mujer y ave

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miércoles, 10 de septiembre de 2014

El legado de Rowine.



En Aras del pasado, capítulo 43.


El sol comenzaba asomar tímidamente en el horizonte austral de Chile, la Patagonia, dónde el frío y el viento son los actores principales de la vida cotidiana de cada ser vivo en esa parte del mundo.

Aquellos rayos, ya penetraban en la ventana de la habitación de Raniel, invadiendo lentamente el lugar, dejando ver en el centro de la habitación, una cama, desnuda sin su morador de la noche anterior.


La joven Larson, se había levantado antes que despuntará el sol, ya que no concilió el sueño, debido a ciertas preocupaciones y que además, por imposición de sus padres, fue separada de su prometida, ya que se alojaron en casa de la familia Taffra.

Independiente a ello, estuvo toda la noche reflexionando en las cosas que debía hacer en especial las cartas que debía hallar para esclarecer lo acaecido con su anterior vida. Era la pista principal para armar definitivamente el rompecabezas de su vida y de sus recuerdos.
Por lo que dispuso una alarma a determinada hora en modo vibración y así no despertar a su familia, por lo que se duchó rápido y salió de casa con mucho sigilo.

Tomó un colectivo de la línea 14 y fue con dirección al cementerio de la ciudad, en dónde se reencontraría con su verdad.

Mientras todo ello sucedía en casa de Raniel, también había movimientos en la morada de la familia Taffra y en una de las habitaciones de alojados. Dos mujeres, ya estaban despiertas y compartían sus impresiones del lugar, de la familia anfitriona y de sus objetivos…

─  No puedo creer que estemos tan lejos de casa susurró Francis, cuyos ojos azules estaban clavados al cielo raso de la habitación. parece un sueño, ¿no lo crees así, Anabelle?
Sin duda que lo es concordó ésta, que ladeó un poco la cabeza para ver a su hermana que estaba en la cama de al lado. nunca paso por mi mente o estuvo en mis planes venir a esta parte del mundo, antes de conocer a Raniel.
En ese aspecto coincidimos ambas, ya que el amor de nuestras vidas estaba en estas tierras confidenció Francis sino mírame a mí, jamás estuvo en mis pensamientos,  enamorarme perdidamente de una mujer y mucho menos una chica que viviese fuera de nuestra Inglaterra.

Yo que creí que una vez acabado mis estudios, pondría prioridad al matrimonio, pero que este sería con un hombre y tendría hijos y esas cosas. Créeme que nada en el mundo, familia, colegio te prepara para enfrentar una situación así, todo se hace añicos en un abrir y cerrar de ojos y al mismo tiempo te sientes tan libre, tan desnudo como si todo el ropaje que solías llevar se cayese de tu cuerpo para vestir de una forma sencilla, cómoda, que llena todos esos vacíos que se pueden ir provocando con lo superficial de nuestra sociedad.

Por un tiempo, tu historia con Raniel, me parecía interesante, pero alejada de la realidad del común de los hombres, ese amor entre mujeres que trascendió el tiempo y que se volvió a gestar en los tiempos actuales, simplemente, era fuera de toda lógica. Tanto amor « empalagoso»  cómo solía llamarlo; despertaba curiosidad y reticencia al mismo tiempo y siempre me decía: si alguna vez llegó a enamorarme de ese modo, ni  loca sucumbiré a tanta dulzura que hace que se me crispen los nervios de los empalagosa que son, daré amor y tiempo pero no para estar pegada como siamesa a mi pareja. Sin embargo, de ahí que yo pudiese amar a una mujer, eso no era lo mío.

¿Puedes creer tanta soberbia de mi parte?...desde la llegada de Sara, mi mundo se conmocionó a tal extremo, que ya no fue un giro de 360 grados sino que todas mis creencias se esfumaron como arte de magia y de ahí, tuve que replantearme todo en cosa de dos días, no podrías imaginar siquiera Anabelle, cómo batallé interiormente para comprender porque Dios o la vida me ponía ante tal escenario y sólo cuando logré oír a mi corazón, supe que lo arriesgaba todo o simplemente me entregaba a lo que dicta la sociedad humana y sus rancios principios.

Ha sido la decisión más compleja e importante de toda mi vida, ya que abandonaría aquellos sueños que tenía de niña en forma una familia tradicional. No obstante, me di cuenta que en nada cambiaría aquellas ilusiones, todo lo contrario sólo variaría el rol de mi pareja nada más. Además, por primera vez me planteé la posibilidad de presentar a la familia a quién había escogido por compañera de viaje y todo lo que ello implica por pertenecer a una estirpe muy antigua y con muchas tradiciones y obligaciones.

El saber que tú ya habías allanado camino con nuestros padres con respecto a tus sentimientos por Raniel, me facilitaron más las cosas, ya que no verían mal una relación entre dos mujeres. Y en honor a la verdad, nuestros progenitores son simplemente maravillosos y nos aman demasiado, por que otros en su lugar hubiesen puesto el grito en el cielo o nos hubiesen mandado a un Psiquiatra o encerrarnos una temporada en algún convento apartado hasta que se nos pasará « la locura o enfermedad del cuerpo» como muchos distinguidos de nuestra sociedad suelen llenarse la boca y así, tapar el sol con un dedo y evitar las habladurías de la chusma.

Desde ese primer beso, quedo todo claro para mí, que  Sara, es la persona con quiero compartir mi vida, formar una familia y envejecer juntas hasta que Dios, dictaminé que ya es la hora de partir.

Ahora sólo debo resolver nuestra situación con sus padres y pedir el consentimiento de ellos para que en dos años más podamos concretar nuestra unión como lo demanda las tradiciones de la familia Calguiere.

¿Esperaras dos años para casarte con Sara? interrumpió Anabelle a su hermana.
Así es. Ambas decidimos que terminaríamos primero nuestras respectivas carreras y luego, pondríamos la fecha inmediatamente de nuestro enlace afirmó Francis.
¿Nuestro padres ya lo saben? inquirió Anabelle, algo preocupada porque sabía de ante mano que eso sería poco factible. tú sabes tan bien como yo, que cualquier hijo de la Duquesa de Calguiere, está obligado que una vez  concluido los segundos votos, cuenta sólo con cinco meses para fijar la boda.
Estoy plenamente consciente de ello, pero debo recordarte que a diferencia tuya, para nosotras será el primer voto, lo que nos da un poco más de tiempo expuso Francis, quién seguía viendo el cielo raso y continuó. Y respondiendo tu pregunta: nuestros padres desconocen lo que hemos decidido con Sara.
─ ¡Ya veo! exclamó Anabelle comprendo tu postura y respeto. Sin embargo, como tu hermana mayor, sólo puedo darte como consejo que hables con nuestra madre primero y la pongas al tanto de su decisión y así, te estarás evitando pasar un mal momento.
─ Agradezco tu consejo, Anabelle. Lo tendré en cuenta ─ señaló Francis y tirando a un lado las tapas de su cama, acotó. creo que ya es hora de levantarnos y aprovechar el tiempo. Mira que si no lo hacemos, te apuesto a que nuestras novias  salen sin nosotras.
Jajaja bromeó Anabelle y siguió el ejemplo de su hermana en eso tienes toda la razón,  son tan independientes que se casarían solas en el altar si  lo precisan.
─ Sin lugar a dudas, hermanita. Estas chicas latinas, no son como las antiguas que eran un poco remilgosas y todas sumisas.  Son de armas tomar ─ acotó suelta de cuerpo Francis y con cierta burla.
¡Francis!...que te pueden oír ─ llamó la atención la Duquesa, dándole un coscorrón a su hermana será mejor que te bañes y dejes de decir tantas sandeces, mira que estamos en pleno siglo 21 y no en el medieval.
─ Jajaja…ya eres la misma Anabelle de siempre ─ dijo entre risas Francis, por la cara de espanto de su hermana. ─ Siempre abusando de tu hermanita más pequeña e indefensa.
─ ¡¿Indefensa tú?! ─ exclamó asombrada ésta ─ ¡Madre! Si eres la más rebelde y temeraria de esta familia. En ese caso, yo correría peligro a tu lado.
─ Rebelde…no. Directa y sincera, my  Darling ─ confrontó burlona Francis y se metió al baño y desde ahí, continuó ─ ¿por qué no te unes y aprovechas de consentir mi espalda con un masaje?

Anabelle, simplemente movió su cabeza y decidió darle en el gusto, ya que desde que ambas tenían novias, casi no compartían muchas cosas como solían hacerlo.

─ Ya voy, señorita de Taffra ─ soltó con pica la Duquesa y hacerla rabiar un poco.
─ A mucha honra, señora de Larson ─ contraatacó la menor de las Calguiere antes que la puerta se cerrará después de entrar su hermana.

Mientras en la casa de la familia Larson…

Sara, abrió los ojos y su primer pensamiento fue hacia su novia y el recordar su rostro, le sacó su primera sonrisa del día. Es que Francis, no era la típica chica rubia algo desabrida por así decirlo, tenía unas cuantas pecas que le daban un realce a su rostro y la profundidad en la tonalidad azulina, simplemente le quita el aire a cualquiera.

 Es que rubias y de ojos azules hay por montón, pero ninguna como su novia, se podría decir que tenía un rostro cautivante y sexy como el de Brad Pitt, pero en versión femenina de niña dulce  y buena. Además, su mirada recordaba a la que tenía Paul Newman y esas pecas de la actriz de ricitos de oro, simplemente confabulaban con ella, para atrapar la mirada de cualquier ser humano, hombre o mujer. Y lo del físico ya lo hemos descrito antes, aunque para Sara, el rostro de su novia, fue lo que más la cautivo y enamoró  a primera vista.

─ ¡Dios! Ya me estoy poniendo como Raniel, y es que el amor te vuelve babosa, jejeje ─ se dijo para sí, la joven Taffra  y luego, acotó ─  y hablando de Raniel. Será mejor que vaya a verla cuanto antes. Debe aclararme una cosa.
Sara, dio un brinco y ya estaba cerrando la puerta de su dormitorio y a los pocos segundos ya estaba tocando al dormitorio de su amiga. Sin embargo, no tuvo respuesta alguna.
─ ¿Será que está dormida monstruito? ─ Se preguntó la joven Taffra y sacudió su cabeza. ─ Na…

Y sin más abrió la puerta de la alcoba de su amiga y cuando asomó su cabeza en caso de precaución, se encontró que no había nadie en la cama, por lo que decidió buscarla en el baño y al no hallarle, salió rauda de la habitación y bajo volando las escaleras para buscar a la madre de la joven.

En eso se topó con ella y le comentó que no halló a Raniel en su cuarto y que  estaba preocupada, ya que hace dos días que venía notando un cambio en el comportamiento de la joven.

Fabiola, escuchó con paciencia el relató de la muchacha y luego, sacó sus conclusiones al respecto y lo hizo saber.

─ Sin duda que estar en Inglaterra, dónde todo sucedió y el estar en contactos con todas las personas, cosas que formaron parte de su vida anterior, puede estar comenzando a provocar ciertos cambios en ella ─ concluyó la madre de Raniel.
─ Eso espero, pero aun así, siento que hay algo más ─ mencionó Sara ─ es como si por breves segundos, Raniel, fuese otra persona. Hay algo en su mirada, en la forma en que mira.
─ Muy pronto saldremos de toda duda, cuando la llevemos con su médico ─ indicó Fabiola. ─ Ahora, la buscaremos en la casa y si no estuviese, la llamaremos a su celular. No quiero que digas nada hasta no estar seguras que está fuera de casa.
─ Será como tú digas ─ respondió Sara ─ tomaré una ducha rápida y la buscaré por el lugar.
─ De acuerdo ─ contestó Fabiola ─ ahora ve a bañarte, antes de que llame tu padre y pida tu presencia y tú sabes que no debes hacerlo esperar.
─ Tienes razón ─ afirmó Sara y subió de prisa las escaleras, en dirección a su cuarto.

Por su parte, Fabiola, quedo meditando un poco sobre lo que refirió Sara y no dejo de pensar que muy pronto su hija descubriría la verdad de su vida anterior y podría traer algunas consecuencias en la vida de todos, ya que no había olvidado la petición de Joseph Mcraune, de reconocerla como la legítima heredera de su tía Rowine.

─ Sólo espero que cuando eso suceda, Raniel, pueda recordar un poco más de su vida anterior y aceptar la proposición de Joseph de buena manera o de lo contrario, mi hija lo tomará a mal ─ dijo en voz alta Fabiola.

Mientras la madre de la joven Larson, iba en su busca. La mencionada se hallaba bastante alejada de casa, para ser más precisos, otra vez, se hallaba en un cementerio, pero en esta ocasión, era el campo santo público de la ciudad, El cementerio Sara Braun, que llevaba el nombre de la pionera que donó las tierras para dicha función.

Raniel, sin  duda no era la misma, su mirada era más profunda en su tonalidad y con mucha más frialdad que ella y eso era inusual en una joven tan alegre como ella. El tiempo vivido en Inglaterra, había hecho mella en sus recuerdos y estaba a las puertas de descubrir el motivo que tuvo para alejarse de su gran amor.

Ahora, que estaba al tanto que todos esos episodios que durante mucho tiempo la atormentaron, no eran más que sus vivencias pasadas, su vida como Rowine Mcraune.

─ Dentro de muy poco pondré fin a todo esto ─ murmuró entre dientes Raniel, que estaba muy próxima a hallar lo que estaba buscando.

Después de caminar un buen trecho se encontró de frente con el mausoleo de su familia, éste era una típica bóveda europea con estilo Barroco en sus pilares y es que su antecesora por así decirlo, gustaba de ese estilo.

Aspiró profundamente y sacó de su pantalón, la pequeña llave que guardaba sus padres dentro de un libro con doble fondo y cosa que ella, descubrió de pequeña debido a su constante curiosidad y anhelo de descubrirlo todo, enigma y cosas consideradas tabú.

Una vez abierto el cerrojo de aquella puerta de fierro forjado. Buscó con la mirada la cripta de su predecesora y en ella se podía leer:

*Rowine Eloise Larson (viuda de Michael Larson)

¿Cuántas veces de niña visitó ese mausoleo? Muchas y sin embargo, poco atención le prestó en esos momentos. Jamás hubiese imaginado que ese nombre estaba estrechamente ligado con su pasado propiamente tal.

No pudo evitar seguir su impulso y automáticamente llevó sus dedos y los arrastró por aquel nombre como si con ello, tratase de recuperar el tiempo perdido de antaño.

«Es aquí dónde vine a descansar después de todo» susurró Raniel, mientras sus ojos se oscurecieron de pronto.

Cerró sus parpados por un breve momento para oír la voz de su corazón y podía sentir como la sangre se agolpaba en sus tímpanos, producto de las sensaciones que estaba viviendo.
Era como una pequeña barca en medio de un mar tormentoso y que no se puede saber su final hasta que ese vendaval allá finalizado y con ello, traer sosiego a una vida errante dónde su alma nunca descansó del todo ya que había dejado asuntos pendientes que resolver y así concluir un ciclo.

Tras unos minutos en silencio consigo misma, abrió sus ojos y el brillo que había en ello, era la evidencia que la antigua Rowine estaba tomando forma dentro de la propia Raniel, como si las dos partes de un dije se fusionaran y formaran la pieza final.

─ Ahora…por lo que vine ─ se dijo Raniel y se giró 60 grados para buscar el nombre del sirviente de Rowine.

Y como movida por un presentimiento, giró su cuerpo en 120 grados a unas pequeñas reducciones que había y paseó su vista por los nombres de las personas que ahí reposaban. 

Hasta que finalmente halló el nombre del sirviente.

*Arthur Selman
(Con cariño a mi fiel sirviente que tanto me protegió y velo hasta su último aliento)
De Rowine e hijo.

Ahora todo tenía sentido para la muchacha, aquellas cosas que antes les resultaban incomprensible, pues es sabido que todo Inglés o descendiente es muy arraigado de sus tradiciones y respeto por las costumbres de su pueblo, convirtiéndose casi en algo sagrado e infranqueable como por ejemplo…la costumbre de tomar té.

Sin dilatar más el asunto; sacó del bolsillo de su chaqueta; un sobre descolorido por causa de los años y que además, contaba con el típico matasellos con la estampa de RMC entrelazada. Claramente que ese sobre no había sido abierto antes, ya que junto con éste, había otro igual con una nota alusiva que no se debía abrir hasta no estar en las manos de la legítima dueña y advertía que sólo la única mujer de la familia Mcraune podría tener ese privilegio.

Es bien sabido que en el seno de la familia Larson; que eran muy pocas generaciones, cuatro para ser precisos; y coincidentemente con la Mcraune, no habían nacido niñas y todos los nacidos resultaban ser varones.

Esto venía a demostrar que en la vida no existen las coincidencias sino eventualidades con un claro propósito que se debe cumplir tarde lo que tarde.

Raniel, golpeó un poco el viejo sobre entre sus dedos antes de decidirse a quitar el sello y dar paso a descubrir su contenido, aunque ya lo sabía por la propia Rowine. Aspiró hondamente y sin más,  lo franqueó de una, hallando una llave de hierro fundido y en la cual estaba acuñado la palabra Mcraune y con esto vino a comprobar que lo que dijese su antecesora era fidedigno.

─ Veamos qué sigue ahora, Rowine ─ murmuró entre dientes Raniel.

Junto con la llave, se hallaba otra nota  doblada que decía así:

«Ve en busca de tu verdad, que es mi pasado, tu propia historia».

Sin duda, que aquellas palabras lograron estremecerla por completo. Había que tener agallas y bastante coraje  para asumir todo lo que estaba viviendo. No es nada fácil, tener recuerdos que tranquilamente podrían ser de otros y a la vez, descubrir cosas que a ciencia cierta son tachadas de imposibles y poco creíbles, que te llevan a cuestionarte casi todo y a tener temor de hallar cosas que puedan lastimarte y traer serias consecuencias en tu vida, a tal punto de enloquecer. Es el caso de lo paranormal o las personas Psíquicas.

 No se debe juzgar a tontas y locas lo que no se puede demostrar a simple vista, porque toda la creación vive en distintos planos y lo que no pueden ver tus ojos no quita no esté.
La joven Larson, sintió ese pequeño nervio dentro de sí a pesar de estar al tanto ya de muchas cosas de su vida pasada, ¿Podría lidiar con más?... Eso se sabría muy pronto.
Un profundo suspiro salió disparado desde sus labios y tomó el valor para proseguir con lo planeado.

Echó un rápido vistazo a la reducción en busca de algún cerrojo y no le halló de buenas a primera. Le tomó un par de minutos más hasta que tocando la argolla del costado derecho, encontró la cerradura que pasaba desapercibida al ojo humano.

─ Se nota que te volvieron desconfiada con el correr de los años ─ pronunció Raniel con cierta ironía.

Con mano ágil y firme insertó la llave en el cerrojo y así, vino la mayor de sus sorpresas… la pequeña pared de no menos 50  centímetros de largo y 40 de alto, se partió en dos, cayéndose al piso, dando paso a dos mini bóvedas de hierro fundido: Una de ellas contenía los restos del sirviente de la joven Mcraune y lo sabía porque había un grabado inscrito que hacía alusión a las osamentas. La segunda, contenía otra caja dentro de la misma, que tenía también una cerradura igual de pequeña y para ello, la muchacha no contaba con otro llavín.
Raniel, resopló de fastidio por encontrarse en esa situación y en eso…

« Piensa Raniel y no te des por vencida. » se escuchó decir desde su interior, no siendo ella.
La joven, lejos de intimidarse, se concentró en la caja y en la pequeña cerradura…y sólo entonces se percató.

Metió la mano en su bolsillo y extrajo la pequeña llave del mausoleo y las comparó con el cerramiento y de sus ojos se desprendió un brillo por el hallazgo. Sin más, la introdujo en el cerrojo y en el acto, saltó la tapa de la caja para dar paso a un estuche de piel que estaba delicadamente envuelto por medio de una cinta de color esmeralda.

Al desenvolverlo, halló lo que estaba buscando…las cartas de Rowine…sus cartas.

─ Muy astuta de tu parte, Rowine ─ murmuró con una sonrisa en los labios Raniel ─. Todo un aparataje digno una novela policial.

Con las cartas en su poder, la joven, salió a las afueras del mausoleo y se sentó en la escalinata del mismo para leer tranquilamente dichas misivas.
Para su sorpresa, los documentos estaban enumerados para seguir un orden en la lectura y así, procedió. Rompió el sello y principió la lectura…


«                                       Calguieri  8 del mes de Agosto.
A ti, te saludo con afecto, porque sé y tengo esa plena certeza de que eres en este tiempo, mi reencarnación.
Quizás llegar a este punto no ha sido fácil para tu persona porque sin duda habrás pasado por tantas cosas. Muchas de ellas he de suponer que han sido penosas y difíciles de comprender.
Creo que sin temor a equivocarme que aún dudas de muchas cosas que te han tocado vivir y digo esto, basado en recuerdos de sucesos que no tiene relación con tu vida actual y todo ello se debe, a que tú tienes en tu memoria guardado todas las vivencias que a mí me ha tocado vivir en este tiempo y que por razones ajenas a mi vida han interrumpido el propósito para el cual nací.
Quisiera desde el fondo de mi corazón, pedirte perdón por todo el dolor que has debido pasar. Hubiese querido evitarlo y que tuvieses una vida normal como todos los demás. Sin embargo, estaba  escrito que no podría ser así, ya que dadas las circunstancias he dejado abierta una historia inconclusa y sumado a mi propio deseo de regresar a reclamar lo que me fue negado en esta vida.
  Gracias a la ayuda y enseñanza de un viejo mentor que por mucho tiempo vivió en la lejana India y que de su cultura y costumbres, fue instruido en temas relacionados con otras vidas que redundan en el Karma y el Dharma del hombre y sus  consecuencias. Este conocimiento me fue entregado en largas tertulias en casa de mis padres y que para la época actual, son tildadas como siniestras o brujerías.
 Quizás puedas tener tus reservas a todo lo que descrito anteriormente, porque es un tema prohibido y de escepticismo aún creo yo en tus tiempos y por este motivo no profundizo; ya que el motivo de esta carta es ponerte al corriente de mi historia que hoy se convierte en tu historia.
  Haré un resumen de mi historia y comenzaré por decir que mi nombre es Rowine Mcraune y soy hija de Enios y Margareth, la menor de cinco hermanos y única mujer.
  En nuestra familia hay unos distintivos  por los cuales podrás reconocer a sus descendientes y estos son: cada sesenta años nace una mujer en el seno de la familia, siendo yo la última en nacer. Además, de tener todos una marca de nacimiento y que en el caso de los varones es una media flor y en el de las mujeres una flor completa de Iris.
  Otra particularidad es nuestra apariencia física, debido a que todos los miembros del clan Mcraune, Sin excepción, son de tez morena, cabellera negra como la noche y de ojos verdes en una tonalidad casi esmeralda, presentándose en todas las generaciones de esta familia.
  Espero que la información que hoy te brindo, pueda ayudarte y si un día decides viajar a mi amada Inglaterra. No dudes en buscar a los descendientes de los Mcraune y de paso, reclames lo que te pertenece por derecho propio.
  Mi dulce joven, en el condado de Calguiere, hallarás mis huellas como mi pasado, ligado estrechamente al amor de mi vida, la Duquesa Anabelle Calguiere XVII.
  Nuestra historia se gestó cuando éramos apenas unas niñas  y fue producto de un accidente. Siendo en nuestra mocedad que el amor floreció entre Anabelle y yo. No obstante, fue en ese mismo tiempo que surgió el mayor obstáculo y el más dañino de todos para un amor como el nuestro y éste venía en la persona más cercana a la joven Duquesa, su mejor amiga de infancia, Vivian Bringston.
  Esta joven fue capaz de urdir una serie de maquinaciones en contra nuestra al punto de manipular a Henrietta a su entero antojo, quién es la madre de Anabelle, provocando la temprana separación entre nosotras. Obligándonos a desposarnos con distintos jóvenes que nos pretendían.  Sin embargo, esto no fue impedimento para seguir amándonos a pesar de nuestra condición de esposas.
  Vivian, al ver frustrados sus ambiciones, contrajo matrimonio con un hombre muy poderoso e influyente en la corte de su majestad la Reina Victoria, al que manipuló para conseguir que Henrietta, firmase un acuerdo de negocios, el que resulto ser un engaño y despojando a la familia Calguiere de todas sus pertenencias. Convirtiéndose ella, en la dueña absoluta de la fortuna de la Duquesa.
  Las fechorías de Vivian, no concluyeron ahí, sino que además, se apropió de muchas tierras que eran de familiares del Conde de Bringston, dejando a muchos de ellos en la ruina.
  Concretadas sus ambiciones materiales, fue en busca de su mayor y más anhelado objetivo…Anabelle. Pero antes debía deshacer de su más odiada enemiga y para ello, extorsionó a Henrietta para que concertase una última cita conmigo.
  El día de aquel encuentro, a las afueras del Castillo de los Calguiere; Vivian; me presentó los documentos que acreditaban que era la dueña de todo lo que le pertenecía a Anabelle y fue muy enfática en recalcarme que estaba en mis manos el futuro de la joven Duquesa, en hacerla feliz o dejarla completamente en la ruina.
  Fue ahí, que Henrietta, me imploró que dejase en libertad a su hija y no la sometiera a semejante humillación, y que reconsiderará lo expuesto por Vivian y qué pensará en la felicidad de su hija Anabelle.
  Claro está que había una condición más y era el más alto precio de todos y era el exilio de Inglaterra; lejos de mi gran amor, mi familia y mi patria.
  Has de saber que fue el más duro golpe que la vida pudiese darme y por más que en ese momento llegué a odiar a Vivian y Henrietta, no podía truncar la felicidad y el bienestar de Anabelle, ella lo era todo para mí y tuve que acceder a los caprichos de Vivian, no sin antes advertirle que si en otra vida llegásemos a vernos las caras, la historia no se volvería a repetir porque esta afrenta jamás la olvidaría y maldije ahí mismo a Vivian y su estirpe, que nunca concretaría sus ambiciones como tampoco sería feliz y llegaría a ser aborrecida por todos en el condado.
  Era tal mi dolor, que aquella palabras dichas con tan profundo encono no estaban bien, no obstante,  era lo que realmente se merecía una mujer de esa calaña.
  De una cosa puedo estar segura y que toda cosa que uno anhela en esta vida se cumple, más tengo la horrible certeza que pudiese ocurrir el más nefasto escenario de ella también pudiese retornar por lo que te ruego, te cuides de una mujer como ella que no se tendrá ante nada ni nadie para conseguir salirse con la suya no importando el costo que se deba pagar.
  No puedo ayudarte en más, porque no sé cuál podría ser su aspecto, pero ten por seguro que irá detrás de ti y todo cuanto ames en tu vida. Sólo puedo prevenirte ya que dadas a estas alturas ya habrás comenzado a recordar casi todos mis momentos y estas cartas sólo servirán para culminar mi historia y no queden cabos sueltos.
  Vivian Brigston, ha sido la culpable de mi destierro, de mi ruina, de la pérdida de mi gran amor y del sufrimiento que debí someterla por su propio bien y de la congoja que le causé a mis padres como mis hermanos.
  Por este motivo, te vuelvo a repetir, no permitas que la historia se vuelva a repetir y que ella te destruya quedándose con lo que te pertenece por derecho que Dios y la vida te brindan. Lucha hasta el final y no des un solo motivo para que melle tu espíritu de lucha por lo que más amas y respetas.
  Desde mi soledad, dejo mi legado en tus manos…
De quien fue tu pasado y es hoy tu presente,

Rowine Mcraune. »

Una vez que Raniel, concluyó la lectura, alzo sus ojos al cielo y de sus ojos brotaron lágrimas cargadas de rabia y dolor.

─ Te juro que no descansaré hasta verla destruida ─ masculló una dolida Raniel y guardando las restantes cartas en su bolsillo, se levantó de aquel peldaño para ir rumbo a su hogar.

Caminó muy despacio entre las pequeñas callejuelas adornadas de pino en sus costados, hasta que llegó al pórtico de entrada de Sara Brawn y su mausoleo, que a su vez era la entrada como la salida del campo santo.

Al rato de andar, llegó hasta una de las garitas y tomo un taxi para que la llevase a su hogar que estaba casi a las afueras de la ciudad.

Mientras en casa de los Taffra…

Anette como sus hijas ya terminaban de desayunar junto a la familia de Sara, compartiendo un momento con los padres como los hermanos de la muchacha, que se parecían bastante a la joven.

─ Dime Anabelle, ¿te ha llamado Raniel? ─ preguntó Francis, muy despacio para que no fuese oída.
─ No, ya que aún no hemos escogido una operadora para nuestros móviles ─ respondió Anabelle ─ porque los números residenciales de ambas casas, los desconozco. ¿Y te ha llamado Sara?
─ No ─ contestó la menor de las Calguiere. ─ La verdad ya quiero que llegue y así, podamos hablar de una vez con sus padres.
Y en ese preciso instante, entran Fabiola y Sara con semblantes algo serio, saludaron a todos en la sala y fueron con Pietro a un lugar apartado.

Anabelle, presintió que algo no andaba bien, porque su prometida no venía con ellas y sin poder evitarlo su impulso por saber de su mujer, fue hasta dónde ellos se encontraban.

─ ¿Sucede algo con Raniel? ─ preguntó de frentón la Duquesa y con cierta inquietud.
─ Mi hija no está en casa ─ respondió Fabiola, tratando de calmar a la joven ─ ya mande a sus hermanos a buscarla a sus lugares favoritos.

Anabelle, se angustió mucho de saber que su prometida no estaba desde temprano en casa, esos hechos volvían a repetirse una vez más.

─ Tranquila Anabelle ─ se apresuró en decir Sara ─ estoy segura que ella regresará en cualquier momento.
─ ¿Dónde puede estar? ─ inquirió ésta.
─ Temo que mi hija, se encuentre en el único lugar que aún no debe ir ─ comentó Fabiola.
─ ¿Qué lugar es ese? ─ preguntó más inquieta Anabelle.
─ En el cementerio ─ respondió Sara.
─ ¡No puede ser! ─ exclamó la Duquesa ─ ¿por qué fue sola?, ¿por qué  no nos espero?
─ Cuando Sara, me informó que Raniel, no se hallaba en su dormitorio ─ explicó Fabiola ─. Tuve una corazonada y me fui directo al despacho en dónde guardábamos las llaves del mausoleo de la familia y mi temor se confirmó al instante ya que esas llaves ya no estaban en su lugar.
─ ¡Mi Dios! ─ exclamó azorada Anabelle  ─ ¿Qué está sucediendo con Raniel? Para que tome la determinación de ir sola a sabiendas que es peligroso para ella. Ya nos dio un susto grande cuando fue en busca de Vivian y vuelve a cometer la misma locura.
─ Por favor tranquilízate, Anabelle ─ suplicó Sara ─ Ella debe tener sus razones para hacerlo.
─ Pero yo formo parte de su vida, ¿Por qué diantres me excluye en un asunto tan importante? ─ protestó angustiada y molesta la Duquesa.
─ ¿Qué sucede Anabelle? ─ preguntó Francis, que asomó al lugar en dónde se encontraban las demás ─ Has subido el tono de voz y eso no es propio de ti. Nuestra madre está por bajar y no le gustaría verte así.
─ ¡Lo siento! ─ se disculpó ésta y bajo la mirada al suelo para serenar su corazón ─ Me dejé llevar por un momento. No volverá ocurrir. Discúlpame si te preocupé y lo mismo digo Fabiola.
─ Descuida, Anabelle ─ repuso Fabiola ─ Comprendo perfectamente tu sentir y te ruego que perdones la conducta de mi hija. Ella se está comportando en una forma muy extraña y pudo notarlo anoche, pero creí que solo eran impresiones mías. Pero ya veo que no lo eran.
─ ¿Puede alguien explicarme qué está sucediendo con mi cuñada? ─ inquirió la menor de los Calguiere sin comprender la situación.
─ Raniel, salió de casa muy temprano y presumimos que puede estar en el cementerio, ya que Fabiola no halló las llaves del mausoleo ─ Explicó Sara a su novia.
─ ¿Y cómo pudo hallarlas? ─ preguntó Francis ─ No se suponía que sólo los padres de Raniel, sabían el lugar dónde se hallaba esa llave y que ninguno de sus hijos estaba al tanto de ello.
─ Eso es lo más extraño de todo ─ confesó Fabiola ─ Sólo mi esposo y yo, éramos los únicos que sabíamos en qué lugar se hallaba esa llave. No puedo comprender como mi hija supo en el sitio preciso en que se encontraba escondida.
─ Fabiola, puedes decirnos en qué lugar estaba esa llave  ─ solicitó más que curiosa Anabelle.
─ Esa llave estaba escondida detrás de un retrato de Rowine que sólo Emanuel y yo sabíamos ─ explicó la madre de Raniel ─ y el lugar en que estaba dicha pintura es más secreto aún, ya que se halla oculta detrás de una pared falsa de la biblioteca y para acceder ahí sólo puedes entrar con otra llave que estaba oculta en un libro con doble fondo, guardado en un compartimento en el piso. Mi hija, no tenía cómo saber aquello.
─ ¡Wow! ─ exclamó asombrada Francis ─ Disculpen que se los diga, pero ni Scotland Yard, tiene tanta inteligencia para ocultar cosas.
─ Mi hija, no tenía cómo saberlo ─ volvió hacer hincapié Fabiola, que no daba crédito a ese hecho en particular. ─ Nosotros acordamos no decirle hasta que su médico le viese y prepararla para cuando Joseph Mcraune, decidiera contarle la verdad sobre la desaparición de su tía.
─ Sí ustedes no han revelado nada al respeto ─ Concluyó Francis  tras meditar en los hechos ─ y tomando en cuenta lo que dijera mi prima Alesia. Estamos en presencia de una sola cosa posible…
─ ¿De qué hablas? ─ indagó Fabiola perspicaz.
─ Hay una sola explicación lógica para que Raniel haya encontrado esa llave ─ expuso Francis ─ y es que la misma persona que la guardó, fue la que le proporcionó la información. En pocas palabras…Sus recuerdos.
─ ¡Santo Dios!...Rowine ─ exclamó Anabelle, descolocada de solo imaginarse esa situación.
─ ¡Entonces! ─ reparó Sara ─ Mi monstruito ha comenzado a recordar más de lo que nosotras suponíamos.
─ Al parecer ─ señaló Fabiola ─ Más no debemos sacar conclusiones precipitadas hasta no hablar con mi hija y saber la verdad de su propia boca.

En ese preciso momento, bajaba Anette que venía acompañada de Pietro y su esposa.

─ Ninguna palabra de esto hasta que llegue Raniel ─ fue la sorpresiva petición de la propia Anabelle.

Las demás mujeres asintieron y se reunieron con el resto de la familia Taffra a desayunar. Ocasión que fue aprovechada por la joven Taffra para tantear el terreno y concretar una reunión con sus padres.

─ Padre ─ consultó Sara ─ Nos gustaría con Francis poder hablar con usted antes de ir a la universidad a solucionar el inconveniente que se nos presentó para continuar estudiando en Londres.
─ Sara. La juventud es sinónimo de impaciencia infinita ─ amonestó con cariño Pietro ─ Has de saber que ya hemos platicado con Anette al respecto y sólo mañana puede tu novia pedir formalmente tu mano. Pero antes tendremos una conversación a solas con Francis, dentro del transcurso de este día. ¿Están de acuerdo ambas?
─ Será como usted diga, señor Taffra ─ se apresuró en decir Francis, que se le hacía un nudo en el estómago debido a lo quisquilloso que era el padre de su novia.
─ Está bien, padre ─ respondió por su parte Sara.

Sin duda que no le resultaba muy agradable que digamos a la menor de los Calguiere, tener que dilatar tanto una conversación. Tenía el señor mucho más protocolo que los propios ingleses.

Sólo Anette estaba complacida con ese tipo de decisión y es que deseaba que su hija menor, pudiese comprender que en la vida no todo se obtiene de inmediato con solo abrir la boca sino que hay cosas que requieren un tiempo y hay que luchar un poco más y de paso demostrar que se tiene un interés verdadero en ese tipo de hecho y no se dejan lugar a las dudas.

Estaban ya por acabar de desayunar, cuando el timbre de casa sonó y el mayor de los hermanos Taffra, abrió la puerta para ver de quién se trataba.

─ ¡Vaya! Creo que te dejo rezagada las sábanas, Raniel ─ bromeó el joven Taffra.
─ ¡Buenos días, Luigi! ─ saludó distante la joven Larson ─ ¿Ya están en pie todos?
─ Por supuesto desde hace rato. Incluso está tu madre aquí ─ mencionó Luigi ─ ¿Te encuentras bien?
─ Sí, ¿por qué? ─ respondió con  otra pregunta Raniel.
─ No sé, pero te siento extraña, Rani ─ acotó Luigi ─ Puede ser que el tiempo sin vernos esté afectándome, pero siento que tú estás cambiada. Hay algo en ti que no me cuadra simplemente.

La joven Larson, entrecerró sus ojos por un breve momento y luego, simplemente, sonrió como solía hacerlo.

─ Tranquilo, Luigi, soy la misma Raniel de siempre ─ argumentó la joven ─ solo se trata del tiempo que hemos estás alejados. Eso es todo.
─ Debe ser eso ─ acotó el joven e instó a la joven ─ Ve con los demás están en el comedor.
─ Gracias Luigi ─ dijo Raniel y se fue hasta dónde se hallaban los demás.

En el comedor de la familia Taffra, todos estaban compartiendo impresiones del viaje y de sus vidas, mientras desayunaban. Cuando las puertas se abrieron e hizo su entrada, la joven Larson, dejando mudos a todos, en especial a su prometida, que por medio de un suspiro, pudo respirar aliviada de verle.

Sin duda que las impresiones en muchas de las ahí presente, no podían salir a relucir para no levantar sospechas, pero no cabía duda, que la joven Larson, las tenía sumamente preocupadas.

─ ¡Buenos días a todos! Y buen provecho ─ Saludó Raniel, acercándose a saludar con un beso en la mejilla a su madre y finalmente a su novia.
─ ¡Buenos días! ─ saludaron los demás.
─ ¿Ya desayunaste Raniel? ─ preguntó Pietro.
─ Aún no ─ respondió la muchacha.
─ ¿Deseas lo de siempre? ─ inquirió el padre de Sara.
─ Por supuesto, tío ─ contestó Raniel, que solía llamar así a los padres de su mejor amiga, por el gran cariño que les tenía y los años de conocerse.
─ Martita, traiga unas pizzetas de pavo con queso de cabra para mi doncella ─ solicitó Pietro a su empleada.
─ Enseguida, señor ─ contestó la señora.

Mientras le servían el desayuno a Raniel. La Duquesa, no dejo de verle y se acercó a ella para consultarle lo siguiente.

─ ¿Dónde estabas amor? ─ preguntó Anabelle muy cerca de su oído.
─ Resolviendo algunos asuntos, cielo ─ respondió evasivamente Raniel y añadió ─ ¿Cómo dormiste, mi vida?

Anabelle, se percató de inmediato que su prometida había esquivado la pregunta al responderle en forma ambigua e intuyó que algo le estaba pasando.

« ¿Qué está sucediendo contigo, Raniel? » se preguntaba mentalmente Anabelle.
Sin duda que las palabras dichas hace un tiempo atrás por Francis, estaban tomando forma y cuan acertados han resultado, ya que al ir despertando la memoria casi total de Raniel y comprobar por sí misma que su entorno le ha estado ocultando cosas, en especial su familia, amigos y prometida. Han venido a ocasionar malestar en la joven al punto de que su carácter ha estado un poco más volátil que nunca. Sumiéndola en constantes silencios casi sepulcrales y constantes reflexiones.

Es bien sabido que lo que más detesta la joven Larson son la mentira y el engaño y despertar de pronto a su vida pasada ha mellado un poco su estado de ánimo y siente que asumir todo de golpe y verse envuelta en un manto de incertidumbre, la ha dejado tan sumida en la soledad como lo fue su destierro a manos de Vivian y ese sentimiento de dolor y rabia, ha comenzado afectarle.

─ Anabelle ─ susurró Raniel.
─ Dime, amor ─ respondió en el acto ésta.
─ Aún no respondes mi pregunta ─ apremió Raniel.
─ Disculpa, amor. Estaba distraída ─ se excusó Anabelle ─ No dormí bien, ya que me hacías mucha falta y es que no puedo estar sin tu compañía. Me resulta injusto que no pueda dormir junto a mi prometida.
─ Anabelle, mi vida ─ exclamó conmocionada Raniel, que al escuchar sus palabras mitigaron esa penita que estaba sintiendo. ─ Te prometo que esta noche volverás a estar junto a mí y que nada ni nadie nos volverán a separar.
─ ¿De verdad? ─ preguntó más complacida la Duquesa ─ ¿Lo prometes?
─ Claro que sí ─ repuso Raniel, besando su mano  y acotó enérgica ─ No te volveré a dejar sola, nunca más.

Anabelle, se emocionó al escuchar esa promesa, pues intuyó que su mujer había vuelto a ser la misma de siempre.

─ Cobrare esa palabra, señorita Larson ─ murmuró seductoramente Anabelle.
─ Pues permíteme corregirte amor ─ señaló sonriente Raniel, cuyos ojos transmitían mucha devoción por la joven Duquesa. ─ Cuando hice los segundos votos ante nuestros padres, pase a ser de Calguiere y en muy poco tiempo seré tu esposa.
─ El oírte decir que ya te consideras de Calguiere, me hace inmensamente feliz que sientas y hagas tuyo ese derecho, es maravilloso ─ murmuró emocionada Anabelle.
─ El saberme amada por ti, es lo mejor que me ha sucedido en esta vida ─ mencionó Raniel, basándose en hechos pasados ─ Me siento doblemente afortunada de que la vida me haya devuelto lo que siempre anhelo mi corazón.
─ Raniel ─ exclamó asombrada Anabelle tras oír ese comentario ─ ¿Te sucede algo amor?
─ Estoy bien, mi Anabelle ─ respondió ésta ─ pero debemos hablar en privado luego de que visitemos a mi doctor.
─ Claro que lo haremos, amor mío ─ se apresuró en decir la Duquesa ─ ¿Cuándo iremos?
─ Tengo cita con él para mañana ─ señaló Raniel ─ ahora quiero pedirte que me acompañes a la universidad para resolver de una buena vez mi situación.
─ Entonces vayamos cuanto antes y así aprovechar el tiempo al máximo ─ instó Anabelle ─ Te parece que nos vayamos enseguida.
─ Me parece perfecto, cielo ─ respondió Raniel.
─ Vamos entonces ─ señaló la Duquesa.

La pareja puso al tanto al resto de la familia de sus planes y fue también la ocasión perfecta para que Sara junto a Francis, se les unieran para resolver el asunto pendiente que ambas tenían con Kingston.

─ Así podremos regresar cuanto antes a mi querida Inglaterra ─ murmuró en voz baja Raniel, que se subía en el coche de unos de los hermanos de Sara.


Después de encontrar la parte más fundamental por lo cual viajo a Chile, sin duda que para Raniel; comenzaría a retomar y reclamar lo que una vez le perteneció como así mismo se preparaba el camino para el reencuentro y venganza de su vieja enemiga…Camille Renout.

5 comentarios:

Unknown dijo...

=) gracias por seguir con los finc Anrhia

esperare con muchas ganas tu siguiente actualizacion.

Angela RedBlack dijo...

Querida Anrhia;
Ha pasado tiempo pero no has perdido tu toque para con este fic. Añoraba leer algo nuevo de este.
Has dejado el suspense en el aire amiga mía. Deseo saber como será el reencuentro entre Raniel y Camille en sus nuevas vidas.
Muy buen capítulo, y lo de la carta precioso. Continualo hasta el final.
Ángelus Drakul

Unknown dijo...

Muchas gracias Noé. Es muy especial para mi saber que mis amigas disfrutan de la lectura.
Ya veras que Raniel dará grandes sorpresas.
Cariños amiga.
Ale.

Unknown dijo...

hola me encantan todos tus fics mas este que fue el primero que leí y felicitarte por maravillosas historias y desearte que sigas con inspiración para seguir escribiendo. me gustaría saber si vas a tener un día en especifico para publicar?

Anrhia dijo...

Wendy, muchas gracias por acompañarme en este viaje de líneas y aventuras.
Te confieso que En Aras del pasado es mi primer ficc en escribir y es muy importante para mí por razones muy especiales.
Gracias a Dios, mi loca mente no deja de trabajar y me encanta hacerlo y como le dijese a una amiga, me divierte y cuando no lo hago, dejo de escribir hasta recuperar mi esencia.
Siendo sincera contigo deseo escribir un capítulo por semana porque llevar las 5 historias a la vez demanda tiempo, pero yo soy una persona que me gusta lo complejo me amoldo, jejeje. Más tengo muchas cosas encima que debo atender de igual modo por eso me comprometo hacer uno a la vez.
Pero les aclaro que esta semana no, ya que en mi país es aniversario patrio y mi familia estará reunida y además de trabajar, así que estaré muy ocupadita como para escribir.

Ruego me sepan comprender y a la siguiente tendrán uno, de preferencia el fin de semana que tengo menos carga, jejeje.

Desde mi amada tierra te saludo, un abrazo y éxito en todo.

Anrhia

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