mujer y ave

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domingo, 28 de septiembre de 2014

La revancha del ave cautiva


Atada por un testamento, capítulo 15.

─ ¿Qué demonios está pasando aquí? ─ rugió encolerizada una voz muy conocida.

Úrsula, volteó a ver y de lleno se encontró con el rostro desencajado de Akiane y su mirada irradiaba la absoluta molestia, casi un mirar asesino.


La joven veterinaria sintió que un choque eléctrico le recorría la espalda, dejando una sensación de escalofríos con solo ver aquellos ojos verdes.

─ Te lo vuelvo a preguntar ¿qué demonios estás haciendo con Karina? ─ preguntó con un agudo encono Akiane, que para nada disimulo su sentir, puesto que a esas alturas ya estaba harta de las acosadoras de la joven Sotomayor.
─ No saques conclusiones precipitadas, Akiane. ─ manifestó Úrsula.
─ ¿Qué no saque conclusiones precipitadas? ─ inquirió con bronca Akiane ─ ¡Mírate cómo están! ¿Qué haces abrazada a ella? ¡Dímelo!
─ ¡Tranquilízate quieres! ─ demandó la veterinaria, que se fue incorporando despacio y dejo un poco de lado a la joven Sotomayor para ocuparse de su jefa. ─ No conseguirás entender las cosas estando tan ofuscada como lo estás.
─ No agotes mi paciencia, Úrsula ─ advirtió Akiane, que tomó de los brazos a la muchacha y la apartó bastante de Karina. ─ Fui muy clara anteriormente en que deseaba que te mantuvieses lo más alejada posible de ella y que si hoy consentí que trabajasen juntas fue exclusivamente por encargo de Adriana. Lo que no significa que te pases de lista y quieras aprovecharte de la situación.
─ ¡Por Dios, me lastimas! ─ exclamó la joven y una vez que la soltaron, espetó ─ Ella no es de tu propiedad, Akiane. Por mucho que Adriana, te hubiese solicitado cosas; no es motivo para someterla a tal privación de sus derechos esenciales como la libertad. ¿Con qué autoridad lo haces?
─ Te advertí que no colmarás mi paciencia ─ bramó Akiane y se plantó delante de la veterinaria y añadió─ y voy a aclarar tus dudas de una buena vez. Ella está conmigo por voluntad propia y petición de su hermana en su testamento que se leerá muy pronto y soy la albacea que vela porque todo se cumpla hasta la fecha indicada, en dónde Karina, recibirá el testamento de Adriana.
─ Eso no te dará derecho a tratarla como una esclava ─ protestó Úrsula ─ Acaso no te das cuentas que es una mujer frágil y delicada, que no está acostumbrada a la brutalidad con que la tratas. Ella no está hecha para una vida campesina por mucho que le gustase a Adriana.
─ Estoy muy consciente de quién es Karina ─ rebatió Akiane ─ No necesito que me des lecciones al respecto.
─ Entonces ¿por qué lo haces? ─ preguntó sin rodeos Úrsula ─ que no te das cuenta que con esa forma en la que actúas solo consigues sacar lo peor de ella. ¿No te importa lo que ella sienta?
─ Claro que me importa ─ mencionó Akiane ─ pero es un tema que no voy a discutir contigo.
─ Solo dime una cosa más ─ indicó la veterinaria, que tomó del brazo a su jefa sin permitirle que se alejase.
─ ¿Qué deseas saber? ─ apremió la joven albacea.
─ ¿Por qué te empeñas tanto en alejar a todos de Karina? ─ preguntó Úrsula ─ ¿Qué consigues tú con ese testamento?
─ Ya te dije, sigo las indicaciones de su hermana ─ respondió Akiane, sin emoción alguna.
─ ¡No te creo! ─ espetó Úrsula ─ estás ocultando algo más. Me atrevería a decir que tú sientes algo por Karina y por eso te empeñas en alejar a todos de ella o ¿me equivoco?

Aquella suposición de la joven veterinaria dio en el clavo y los ojos verdes de la joven, vislumbraron esa respuesta que no se hizo esperar.

─ ¡Tienes razón! ─ afirmó seca y firme Akiane ─ tus deducciones son acertadas querida. La razón principal es que amo a esta mujer y por ella estoy dispuesta a todo. Incluso a tener que hacerlas de maldita con tal de conseguir que ella pueda ser libre de sus temores.
─ Lo sabía ─ exclamó con dolor Úrsula, pues su corazón se contrajo con esa afirmación ─ No es propio de ti comportarte como una sádica como lo haces con ella. Es una manera muy extraña la tuya de amar.
─ No necesito que me des lecciones de moralidad ni nada que se le parezca ─ contravino Akiane ─ yo tengo mis motivos para actuar como lo estoy haciendo y ¡créeme Úrsula! ni tú ni nadie me va alejar de Karina y no sigas en tu plan de conquistarla porque no te lo permitiré.

Tras proferir sus amenazas, Akiane, tomó en brazos a Karina y salió del lugar en dirección de la casa patronal. No sin antes, de lanzarle una dura mirada de advertencia que iba a cumplir sus palabras, costará lo que le costará.

─ Será mejor que vayas con Juan Carlos para que revise tu muñeca ─ ordenó Akiane al momento de pasar a su lado y  que se había percatado del hecho y con ello, se largó del lugar dejando con sentimientos encontrados a la veterinaria.

«No me duele tanto como el saber que tú la amas» meditó Úrsula.

La joven, sobó su muñeca tratando de constatar las molestias y enseguida advirtió que la cosa no pinta bien para ella y suspirando profundamente, decidió seguir el consejo de su jefa e ir con el médico de la hacienda. Y aunque ella fuese especialista en animales y supiera que las cosas no eran buenas, necesitaba sacar una radiografía para descartar fracturas.

Cerró las puertas del lugar y se fue rumbo a las oficinas de su colega y en el trayecto pudo advertir, que un grupo de hombres estaban reunidos y hacían muchos ademanes con las manos a Pedro, cuyo rostro estaba realmente descompuesto.

Hubiese querido consultarles, pero prefirió no inmiscuirse dado que en muy pocas ocasiones el capataz de la hacienda mostraba un rostro tan devastado como el que lucía. Y es que el hombre de confianza de Akiane, tendría que saber encontrar alguna solución ante cualquier imprevisto. Por tanto, prosiguió con su camino en dirección de la enfermería.

En otro lugar de la hacienda…

En la habitación de la joven Rosemberg. Tres mujeres, examinaban a quién yacía en el centro de ese gran lecho.

─ Estoy segura que debió tratarse solo de cansancio o producto de alguna emoción fuerte que de seguro la colapsó ─ aclaró Regina; enfermera de la hacienda, mientras examinaba a la joven ─ Te aconsejo que la dejes descansar hasta mañana. El reposo le sentará bien.
─ ¿Sólo reposará esta noche nada más? ─ preguntó Greta algo preocupada ─ Esta niña debe descansar por lo menos unos días para reponerse de todo lo que le ha tocado vivir.
─ Tranquila, Greta ─ refutó Regina ─ ella tendrá todo el día de mañana para reponerse. Es sólo agotamiento por estrés nada más y si fuese más serio deberá verla Juan Carlos para determinar otras indicaciones.
─ Eso me tranquiliza un poco más ─ repuso más aliviada Greta ─ En verdad que esta muchacha me preocupa. Se alimenta mal, duerme poco y trabaja demasiado. Se nota que es perfeccionista en extremo.
─ Entonces les sugiero que hablen con ella ─ convino la enfermera ─ porque costará hacerle cambiar sus hábitos de la noche a la mañana.
─ ¡Cielos! ─ exclamó Greta ─ Está niña es tan obstinada que de seguro que se negará rotundamente.
─ Descuida, Nana ─ propuso Akiane ─ Yo hablaré con ella y me encargaré personalmente en que comience a cuidar su salud.
─ ¡Por favor hazlo, mi niña! ─ apremió Greta, apretando nerviosamente la mano de la joven ─ No dejes que nada malo le pase. Ella depende de ti, eres la única persona que puede conseguir que cambie y que consiga ser feliz.

Akiane, al oírla hablar de esa forma le pareció estar escuchando a Adriana y la petición le vino a contraer el corazón al recordar los ojos suplicantes de su cuñada momentos antes de que dejará de existir. Las mismas palabras y la misma mirada, era una súplica nacida de la desesperación de dejar desamparada a su hermana a quién amaba muchísimo y que no pudo hacer en vida lo que dictaba su corazón y es por ello; que se la confió a pesar de todo lo que se vendría.

Es bien sabido que cuando un moribundo te confía lo más preciado;  es porque te está entregando la niña de sus ojos como se solía decir en el pasado. Significa que sólo el amor que posee una madre es capaz de confiarte a su hijo para que continúes con su labor y partirá de este mundo sabiendo que todo va a estar bien y en buenas manos. Sólo ahí, descansará su alma en ese preciso minuto de pasarte el bastón de relevo.

─ Te lo prometo, Nana ─ asintió Akiane ─ Yo no descansaré hasta conseguirlo y velaré en todo momento por ella.
─ Gracias, Akiane ─ murmuró extrañamente Greta, que jamás se atrevió a llamarle por su nombre.

Tanto la enfermera como la mismísima Akiane, quedaron viendo sorprendidas a la mujer. Y en especial ésta última, lo que le supuso locamente que podía tratarse del espíritu de su cuñada, quién dijese esas palabras. La joven Rosemberg, estaba muy al tanto del don especial que contaba Adriana, de percibir muchas cosas como tener constantes déjà vu y sueños premonitorios. Por este motivo, no le costó mucho en aceptar esa idea que para otros hubiese sido descabellada.

─ Bueno yo me retiro y les reitero que la dejen descansar ─ reafirmó Regina.
─ Gracias, Regina ─ mencionó Akiane y la acompañó hasta la puerta.

Cuando la enfermera se hubo marchado. La joven Rosemberg se volvió a ver a su nana y le quedo viendo por unos breves instantes antes de situarse al lado de su empleada.

─ ¿Estás bien, Nana? ─ preguntó serena Akiane.
─ ¡Mi niña! ─ exclamó muy nerviosa la mujer, que se abrazó a la muchacha buscando calmar su angustia ─ Yo… por unos momentos sentí como si dentro de mí, estuviese alguien más. Me asustó mucho.
─ ¡Oh, mi Nana! ─ confortó Akiane, que confirmó sus suposiciones y develó lo siguiente ─ No debes temer porque estoy segura de que era Adriana, que vino a recordarme mi promesa con respecto a Karina.
─ Entonces ¿era la niña Adriana? ─ inquirió algo más aliviada Greta y despegándose del pecho de Akiane.
─ Estoy segura que era ella ─ confirmó Akiane ─ pues las mismas palabras que tú pronunciaste fueron las que Adriana, dijese antes de morir.
─ Ella debió estar muy preocupada por Karina ─ acotó Greta ─ Debió amarla tanto para confiártela.
─ De eso no cabe la menor duda, Nana ─ confidenció Akiane ─ Adriana, deseaba más que nada en este mundo que ver feliz a su hermana, tanto que lo entregó todo e hizo todo por ella.
─ No tengo la menor duda que su esfuerzo será recompensado por ti ─ expuso Greta ─ ¿No es así?
─ ¡Por supuesto! ─ afirmó Akiane, que clavó sus ojos en Karina ─ Yo no descansaré hasta conseguir que el anhelo de Adriana se convierta en realidad y a su vez, cumpliré fielmente con el voto que se dejo estipulado en el testamento que se leerá el próximo mes.
─ ¿Voto? ─ inquirió incrédulamente Greta.
─ Nana ─ señaló Akiane con mucha ilusión. ─ Lo sabrás el día en que se lea ese testamento y créeme que estaré más que feliz de cumplirlo al pie de la letra y daría todo porque llegue pronto ese día porque lo anhelo más que cualquier cosa en esta vida.
─ Si me sorprendió ver cuánto amaba Adriana a su hermana ─ acotó emocionada Greta ─ No se compara con lo que tú la amas y estás dispuesta hacer por Karina.
─ De momento sólo puedo comportarme en una forma ruda y a su vez esperar que ella pueda comprender llegado el instante ─ confidenció algo cabizbaja Akiane ─ Tan solo espero que pueda olvidar aquel día y perdonarme.
─ ¡Claro que lo hará! ─ convino Greta y dando pequeñas palmaditas en su hombreo, añadió ─ El amor es capaz de curar todas las heridas y renovarte por completo.
─ ¿Tú crees que ella pueda amarme? ─ preguntó con algo de reserva Akiane ─ A veces pareciera que tuviese blindado su corazón y en otras me eleva hasta el mismo cielo con sus besos.
─ ¡Mi niña! ─ expresó con ternura la mujer ─ Recuerda que cuando una mujer sale lastimada, requiere de tiempo para sanar las heridas y más tratándose de Karina, quién por años acalló su dolor y solo hasta hace poco pudo sacarlo a la luz y recién está comenzando su cicatrización. Deberás ser paciente Akiane y estar dispuesta caminar a su paso y en el trayecto ir conquistándola.
─ Lo tendré presente, Nana ─ afirmó la joven Rosemberg.
─ Entonces me retiro, mi niña ─ señaló Greta ─ ¿Quieres que te traiga algo para cenar a la habitación?
─ Por favor, Nana ─ consintió Akiane ─ Ella puede despertar y requerir alimentos.
─ Les traeré a ambas ─ resolvió Greta ─ Debes estar en optimas condiciones para cuidar de ella.
─ En eso tienes razón ─ confesó la joven ─ Aunque mucho apetito no tengo en este momento, pero lo recibiré con agrado para más rato.
─ De acuerdo, mi niña ─ contestó Greta y salió del dormitorio.

Akiane, tras irse su nana, se sentó en el costado izquierdo de la cama y quedo contemplando a Karina. Sus emociones eran tan diversas y que iban desde el dolor hasta la esperanza. Un cúmulo de pensamientos devoraba su mente y contraían su corazón hasta decir basta.

«Si pudiese saber lo que sientes en tu corazón. Lucharía por cambiar todo lo que estuviese mal y así, ser digna de tu amor» Meditaba en lo profundo de su mente Akiane al mismo tiempo que no dejaba de contemplarla.

Cómo deseaba remediar las cosas entre ellas y haber evitado el desenlace que entre ellas ocurrió, porque estaba más que segura que la fuerte impresión que hiciera mención Regina, estaba relacionada con lo vivido esa noche.

─ ¡Mi vida! ─ murmuró triste Akiane ─ Quisiera volver el tiempo atrás y no haber reaccionado de esa forma. Desearía ser más complaciente contigo y estar más a tu lado, pero tú no me lo permites huyes de mí como cual animal repelente.

La joven Rosemberg, llevada una vez más por sus impulso de su corazón, se reclinó sobre la joven y comenzó acariciar suavemente las mejillas de Karina, como queriendo mitigar el dolor que le provocó y las apartó más.

Su corazón volvía a contraerse al recordar todo lo sucedido y no pudo evitar que unas cuantas lágrimas se escurrieran por su rostro. Brindándole un desahogo a su tristeza y alivio a su mente, pues desde ese día se obligó a mantenerse a distancia de la muchacha y por más que su ser interno le pidiese a gritos ver o buscarla. Hizo caso omiso a los llamados y lo sometió a la peor desdicha.

Ahora, podía liberarlo y dejar que se expresará del modo en que quisiese y es que después de hablar con Majo y ver lo de Úrsula, volvió a cobrar confianza y recuperar su espíritu que estuvo por los suelos a causa de su vergüenza.

Después de presenciar aquella escena con la veterinaria, comprendió que estaba cediendo y admitiendo  su derrota antes de tiempo. Sólo bastó verla en brazos de otra para que su corazón le clavase hasta el alma y recriminase su estupidez. Estaba a punto de perderla y todo por el ego lastimado.

Sí bien se prometió no buscarla más ni rogarle. Estaba más que claro que eso sería muy poco factible porque por ella estaba dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias y seguir luchando hasta conquistar ese terco corazón.

No bastaba que Adriana, le dijese que sería el amor verdadero de Karina; sino que tenía que vivirlo plenamente, sentirlo hasta la misma médula y acariciar ese sueño con las manos del corazón. Vertiendo todo su esencia, energía y caricias para aquella jovencita que era mucho más que una delicada y frágil ave. La muchacha representaba aquella especie que es única, rara y exótica que muy pocos llegan a disfrutar el placer de verla ante sus ojos…El ave del paraíso.

─ Buscaré el modo de conquistarte sin que lo notes ─ murmuró Akiane y rozando sus labios, suspirando y terminó por besarlos.

Por suerte, Karina, no despertó con aquel beso sino que seguía profundamente dormida y es que las impresiones vividas sí terminaron por afectarle. ¡No es para menos! Eso mata a cualquiera.

─ Karina ─ murmuró Akiane, cuyo rostro a esas alturas ya estaba humedecido por las lágrimas ─ ¿cuánto anhelo tus besos? Y esas caricias que me demostraban lo ávida de amor que estabas. Creo que enloqueceré sino consigo trastocar tu corazón y que me permita ir liberando sus cadenas y ser el motivo por quién lata cada segundo. Necesito tanto ver reflejado en tus ojos que sientes cariño por mí.

Con un profundo suspiro, nacido de esa alma que se tortura a menudo por los desaires que recibe por el ser amado, que por momentos se llega a pensar en ser el más desdichado de la tierra.

Sin embargo, muchas veces suponemos tantas cosas que en nuestra desesperación no podemos vislumbrar que se están dando cambios a nuestro favor. En este caso, todo lo vivido en la vida de ambas mujeres ha hecho mella de una forma u otra y que con el correr del tiempo, correrán vientos a favor. Más aún hay un trecho que se debe vivir.

Las acciones que vivimos no son del todo indiferentes en la vida de cada ser humano. Querámoslo o no, terminan por afectarnos a largo o corto plazo, pues los hombres somos de piel y por más que existan personas que se consideren duras a morir, eso está muy lejos de ser cierto…Sino porqué los grandes han llorado más de una vez en la vida.

La muchacha algo cansada de tanto divagar, cerró sus ojos y acabó por quedarse dormida. Abrazada a la cintura de Karina y sin siquiera sospechar de un hecho muy en particular y es que habían transcurridos ya varios minutos; cuando una de las manos de la joven Sotomayor quedo sobre la de Akiane. Este simple detalle quizás nació de una acción inconsciente que venía a dejar entrever los verdaderos sentimientos del corazón. Lástima que la albacea no pudo apreciarlo y disfrutar de ese pequeño triunfo.

Mientras en otro sitio de la casa patronal; y ajenos a aquella escena, se estaban por vivir unos momentos algo complejos.

─ Greta ─ llamó intempestivamente  Pedro, quién entró como alma que lleva el diablo ─ ¿Has visto a Akiane?

La mujer, se dio vuelta a ver al capataz ya que era inusual verle entrar de esa manera y totalmente agitado.

─ Mi niña se encuentra en su habitación ─ respondió Greta ─ ¿Sucede algo?
─ Luego te contaré ─ mencionó Pedro ─ debo hablar con Akiane de un asunto muy delicado. Voy a buscarla.
─ Espera, Pedro ─ demandó Greta ─ Mi niña no se encuentra sola.
─ ¿Qué quieres decir con que no se encuentra sola? ─ preguntó impaciente el capataz ─ ¿No has dicho que estaba en su dormitorio?
─ Claro que ella está en su alcoba ─ afirmó Greta ─ Más ella está acompañada de Karina y por lo demás, un caballero no entra de buenas a primeras a los aposentos de una mujer y menos sí es su patrona.

La confidencia pilló desprevenido al capataz, a quién casi se le cayó la mandíbula de la sorpresa y sus ojos eran claros signos de que le cayó como balde de agua fría, pues Greta, estaba en lo correcto, no era propio de que un empleado visitase los aposentos de su jefa y menos interrumpir algo muy privado.

─ ¡Cáspitas! ─ exclamó Pedro, rascándose la barbilla de los puros nervios ─ ¿y ahora qué hago?
─ ¿Es muy importante lo qué debes hablar con ella? ─ indagó Greta, para luego agregar. ─ Pedro, ellas están atravesando un difícil momento y les quisiera otorgar este tiempo a solas y así, puedan arreglar sus diferencias.
─ Comprendo lo que me quieres decir ─ señaló éste ─ La verdad yo soy el más interesado en que esas dos solucionen sus problemas, mira que por estar enfrentadas es que hemos descuidado un poco esta hacienda y hoy tenemos problemas serios.
─ ¿A qué te refieres? ─ preguntó con preocupación Greta.
─ Greta ─ expuso Pedro ─ ¡Nos han saboteado!
─ ¡¿Qué?! ─ exclamó Greta ─ ¿Cómo que nos han saboteado?
─ Lo que oyes mujer ─ procedió a explicar Pedro ─ Sabotearon toda la cosecha y estamos a punto de perder todo el cultivo y por ello necesito hablar con Akiane y ver cómo lo podemos solucionar antes de que lo perdamos absolutamente todo.
─ ¡Por Dios! ─ exclamó anonadada Greta y en el acto, reaccionó ─ vamos cuanto antes a la alcoba de mi niña.

Ambos se dirigieron al cuarto de Akiane y luego de unos momentos…

Unos toques en la puerta vinieron a despertar a la joven Rosemberg, que al abrir sus ojos de golpe se topo de lleno con el rostro de Karina; qué aún seguía dormida; y verla tan serena a su lado, le trajo una grata sensación de placer y dicha.

El retumbar nuevamente de esos golpes en la puerta, le hicieron levantar la vista y preguntar…

─ ¿Quién es? ─ inquirió Akiane.
─ Soy yo, mi niña ─ contestó Greta ─ Pedro desea hablar urgente contigo.
─ ¿No puede esperar hasta mañana? ─ indagó algo cansada Akiane, que no deseaba alejarse del lado de Karina, ni mucho menos despertarla.
─ Es grave, Akiane ─ respondió cortantemente Pedro.

La joven al oír el tono de su empleado, comprendió que debía serlo para traerlo hasta su habitación y a esas horas. Se levantó con cuidado de despertarla y se fue a ver de qué se trataba.

─ ¿Qué es lo que sucede Pedro? ─ preguntó de lleno Akiane, tras abrir la puerta.
─ Akiane…Yo siento interrumpir ─ dijo algo mortificado el capataz al contemplar los ojos demacrados de su patrona ─ y ser quién te traiga malas noticias en este momento.
─ ¡Habla Pedro de una vez! ─ ordenó Akiane.
─ Estamos a punto de perder la cosecha completa ─ respondió éste ─ Alguien nos saboteo.
─ ¿Cómo que nos sabotearon? ─ inquirió seca Akiane ─ ¡Explícate!
 ─ No sé quién lo hizo, pero sabotearon todas las máquinas para cosechar ─ explicó Pedro, un tanto nervioso ante la mirada asesina de su jefa ─ y también dejaron inutilizados los tractores.
─ ¡De qué mierda me estás hablando, Pedro! ─ bramó sulfurada Akiane, clavando duramente la mirada en su hombre de confianza.
─ Akiane…las cosechadoras y los tractores están varadas ─ respondió el capataz ─ Alguien se las arregló para destruir mecánicamente el motor de toda la maquinaria y ya las revisó Javier y me señaló que el daño es irreversible y hay que cambiar varias piezas para echarlas andar nuevamente.
─ ¿Qué fue lo que le hicieron a los motores? ─ inquirió azorada Akiane ─ ¿Y cómo tuvieron acceso para entrar al galpón y tener las llaves de cada máquina?
─ No se cómo tuvieron acceso al galpón porque sólo yo manejo esas llaves y las copias están dentro de tu despacho ─ aclaró Pedro y prosiguió con sus explicaciones. ─ Javier, dijo que la persona que saboteó los motores debía ser un experto en mecánica ya que colocó un liquido especial para que al momento de echar andar le permitiese avanzar un tramo y de ahí quedar completamente inertes sin necesidad de fundir el motor.
─ ¡Con un demonio! ─ aulló del coraje Akiane, que golpeó su mano contra la puerta ─ No basta con todos los problemas que tengo encima y ahora resulta que voy a perder la cosecha y toda la inversión que se hizo… ¡Maldita sea!
─ ¡Cálmate por favor, mi niña! ─ imploró Greta ─ Debes pensar con la cabeza fría y ver si hay alguna solución a mano para salvar la cosecha.
─ Greta, tiene razón ─ convino Pedro ─ podemos arrendar cosechadoras y mandarlas a buscar a Puerto Montt.
─ Tienen razón, debemos buscar soluciones de momento ─ repuso Akiane y puso a trabajar su mente ─ Pedro, llama a Cosvalt y arrienda  todas las cosechadoras que dispongan. Nos tomará dos días en llegar y para ganar tiempo cosecharemos a mano, es preciso que contratemos a temporeros extras, entre más manos mejor.
─ Lo haré de inmediato ─ señaló Pedro, que se disponía en acatar las órdenes de su jefa.
─ Espera, Pedro ─ ordenó Akiane  ─ Aún no he terminado.
─ Dime ─ indicó éste.
─ Envíame a Javier a mi despacho para revisar los daños y llamar a Santiago y mandar a pedir esos repuestos, porque no estoy dispuesta a perder esas máquinas ─ concluyó Akiane.
─ Voy a buscarlo ─ respondió el capataz ─ Con tu permiso.
─ Mi niña, todo se va a solucionar ─ mencionó Greta.
─ Eso espero, Nana ─ indicó Akiane ─ De lo contrario este será un gran revés económico y voy hacer pagar muy caro al mal nacido que lo hizo.
─ ¡Mi niña! ─ exclamó aterrada Greta ─ No digas eso. La venganza nunca ha sido buena.
─ Lo siento, Nana ─ refutó indignada Akiane ─ No estoy dispuesta a que me vean la cara y se salgan con la suya. Quién lo hizo lo va a lamentar toda su vida.
─ Akiane ─ Balbuceó con pesar Greta, tras oír a la joven.
─ Nana, quiero que te quedes con Karina y no la descuides por nada del mundo ─ demandó Akiane ─ trataré de desocuparme cuanto antes. No dejes que se mueva de la habitación. Ella necesita descansar  y  en esa pequeña habitación no lo hará.
─ Como tú digas, mi niña ─ se apresuró en decir a Greta, que estaba complacida que la joven tuviese ese gesto para con Karina.
─ Nos vemos dentro de un rato más ─ señaló Akiane y se marchó rumbo a su despacho.

Greta, se acomodó en el sitial que daba con el ventanal en el dormitorio de la joven y desde ahí, contempló a Karina y se sumergió en sus pensamientos.

El tiempo transcurrió rápidamente y las manillas marcaban las 9 de la noche en punto, ya habían pasado tres horas desde que el capataz pusiera en conocimiento del incidente. Y entre todos buscaban dar solución al problema.
Pedro, se ocupaba de llamar a conocidos que deseasen trabajar urgente y así contar con mano de obra y ganar tiempo hasta que llegasen las cosechadoras y alguna cegadora.

Por su parte, Akiane y Javier, revisaban una por una cada maquinaría agrícola y ver el grado de daño y también encontrar posibles pistas que le indicasen quién había sido el perpetrador.

─ ¡No lo puedo creer! ─ masculló Akiane, tras revisar uno de los motores ─ El infeliz supo muy bien lo que estaba haciendo; ya que no dañó ninguna pieza superficialmente sino que todo el deterioro se ocasionó en forma interna.
─ Estoy más que seguro que ha de ser un mecánico o  sea un avezado en la materia  ─ específico Javier ─ ya que a juzgar por el tipo de líquido que uso está al tanto de la nueva tecnología que se está empleando en la industria agropecuaria.
─ ¡Explícate ─ Demandó la joven.
─ No tomes a mal lo que te voy a decir, Akiane ─ explicó Javier ─ pero resulta que ese material que usaron no lo vas a encontrar en este país. Salvo que sea un laboratorio universitario que se especialicen en prototipos de coches híbridos y robóticos.
─ ¿Qué estás diciendo? ─ inquirió seria Akiane, mientras se limpiaba las manos. ─ Ahora resulta que tenemos entre nosotros una mente brillante de la mecánica automotriz. ¿Eso es lo que me quieres decir?
─ No sé sí sea una mente brillante  ─ refutó Javier ─ Pero ese tipo de daño no lo hace un principiante o un ignorante de la mecánica.
─ Voy a encontrar  a ese cretino y le voy a fundir en la cárcel ─ profirió con encono Akiane ─ de nada le habrá servido saber tanto si se lo va a pasar entre rejas.

El empleado quedo viendo a su jefa y tuvo sentimientos encontrados. Por un lado sentía pavor del sujeto ya que debería enfrentarse a la furia de la patrona y por otro lado, sentía lástima de ver cómo alguien con conocimiento se desperdiciase en malos pasos.

─ Regresemos ─ ordenó Akiane, cerrando con un nuevo candado del galpón ─ mañana haré que coloquen una con cerrojo digital.
─ Será lo mejor ─ convino Javier ─ ¿Llamarás a Santiago nuevamente?
─ Tendrá que esperar hasta mañana ya que no respondieron la llamada ─ explicó Akiane ─ de seguro que solo deben atender en horario de corrido y por eso, no respondieron a eso de las 6.
─ Comprendo ─ señaló Javier ─ Bueno entonces, yo me voy a casa y mañana comenzaré a desarmar los motores y tener listo para cuando lleguen los repuestos.
─ Ve a casa ─ instó la muchacha, mientras se encaminó hacia la casona.

Minutos después…

Se reunió con Pedro, quién le puso al tanto de las llamadas y de la contratación de nuevo personal.
El capataz informó a su jefa que el personal estaba listo, pero que Covalt, la empresa que arrendaba maquinaría agrícola no tenía disponible ninguna cosechadora ya que fueron todas alquiladas por una persona desde Santiago y el pago ya se había efectuado. Dejando sin opciones a la joven hasta en una semana más.

Sin duda que la noticia sentó fatal a la muchacha; que no se esperaba que tuviese tantas contrariedades en una sola noche.

─ Se puede saber para qué desea un Santiaguino arrenda máquinas que deberán viajar más de cinco regiones ─ se preguntó a sí misma la joven.
─ Eso es muy extraño ─ concordó Pedro ─ No tendremos más remedio que ver otras en Temuco que es lo más cercano.
─ No tengo más alternativa  ─ respondió cabreada Akiane. ─ a primera llamaré a Osvaldo y aunque tenga que desembolsar más de la cuenta en transporte, lo haré con tal de que estén cuanto antes.
─ Por el momento tendremos que comenzar con los hombres y avanzar cuanto se pueda ─ expuso Pedro.
─ Pedro, no voy a correr riesgo y necesito que pongamos un aviso en Osorno buscando personal que desee trabajar ya y por espacio de dos semanas ─ manifestó inquieta Akiane ─ En esa ciudad hay mucha gente desempleada y para atraerlos, ofreceremos un buen sueldo y alojamiento para que les resulte atractiva la oferta de trabajo.
─ Con tal de trabajar muchos aceptaran ─ convino Pedro ─ allá el trabajo escasea  y mucho.
─ Cuento con eso, Pedro ─ repuso Akiane ─ ahora nos estaría quedando lo de los repuestos y podremos salvar este obstáculo.
─ Todavía queda algo más ─ mencionó Pedro.
─ ¿Qué cosa? ─ preguntó Akiane con curiosidad.
─ El saboteador ─ manifestó Pedro ─ para conseguir su objetivo sabía muy bien dónde estaban las llaves y como funciona todo en la hacienda. Lo que te quiere decir que es un trabajador de los Alerces y son muy pocas las personas nuevas en esta hacienda, ya que todos tienes más de quince años trabajando para ti, lo que los libera de toda responsabilidad.
─ ¡Um! ─ exclamó Akiane, mientras se reclinaba en su asiento y analizaba lo referido por su capataz.
─ Sólo hay dos personas contratadas recientemente: Uno es Salvador que trabaja con Luis en la lechería ─ mencionó Pedro ─ y la otra es… Karina. Y solo uno de ellos dos puede ser el saboteador ya que tu personal te ha sido muy fiel en todos estos años  que estuvo tu padre a cargo.

Akiane, entrecerró sus ojos al oír el nombre de la persona que ni por un momento le vería como el perpetrador. Sin embargo, había razones de sobra para suponer que ella tendría motivos para vengarse de la joven Rosemberg por obligarla a cumplir el testamento de Adriana. La sola idea de sospechar de Karina, le supo mal, porque ya venía a empeorar aún más las cosas y saber que la odiaba era más que suficiente castigo como para más encima tener que lidiar con una revancha de su parte.

─ Karina, no puede ser ─ dijo Akiane, resistiéndose a la idea ─ ¡Sólo mírala! Apenas sabe montar un caballo y mucho menos va a saber de mecánica. Ella que es tan delicada y frágil que parece que se va a romper de cualquier momento a otro. En verdad… ¿Te la imaginas entre motores, llena de grasa y esas cosas? Simplemente no lo creo Pedro, ella no es.
─ Puede que tengas razón que es frágil para estar entre grasa y motores ─ concordó Pedro y luego, expuso ─ Sin embargo, precisamente ella es la que más motivos tiene para vengarse de ti. Recuerda bien sus amenazas del primer día en que se cobraría una a una tus afrentas.

La albacea, guardó silencio por unos momentos y aunque no lo desease, debía reconocer que lo expuesto por su capataz estaba en lo correcto. Casi todo el mundo en esa hacienda, había sido testigo de las intimidaciones de la joven en contra de su persona.

─ Aunque ella tenga todos los motivos del mundo para ello. Resulta que Karina, no sabe nada de mecánica y sin desmerecerla, con suerte sabe conducir un coche ─ Defendió Akiane ─ ¡Por Dios, Pedro! Es imposible. La misma Adriana, la consideraba incapaz de tomar riesgos tan extremos  y si mal no recuerdo, ella dijo que su hermana estudió diseño de interiores antes de irse a Inglaterra. Que no tiene nada que ver con mecánica ni autos.
─ Puede ser, Akiane ─ expreso el capataz ─ pero ella estuvo 7 años lejos del país. Ni Adriana ni tú, saben en qué se gana la vida Karina Sotomayor.
─ En ese punto tienes razón ─ afirmó Akiane ─ no sé nada de ella en ese aspecto.
─ Te sugiero que la investigues un poco ─ instó Pedro y se puso de pie para irse a descansar ─ Podríamos estar frente a una mujer que no es lo que aparenta.

Tras lanzar la duda en su jefa, el capataz se marchó del despacho. Dejando con un mal sabor de boca a la joven Rosemberg, que por primera vez en lo que va de corrido con su protegida. Se cuestionaba de qué vivía Karina y qué hacía para mantenerse en una ciudad tan cara como lo es Londres.

Sin pensarlo mucho, abrió su computadora y comenzó a buscar información acerca de la muchacha y estuvo por espacio dos horas en ello y fue muy poco lo que halló, ya que la joven Sotomayor no era de redes sociales ni nada y sólo pudo encontrar algo sobre la cartera de profesionales y ahí, encontró cierta información en dónde residía y en la universidad que realizó estudios, pero que no especificaba de qué se recibió porque el acceso salía denegado o tal vez, alguien lo había alterado a propósito, lo que vino a levantar sospechas en Akiane.

─ Eres todo un enigma, Karina Sotomayor ─ murmuró Akiane, mientras guardaba los archivos y apuntaba un número de contacto con un decano de la casa de estudios de la joven y de un compañero de la misma universidad ─ Pero yo voy a descubrir lo que escondes. ¡Ya verás que lo conseguiré!

La albacea, guardó todo y antes de retirarse, hizo una llamada al celular de María José y  luego de ello; salió del despacho con rumbo a su alcoba. No obstante, en su cabeza rondaba lo expuesto por Pedro como la información restringida y es que esto último le resultaba muy sospecho por no decir conveniente. No salía empresa, profesión y menos que fuese alguna pequeña empresaria y eso era decir mucho.

Cuando entro en su dormitorio, halló a Greta algo somnolienta por la espera y al momento de sentirla entrar. Se puso en pie y la propia Akiane, le pidió que guardara silencio ya que comprobó que la muchacha aún seguía descansando.

─ Ve a dormir, Nana. Ya son las dos de la mañana ─ demandó con cariño Akiane. ─ Gracias por cuidarla en mi lugar.
─ No agradezcas mi niña ─ mencionó ésta, bastante agotada ─ Sé lo que significa ella para ti.
─ ¿Despertó en algún momento? ─ preguntó Akiane, que no dejaba de verla con cierta inquietud.
─ No ─ respondió Greta ─ lo que sí estuvo algo intranquila y aunque no lo creas; ella te nombro varias veces.
─ ¿Así? ─ inquirió asombrada Akiane.
─ Karina, es una joven que reprime mucho su sentir ─ adujo Greta ─ y sólo cuando está vulnerable afloran su verdadero sentir.
─ Parece mentira, Nana. Pero ella se esfuerza por mostrar una imagen fuerte cuando es todo lo contrario ─ expuso la albacea ─ Ese temor que tiene por volver a sufrir sólo consiguen que se vuelvan cadenas duras de romper para otros.
─ Entonces no debes permitírselo ─ instó Greta ─ No permitas que siga escondiendo la cabeza como el avestruz, Karina, merece ser feliz y la persona indicada para ella eres tú.

Akiane, nunca había escuchado hablar a su Nana tan abiertamente de la joven y se notó de inmediato que le tenía mucho cariño a la muchacha y por eso se preocupaba más de la cuenta de su bienestar.

Aquello vino a darle unas palmaditas de confort al corazón de la albacea, que necesitaba un poco de estimulo para continuar su labor y con lo encomendado por su difunta cuñada y más ahora que debía hacer algunas averiguaciones con respecto a la vida de Karina y así, liberarla de las sospechas que sobre ella recaían.

─ Descuida, Nana ─ señaló Akiane ─ No se lo permitiré. Ahora no quito más de tu tiempo y ve a descansar. Yo me ocuparé de Karina.
─ De acuerdo, mi niña ─ asintió Greta ─ ¡Buenas noches!
─ ¡Buenas noches, Nana ─ se despidió Akiane, mientras la acompañó a la puerta.

Akiane, cerró la puerta con llave y reviso a la joven antes de irse al baño y tomarse una ducha que la aliviará de la carga emocional que la estaba embargando. Luego, de unos 25 minutos, entró a la habitación y se quedo viendo a la joven Sotomayor y no había indicios de que iba a despertar. Por lo tanto, busco entre sus ropas una segunda pijama y quitó la vestimenta de la muchacha y con bastante cuidado logró ponerle las prendas  para luego meterla entre las cobijas de la cama.  Luego hizo lo propio y colocó su vestimenta para dormir y se acomodó al otro extremo de la cama. Apagó la luz de la mesita de noche y gracias a la tenue luz de la luna, contempló el rostro dormido de la mujer que ama.

─ ¿Quién iba a imaginar que te tendría una vez más en mi cama? ─ se dijo Akiane, acariciando su mejilla ─ Gracias a Dios duermes, de lo contrario sería mujer muerta o mi mejilla estaría al rojo vivo.

Sin quererlo e inconscientemente, llevó su mano hasta su propio rostro y sobó sus mejillas de solo pensar la cantidad de bofetadas que llevaba a su haber. Al darse cuenta de la tontera que había hecho espontáneamente, se limitó en sonreír para no despertar a la joven.

─ ¡Buenas noches, mi vida! ─ susurró Akiane ─ Descansa ya que mañana será un día pesado para ambas.

Tras despedirse, la joven cerró sus ojos y automáticamente cayó en un sueño profundo y aunque fuese por unas cuantas horas, le sentaría bien el descanso.

Mientras todo ello ocurría en la alcoba…

En su despacho, una pequeña luz iluminaba algo sobre el escritorio de la Albacea y resultó ser un aparato celular que pestañeaba constantemente al entrar un mensaje de texto…

«Karina, ya se puso en marcha tu plan y mañana de seguro habrán movimientos acá. Me ceñiré estrictamente a lo que me ordenaste y te mantendré informada al respecto. Un beso…Nacha»

De este modo el segundo jugador de este tablero de ajedrez, daba inicio a sus jugadas y se vendría una posible hecatombe en el escenario de la vida de estas dos mujeres. Nunca se puede dejar que uno solo sea el que mueva las piezas, ya que te expones a que tu juego quede visible para el oponente y su contraataque te deje en muy mal pie.


11 comentarios:

yelenis dijo...

:O no me digas q de verdad es karina la q hizo todo eso ! ... no puede ser pobre akiana cuando se entere ...por fa conti pronto q la espera mata ;)

Ari dijo...

Dios! Que larga se había hecho la espera, estoy realmente feliz de que hayas actualizado esta gran historia. Me quede super sorprendida, asique fue un plan previo de Karina! Seguramente en el próximo capitulo habrá mucha tensión y una gran discusión por parte de ambas. Estaré esperando con muchas ganas la siguiente entrega, no tardes demaciado que muero de desesperación, este relato es fenomenal. Saludos!!

Alejandra dijo...

En momentos de ira se puede actuar erróneamente; pobre estas dos mujeres por lo que tendrán que pasar. estaré muy pendiente de la siguiente actualización. Me encanta esta historia......

heppie.ideax dijo...

Realmente casa vez pienso más en que karina no merece a Akiane, es una lastima.

Alexsa dijo...

Ahora si que se esta armando una buena xp
Esta mortal...
GracIaS por seguir compartiéndonos tus historias c:

Anrhia dijo...

Heppie...Muchas veces una de las partes demora en reaccionar y cuando lo hace, da todo de sí para ser digna de ese amor.

Para que Karina, llegue amar a Akiane, primero debe liberarse de sus miedos y sanar su corazón. Sólo cuando un ser se libera puede percatarse de muchas cosas y valorar todo lo que la vida, personas, Dios y circunstancias les otorgan.

Quizás Karina nos ea tan distinta de nosotras ya que tiene los mismo temores, prejuicios y dudas que muchas personas viven.

Ella debe pasar por un proceso muy especial y si te fijas bien el título de esta historia, puedes comprender una de las razones y es que Karina está atada contra su voluntad y cualquier persona reaccionaría de la forma que ella lo hizo o quizás peor aún ¿Quién sabe?

La otra pista esta en el resumen de este fic y sale expresamente que es una mujer soberbia, chica de ciudad y su mal...Estar herida en el corazón.

Una mezcla que debe ser limpiada y dar paso al verdadero yo de Karina Sotomayor.

Agradezco tu comentario como tu impresión y en verdad lo aprecio y te invito a descubrir en que terminará esta historia de locos, jejeje.

Desde mi tierra morena, un abrazo a la distancia,

Anrhia

Unknown dijo...

ciao te saludo desde la ciudad de milan italia las historias que escribes son muy buenas y esta me encanta pero me encanta mas la de la maldicion de la luna y queria Sapete quandor vas pubblicare un nuovo capitolo lo siento mi español no es bueno pero espero ser entendida sin mas por el momento saluti da Italia per un grande scrittore

Anónimo dijo...

Porque las haces sufrir :( ya quiero que Karina acepte el amor de Akiane

Unknown dijo...

Espero con ansias los nuevos capitulos C: saludos

Unknown dijo...

Hola , espero que esto se arregle entre ellas dos porque son cosas muy fuertes, me gusta mucho la historia :')

maria dijo...

cada vez me dejas mas pensativa karina no es mala pero aveces comete muchos errores uno debe aprender a dejar ir su pasado para poder ver venir el presente

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