En Aras del pasado, capítulo 43.
El sol
comenzaba asomar tímidamente en el horizonte austral de Chile, la Patagonia,
dónde el frío y el viento son los actores principales de la vida cotidiana de
cada ser vivo en esa parte del mundo.
Aquellos
rayos, ya penetraban en la ventana de la habitación de Raniel, invadiendo
lentamente el lugar, dejando ver en el centro de la habitación, una cama,
desnuda sin su morador de la noche anterior.
La joven
Larson, se había levantado antes que despuntará el sol, ya que no concilió el
sueño, debido a ciertas preocupaciones y que además, por imposición de sus
padres, fue separada de su prometida, ya que se alojaron en casa de la familia
Taffra.
Independiente
a ello, estuvo toda la noche reflexionando en las cosas que debía hacer en
especial las cartas que debía hallar para esclarecer lo acaecido con su
anterior vida. Era la pista principal para armar definitivamente el
rompecabezas de su vida y de sus recuerdos.
Por lo que
dispuso una alarma a determinada hora en modo vibración y así no despertar a su
familia, por lo que se duchó rápido y salió de casa con mucho sigilo.
Tomó un
colectivo de la línea 14 y fue con dirección al cementerio de la ciudad, en
dónde se reencontraría con su verdad.
Mientras todo
ello sucedía en casa de Raniel, también había movimientos en la morada de la
familia Taffra y en una de las habitaciones de alojados. Dos mujeres, ya
estaban despiertas y compartían sus impresiones del lugar, de la familia
anfitriona y de sus objetivos…
─ No puedo creer que estemos tan lejos
de casa ─ susurró
Francis, cuyos ojos azules estaban clavados al cielo raso de la habitación. ─
parece un sueño, ¿no lo crees
así, Anabelle?
─ Sin duda
que lo es ─ concordó
ésta, que ladeó un poco la cabeza para ver a su hermana que estaba en la cama
de al lado. ─ nunca paso
por mi mente o estuvo en mis planes venir a esta parte del mundo, antes de
conocer a Raniel.
─ En ese
aspecto coincidimos ambas, ya que el amor de nuestras vidas estaba en estas
tierras ─ confidenció
Francis ─ sino mírame a
mí, jamás estuvo en mis pensamientos,
enamorarme perdidamente de una mujer y mucho menos una chica que viviese
fuera de nuestra Inglaterra.
Yo que creí
que una vez acabado mis estudios, pondría prioridad al matrimonio, pero que
este sería con un hombre y tendría hijos y esas cosas. Créeme que nada en el
mundo, familia, colegio te prepara para enfrentar una situación así, todo se
hace añicos en un abrir y cerrar de ojos y al mismo tiempo te sientes tan
libre, tan desnudo como si todo el ropaje que solías llevar se cayese de tu
cuerpo para vestir de una forma sencilla, cómoda, que llena todos esos vacíos
que se pueden ir provocando con lo superficial de nuestra sociedad.
Por un
tiempo, tu historia con Raniel, me parecía interesante, pero alejada de la
realidad del común de los hombres, ese amor entre mujeres que trascendió el
tiempo y que se volvió a gestar en los tiempos actuales, simplemente, era fuera
de toda lógica. Tanto amor « empalagoso»
cómo solía llamarlo; despertaba curiosidad y reticencia al mismo tiempo
y siempre me decía: si alguna vez llegó a enamorarme de ese modo, ni loca sucumbiré a tanta dulzura que hace que
se me crispen los nervios de los empalagosa que son, daré amor y tiempo pero no
para estar pegada como siamesa a mi pareja. Sin embargo, de ahí que yo pudiese
amar a una mujer, eso no era lo mío.
¿Puedes creer
tanta soberbia de mi parte?...desde la llegada de Sara, mi mundo se conmocionó
a tal extremo, que ya no fue un giro de 360 grados sino que todas mis creencias
se esfumaron como arte de magia y de ahí, tuve que replantearme todo en cosa de
dos días, no podrías imaginar siquiera Anabelle, cómo batallé interiormente
para comprender porque Dios o la vida me ponía ante tal escenario y sólo cuando
logré oír a mi corazón, supe que lo arriesgaba todo o simplemente me entregaba
a lo que dicta la sociedad humana y sus rancios principios.
Ha sido la
decisión más compleja e importante de toda mi vida, ya que abandonaría aquellos
sueños que tenía de niña en forma una familia tradicional. No obstante, me di
cuenta que en nada cambiaría aquellas ilusiones, todo lo contrario sólo
variaría el rol de mi pareja nada más. Además, por primera vez me planteé la
posibilidad de presentar a la familia a quién había escogido por compañera de
viaje y todo lo que ello implica por pertenecer a una estirpe muy antigua y con
muchas tradiciones y obligaciones.
El saber que
tú ya habías allanado camino con nuestros padres con respecto a tus
sentimientos por Raniel, me facilitaron más las cosas, ya que no verían mal una
relación entre dos mujeres. Y en honor a la verdad, nuestros progenitores son
simplemente maravillosos y nos aman demasiado, por que otros en su lugar
hubiesen puesto el grito en el cielo o nos hubiesen mandado a un Psiquiatra o
encerrarnos una temporada en algún convento apartado hasta que se nos pasará «
la locura o enfermedad del cuerpo» como muchos distinguidos de nuestra sociedad
suelen llenarse la boca y así, tapar el sol con un dedo y evitar las
habladurías de la chusma.
Desde ese
primer beso, quedo todo claro para mí, que
Sara, es la persona con quiero compartir mi vida, formar una familia y
envejecer juntas hasta que Dios, dictaminé que ya es la hora de partir.
Ahora sólo
debo resolver nuestra situación con sus padres y pedir el consentimiento de
ellos para que en dos años más podamos concretar nuestra unión como lo demanda
las tradiciones de la familia Calguiere.
─ ¿Esperaras
dos años para casarte con Sara? ─ interrumpió
Anabelle a su hermana.
─ Así es.
Ambas decidimos que terminaríamos primero nuestras respectivas carreras y
luego, pondríamos la fecha inmediatamente de nuestro enlace ─ afirmó Francis.
─ ¿Nuestro
padres ya lo saben? ─ inquirió
Anabelle, algo preocupada porque sabía de ante mano que eso sería poco factible.
─ tú sabes tan bien como
yo, que cualquier hijo de la Duquesa de Calguiere, está obligado que una
vez concluido los segundos votos, cuenta
sólo con cinco meses para fijar la boda.
─ Estoy
plenamente consciente de ello, pero debo recordarte que a diferencia tuya, para
nosotras será el primer voto, lo que nos da un poco más de tiempo ─ expuso Francis, quién seguía viendo el
cielo raso y continuó. ─ Y
respondiendo tu pregunta: nuestros padres desconocen lo que hemos decidido con
Sara.
─ ¡Ya veo! ─
exclamó Anabelle ─ comprendo tu postura y respeto. Sin
embargo, como tu hermana mayor, sólo puedo darte como consejo que hables con
nuestra madre primero y la pongas al tanto de su decisión y así, te estarás
evitando pasar un mal momento.
─ Agradezco
tu consejo, Anabelle. Lo tendré en cuenta ─ señaló Francis y tirando a un lado
las tapas de su cama, acotó. ─ creo
que ya es hora de levantarnos y aprovechar el tiempo. Mira que si no lo
hacemos, te apuesto a que nuestras novias salen sin nosotras.
─ Jajaja ─
bromeó Anabelle y siguió el
ejemplo de su hermana ─ en
eso tienes toda la razón, son tan
independientes que se casarían solas en el altar si lo precisan.
─ Sin lugar a
dudas, hermanita. Estas chicas latinas, no son como las antiguas que eran un
poco remilgosas y todas sumisas. Son de
armas tomar ─ acotó suelta de cuerpo Francis y con cierta burla.
─
¡Francis!...que te pueden oír ─ llamó la atención la Duquesa, dándole un
coscorrón a su hermana ─ será
mejor que te bañes y dejes de decir tantas sandeces, mira que estamos en pleno
siglo 21 y no en el medieval.
─ Jajaja…ya
eres la misma Anabelle de siempre ─ dijo entre risas Francis, por la cara de
espanto de su hermana. ─ Siempre abusando de tu hermanita más pequeña e
indefensa.
─ ¡¿Indefensa
tú?! ─ exclamó asombrada ésta ─ ¡Madre! Si eres la más rebelde y temeraria de
esta familia. En ese caso, yo correría peligro a tu lado.
─ Rebelde…no.
Directa y sincera, my Darling ─
confrontó burlona Francis y se metió al baño y desde ahí, continuó ─ ¿por qué
no te unes y aprovechas de consentir mi espalda con un masaje?
Anabelle,
simplemente movió su cabeza y decidió darle en el gusto, ya que desde que ambas
tenían novias, casi no compartían muchas cosas como solían hacerlo.
─ Ya voy,
señorita de Taffra ─ soltó con pica la Duquesa y hacerla rabiar un poco.
─ A mucha
honra, señora de Larson ─ contraatacó la menor de las Calguiere antes que la
puerta se cerrará después de entrar su hermana.
Mientras en
la casa de la familia Larson…
Sara, abrió
los ojos y su primer pensamiento fue hacia su novia y el recordar su rostro, le
sacó su primera sonrisa del día. Es que Francis, no era la típica chica rubia
algo desabrida por así decirlo, tenía unas cuantas pecas que le daban un realce
a su rostro y la profundidad en la tonalidad azulina, simplemente le quita el
aire a cualquiera.
Es que rubias y de ojos azules hay por montón,
pero ninguna como su novia, se podría decir que tenía un rostro cautivante y
sexy como el de Brad Pitt, pero en versión femenina de niña dulce y buena. Además, su mirada recordaba a la que
tenía Paul Newman y esas pecas de la actriz de ricitos de oro, simplemente
confabulaban con ella, para atrapar la mirada de cualquier ser humano, hombre o
mujer. Y lo del físico ya lo hemos descrito antes, aunque para Sara, el rostro
de su novia, fue lo que más la cautivo y enamoró a primera vista.
─ ¡Dios! Ya
me estoy poniendo como Raniel, y es que el amor te vuelve babosa, jejeje ─ se
dijo para sí, la joven Taffra y luego,
acotó ─ y hablando de Raniel. Será mejor
que vaya a verla cuanto antes. Debe aclararme una cosa.
Sara, dio un
brinco y ya estaba cerrando la puerta de su dormitorio y a los pocos segundos
ya estaba tocando al dormitorio de su amiga. Sin embargo, no tuvo respuesta
alguna.
─ ¿Será que
está dormida monstruito? ─ Se preguntó la joven Taffra y sacudió su cabeza. ─
Na…
Y sin más
abrió la puerta de la alcoba de su amiga y cuando asomó su cabeza en caso de
precaución, se encontró que no había nadie en la cama, por lo que decidió
buscarla en el baño y al no hallarle, salió rauda de la habitación y bajo
volando las escaleras para buscar a la madre de la joven.
En eso se
topó con ella y le comentó que no halló a Raniel en su cuarto y que estaba preocupada, ya que hace dos días que
venía notando un cambio en el comportamiento de la joven.
Fabiola,
escuchó con paciencia el relató de la muchacha y luego, sacó sus conclusiones
al respecto y lo hizo saber.
─ Sin duda
que estar en Inglaterra, dónde todo sucedió y el estar en contactos con todas
las personas, cosas que formaron parte de su vida anterior, puede estar comenzando
a provocar ciertos cambios en ella ─ concluyó la madre de Raniel.
─ Eso espero,
pero aun así, siento que hay algo más ─ mencionó Sara ─ es como si por breves
segundos, Raniel, fuese otra persona. Hay algo en su mirada, en la forma en que
mira.
─ Muy pronto
saldremos de toda duda, cuando la llevemos con su médico ─ indicó Fabiola. ─
Ahora, la buscaremos en la casa y si no estuviese, la llamaremos a su celular.
No quiero que digas nada hasta no estar seguras que está fuera de casa.
─ Será como
tú digas ─ respondió Sara ─ tomaré una ducha rápida y la buscaré por el lugar.
─ De acuerdo ─
contestó Fabiola ─ ahora ve a bañarte, antes de que llame tu padre y pida tu
presencia y tú sabes que no debes hacerlo esperar.
─ Tienes
razón ─ afirmó Sara y subió de prisa las escaleras, en dirección a su cuarto.
Por su parte,
Fabiola, quedo meditando un poco sobre lo que refirió Sara y no dejo de pensar
que muy pronto su hija descubriría la verdad de su vida anterior y podría traer
algunas consecuencias en la vida de todos, ya que no había olvidado la petición
de Joseph Mcraune, de reconocerla como la legítima heredera de su tía Rowine.
─ Sólo espero
que cuando eso suceda, Raniel, pueda recordar un poco más de su vida anterior y
aceptar la proposición de Joseph de buena manera o de lo contrario, mi hija lo
tomará a mal ─ dijo en voz alta Fabiola.
Mientras la
madre de la joven Larson, iba en su busca. La mencionada se hallaba bastante
alejada de casa, para ser más precisos, otra vez, se hallaba en un cementerio,
pero en esta ocasión, era el campo santo público de la ciudad, El cementerio
Sara Braun, que llevaba el nombre de la pionera que donó las tierras para dicha
función.
Raniel,
sin duda no era la misma, su mirada era
más profunda en su tonalidad y con mucha más frialdad que ella y eso era
inusual en una joven tan alegre como ella. El tiempo vivido en Inglaterra,
había hecho mella en sus recuerdos y estaba a las puertas de descubrir el
motivo que tuvo para alejarse de su gran amor.
Ahora, que
estaba al tanto que todos esos episodios que durante mucho tiempo la
atormentaron, no eran más que sus vivencias pasadas, su vida como Rowine Mcraune.
─ Dentro de
muy poco pondré fin a todo esto ─ murmuró entre dientes Raniel, que estaba muy
próxima a hallar lo que estaba buscando.
Después de
caminar un buen trecho se encontró de frente con el mausoleo de su familia,
éste era una típica bóveda europea con estilo Barroco en sus pilares y es que
su antecesora por así decirlo, gustaba de ese estilo.
Aspiró
profundamente y sacó de su pantalón, la pequeña llave que guardaba sus padres
dentro de un libro con doble fondo y cosa que ella, descubrió de pequeña debido
a su constante curiosidad y anhelo de descubrirlo todo, enigma y cosas
consideradas tabú.
Una vez
abierto el cerrojo de aquella puerta de fierro forjado. Buscó con la mirada la
cripta de su predecesora y en ella se podía leer:
*Rowine Eloise
Larson (viuda de Michael Larson)
¿Cuántas
veces de niña visitó ese mausoleo? Muchas y sin embargo, poco atención le
prestó en esos momentos. Jamás hubiese imaginado que ese nombre estaba
estrechamente ligado con su pasado propiamente tal.
No pudo
evitar seguir su impulso y automáticamente llevó sus dedos y los arrastró por
aquel nombre como si con ello, tratase de recuperar el tiempo perdido de
antaño.
«Es aquí
dónde vine a descansar después de todo» susurró Raniel, mientras sus ojos se
oscurecieron de pronto.
Cerró sus
parpados por un breve momento para oír la voz de su corazón y podía sentir como
la sangre se agolpaba en sus tímpanos, producto de las sensaciones que estaba
viviendo.
Era como una
pequeña barca en medio de un mar tormentoso y que no se puede saber su final
hasta que ese vendaval allá finalizado y con ello, traer sosiego a una vida
errante dónde su alma nunca descansó del todo ya que había dejado asuntos
pendientes que resolver y así concluir un ciclo.
Tras unos
minutos en silencio consigo misma, abrió sus ojos y el brillo que había en
ello, era la evidencia que la antigua Rowine estaba tomando forma dentro de la
propia Raniel, como si las dos partes de un dije se fusionaran y formaran la
pieza final.
─ Ahora…por
lo que vine ─ se dijo Raniel y se giró 60 grados para buscar el nombre del
sirviente de Rowine.
Y como movida
por un presentimiento, giró su cuerpo en 120 grados a unas pequeñas reducciones
que había y paseó su vista por los nombres de las personas que ahí reposaban.
Hasta que finalmente halló el nombre del sirviente.
*Arthur
Selman
(Con cariño a
mi fiel sirviente que tanto me protegió y velo hasta su último aliento)
De Rowine e
hijo.
Ahora todo
tenía sentido para la muchacha, aquellas cosas que antes les resultaban
incomprensible, pues es sabido que todo Inglés o descendiente es muy arraigado
de sus tradiciones y respeto por las costumbres de su pueblo, convirtiéndose
casi en algo sagrado e infranqueable como por ejemplo…la costumbre de tomar té.
Sin dilatar
más el asunto; sacó del bolsillo de su chaqueta; un sobre descolorido por causa
de los años y que además, contaba con el típico matasellos con la estampa de
RMC entrelazada. Claramente que ese sobre no había sido abierto antes, ya que
junto con éste, había otro igual con una nota alusiva que no se debía abrir
hasta no estar en las manos de la legítima dueña y advertía que sólo la única
mujer de la familia Mcraune podría tener ese privilegio.
Es bien
sabido que en el seno de la familia Larson; que eran muy pocas generaciones,
cuatro para ser precisos; y coincidentemente con la Mcraune, no habían nacido
niñas y todos los nacidos resultaban ser varones.
Esto venía a
demostrar que en la vida no existen las coincidencias sino eventualidades con
un claro propósito que se debe cumplir tarde lo que tarde.
Raniel,
golpeó un poco el viejo sobre entre sus dedos antes de decidirse a quitar el
sello y dar paso a descubrir su contenido, aunque ya lo sabía por la propia
Rowine. Aspiró hondamente y sin más, lo
franqueó de una, hallando una llave de hierro fundido y en la cual estaba
acuñado la palabra Mcraune y con esto vino a comprobar que lo que dijese su
antecesora era fidedigno.
─ Veamos qué
sigue ahora, Rowine ─ murmuró entre dientes Raniel.
Junto con la
llave, se hallaba otra nota doblada que
decía así:
«Ve en busca
de tu verdad, que es mi pasado, tu propia historia».
Sin duda, que
aquellas palabras lograron estremecerla por completo. Había que tener agallas y
bastante coraje para asumir todo lo que
estaba viviendo. No es nada fácil, tener recuerdos que tranquilamente podrían
ser de otros y a la vez, descubrir cosas que a ciencia cierta son tachadas de
imposibles y poco creíbles, que te llevan a cuestionarte casi todo y a tener
temor de hallar cosas que puedan lastimarte y traer serias consecuencias en tu
vida, a tal punto de enloquecer. Es el caso de lo paranormal o las personas
Psíquicas.
No se debe juzgar a tontas y locas lo que no
se puede demostrar a simple vista, porque toda la creación vive en distintos
planos y lo que no pueden ver tus ojos no quita no esté.
La joven
Larson, sintió ese pequeño nervio dentro de sí a pesar de estar al tanto ya de
muchas cosas de su vida pasada, ¿Podría lidiar con más?... Eso se sabría muy
pronto.
Un profundo
suspiro salió disparado desde sus labios y tomó el valor para proseguir con lo
planeado.
Echó un
rápido vistazo a la reducción en busca de algún cerrojo y no le halló de buenas
a primera. Le tomó un par de minutos más hasta que tocando la argolla del
costado derecho, encontró la cerradura que pasaba desapercibida al ojo humano.
─ Se nota que
te volvieron desconfiada con el correr de los años ─ pronunció Raniel con
cierta ironía.
Con mano ágil
y firme insertó la llave en el cerrojo y así, vino la mayor de sus sorpresas…
la pequeña pared de no menos 50 centímetros
de largo y 40 de alto, se partió en dos, cayéndose al piso, dando paso a dos
mini bóvedas de hierro fundido: Una de ellas contenía los restos del sirviente
de la joven Mcraune y lo sabía porque había un grabado inscrito que hacía
alusión a las osamentas. La segunda, contenía otra caja dentro de la misma, que
tenía también una cerradura igual de pequeña y para ello, la muchacha no contaba
con otro llavín.
Raniel,
resopló de fastidio por encontrarse en esa situación y en eso…
« Piensa
Raniel y no te des por vencida. » se escuchó decir desde su interior, no siendo
ella.
La joven,
lejos de intimidarse, se concentró en la caja y en la pequeña cerradura…y sólo
entonces se percató.
Metió la mano
en su bolsillo y extrajo la pequeña llave del mausoleo y las comparó con el
cerramiento y de sus ojos se desprendió un brillo por el hallazgo. Sin más, la
introdujo en el cerrojo y en el acto, saltó la tapa de la caja para dar paso a
un estuche de piel que estaba delicadamente envuelto por medio de una cinta de
color esmeralda.
Al
desenvolverlo, halló lo que estaba buscando…las cartas de Rowine…sus cartas.
─ Muy astuta
de tu parte, Rowine ─ murmuró con una sonrisa en los labios Raniel ─. Todo un
aparataje digno una novela policial.
Con las
cartas en su poder, la joven, salió a las afueras del mausoleo y se sentó en la
escalinata del mismo para leer tranquilamente dichas misivas.
Para su
sorpresa, los documentos estaban enumerados para seguir un orden en la lectura
y así, procedió. Rompió el sello y principió la lectura…
« Calguieri 8 del mes de Agosto.
A ti, te saludo con afecto, porque
sé y tengo esa plena certeza de que eres en este tiempo, mi reencarnación.
Quizás llegar a este punto no ha
sido fácil para tu persona porque sin duda habrás pasado por tantas cosas.
Muchas de ellas he de suponer que han sido penosas y difíciles de comprender.
Creo que sin temor a equivocarme
que aún dudas de muchas cosas que te han tocado vivir y digo esto, basado en
recuerdos de sucesos que no tiene relación con tu vida actual y todo ello se
debe, a que tú tienes en tu memoria guardado todas las vivencias que a mí me ha
tocado vivir en este tiempo y que por razones ajenas a mi vida han interrumpido
el propósito para el cual nací.
Quisiera desde el fondo de mi
corazón, pedirte perdón por todo el dolor que has debido pasar. Hubiese querido
evitarlo y que tuvieses una vida normal como todos los demás. Sin embargo,
estaba escrito que no podría ser así, ya
que dadas las circunstancias he dejado abierta una historia inconclusa y sumado
a mi propio deseo de regresar a reclamar lo que me fue negado en esta vida.
Gracias a la ayuda y enseñanza de un viejo mentor que por mucho tiempo
vivió en la lejana India y que de su cultura y costumbres, fue instruido en
temas relacionados con otras vidas que redundan en el Karma y el Dharma del
hombre y sus consecuencias. Este
conocimiento me fue entregado en largas tertulias en casa de mis padres y que
para la época actual, son tildadas como siniestras o brujerías.
Quizás puedas tener tus reservas a todo lo que
descrito anteriormente, porque es un tema prohibido y de escepticismo aún creo
yo en tus tiempos y por este motivo no profundizo; ya que el motivo de esta
carta es ponerte al corriente de mi historia que hoy se convierte en tu
historia.
Haré un resumen de mi historia y comenzaré por decir que mi nombre es
Rowine Mcraune y soy hija de Enios y Margareth, la menor de cinco hermanos y
única mujer.
En nuestra familia hay unos distintivos
por los cuales podrás reconocer a sus descendientes y estos son: cada
sesenta años nace una mujer en el seno de la familia, siendo yo la última en
nacer. Además, de tener todos una marca de nacimiento y que en el caso de los
varones es una media flor y en el de las mujeres una flor completa de Iris.
Otra particularidad es nuestra apariencia física, debido a que todos los
miembros del clan Mcraune, Sin excepción, son de tez morena, cabellera negra
como la noche y de ojos verdes en una tonalidad casi esmeralda, presentándose
en todas las generaciones de esta familia.
Espero que la información que hoy te brindo, pueda ayudarte y si un día
decides viajar a mi amada Inglaterra. No dudes en buscar a los descendientes de
los Mcraune y de paso, reclames lo que te pertenece por derecho propio.
Mi dulce joven, en el condado de Calguiere, hallarás mis huellas como mi
pasado, ligado estrechamente al amor de mi vida, la Duquesa Anabelle Calguiere
XVII.
Nuestra historia se gestó cuando éramos apenas unas niñas y fue producto de un accidente. Siendo en
nuestra mocedad que el amor floreció entre Anabelle y yo. No obstante, fue en
ese mismo tiempo que surgió el mayor obstáculo y el más dañino de todos para un
amor como el nuestro y éste venía en la persona más cercana a la joven Duquesa,
su mejor amiga de infancia, Vivian Bringston.
Esta joven fue capaz de urdir una serie de maquinaciones en contra
nuestra al punto de manipular a Henrietta a su entero antojo, quién es la madre
de Anabelle, provocando la temprana separación entre nosotras. Obligándonos a
desposarnos con distintos jóvenes que nos pretendían. Sin embargo, esto no fue impedimento para
seguir amándonos a pesar de nuestra condición de esposas.
Vivian, al ver frustrados sus ambiciones, contrajo matrimonio con un
hombre muy poderoso e influyente en la corte de su majestad la Reina Victoria,
al que manipuló para conseguir que Henrietta, firmase un acuerdo de negocios,
el que resulto ser un engaño y despojando a la familia Calguiere de todas sus
pertenencias. Convirtiéndose ella, en la dueña absoluta de la fortuna de la
Duquesa.
Las fechorías de Vivian, no concluyeron ahí, sino que además, se apropió
de muchas tierras que eran de familiares del Conde de Bringston, dejando a
muchos de ellos en la ruina.
Concretadas sus ambiciones materiales, fue en busca de su mayor y más
anhelado objetivo…Anabelle. Pero antes debía deshacer de su más odiada enemiga
y para ello, extorsionó a Henrietta para que concertase una última cita
conmigo.
El día de aquel encuentro, a las afueras del Castillo de los Calguiere;
Vivian; me presentó los documentos que acreditaban que era la dueña de todo lo
que le pertenecía a Anabelle y fue muy enfática en recalcarme que estaba en mis
manos el futuro de la joven Duquesa, en hacerla feliz o dejarla completamente
en la ruina.
Fue ahí, que Henrietta, me imploró que dejase en libertad a su hija y no
la sometiera a semejante humillación, y que reconsiderará lo expuesto por
Vivian y qué pensará en la felicidad de su hija Anabelle.
Claro está que había una condición más y era el más alto precio de todos
y era el exilio de Inglaterra; lejos de mi gran amor, mi familia y mi patria.
Has de saber que fue el más duro golpe que la vida pudiese darme y por
más que en ese momento llegué a odiar a Vivian y Henrietta, no podía truncar la
felicidad y el bienestar de Anabelle, ella lo era todo para mí y tuve que
acceder a los caprichos de Vivian, no sin antes advertirle que si en otra vida
llegásemos a vernos las caras, la historia no se volvería a repetir porque esta
afrenta jamás la olvidaría y maldije ahí mismo a Vivian y su estirpe, que nunca
concretaría sus ambiciones como tampoco sería feliz y llegaría a ser aborrecida
por todos en el condado.
Era tal mi dolor, que aquella palabras dichas con tan profundo encono no
estaban bien, no obstante, era lo que
realmente se merecía una mujer de esa calaña.
De una cosa puedo estar segura y que toda cosa que uno anhela en esta
vida se cumple, más tengo la horrible certeza que pudiese ocurrir el más
nefasto escenario de ella también pudiese retornar por lo que te ruego, te
cuides de una mujer como ella que no se tendrá ante nada ni nadie para
conseguir salirse con la suya no importando el costo que se deba pagar.
No puedo ayudarte en más, porque no sé cuál podría ser su aspecto, pero
ten por seguro que irá detrás de ti y todo cuanto ames en tu vida. Sólo puedo
prevenirte ya que dadas a estas alturas ya habrás comenzado a recordar casi
todos mis momentos y estas cartas sólo servirán para culminar mi historia y no
queden cabos sueltos.
Vivian Brigston, ha sido la culpable de mi destierro, de mi ruina, de la
pérdida de mi gran amor y del sufrimiento que debí someterla por su propio bien
y de la congoja que le causé a mis padres como mis hermanos.
Por este motivo, te vuelvo a repetir, no permitas que la historia se
vuelva a repetir y que ella te destruya quedándose con lo que te pertenece por
derecho que Dios y la vida te brindan. Lucha hasta el final y no des un solo
motivo para que melle tu espíritu de lucha por lo que más amas y respetas.
Desde mi soledad, dejo mi legado en tus manos…
De quien fue tu pasado y es hoy tu
presente,
Rowine Mcraune. »
Una vez que
Raniel, concluyó la lectura, alzo sus ojos al cielo y de sus ojos brotaron
lágrimas cargadas de rabia y dolor.
─ Te juro que
no descansaré hasta verla destruida ─ masculló una dolida Raniel y guardando
las restantes cartas en su bolsillo, se levantó de aquel peldaño para ir rumbo
a su hogar.
Caminó muy
despacio entre las pequeñas callejuelas adornadas de pino en sus costados,
hasta que llegó al pórtico de entrada de Sara Brawn y su mausoleo, que a su vez
era la entrada como la salida del campo santo.
Al rato de
andar, llegó hasta una de las garitas y tomo un taxi para que la llevase a su
hogar que estaba casi a las afueras de la ciudad.
Mientras en
casa de los Taffra…
Anette como
sus hijas ya terminaban de desayunar junto a la familia de Sara, compartiendo
un momento con los padres como los hermanos de la muchacha, que se parecían
bastante a la joven.
─ Dime
Anabelle, ¿te ha llamado Raniel? ─ preguntó Francis, muy despacio para que no
fuese oída.
─ No, ya que
aún no hemos escogido una operadora para nuestros móviles ─ respondió Anabelle ─
porque los números residenciales de ambas casas, los desconozco. ¿Y te ha
llamado Sara?
─ No ─
contestó la menor de las Calguiere. ─ La verdad ya quiero que llegue y así,
podamos hablar de una vez con sus padres.
Y en ese
preciso instante, entran Fabiola y Sara con semblantes algo serio, saludaron a
todos en la sala y fueron con Pietro a un lugar apartado.
Anabelle,
presintió que algo no andaba bien, porque su prometida no venía con ellas y sin
poder evitarlo su impulso por saber de su mujer, fue hasta dónde ellos se
encontraban.
─ ¿Sucede
algo con Raniel? ─ preguntó de frentón la Duquesa y con cierta inquietud.
─ Mi hija no
está en casa ─ respondió Fabiola, tratando de calmar a la joven ─ ya mande a
sus hermanos a buscarla a sus lugares favoritos.
Anabelle, se
angustió mucho de saber que su prometida no estaba desde temprano en casa, esos
hechos volvían a repetirse una vez más.
─ Tranquila
Anabelle ─ se apresuró en decir Sara ─ estoy segura que ella regresará en
cualquier momento.
─ ¿Dónde
puede estar? ─ inquirió ésta.
─ Temo que mi
hija, se encuentre en el único lugar que aún no debe ir ─ comentó Fabiola.
─ ¿Qué lugar
es ese? ─ preguntó más inquieta Anabelle.
─ En el
cementerio ─ respondió Sara.
─ ¡No puede
ser! ─ exclamó la Duquesa ─ ¿por qué fue sola?, ¿por qué no nos espero?
─ Cuando
Sara, me informó que Raniel, no se hallaba en su dormitorio ─ explicó Fabiola ─.
Tuve una corazonada y me fui directo al despacho en dónde guardábamos las
llaves del mausoleo de la familia y mi temor se confirmó al instante ya que
esas llaves ya no estaban en su lugar.
─ ¡Mi Dios! ─ exclamó azorada Anabelle ─ ¿Qué está
sucediendo con Raniel? Para que tome la determinación de ir sola a sabiendas
que es peligroso para ella. Ya nos dio un susto grande cuando fue en busca de
Vivian y vuelve a cometer la misma locura.
─ Por favor
tranquilízate, Anabelle ─ suplicó Sara ─ Ella debe tener sus razones para
hacerlo.
─ Pero yo
formo parte de su vida, ¿Por qué diantres me excluye en un asunto tan
importante? ─ protestó angustiada y molesta la Duquesa.
─ ¿Qué sucede
Anabelle? ─ preguntó Francis, que asomó al lugar en dónde se encontraban las
demás ─ Has subido el tono de voz y eso no es propio de ti. Nuestra madre está
por bajar y no le gustaría verte así.
─ ¡Lo siento!
─ se disculpó ésta y bajo la mirada al suelo para serenar su corazón ─ Me dejé
llevar por un momento. No volverá ocurrir. Discúlpame si te preocupé y lo mismo
digo Fabiola.
─ Descuida,
Anabelle ─ repuso Fabiola ─ Comprendo perfectamente tu sentir y te ruego que
perdones la conducta de mi hija. Ella se está comportando en una forma muy
extraña y pudo notarlo anoche, pero creí que solo eran impresiones mías. Pero
ya veo que no lo eran.
─ ¿Puede
alguien explicarme qué está sucediendo con mi cuñada? ─ inquirió la menor de
los Calguiere sin comprender la situación.
─ Raniel,
salió de casa muy temprano y presumimos que puede estar en el cementerio, ya
que Fabiola no halló las llaves del mausoleo ─ Explicó Sara a su novia.
─ ¿Y cómo
pudo hallarlas? ─ preguntó Francis ─ No se suponía que sólo los padres de
Raniel, sabían el lugar dónde se hallaba esa llave y que ninguno de sus hijos
estaba al tanto de ello.
─ Eso es lo
más extraño de todo ─ confesó Fabiola ─ Sólo mi esposo y yo, éramos los únicos
que sabíamos en qué lugar se hallaba esa llave. No puedo comprender como mi
hija supo en el sitio preciso en que se encontraba escondida.
─ Fabiola,
puedes decirnos en qué lugar estaba esa llave
─ solicitó más que curiosa Anabelle.
─ Esa llave
estaba escondida detrás de un retrato de Rowine que sólo Emanuel y yo sabíamos ─
explicó la madre de Raniel ─ y el lugar en que estaba dicha pintura es más
secreto aún, ya que se halla oculta detrás de una pared falsa de la biblioteca
y para acceder ahí sólo puedes entrar con otra llave que estaba oculta en un
libro con doble fondo, guardado en un compartimento en el piso. Mi hija, no
tenía cómo saber aquello.
─ ¡Wow! ─
exclamó asombrada Francis ─ Disculpen que se los diga, pero ni Scotland Yard,
tiene tanta inteligencia para ocultar cosas.
─ Mi hija, no
tenía cómo saberlo ─ volvió hacer hincapié Fabiola, que no daba crédito a ese
hecho en particular. ─ Nosotros acordamos no decirle hasta que su médico le
viese y prepararla para cuando Joseph Mcraune, decidiera contarle la verdad
sobre la desaparición de su tía.
─ Sí ustedes
no han revelado nada al respeto ─ Concluyó Francis tras meditar en los hechos ─ y tomando en
cuenta lo que dijera mi prima Alesia. Estamos en presencia de una sola cosa
posible…
─ ¿De qué
hablas? ─ indagó Fabiola perspicaz.
─ Hay una
sola explicación lógica para que Raniel haya encontrado esa llave ─ expuso
Francis ─ y es que la misma persona que la guardó, fue la que le proporcionó la
información. En pocas palabras…Sus recuerdos.
─ ¡Santo
Dios!...Rowine ─ exclamó Anabelle, descolocada de solo imaginarse esa
situación.
─ ¡Entonces! ─
reparó Sara ─ Mi monstruito ha comenzado a recordar más de lo que nosotras
suponíamos.
─ Al parecer ─
señaló Fabiola ─ Más no debemos sacar conclusiones precipitadas hasta no hablar
con mi hija y saber la verdad de su propia boca.
En ese
preciso momento, bajaba Anette que venía acompañada de Pietro y su esposa.
─ Ninguna
palabra de esto hasta que llegue Raniel ─ fue la sorpresiva petición de la
propia Anabelle.
Las demás
mujeres asintieron y se reunieron con el resto de la familia Taffra a
desayunar. Ocasión que fue aprovechada por la joven Taffra para tantear el terreno
y concretar una reunión con sus padres.
─ Padre ─
consultó Sara ─ Nos gustaría con Francis poder hablar con usted antes de ir a
la universidad a solucionar el inconveniente que se nos presentó para continuar
estudiando en Londres.
─ Sara. La
juventud es sinónimo de impaciencia infinita ─ amonestó con cariño Pietro ─ Has
de saber que ya hemos platicado con Anette al respecto y sólo mañana puede tu
novia pedir formalmente tu mano. Pero antes tendremos una conversación a solas
con Francis, dentro del transcurso de este día. ¿Están de acuerdo ambas?
─ Será como
usted diga, señor Taffra ─ se apresuró en decir Francis, que se le hacía un
nudo en el estómago debido a lo quisquilloso que era el padre de su novia.
─ Está bien,
padre ─ respondió por su parte Sara.
Sin duda que
no le resultaba muy agradable que digamos a la menor de los Calguiere, tener
que dilatar tanto una conversación. Tenía el señor mucho más protocolo que los
propios ingleses.
Sólo Anette
estaba complacida con ese tipo de decisión y es que deseaba que su hija menor,
pudiese comprender que en la vida no todo se obtiene de inmediato con solo
abrir la boca sino que hay cosas que requieren un tiempo y hay que luchar un
poco más y de paso demostrar que se tiene un interés verdadero en ese tipo de
hecho y no se dejan lugar a las dudas.
Estaban ya
por acabar de desayunar, cuando el timbre de casa sonó y el mayor de los
hermanos Taffra, abrió la puerta para ver de quién se trataba.
─ ¡Vaya! Creo
que te dejo rezagada las sábanas, Raniel ─ bromeó el joven Taffra.
─ ¡Buenos
días, Luigi! ─ saludó distante la joven Larson ─ ¿Ya están en pie todos?
─ Por
supuesto desde hace rato. Incluso está tu madre aquí ─ mencionó Luigi ─ ¿Te
encuentras bien?
─ Sí, ¿por
qué? ─ respondió con otra pregunta
Raniel.
─ No sé, pero
te siento extraña, Rani ─ acotó Luigi ─ Puede ser que el tiempo sin vernos esté
afectándome, pero siento que tú estás cambiada. Hay algo en ti que no me cuadra
simplemente.
La joven
Larson, entrecerró sus ojos por un breve momento y luego, simplemente, sonrió
como solía hacerlo.
─ Tranquilo,
Luigi, soy la misma Raniel de siempre ─ argumentó la joven ─ solo se trata del tiempo que hemos estás alejados. Eso es todo.
─ Debe ser
eso ─ acotó el joven e instó a la joven ─ Ve con los demás están en el comedor.
─ Gracias
Luigi ─ dijo Raniel y se fue hasta dónde se hallaban los demás.
En el comedor
de la familia Taffra, todos estaban compartiendo impresiones del viaje y de sus
vidas, mientras desayunaban. Cuando las puertas se abrieron e hizo su entrada,
la joven Larson, dejando mudos a todos, en especial a su prometida, que por
medio de un suspiro, pudo respirar aliviada de verle.
Sin duda que
las impresiones en muchas de las ahí presente, no podían salir a relucir para
no levantar sospechas, pero no cabía duda, que la joven Larson, las tenía
sumamente preocupadas.
─ ¡Buenos
días a todos! Y buen provecho ─ Saludó Raniel, acercándose a saludar con un
beso en la mejilla a su madre y finalmente a su novia.
─ ¡Buenos
días! ─ saludaron los demás.
─ ¿Ya
desayunaste Raniel? ─ preguntó Pietro.
─ Aún no ─
respondió la muchacha.
─ ¿Deseas lo
de siempre? ─ inquirió el padre de Sara.
─ Por
supuesto, tío ─ contestó Raniel, que solía llamar así a los padres de su mejor
amiga, por el gran cariño que les tenía y los años de conocerse.
─ Martita,
traiga unas pizzetas de pavo con queso de cabra para mi doncella ─ solicitó
Pietro a su empleada.
─ Enseguida, señor
─ contestó la señora.
Mientras le
servían el desayuno a Raniel. La Duquesa, no dejo de verle y se acercó a ella
para consultarle lo siguiente.
─ ¿Dónde
estabas amor? ─ preguntó Anabelle muy cerca de su oído.
─ Resolviendo
algunos asuntos, cielo ─ respondió evasivamente Raniel y añadió ─ ¿Cómo
dormiste, mi vida?
Anabelle, se
percató de inmediato que su prometida había esquivado la pregunta al
responderle en forma ambigua e intuyó que algo le estaba pasando.
« ¿Qué está
sucediendo contigo, Raniel? » se preguntaba mentalmente Anabelle.
Sin duda que
las palabras dichas hace un tiempo atrás por Francis, estaban tomando forma y
cuan acertados han resultado, ya que al ir despertando la memoria casi total de
Raniel y comprobar por sí misma que su entorno le ha estado ocultando cosas, en
especial su familia, amigos y prometida. Han venido a ocasionar malestar en la
joven al punto de que su carácter ha estado un poco más volátil que nunca. Sumiéndola
en constantes silencios casi sepulcrales y constantes reflexiones.
Es bien
sabido que lo que más detesta la joven Larson son la mentira y el engaño y
despertar de pronto a su vida pasada ha mellado un poco su estado de ánimo y
siente que asumir todo de golpe y verse envuelta en un manto de incertidumbre,
la ha dejado tan sumida en la soledad como lo fue su destierro a manos de
Vivian y ese sentimiento de dolor y rabia, ha comenzado afectarle.
─ Anabelle ─
susurró Raniel.
─ Dime, amor ─
respondió en el acto ésta.
─ Aún no
respondes mi pregunta ─ apremió Raniel.
─ Disculpa,
amor. Estaba distraída ─ se excusó Anabelle ─ No dormí bien, ya que me hacías
mucha falta y es que no puedo estar sin tu compañía. Me resulta injusto que no
pueda dormir junto a mi prometida.
─ Anabelle,
mi vida ─ exclamó conmocionada Raniel, que al escuchar sus palabras mitigaron
esa penita que estaba sintiendo. ─ Te prometo que esta noche volverás a estar
junto a mí y que nada ni nadie nos volverán a separar.
─ ¿De verdad?
─ preguntó más complacida la Duquesa ─ ¿Lo prometes?
─ Claro que
sí ─ repuso Raniel, besando su mano y
acotó enérgica ─ No te volveré a dejar sola, nunca más.
Anabelle, se
emocionó al escuchar esa promesa, pues intuyó que su mujer había vuelto a ser
la misma de siempre.
─ Cobrare esa
palabra, señorita Larson ─ murmuró seductoramente Anabelle.
─ Pues
permíteme corregirte amor ─ señaló sonriente Raniel, cuyos ojos transmitían
mucha devoción por la joven Duquesa. ─ Cuando hice los segundos votos ante
nuestros padres, pase a ser de Calguiere y en muy poco tiempo seré tu esposa.
─ El oírte
decir que ya te consideras de Calguiere, me hace inmensamente feliz que sientas
y hagas tuyo ese derecho, es maravilloso ─ murmuró emocionada Anabelle.
─ El saberme
amada por ti, es lo mejor que me ha sucedido en esta vida ─ mencionó Raniel,
basándose en hechos pasados ─ Me siento doblemente afortunada de que la vida me
haya devuelto lo que siempre anhelo mi corazón.
─ Raniel ─
exclamó asombrada Anabelle tras oír ese comentario ─ ¿Te sucede algo amor?
─ Estoy bien,
mi Anabelle ─ respondió ésta ─ pero debemos hablar en privado luego de que
visitemos a mi doctor.
─ Claro que
lo haremos, amor mío ─ se apresuró en decir la Duquesa ─ ¿Cuándo iremos?
─ Tengo cita
con él para mañana ─ señaló Raniel ─ ahora quiero pedirte que me acompañes a la
universidad para resolver de una buena vez mi situación.
─ Entonces
vayamos cuanto antes y así aprovechar el tiempo al máximo ─ instó Anabelle ─ Te
parece que nos vayamos enseguida.
─ Me parece
perfecto, cielo ─ respondió Raniel.
─ Vamos
entonces ─ señaló la Duquesa.
La pareja
puso al tanto al resto de la familia de sus planes y fue también la ocasión
perfecta para que Sara junto a Francis, se les unieran para resolver el asunto
pendiente que ambas tenían con Kingston.
─ Así
podremos regresar cuanto antes a mi querida Inglaterra ─ murmuró en voz baja
Raniel, que se subía en el coche de unos de los hermanos de Sara.
Después de
encontrar la parte más fundamental por lo cual viajo a Chile, sin duda que para
Raniel; comenzaría a retomar y reclamar lo que una vez le perteneció como así
mismo se preparaba el camino para el reencuentro y venganza de su vieja
enemiga…Camille Renout.
5 comentarios:
=) gracias por seguir con los finc Anrhia
esperare con muchas ganas tu siguiente actualizacion.
Querida Anrhia;
Ha pasado tiempo pero no has perdido tu toque para con este fic. Añoraba leer algo nuevo de este.
Has dejado el suspense en el aire amiga mía. Deseo saber como será el reencuentro entre Raniel y Camille en sus nuevas vidas.
Muy buen capítulo, y lo de la carta precioso. Continualo hasta el final.
Ángelus Drakul
Muchas gracias Noé. Es muy especial para mi saber que mis amigas disfrutan de la lectura.
Ya veras que Raniel dará grandes sorpresas.
Cariños amiga.
Ale.
hola me encantan todos tus fics mas este que fue el primero que leí y felicitarte por maravillosas historias y desearte que sigas con inspiración para seguir escribiendo. me gustaría saber si vas a tener un día en especifico para publicar?
Wendy, muchas gracias por acompañarme en este viaje de líneas y aventuras.
Te confieso que En Aras del pasado es mi primer ficc en escribir y es muy importante para mí por razones muy especiales.
Gracias a Dios, mi loca mente no deja de trabajar y me encanta hacerlo y como le dijese a una amiga, me divierte y cuando no lo hago, dejo de escribir hasta recuperar mi esencia.
Siendo sincera contigo deseo escribir un capítulo por semana porque llevar las 5 historias a la vez demanda tiempo, pero yo soy una persona que me gusta lo complejo me amoldo, jejeje. Más tengo muchas cosas encima que debo atender de igual modo por eso me comprometo hacer uno a la vez.
Pero les aclaro que esta semana no, ya que en mi país es aniversario patrio y mi familia estará reunida y además de trabajar, así que estaré muy ocupadita como para escribir.
Ruego me sepan comprender y a la siguiente tendrán uno, de preferencia el fin de semana que tengo menos carga, jejeje.
Desde mi amada tierra te saludo, un abrazo y éxito en todo.
Anrhia
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