no sabe nada y mucho menos como tratar a una mujer…se pensará que amar es como domar un potro…bueno, viniendo de ella, no lo dudaría ni un ápice » preguntas y pensamientos de una mente que no lo lograba concebir el concepto de amor que tenía su jefa.

Además dudo que eso pueda ser amor de su parte se dijo Karina definitivamente la estancia en este lugar me está afectando mucho, será mejor que hablé con Nacha.

Karina, buscó entre sus ropas su móvil y en eso recordó que su jefa la despojó de éste y no se lo devolvió.
No me queda más remedio que ir a pedírselo porque de lo contrario estaría admitiendo que esa mujer es dueña de mi vida rabió Karina y dicho esto, saltó de la cerca en la que estaba sentada desde hace más de dos horas, mucho antes que aclarase, ya que fue a caminar para despejar su mente y también por cierto temor que sentía dentro de sí.

Minutos después y antes de siquiera llegar a la casona, se topó con Pedro, que le pidió que lo acompañase a ver las siembras y enseñarle a cosechar, por lo que la joven, intrigada de la petición, se negó rotundamente y le contestó que sólo Akiane podía darle órdenes.

El capataz volvió a insistir…

Karina, es mejor que vengas conmigo rogó Pedro, tomándola de la mano y tirando un tanto de ella para que desistiera de ver a su jefa. ella no quiere verte y hacerlo sería crear más problemas entre ustedes dos.

¿Así?... con qué esas tenemos  desafió Karina y soltándose del agarre, acotó. pues no sólo es una bruta sino cobarde. Veremos si tiene las agallas de decirme algo en mi cara.
Karina protestó Pedro, pero no alcanzó a decir más cuando fue interrumpido por la misma.
Karina, nada bramó ésta no sigas insistiendo, Pedro. Además, ella y yo tenemos cuentas que saldar con respecto a cierta cosa que es de mi pertenencia.
¿Alguna vez en tu vida dejarás de ser tan tozuda y remediar las cosas? espetó Pedro, que ya no pudo contenerse más, ya que estaba sumamente preocupado por su jefa.
Nunca y si te refieres a los problemas entre tu jefa y yo, son exclusivamente de nuestra incumbencia y no de un empleado vociferó una iracunda Karina además, que sabes tú de mí para tildarme de esa manera, cuando yo no te he dado la confianza para denostarme de ese modo, pensé que eras un caballero y por lo visto me equivoqué rotundamente contigo. Ahora si me disculpas, iré dónde la bruta de tu patrona y resolver las cosas de una vez por todas.

Sin más que acotar, la joven Sotomayor, giró sobre sus talones y se fue en dirección del despacho de la albacea, dejando a un boquiabierto capataz, que fue incapaz de detenerla, debido a que en ese momento no había ser humano alguno que pudiese detener a semejante mujer con tremendo carácter.

«De lo único que estoy seguro es que en nada se parece a Adriana y la única persona capaz de anularla, al parecer ya se dio por vencida» meditó para sus adentros Pedro, que rogaba a la vez que no empeorase más la situación.

El hombre, se limitó en verla perderse al interior de la casa y con un movimiento de cabeza, decidió seguir trabajando para distraerse de lo que ya creía una pesadilla.

Karina, ya en el interior de la casa, pasó rauda por el lado de dos empleadas y casi les da un empellón de la prisa que llevaba y en cosa de segundos, abría la puerta del despacho de la albacea y en eso se topó con una Akiane, que estaba sumergida en documentos y que al momento de abrirse de golpe la puerta, alzó la vista en aquella dirección y su conmoción se hizo evidente al instante…

¿Se puede saber qué haces aquí? preguntó seca Akiane además, ¿quién te crees para entrar de ese modo y sin tocar antes? No será que eres tú la forajida y mal educada.
Tal vez sea que convivir contigo me haya contagiado de tus malas costumbres respondió sin asco Karina.
No me culpes a mí de tus debilidades y la pésima educación que te dieron tus padres, porque eres una grosera, caprichosa, irresponsable, egoísta,  soberbia y para colmo de tus males una grandísima embustera y cobarde escupió con saña Akiane, que se levantó de golpe de su asiento y le lanzó una durísima.
Eso sí que no te lo voy a aguantar. Con mis padres no te metas, Akiane bramó Karina, quién acortó la distancia entre ellas y ya se disponía en propinarle senda cachetada.
Ni lo intentes desafió Akiane, que detuvo fuertemente el brazo de la chica interrumpiendo la agresión y añadió ¡Mírate! Y dime, si no tengo razón. Te comportas de la peor manera, hiciste cuanto se antojó con tus padres y nada te importó nunca en tu vida porque eres una insensata e insensible, Karina.

Andas por la vida, llevando tu mal humor y majaderías para con los demás, ni siquiera te pones a pensar un segundo en cómo se sienten ante tus actos y rabietas, culpas a otros de tus errores y jamás te has preguntado qué has hecho tú para que las cosas te salgan mal y como si no bastará, al menor problema que surge en tu vida, sales huyendo o escondes la cabeza como un avestruz porque eres incapaz de admitir que eres frágil y que necesitas de los demás para vivir porque sin temor a equivocarme, nunca en tu miserable vida has sido incapaz de ser FELIZ.
Cuando, Akiane, terminó de lanzar todo lo que sentía dentro de sí, pudo recién fijarse en los ojos celestes de Karina, éstos estaban opacos, habían perdido el fulgor habitual cuando se enfrentaban y no echaban chispas como de costumbres…estaban inertes, sin fuerza, sin vida, como si las palabras calasen no sólo en su corazón sino en la retina de sus ojos.

¿Terminaste? fue la frágil voz que salió de los labios de Karina.
Sí respondió escuetamente Akiane.
Entonces, haznos un favor a las dos y acaba con todo este infierno porque no nos hace bien a ninguna expuso una taciturna Karina quédate con todo, sólo déjame ir de una buena vez.

Akiane, lanzó un suspiro profundo, ya que la oferta era muy tentadora y como estaban ambas, era la mejor opción. Sin embargo, por la forma en que reaccionó la joven, la hizo caer en cuenta de las palabras de Adriana, su hermana necesitaba una lección de vida, una dura lección que le permita liberarse de las ataduras y eché por tierra sus defensas, para dar paso a una nueva etapa de crecimiento personal y consiga ser feliz.

¿Conseguirás solucionar las cosas de ese modo? preguntó Akiane, que la veía con un dejo de tristeza ¿hasta cuándo vas a huir? Por qué no te quedas y das la pelea hasta el final, lucha alguna vez por algo en lo que creas y no dejes que otros se queden con lo que te pertenece.
Déjame ir murmuró Karina, responder a las preguntas de la albacea.
Eres muy necia Karina repuso Akiane y soltó lo siguiente en vista de que no escuchas y poco te importa lo que diga, yo tampoco cambiaré mi postura y digas, hagas o abofetees, no saldrás de esta hacienda hasta haberse cumplido el último día testamentado.
¿Es tu última palabra? inquirió ésta, que no había movido un solo musculo de su cuerpo y su mirada parecía perdida en ese instante.
Así es confirmó Akiane.
Te advierto, que no conseguirás que te ame señaló fríamente Karina.
Descuida, poco me importa tu amor en estos instantes refutó Akiane es más creo que ya me cansé de besarte los pies, así que por mí puedes quedarte con quién se te dé la gana cuando acabe el plazo del testamento. Por mi parte, pondré mis ojos en una mujer que valga la pena luchar y que merezca mi amor, una mujer que desee amar y dejarse amar y no como tú que le pone cerrojo a su corazón.

Karina, no respondió esta vez, se limitó en alzar un poco la mirada y ver por unos breves segundos los ojos verdes de Akiane y sólo halló frialdad. Y sin más que hacer, volteó sus pasos en dirección a la puerta y antes de marcharse, agregó…

Eres libre de escoger lo que más necesites en tu vida reconoció Karina sólo espero que el tiempo pase muy rápido para no volver a verte en mi vida.

Luego de ello, se marchó, dejando a una Akiane, más triste de lo que nunca imaginó. Aunque tuviese coraje y se sintiese humillada y a la vez avergonzada por lo que sucedió entre ellas, su corazón se negaba a dejar de amarla y más le dolían las últimas palabras de Karina.
Ambas mujeres se dijeron de todo y cada cual hirió el corazón de la otra, lo que debió ser tal vez un momento de pasión, terminó siendo una mala decisión llevada por el despecho de un corazón que no quiso esperar más.


1 comentario:

Mari Carmen dijo...

Me alegra ver una nueva continuación de esta historia, la esperaba con ganas al igual que el resto de tus historias. Tus historias son increíbles y espero que pronto tengamos otra continuación de alguna de ellas, lo estoy deseando. Gracias por el aporte. Abrazos y con cariño desde mi tierra para ti, espero leerte de nuevo pronto.

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