mujer y ave

mujer y ave

martes, 2 de septiembre de 2014

El secreto del anillo de la Luna.


La Maldición de la Luna, capítulo 20

Como suele suceder tras un excitante y singular festejo hay que volver a  la realidad y a una jornada marcada por nuevos cambios. Así concluyó el breve tiempo de  festividades esponsales para las gemelas de la luna.
Cada una de ellas asumió su verdad junto a su respectiva pareja, se prometieron a sí mismas dar lo mejor de sí para que su relación fuera creciendo y fortaleciéndose como es debido. Dónde el amor y el respeto ocupasen un sitio privilegiado en sus vidas junto a aquellas mujeres que formaban parte de ésta. Sin embargo para las gemelas eran desconocidos ciertos hechos que podrían ser el principio del caos y que se cumpliera con ello, las palabras de su madre, Ankerius.



PASADO…

En el gran salón  de palacio, se encontraba sentada en un sillón, una mujer de larga cabellera plateada. Su rostro denotaba un dejo de preocupación, su intensa mirada carmesí estaba fija en las dos muchachas que tenía frente de sí. Llevaban mucho rato platicando sobre un tema muy delicado.

Hace no mucho tiempo se llevo a cabo una celebración en un reino muy lejano y en aquella ocasión las dos jovencitas fueron en su representación. En ese lugar conocerían a dos personas que marcarían sus corazones de por vida.

La estadía de ambas jovencitas se prolongo más de lo presupuestado, ya que en dicho evento, ambas quedarían prendadas de otras dos muchachas que asistían en representación de sus respectivas familias y que daría paso a  que surgiera una chispa entre ellas y ese poderoso sentimiento se volviese amor. Siendo incapaces de abandonar a sus enamoradas y acarreando una serie de dificultades para su madre, que tuvo que enviar a otra de sus hijas para que fuese en su busca y las trajera consigo a razón de tener que emplear un tono severo para traerlas de regreso.
Dicha separación causo hondo pesar entre ambas jóvenes, que estuvieron marginadas de toda actividad que acaecía en palacio, siendo recluidas en sus recamaras, hasta que su madre así lo indicase. Sin embargo ni todo ello consiguió mitigar su tristeza como tampoco disminuir el sentimiento que nació dentro de sus corazones.

La situación se volvió insostenible para la monarca Ankerius, ya que debió por mucho tiempo ignorar los ruegos de sus otras hijas que le pedían dejar en libertad a sus hermanas, pues no soportaban ver la tristeza en que éstas estaban sumergidas y en varias ocasiones tuvo que resignarse a oírlas en especial a Balderius (luna menguante)
Todo hubiera seguido normal y no habría tomado otros ribetes si no hubiese sido por la constante insistencia y enfrentamiento con Adamarys (luna negra), que era de un carácter muy fuerte y rebelde, que la desafiaba una y otra vez a que le diera motivos de peso para tal acción emprendida contra sus hermanas.

Ankerius resignada accedió a sus peticiones y acordó tener una charla con ambas princesas; que por cierto eran gemelas y las menores de sus nueve hijas. Claro está que para ello puso ciertas condiciones, una de las cuales tuvo directa relación con Adamarys que tuvo que asumir las consecuencias de sus actos y recibir cierto castigo impuesto por su madre, dándole a entender que ante todo era la reina y se le debía obediencia. La joven princesa acepto con tal de ver a sus hermanas libres.

De este modo se dejo en libertad a las dos muchachas que fueron recibidas en uno de los salones por todas su hermanas entre abrazos y sonrisas, claras muestras de amor. Cada una de ellas expreso su solidaridad para con ellas. Exceptuando Adamarys que sólo se limito a saludarlas con un gesto frío en un rincón del salón, ya que su cuerpo estaba resentido  aún y en su espalda llevaba la marca de la ROSA NEGRA, recordatorio impuesto por su madre para aquellos que desobedecían sus reglas. Este hecho la marcaría en demasía, haciendo que su forma de ser cambiase radicalmente al punto de pasar de  ser una joven sonriente a una sombría y hermética muchacha, sus túnicas celestes fueran reemplazadas por indumentaria negra (dónde mantenía oculta aquella marca), sus brazaletes ya no fueron de plata sino Onix negro y su dije era  una estrella negra de ocho puntas.

Ese último gesto fue una  clara provocación hacia Ankerius, ya que se tenía prohibido a cualquier integrante usar algún otro dije que no tuviese relación con la luna o sus nombres y el usar un símbolo de las estrellas era una afrenta. Por lo que tuvo que imponer  una segunda marca en su  hija y fue el legado de los ojos carmesí, trayendo un dolor insoportable, que fue mitigado con el tiempo hasta acostumbrarse a ellos. Luego de eso, quito el dije y puso uno de la luna negra en su lugar y sólo así pudo contenerla y hacerle comprender que todo tiene un propósito en la vida y que es deber de los hijos someterse a los dictámenes  de los padres. Sin embargo la relación entre ambas se mantuvo en un punto muerto, por voluntad de la joven Adamarys.

Después de pasados varios días de sucedido aquellos incidentes. La reina concertó una reunión con sus hijas para escuchar sus intenciones y ver en qué forma podría solucionar un asunto muy delicado y complejo.

Ambas jóvenes llevaban un buen rato exponiendo su punto de vista y Ankerius escucho todo en absoluto silencio y comprendió que iba resultar muy doloroso hacerles ver un hecho que ambas gemelas habían pasado por alto.

-las razones que han expuesto en defensa del amor que sienten por ellas es comprensible-expuso Ankerius-sin embargo veo que ello ha nublado su juicio y no están conscientes de la realidad.
¿A qué te refieres con ello madre?-inquirió la princesa Kiara.
-muy simple jovencita-explico ésta-aunque les permitiera estar junto a ellas, están condenas al fracaso irremediablemente por su condición humana.
-puedes explicarte mejor –demando la princesa  Krastian.
-no es tan difícil de comprender hijas mías- menciono Ankerius- ustedes son inmortales pero ellas no y por su condición no pueden vivir en un lugar como éste. Además no es aconsejable que vuelvan a la tierra, ya que se expondrían a sufrir tras la muerte de las personas que aman, es la ley inevitable de la vida.
-¿qué podemos hacer?-pregunto Kiara- cualquier cosa es preferible a tener que someterse a un destierro semejante como el que estamos pasando.
-Kiara tiene razón madre-explico Krastian- hare cualquier cosa con tal de no perder a mi princesa, no voy a renunciar a ella aunque esto signifique dejarlo todo.

Ankerius , las analizó detenidamente y pudo apreciar la determinación que había en sus rostros. Estaban dispuestas sacrificarse con tal de estar junto a las personas que amaban.  La reina comprendió que ir en contra de una corriente tan fuerte como es el amor significaba perder a sus hijas para siempre y aunque le iba a doler más que a  nadie la separación con sus gemelas. Estaba dispuesta a ayudarles para que sean felices junto al amor de su vida.
-muy bien- señalo Ankerius- existe una forma en la cual pueden estar junto  aquellas que aman, pero significa que deberán renunciar a su herencia lunar y volverse mortales.

-¿es posible aquello madre?-pregunto asombra Kiara.
-claro que sí hija-indico la soberana-aunque ello implica un alto precio que pagar para ustedes dos.
-el precio será insignificante, en comparación con la perdida que tendría si no volviese a ver Elym-expuso Kiara
-la misma suerte correré yo madre-explico Krastian- si me privas de ver a la princesa Jael.
-escuchen con atención-indicó su madre-deben estar preparadas para una renuncia más allá de su comprensión ¿están seguras de querer arriesgarlo todo?
-por supuesto-fue la respuesta al unísono.
-existen dos puertas en nuestro reino-comento su madre- por las cuales pueden pasar de este mundo al terrestre. Una de ellas es “la puerta del Olvido” y la otra “la puerta del silencio”. Claro está que existen ciertas condiciones para que puedan atravesarlas.
-¿Cuáles son esas condiciones madre?-inquirió Krastian.
-En el caso de la puerta del Silencio-menciono Ankerius-que ha de ser por la primera que deberán atravesar.  Al momento de cruzar su umbral, tendrán unos pocos minutos antes de que se les prive de la voz  y los deseos que guarda su corazón. A medida que se adentre en su mundo, vuestro cuerpo será transformado radicalmente y quedaran sumidas en un largo sueño hasta que llegue el momento de despertar en el mundo de los hombres.
Una vez que ello ocurra, serán separadas al nacer, todos sus recuerdos serán borrados y sólo quedaran  unidas por medio de un lazo indisoluble de sangre, que las mantendrá en una constante búsqueda una de la otra, ya que sus corazones se llamarán  constantemente, por el simple hecho de que dentro de ustedes llevan un gen llamado idiomonogen( gen similar ) y que al igual que una campana al sonar, choca y resuenan en otra similar. Sus frecuencias se activaran al rebote del sonido que emita una de ustedes.

El camino que han de transitar ha de ser arduo y triste a la vez, pues su constante llamado les hará sufrir más de la cuenta y sólo cuando sus caminos converjan en uno mismo, recién ahí podrán iniciar la búsqueda de la persona que aman. Sin embargo esto será lo más ingrato de todo, ya que habrá más sufrimiento para ambas, antes de que puedan encontrarse con sus seres amados deberán pasar por un camino de espinas que dejara secuelas a su paso. No habría garantías de que puedan triunfar porque corren el riesgo de que ellas no las reconozcan, ya que vendrán reencarnadas  y sometidas a mundos rigurosos, los cuales influirán drásticamente en cada una de sus jóvenes amadas. También está el hecho que sus nombres serán cambiados al nacer lo mismo puede suceder con vosotras.

Hijas mías, éstas son las condiciones que exige la puerta del silencio-finalizo Ankerius-¿están dispuestas a pagar su precio?
-Madre-inquirió Krastian- contéstame una pregunta antes de responderte.
-por supuesto Krastian- respondió ella- ¿qué deseas preguntarme?
-has dicho que nuestros cuerpos cambiaran radicalmente-menciono Krastian- esto también se aplica para ellas.
-no-fue la respuesta de la soberana- sólo sus nombres nada más y el hecho que estarán en lugares distintos y apartados de los que estarán ustedes. Claro que ustedes deberán coincidir en el mismo lugar que ellas, es decir, deberán encontrarse las cuatro y cuando ello ocurra, el cauce de las corrientes del amor se mostrara a ustedes en todo su esplendor y ese poderoso sentimiento se develara una vez más.

Ambas gemelas se miraron entre sí y unieron sus manos. Un brillo intenso se desprendió de sus ojos azules y la soberana tuvo su respuesta. Un fuerte dolor atravesó su corazón, la hora señalada había llegado y debía dejar partir a sus amadas hijas, respetando su voluntad aunque ello conlleve la más grande agonía para una madre.

-Aceptamos madre-fue la respuesta de ambas.
-de acuerdo hijas mías- afirmo Ankerius (poniéndose de pie)- acepto su voluntad. Sin embargo han de saber que serán  sometidas a duras experiencias en la tierra y una de ellas será la puerta del olvido. Cuyos desafíos no les develare, pues es su obligación enfrentarse ellos  y jugarse el todo por el todo para triunfar y quedarse junto a sus amores.
-madre. Ten por seguro que triunfaremos por muy adversos y hostiles que éstos resulten, ya que por un amor como el nuestro vale la pena arriesgar hasta la vida- dijo resuelta Kiara.

La mujer de cabellos de plata, la vio fijamente y traspaso con su mirada el interior de su hija. Su resolución no estaba en duda en esos momentos, sino que era otra cosa la que inquietaba y resolvió tomar cartas en el asunto. Se encamino hacia uno de los ventanales del salón, dejo su vista quieta hacia el exterior y enmudeció de súbito…
Ambas gemelas al ver su reacción, consideraron prudente retirarse y proseguir más adelante con la conversación. Cuando ambas ya estaban en el umbral de la puerta, se escuchó su voz que las detuvo en seco…
-esto aún no ha acabado hijas mías-sentencio Ankerius- ya conocen de antemano los requerimientos que conllevaban las puertas. Sin embargo, todavía deben escuchar mi condición para dejarlas partir.

Las muchachas quedaron atónitas tras oír las palabras de su madre…

-¿qué quieres decir con poner tu condición?- expreso seria Krastian- pensé que aquellas razones que nos expusieras eran tus condiciones madre.
-no-dijo ésta sin voltear a verlas.
-¿cuál sería tu condición entonces madre?- pregunto Kiara.

La reina se giro completa para poder observar sus reacciones al conocer su petición…

-antes de partir deberán prometerme ante la fuente de la verdad y la ley de nuestra familia. Que si llegan a ser lastimadas o heridas por sus respectivas parejas han de regresar en el acto y no se les permitirá nunca más regresar  a la tierra- Sentencio Ankerius- además,  que todo vínculo que se hubiera contraído con algunas de ellas queda disuelto. Por consiguiente, no  consentiré que esas dos vuelvan a verlas nunca más. Siendo  mi derecho como soberana de la luna, escoger libremente un nuevo consorte para cada una de ustedes según me parezca  y sin contar con vuestras opiniones.
-eso es injusto-rabio alzando la voz Krastian- no aceptare una locura como esa.
-¡no me desafíes  Krastian!- rugió Ankerius, cuyos ojos carmesí cobraron una intensidad abismal y pusieron de rodillas a la joven princesa presa de un dolor agudo en todo su cuerpo y a punto de asfixiarse por la falta de oxigeno.

Krastian sentía que una fuerza descomunal apretaba su cuerpo como queriendo comprimirlo. Sentía como sus huesos crujían a medida que se iba incrementando más dicha fuerza. Sus oídos y fosas nasales reventaron en sangre que caían a borbotones rápidos y gruesos. Su visión comenzó a nublarse y sus ojos irradiaban ya la misma tonalidad que su madre. Sacando un desgarrador grito de dolor que conmovió a su hermana.

Su gemela al ver aquella escena aterradora e impotente solo logro clamar a su madre por un poco de clemencia hacia su hermana.

-detente madre por favor- imploro Kiara-terminaremos de escuchar tus razones, pero cesa tu castigo te lo imploro. No soportará mucho tiempo más si continuas con ello.

Tras escuchar las súplicas de su hija. La reina de la luna detuvo su poder y regreso a la calma.  Su anillo volvió a encerrar todo su esplendor desatado, sus cabellos descendieron lentamente sobre sus hombros, cerrando de paso sus ojos para que volviesen a su antigua mirada de paz que siempre la caracterizo. Su mirada carmesí volvió a ser cristalina y pura, aunque conteniendo  cuan  prisma, un legado aterrador.

Al cesar la presión en su cuerpo y restablecer sus funciones vitales de su cuerpo. La joven princesa expulso por su boca una gran cantidad de sangre acumulada, producto del apriete de sus órganos internos. Casi pierde la conciencia de no ser por su gemela que la sostuvo, cuando intento ponerse de pie.

Con la ayuda de su madre lograron llevarla hasta uno de los divanes que estaba dentro de la habitación y mientras su hermana se encargaba de limpiarla un poco. Ankerius fue en busca de brebajes medicinales que aliviaran el ardor de su cuerpo, sin mitigarlo del todo, ya que una vez que el anillo desataba su poder mediante la conexión de la ira carmesí, el dolor sólo desaparecería con el transcurrir de los días.

-bebe-demando su madre, ofreciéndole un copón con el brebaje- conseguirás aplacar un poco las energías del cristal.
-muchas gracias su majestad, pero no deseo nada- repuso dolida  y decepcionada Krastian-sólo díganos que otras condiciones debemos saber  y acatar sus deseos.
-primero bebe-insistió Ankerius- debes reponerte.

La joven no accedió a la demanda de su madre y tan sólo se limito a agachar su cabeza para dar por terminada con aquella insistencia…A la reina no le quedo más opción que dejar aquel copón sobre uno de tarima y proseguir con su petitorio.

-una vez que hayan prometido ante nuestros ancestros lo que he solicitado- expuso la reina- escogerán sus sortijas esponsales y el arma que le corresponde  a cada guerrera de la luna y sus anillos de nacimiento pasara a convertirse en su báculo. Ellos serán entregados a ustedes en los 3 círculos lunares (sucesos) que conlleva su travesía por el mundo de los hombres.
-¿eso es todo?-pregunto un tanto asombrada Kiara, que esperaba severos requisitos, aunque los anteriores ya eran de por si los más crueles.
-recuerden que su promesa es ley ante nuestra familia-sentencio seria Ankerius- no pueden faltar a ella, ya que se exponen a un castigo mayor y sin contemplaciones.
-hemos comprendido madre- acoto Kiara, por las dos ya que su gemela se abstuvo de hablar por el dolor y por medio de sus lazos, trasmitió su pensamiento a su hermana.
-En ese caso, pueden retirarse a descansar- ordeno su madre que volvió hasta el ventanal y miro impertérrita todo- cuando sanen tus heridas, visitaremos la fuente y podrán reunirse por un breve periodo con sus parejas antes de entrar por la puerta del silencio.
-como tú ordenes madre- respondió Kiara- ahora si nos disculpas, nos retiramos a nuestros aposentos.
-vayan-acoto Ankerius.

Luego de pasado varios minutos. La reina contemplaba aún el exterior, cuando una voz la interrumpió…

-ya van dos de tus hijas que prueban tu poder- mencionó una voz de mujer.
-hubiera querido evitarlo con toda mi alma-contesto triste Ankerius-no me quedo más alternativa.
-no puedes evitarlo-señalo esa voz- es nuestra herencia y nuestra condena a la vez.  El anillo reacciona a tus emociones y abren las compuertas del legado maldito.
-me había hecho una promesa de que ninguna de mis hijas sufriera esa suerte- explico Ankerius-que no pasarían por lo que tú me hiciste pasar a mí,  madre.

No hubo respuesta de la voz…el silencio fue su contestación…la herencia de la familia de Silver Moon Ligth…no es romántica y encantadora en ciertos rasgos…es algo que se aprendido a convivir…generación tras generación.
Por su parte a lo largo del pasillo de palacio y con un andar lento, iban ambas hermanas rumbo a sus dormitorios. Kiara sostenía  a su gemela que a duras penas podía caminar al no aceptar aquella medicina que le ofreciera su madre. Más que el dolor físico, había otro que le causaba daño en su corazón y fue escuchar las condiciones que su reina impusiera para dejarlas ir con las personas que amaban y sumado a ello, dejo claro que desafiarla, tenían sus consecuencias y eso la apeno en lo sumo, ya que nunca la vio actuar de esa forma.

Aquella mujer no era su madre. La persona que más amaba y que siempre se mostro tierna y compasiva con todas sus hijas, la que constantemente las estaba educando con amor. Ésta, era déspota y cruel, que no consentía ser replicada de ninguna forma y dejo ver su lado más siniestro.

-¿me puedes decir porque ella actuó de esa forma?-pregunto apenas audible Krastian con el rostro húmedo por las lágrimas y la decepción.
-porque ella, las ama-se escucho decir a una voz femenina tras sus espaldas- no quiere que nada malo les suceda.

Kiara trato de voltear a ver con sumo cuidado con su hermana y juntas comprobaron que se trataba de su hermana mayor Balderius y que estaba acompañada de su otra hermana Adamarys.

-¡AMOR!-replico cínicamente Adamarys- por favor Balderius, no te engañes, mira cómo se encuentra Krastian,  ¿puedes decirme que clase  de amor  es, para dejarla en ese estado?

La joven no espero que su hermana respondiera  y alzo en brazos a la joven Krastian. Luego hizo señas a la otra gemela para que la siguiera y antes de irse volteo a ver a la mayor de las hijas de la luna y una mirada glacial y llena de rencor asomo en sus pupilas negras con un destello carmesí en el borde. Dejando a Balderius,  pálida y sin capacidad de articular palabra alguna, pues lo que leyó en esa mirada era más que suficiente para helar la sangre a cualquiera.

Cuando en el firmamento se tapizo de estrellas y cubría la tierra. Una silueta se deslizo dentro de una de las habitaciones de palacio. Por mucho tiempo contemplo el rostro demacrado de una joven que descansaba en su lecho. Sentía que le partían el corazón con sólo verla y sentir como gemía producto del ardor de su cuerpo, hizo que lágrimas rodasen por su mejilla.

-Krastian- susurro la voz- lamento todo esto que estás pasando y no dejaré que continúes sufriendo más (levanto el rostro de la joven  y con cierta destreza, consiguió hacerle beber el contenido que había en una copa)

Una vez que termino,  acomodo su cuerpo en la misma posición y besando su mejilla,  se retiro del lugar, cerrando con mucho cuidado la puerta tras de sí.

-!acallando tu conciencia MADRE!-enfatizo una voz a sus espaldas.

Ankerius se giro a ver  y desde la sombras asomo el rostro de su hija Adamarys, que estaba apoyada en la pared con los brazos cruzados  con una mirada fría y hostil.

-¿qué haces en pie?-inquirió su madre-además, ¿qué haces en este lugar?
-gracias a ti hace mucho que no duermo madre- dijo irónica Adamarys- he venido a cuidar a mi hermana. Por cierto, te has excedido con tu castigo. Habías prometido que ellas no sufrirían, ya que yo acepte esa carga y tus condiciones, pero veo que no sirvió de nada.
-no discutiré eso contigo Adamarys- sentencio Ankerius- además debo recordarte que no es aconsejable que prosigas con esa actitud.
-descuida, sé perfectamente a qué debo a tenerme madre- indico con desprecio ella- me mantendré lo más lejos de ti que pueda y tu bendita sortija.  Si de mí dependiera no volvería a pisar este palacio.
-¡Adamarys!-replico cansada su madre-¡basta!

La joven guardo silencio , de súbito rompió su postura de defensa que había optado y decidió marcharse del lugar, pasando frente  a su madre y cuando estuvieron enfrentadas, sus miradas se cruzaron y  los ojos negros de la joven pasaron a unos carmesí, cargados de odio y dolor.

La joven prosiguió su camino, sólo se podía apreciar su abundante y larga cabellera negra, que además de sus atuendos oscuros le daban un aspecto más siniestro. La reina de la luna se le quedo viendo hasta que desapareció de su vista, sus manos estaban empuñadas conteniendo al máximo su fuerza y aplacando las emociones en su corazón.

-está visto que nunca me perdonaras Adamarys- murmuro Ankerius-cuando entenderás que eres la única que puede detenerla, ya que ambas desconocen el poder que está oculto dentro de sí y tendrás que ser precisamente tú la que evite esa tragedia.

Tras su meditación, la reina se retiro del lugar…

Tiempo después y una vez recuperada de sus heridas. Las gemelas fueron presentadas en el jardín de los recuerdos. Un sitio lleno de columnas etruscas esparcidas por todo el lugar, rodeadas de un maravilloso jardín de tulipanes y begonias. En el centro se encontraba una fuente que estaba custodiada por dos pilares de Cristal de amatista y en los cuales estaba grabado con letras doradas, el nombre de cada una de las antecesoras de la actual familia Silver  Moon Ligth.

 En dicho lugar, su madre les hizo jurar por sus antepasados y por la ley que las regías. Cumplir con su voluntad y acatar de inmediato sus dictamines en caso de que se cumpliese aquel designio. Una vez concluido con ese requisito se les permitió volverse a encontrar con el amor de sus vidas, develaron su secreto y lo que  sucedería más adelante. Está demás decir la desazón que causó  para sus respectivas parejas y en medio de la tristeza hicieron una promesa de volverse a encontrar y para ello lo sellaron con un recuerdo de cada princesa.
Por la parte de Elym, entrego un dije de lobo, cuyo significado estaba íntimamente ligado con su nombre, pues en su lengua natal significaba Enkion.

De parte de la otra princesa, le obsequio un prendedor de agua marina, pues era el símbolo familiar.
Después de recibir ambos obsequios y con el dolor de su corazón, partieron rumbo a su cita con el destino y la temida puerta del silencio.

Tiempo presente…

Han trascurrido siglos desde aquel suceso y una joven evoca todo ello con mucha tristeza al recordar como vio partir a sus hermanas. Su cabello se desliza en dirección que juega el viento travieso…

-no has debido intervenir- dijo Balderius-nuestra madre se enfadará cuando sepa lo que has hecho con Kiara.
-da igual-respondió la joven- no soy como ustedes, jamás la dejaría sola. Además fue transmitirle un poco de mi energía para que pudiese tener un poco de paz, ya que estaba muy preocupada por su hermana gemela.
-Adamarys-menciono Balderius- estás consciente  que eres la más fuerte de todas las que estamos aquí y que deberás enfrentarte a una de las gemelas en un tiempo más.
-no hace falta que me lo recuerdes-dijo Adamarys con cierto sarcasmo - llevo conmigo la marca de la rosa negra, ambas sabemos lo que ello implica, por tanto guárdate tus consejos. Por cierto, no hace falta que la pongas al tanto de nada. Ella ya está aquí.

Balderius giro sobre sus talones para descubrir a su madre, que las observaba con una mirada  indescifrable….mientras una sonrisa llena de sorna se bordo en los labios de la luna negra.

Londres…

En las oficinas de Erlington Company…Los abogados de la empresa se encuentran reunidos desde hace más de dos horas con la marquesa de Cromwell, poniéndola al tanto con la nueva adquisición que hiciera en América Latina y que  tenía relación con el conglomerado de empresas de la familia Loren.

Elizabeth escucha todo en silencio y queda impactada de los balances que sus abogados le mostraran y supuso que el antiguo dueño de dichas empresas, estaba al borde de ser obligado a usar sus antiguas artimañas para incrementar su capital y dedujo que debía ponerse en marcha a la brevedad posible con Cristina y plantearle cuanto antes su deseo de que ella formase parte de su personal de elite y con ello ponerla a salvo de posible intenciones que pudiera tener su progenitor.

Mientras todo ello ocurría…

Kiara se encontraba en su despacho, poniéndose al día con unos pendientes que tenía y se acumularon tras esa semana de ausencia. Recordó todo lo vivido junto a Elizabeth y como paso de ser la mujer que más despreciaba a su novia, ese simple pensamiento saco una sonrisa de sus labios, ¡cómo habían cambiado las cosas entre las dos! Prometió darle una oportunidad e intentar que su relación funcionase. También ella deseaba corresponder a los sentimientos de Elizabeth, ya que estaba plenamente consciente que eran verdaderos. Sin duda le llevaría un tiempo, pero no importaba, ya que cada momento que pasaba se sentía más a gusto en su compañía  y su amor como sus muestras de cariño estaban conquistando gradualmente su corazón.

Estaba tan absorta en sus pensamientos, cuando sonó su móvil, haciéndola sobresaltarse, al ver la pantalla confirmo que se trataba nada menos que de su desaparecida amiga Cristina.

-¡al fin das señales de vida Cristina!- reprocho Kiara.
-no estoy para bromas- refuto Cristina- ven por favor, nos vemos en mi departamento lo antes posible.
-vale, salgo enseguida- respondió Kiara
-nos vemos entonces- dijo triste Cristina, cortando la llamada.

Kiara quedo de piedra tras el tono y tuvo la certeza de que algo no andaba nada bien con su amiga del alma. Pidió a su secretaria que le llamase un taxi urgente, marco el numero de Jules y lo puso al tanto de su situación y que pusiera a Elizabeth en conocimiento. Minutos después Kiara abordaba el taxi con rumbo al departamento de Cristina.
Por su parte la joven Loren acaba de llegar al edificio del Hyde Park y estacionaba su coche, tomando el  ascensor en compañía de su hermana Pilar. Ambas estaban visiblemente afectadas y sus rostros eran prueba de haber estado llorando.


FLASH BACK

Cristina abrió sus ojos encontrándose que estaba acostada en una amplia cama y que por lo demás no era su habitación, no reconoció dónde estaba y cuando se disponía a levantarse, entro Jamiel con una bandeja con el desayuno para ambas.

-ya estás despierta amor- acoto Jamiel- ¿cómo ha dormido mi esposa?
- mmm, no sabría que decirte- respondió Cristina-me siento un poco desorientada. Todo lo sucedido parece tan surrealista sacado de una fábula.
-puedo asegurarte que no fue un sueño amor- indico Jamiel- pruebo de ello, es tu sortija.

Cristina de inmediato poso sus ojos en su mano izquierda y pudo apreciar aquel anillo. Era el vestigio innegable de lo que sucedió en aquel lugar y de cómo se convirtió en cosa de horas en la esposa  de Jamiel.

La joven Loren aún no se explicaba como llego hasta ese departamento en un abrir y cerrar de ojos, resultaba todo un misterio para ella, ya que cada vez que se cerraban sus parpados y caía en un profundo sueño, resultaba que su linda esposa ya la había trasladado a otro sitio.

-vas a tener que confesar tu secreto tarde o temprano, mi amada esposa- demando Cristina- de lo contrario, voy a tener que ejercer ciertos métodos para sacarte la información a la fuerza.
-no hará falta amor- explico Jamiel- cuando llegue el momento tendrás todas tus respuestas.
-me parece bien- dijo pícara Cristina- ya me estaba mentalizando en cómo hacerte confesar.
-¡Cristina!- dijo toda ruborizada Jamiel.
-Jajaja- bromeo Cristina- eres un encanto cuando te sonrojas amor. Ven acá.
Jamiel dejo la bandeja sobre el tocador de su dormitorio y llego hasta dónde se encontraba su esposa, que la atrajo hacia su cuerpo robándole un larguísimo beso.
-buenos días amor- saludo Cristina, después de separarse de sus labios- lo mejor de estar casada,  es despertar con mi bello ángel.
-te amo Cristina- dijo sonriente Jamiel recostándose un breve instante sobre el torso de sus esposa.
-sabes- señalo Cristina- agradezco que hayas hablado con el gerente y en vez de un día, nos obsequiaría la semana completa como regalo de bodas. Sin embargo ha sido muy corto el tiempo para disfrutar más a tu lado, pero prometo que muy luego te compensaré.
-estar junto a ti es más que suficiente para mí- acoto Jamiel- ahora quiero desayunes, ya que dentro de un rato más debemos regresar al trabajo.
-cómo tú ordenes guapa- bromeo Cristina- sabes que eres mi debilidad ¿no es así?
-espero serlo siempre- murmuro ésta- y tener el placer de demostrarte cuanto te amo.

Cristina se sonrío para sí, tras escuchar aquellas palabras que cada vez más le arrancaban más de un suspiro. Juntas terminaron de desayunar , entre ambas retiraron todo y luego tomaron una ducha breve, pero muy excitante, que dejo a una Jamiel un tanto debilitada y a una Cristina sonriente que no disimulaba el placer que le producía amar a su esposa.

Luego ambas bajaron más que deprisa hasta el coche y tomaron la autopista que las pondría devuelta frente a System Global Lancester. Al llegar al edificio, ambas fueron a presentarse con los gerentes y agradecerles el gesto que tuvieron para con ellas y por guardar discreción sobre su compromiso. Por el contrario éstos se mostraron contentos y elogiaron el desempeño que ambas tenían en su compañía. Después de esa brevísima platica, ambas retomaron sus actividades, poniéndose al día con todo su trabajo.

Fue un mañana ardua para las dos, se les había acumulado bastante trabajo, por lo que no levantaron cabeza como en tres horas más tarde y en una de las ocasiones en las que Jamiel debió trasladarse a otro piso, por el intercomunicador  le anuncia a Cristina que la esperan, el Hall de la empresa. La joven Loren dejo rauda la oficina un tanto intrigada de saber que persona la estaba buscando.  Cuando llego al lugar y pregunto al recepcionista por esa persona, éste le indico en dirección de una mujer que estaba de espaldas a ellos.

Cristina, la estudio con detenimiento, pues no había indicio que le conociera  a simple vista, por lo que la analizo con cuidado. La joven, era una muchacha alta, de largos cabellos negros hasta la cintura al igual que ella, delgada y con un porte elegante por la forma que vestía. Sin embargo ni  con todo ello consiguió descubrir de quién se trataba, por lo que decidió ir hasta el lugar que la joven se encontraba.

-disculpe- interrumpió Cristina- me dice el recepcionista que usted me… (No alcanzo a terminar de hablar cuando la joven volteo a verla, dejando petrificada a Cristina, pues aquella muchacha era el retrato de sí misma, con la salvedad que tenía su mentón partido)
-hola Cristina- saludo la joven
-¡Pilar!- dijo atónita Cristina-¿qué estás haciendo aquí?, ¿cómo diste conmigo?, ¿es más qué estás haciendo en Inglaterra?
-Jajaja- bromeo Pilar con sus ojos azules chispeantes- vaya hermanita no te parecen que son muchas preguntas a la vez. Para empezar podrías saludarme y con ello me conformaría.
-tienes razón- se disculpo Cristina- perdóname no he querido ser grosera contigo, es que en verdad me sorprendió verte. Buenos días hermana.
-buenos días Cristina- saludo Pilar-ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.
-así es- respondió Cristina- desde el día en que ese hombre te obligo a casarte con Mauricio en contra de tu voluntad.
-eso ya forma parte del pasado- acoto Pilar- ahora hay otro asunto más importante para mí y que tiene relación contigo. Por ello he viajado hasta acá, ya que es un tema muy delicado para hablarlo por teléfono y que por cierto debes tener tu móvil llenos de mensajes de Graciela.
-¡Graciela!- indago curiosa Cristina, que no entendía que de pronto sus hermanas estuviesen tan preocupadas por ella.
-no sólo ella, sino todas nosotras- expuso Pilar- Cristina podemos hablar en otro lugar, no quisiera incomodarte en tu trabajo, ya que lo tenemos que tratar es para largo y un tanto bochornoso.
-comprendo- respondió Cristina- por favor Pilar, espérame aquí, iré por mis cosas y regreso enseguida.

La otra hermana Loren asintió y Cristina tomo el ascensor que la llevo directo al despacho de uno de sus superiores, solicitando un permiso especial. Luego fue en busca de sus pertenencias y al no estar Jamiel, informo a su secretaria que saldría y que volvería más tarde. En cosa de minutos estaba de vuelta con su hermana y juntas fueron hasta su coche con rumbo a un caffe  Pascucci, en el centro de Londres.

Estacionaron el coche e ingresaron al local, un joven garzón las recibió y las acomodo en una mesa bastante apartadas para tener cierta privacidad al conversar.

-tú dirás Pilar- señalo Cristina- ¿qué ha sucedido para tú hayas tenido que viajar hasta acá?
- no sé cómo empezar- menciono cabizbaja ésta- hace unos días atrás recibí una llamada de Graciela, en la cual nos pedía a todas nosotras reunirnos en su departamento para mostrarnos la última de las locuras de Alexander.
-¿qué fue lo hizo?-pregunto intranquila Cristina, pues un fuerte palpito que le hacía presagiar que tenía relación con su hermano.
-ese hombre le dio una paliza descomunal a nuestro hermano Ignacio- murmuro Pilar con un nudo apretado en la garganta al recordar aquello.
-¡maldita sea!- mascullo indignada Cristina golpeando la mesa- algo me decía dentro de mí que él no estaba bien. Dime Pilar, ¿cómo está Ignacio ahora?, ¿dónde se encuentra?
-está con Graciela en su departamento recuperándose de sus heridas- menciono Pilar y sacando su móvil, busco una imagen en particular para mostrarle a su hermana- toma así luce nuestro hermano.

Cristina tomo en sus manos el móvil y quedo estupefacta con la imagen que tenía ante sus ojos la contemplo por largo rato, en el intertanto lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y no pudo contenerse más y dio rienda suelta a su llanto de impotencia al ver el estado en que fue dejado su hermano menor y su regalón.

-¿cómo pudo hacer una cosa así?-murmuro dolida Cristina-no puedo creer que un hombre cómo ese sea nuestro padre, hasta dónde llega su locura, puedes explicarme.
-no lo sé Cristina- agrego Pilar- nada puede justificar sus ambiciones desmedidas al punto de agredir a sus hijos como lo hizo contigo e Ignacio, sin mencionar que arreglo nuestros casamientos. Lamentablemente esto no termina con la golpiza de nuestro hermano, si no que hay mucho más.
-¿a qué te refieres Pilar?-pregunto seria Cristina.
-Ignacio me comento de ciertos hechos que estaban sucediendo con las empresas de la familia y dado eso fue que te envió  un mensaje tiempo atrás.
-sí- afirmo Cristina- pero le señale a mi hermano que ya no era asunto mío lo que sucediera con ese hombre y su dinero.
-estás muy equivocada hermana- sentencio Pilar- tiene directa relación contigo y el maltrato que sufriera nuestro hermano. Escúchame bien Cristina lo que te voy a decir…

La joven Loren expuso a su hermana con lujo de detalle todo lo que sucedió en las empresas con la llegada de ciertos abogados de un inversionista británico que terminó por comprar todo y que luego de que ellos abandonaran el país. Alexander busco el modo de obtener información que le permitiera dar con el paradero de su única hija soltera y así recuperar sus empresas mediante sus viejas artimañas. Esa fue la causa de los golpes que recibiera el menor de los hermanos Loren.

Cristina quedo atónita con todo lo que escuchaba de su hermana y a su vez se alegro saber que las demás se preocupan por su bienestar al punto de querer interferir en los planes del monstruo que tenían por padre. Sin embargo su alegría duro muy poco tras conocer el apellido del nuevo dueño. “ERLINGTON”. Fue una de las cosas más duras de asimilar…ya que sabía muy bien de qué  persona  se trataba, no podía haber equivocaciones y luego recordó ciertos hechos anteriores que le mencionara Kiara…algo en todo ello no calzaba…a menos que…

FIN DEL FLASH BACK
Paso un tiempo antes de que Cristina decidiera dejar el local. Hizo varias llamadas y luego se suplico a su hermana Pilar que le diera las señas del hotel para recoger su equipaje, ya que la hospedaría en su departamento, no quería exponerla a que la encontrase Alexander.

Cristina acomodo a su hermana en uno de los dormitorios restantes. Luego prosiguieron con su conversación por un tiempo y pudo quedar al día con los planes de su progenitor. Tras terminar de platicar Pilar, decidió darse un baño y en  el intertanto, Cristina, llamó a su esposa y a Elizabeth para que ambas se reunieran en su apartamento. Había llegado el momento en que dieran explicaciones. En ese preciso momento suena el timbre anunciando la llegada de la persona que tanto ansiaba ver desde hace mucho…

-Kiara- murmuro Cristina al memento de abrirle la puerta.
-hola Cristina- saludo Kiara, abrazando fuerte a su amiga tras ver su rostro preocupado- he venido cuanto antes, ¿sucede algo Cristina?
-debemos hablar Kiara- expuso Cristina- primero que nada pasa y toma asiento.
-gracias- indico ésta ubicándose en uno de los sillones- tú dirás.
-antes de comenzar, quiero disculparme por no haberte llamado- señalo Cristina- hace un rato vi los mensajes que estaban en mi móvil.
-¿se puede saber dónde estabas  sinvergüenza?- inquirió Kiara - te marchaste sin decirme a dónde y me tenías preocupada mensa.
-lo siento Kiara- menciono Cristina- pero tenía mis razones. Amiga mía, hace una semana me despose con Jamiel.
-¿qué?- exclamo Kiara con tamaños ojos por lo escuchado- tú,  ¿casada?  Estás bromeando, no era que no la podías ver, ya que ella te resultaba molesta según tus propias palabras. Lo siento, pero no puedo creérmelo.

Cristina se sonrió al escuchar a su amiga y la comprendía a la perfección, ya que no hace mucho tenía esos sentimientos que describiera la joven Milovic.

-tal vez esto pueda convencerte- agrego Cristina (mostrando su anillo)- es la prueba de qué estoy casada con Jamiel.
Kiara que estaba distante de Cristina como para apreciar el objeto que le mostrase, decidió ir junto a ella y al ver el anillo en su mano, sus ojos miel se abrieron muchísimo al ver la joya en cuestión  y palideció en cosa de segundos…

-¡por todos los cielos!-exclamo asombrada kiara.
-¿qué sucede Kiara?-pregunto inquieta ésta al ver la reacción de su amiga.
-dime una Cristina- pregunto de lleno Kiara -¿acaso fue Jamiel, quién te dio ese anillo?
-no fue ella- respondió Cristina- si no su madre. Verás te parecerá extraño lo que voy a decirte… (Cristina narró todos los sucesos que sucedieron a contar de ese día viernes, el lugar dónde se desposo con Jamiel y todas las cosas extrañas que vivió junto a ella)

Tras escuchar con atención el relato de su amiga y que de paso,  la dejo muy sorprendida. No pudo evitar quedar pensativa al respecto y recordó una situación muy extraña que lo tocó vivir cuando estuvo en los bosques de Ossex.  La joven Milovic llevada por una corazonada, quiso saber el nombre de la madre de la esposa de Cristina.

-Cristina, puedes decirme, ¿cómo se llama la madre de Jamiel?- pregunto Kiara.
-Durían- respondió Cristina.

Los ojos miel de Kiara se abrieron como plato al escuchar ese nombre y recordó cada suceso que su mente había bloqueado después de estar junto a Elizabeth en aquellos bosques. De súbito se le vino la imagen de una joven de cabellos dorados ceniza que estaba con la marquesa y la sostenían mientras Durían intentaba poner sobre su frente un báculo. Esa chica, no era otra que la misma jovencita que se toparan en el estacionamiento del edificio cuando salieron a cenar con Cristina y además resultó ser su asistente.

Kiara percibió que algo oculto había en todo ello, para ella no existían las coincidencias o las casualidades y un fugaz pensamiento cruzo por su mente y le hizo comprender que podría tratarse de un complot de parte de Elizabeth y Jamiel. Recordó las advertencias de Elizabeth con respecto a su amiga Cristina y el hecho que nunca estarían juntas, ahora todo tenía sentido para ella.

-¡maldición!-mascullo Kiara al sacar esas conjeturas- cómo no me percate antes.
-¿qué sucede Kiara?- pregunto Cristina preocupada al ver el rostro de su amiga.
-Cristina-expuso seria Kiara- me citaste acá porque teníamos que hablar, pues bien, tienes toda la razón, debemos hacerlo. Voy  hacer muy honesta contigo, porque siento que ambas hemos sido engañadas y no dejaré que nadie te lastime.
-por favor habla Kiara-demando Cristina.
-mira esto- señalo Kiara (mostrando su  anillo)- ¡te resulta familiar Cristina!

Al mostrar el anillo a su amiga, la joven Loren creyó morir…no era una broma, ambos anillos eran idénticos, el color, la gema, el corte y las mismas incrustaciones en la plata…ambas jóvenes lo retiraron de sus dedos y revisaron minuciosamente…descubrieron grabados en el anverso los siguientes nombres...Elizabeth y en el otro Jamiel…dejando a las dos boquiabiertas.

-¡no puede ser!-murmuro Cristina-este es el anillo que me diera Durían el día que contraje matrimonio con su hija, ¿cómo es posible que también tú tengas uno igual? Entonces significa que tú también estás casada.
-NO-respondió seca Kiara- soy su novia nada más. Por cierto, hay otra cosa que debes saber.
-¿qué cosa?-inquirió la joven Loren.
-Durían, quién es la madre de Jamiel, también es la protectora y guardiana de Elizabeth- explico Kiara.
-dime que  es una broma-exclamo espantada Cristina.
-no-asevero Kiara-lo siento Cristina.
-entonces, eso quiere decir que ellas dos conocen- menciono Cristina-debo suponer que Jamiel se acerco  a mí con el propósito de separarme de tu lado, ¿es eso cierto Kiara?
-no lo sé Cristina- sentencio Kiara-te acuerdas el tiempo cuando estuve desaparecida.
-claro que sí-afirmo Cristina- cómo lo voy a olvidar.
Bueno-expuso Kiara-resulta… (Ésta le menciono lo que vivió en la mansión de la marquesa y a quienes ahí conoció….como los hechos sucedidos en el bosque…y como tampoco pudo reconocer a la joven Atkinson en el estacionamiento)

Su plática se extendió por bastante tiempo, a medida que recordaban ciertos hechos. Sin embargo ninguna de las dos estaba consciente que gracias a sus anillos y que al ser estos gemelos desprendían un brillo peculiar al estar en sincronía con el otro, permitiéndoles que su memoria aflorara con mayor facilidad.

Mientras en Erlington Company….

Elizabeth, acababa de terminar su reunión con los abogados,  dándole órdenes precisas de buscar de inmediato a la joven Loren para concertar una cita a la brevedad posible.  Tomo el ascensor para llegar cuanto antes al despacho de su esposa e invitarla a almorzar en la suite del octavo piso, ya que tenía preparado una sorpresa y de sólo pensar el rostro que pondría, dibujo una sonrisa coqueta en sus labios. Sin embargo esta le iba a durar muy poco cuando se encontró en el pasillo con Jules y le informo de la situación de Kiara y que tuvo que salir con cierta premura.

La Marquesa después de ultimar unos asuntos con su hombre de confianza, fue hasta su despacho a llamar a su esposa, pero se encontró con la novedad que tenía su móvil apagado y eso la dejo bastante inquieta y en eso entra su secretaria informándole que mientras estuvo en la reunión, una joven de apellido Loren deseaba que se reuniera con ella en su departamento. Aquello causo intriga en Elizabeth, ya que su esposa debía para ese momento también estar con Cristina y cuando se disponía en salir de su despacho, recibe una llamada en su móvil de Jamiel, tras unos minutos de conversación…

-De acuerdo, paso a recogerte en unos minutos más- contesto Elizabeth, cortando la llamada.

Elizabeth salió más que rauda de su compañía y dio señas a James para que fuesen hasta la empresa de Global a recoger a su hermana y luego de ello, se dirigiera a Hyde Park.

“algo me dice que esa reunión no va a ser nada grata para nosotras Jamiel” reflexiono Elizabeth mientras su vista se perdía  por la ventanilla de su coche.

Mientras en el Hyde Park….

En la sala de estar del departamento. Ambas muchachas continuaban con su plática, cuando en eso asomo una joven proveniente de los dormitorios, causando el asombro de la joven Milovic…

-¡pilar!-exclamo asombrada Kiara-¿qué estás haciendo aquí?
-hola Kiara-saludo Pilar (besando la mejilla de la joven)- aunque resulte difícil de creer, estoy aquí por Cristina.
-¿cómo es eso?-pregunto Kiara.
-verás Kiara- explico Cristina- Pilar ha viajado por… (Comenzó a relatarle los hechos que habían sucedido en Santiago…lo sucedido con las empresas de su familia…el nuevo comprador…los planes de su padre y el maltrato que le ocasionara a su hermano Ignacio)

Kiara quedo de piedra ante lo expuesto por su amiga y la hermana de ésta. Un profundo pesar inundo su corazón al saber que ese hombre no había cambiado en nada en esos años y seguía con su codicia y métodos repudiables para conseguir sus fines. Le aterro el hecho de saber que ese hombre se encontraba también é en Inglaterra y que pondría en peligro la vida de Cristina. A pesar de ello, otro hecho la consterno aún más y fue saber el apellido del nuevo comprador…Erlington…su nombre retumbo como un trueno en su  cabeza…ELIZABETH...Después todo, había cumplido con sus amenazas de perjudicar a Cristina si no accedía a sus peticiones…y comprobarlo, causo un gran dolor en su corazón…una vorágine de sentimientos negativos  inundaron su corazón , todo ello se reflejo en su semblante…creyó en su palabra de que no lastimaría a Cristina…tenía un nudo en su garganta producto de la impotencia y la decepción…se sentía tan estúpida por haber vuelto a confiar.

Cristina al verla tan abatida tras sus palabras, la estrechó fuertemente entre sus brazos,  permitiéndole que pudiera  sacar de su pecho ese dolor y muy pronto dejo salir su llanto. Este simple hecho dejo muy desilusionadas a las dos jóvenes, pues no había nada peor que descubrir que sus parejas les habían mentido y ocultados ciertas cosas. Gracias al calor del abrazo y el gran cariño que ambas se tenían, les ayudo a mitigar en cierta forma esa tristeza que se instalo en ellas.

Pilar,  ajena a la situación de ambas chicas, quedo muy sorprendida al saber que su hermana estaba casada y su amiga comprometida. Pero al verlas con ese pesar reflejado en sus rostros trato de levantarles los ánimos y aconsejarles lo más que pudo, pues era una situación un tanto especial para ella. Al cabo de un rato volvió la serenidad a ellas…

-¿qué vas hacer tú ahora?- pregunto Cristina
-Romper mi compromiso con ella- sentencio seca Kiara- después de esto, no pienso convertirme en la esposa de Elizabeth Erlington bajo ningún punto de vista.
-comprendo- señalo Cristina.
-¿y tú que harás Cristina?- inquirió Kiara- tu situación es distinta de la mía. Estás casada con Jamiel e hiciste una promesa ante su madre.
-Por lo pronto escuchare lo que tenga que decir-menciono Cristina- luego de ello tomare una decisión. Te aviso que ellas vienen en camino en estos momentos.
-¿las has citado acá?-pregunto Kiara.
-así es- respondió cristina- primero quise hablar contigo en privado y ponerte en conocimiento de lo que estaba sucediendo, pero jamás me imagine que esas dos estuvieran relacionadas.
-todo calza a la perfección querida Cristina-menciono Kiara
.
En ese preciso momento el coche de la marquesa aparcaba en el estacionamiento del Hyde Park y en breves segundos, descienden ambas mujeres y se dirigen al elevador que las llevara al departamento de Cristina Loren.
En cosa de minutos tocan el timbre del apartamento y Pilar por petición de su hermana sale a recibirlas, dejando perplejas y asombradas a Elizabeth como Jamiel tras contemplar en ella la réplica de Cristina.

-buenas tardes- saludo ella- mi nombre es Pilar y soy la hermana de Cristina. Tengan la bondad de pasar.
-gracias- respondieron al unísono las dos.
-les están esperando- índico Pilar, señalando la sala de estar dónde se encontraban las demás.

Pilar las condujo hasta el lugar y aprovecho la ocasión para despedirse, pues ellas debían tratar ciertos temas que no le concernían. Cuando ésta hubo marchado, Cristina les indicó que tomaran asiento, les quedaron viendo fijamente y un silencio incómodo inundo todo.

Elizabeth intuyo que algo no andaba bien, ya que la indiferencia y frialdad con la que fueron tratadas le hacía suponer aquello. A pesar de eso, decidió acercarse a su esposa  y acortar esa brecha entre ambas, necesitaba estar a su lado, pero  al momento de tomar su mano…

-no vuelvas a tocarme Elizabeth- rabio Kiara rechazando su mano con brusquedad y se alejo de su lado.
-¿se puede saber qué está pasando?- inquirió Elizabeth visiblemente dolida por el rechazo de Kiara-¿cuál es el propósito de habernos hecho venir hasta acá?
-lo mismo queremos saber nosotras- replico Cristina-ustedes dos nos deben muchas explicaciones y llego la hora de hacerlo de una buena vez.

Jamiel al ver la actitud de Kiara para con su hermana,  dedujo que el momento de aclarar las cosas había llegado, de lo contrario se exponían a que pudiesen perder a sus esposas, ya que al posar sus ojos sobre  Cristina pudo apreciar la decepción y la rabia presente en ellos. Además que los pensamientos de ambas habían sido percibidos por ella y Elizabeth, confirmando sus temores, ya que encerraban un mal augurio para ellas.

-Cristina- pronuncio Jamiel lo más calmada posible-¿qué es lo que desean saber?
Al ver que había una disposición al dialogo. La joven Milovic fue la primera en preguntar…
-pueden decirnos- menciono Kiara-¿qué significa esto? (dejando sobre la mesita de centro ambas sortijas)

Elizabeth y Jamiel se miraron entre sí, pues ninguna de las dos  tenía la menor idea que las sortijas con que desposaron a sus parejas eran idénticas. Incluso para ellas resultaba algo difícil de explicar y no tenían justificación alguna para ello. Ahora comprendían la molestia que tenían en su contra.

-¿quién de las dos nos explica?-apremio Cristina- o mejor aún, dígannos, ¿desde cuándo ustedes se conocen?

Tras escuchar esa otra pregunta, guardaron silencio por unos momentos, ya que debían ser muy cuidadosas en lo que dijeran. Sin embargo, eso fue tomado de mala manera por parte de Kiara y Cristina…

-ya veo- dijo irónica Kiara- dicen que el silencio otorga y en su caso mucho diría yo.
-no te precipites en tus conjeturas Kiara- replico seria Elizabeth
-entonces explícame Elizabeth- demando Kiara.
-muy bien- afirmo ésta- Jamiel y yo conocemos desde hace un tiempo y somos como hermanas.
-eso significa que Durían sería la madre de ambas ¿no es así?- inquirió Cristina.
-estás en lo correcto Cristina- asevero Jamiel.

Los ojos azules de Cristina centellearon tras oír esa afirmación, ya que sus sospechas se confirmaban y un sentimiento hostil la embargo…

-en el caso de Cristina- expuso Kiara- su anillo fue entregado por Durían, ¿qué puedes decirme tú, Elizabeth?

La marquesa se percato al instante hacia dónde iba esa pregunta que formulara su esposa, por tanto decidió ser sincera y no dar motivo alguno a que Kiara lo usara como pretexto e iba a cerrarle cualquier posible escapatoria, ya que veía venir una posible ruptura de su relación y eso jamás lo consentiría.

-mi madre fue quién me entrego ese anillo- respondió sin vacilación Elizabeth.
-ya veo- dijo cínicamente ésta-respóndeme una última pregunta.
-dime-indico Elizabeth.
-¿fuiste tú, quién compro las empresas de la familia de Cristina?- pregunto de plano Kiara.
-así es- afirmo Elizabeth- he sido yo quién las ha comprado y tengo mis motivos por lo cual lo he hecho.
-no me cabe la menor dudad de eso- dijo cínicamente Kiara- nada de lo que hagas puede sorprenderme ya.
-no mal interpretes las cosas, sin antes escuchar lo que tengo que decir al respeto- refuto Elizabeth contrariada por la respuesta de la mujer que ama.
-no me interesa saber nada que tenga relación contigo-replico indignada ésta.
-¿qué estás queriendo decir?-pregunto irritada Elizabeth.

Jamiel al ver que toda esa situación se estaba saliendo de control. Decidió intervenir para calmar un poco los ánimos entre ambas…

-chicas- demando Jamiel- traten de calmarse, no conseguirán nada si pierden el control. Las discusiones basadas en ánimos exacerbados sólo llevan a lastimarse mutuamente y el objetivo de esta reunión es aclarar las cosas entre nosotras y  no poner  más obstáculos en el camino.

Ambas mujeres observaron a la joven Atkinson tras sus palabras. La marquesa concordó plenamente con su hermana y decidió cooperar para solucionar de una vez por toda aquella bochornosa situación.

 Por su parte Kiara, no pensaba del mismo modo, no habían más preguntas que formular, todo estaba claro y no tenía nada más que hacer en ese lugar. Por respeto a su amiga del alma decidió quedarse, pero iba a marginarse de todo lo relacionado con Elizabeth Erlignton y fue muy enfática en ello al sentarse junto a Cristina, apoyar su cabeza en su hombro y tomarla de la mano, siendo acogida por ésta última con beneplácito, provocando que un escalofrío involuntario recorriese de pies a cabeza a Jamiel y Elizabeth.

-dime una cosa Jamiel-demando Cristina- estabas al tanto de las intenciones de Elizabeth con respecto a las empresas de mi familia.

Con el dolor de su corazón Jamiel debió contestar aquella pregunta…

-sí- respondió Jamiel- tuve conocimiento de ello.
-eso fue antes de que nos conociéramos-pregunto Cristina- o después. Me refiero explícitamente al hecho de habernos casado.
-lo supe antes de casarnos- afirmo Jamiel.
-ya veo- murmuro desganada Cristina.
-como bien dijo Elizabeth- expuso Jamiel- debes escuchar primero sus razones y después has tú propio juicio te lo ruego.
-ya he escuchado lo suficiente- exclamo molesta Cristina- de mi parte no deseo saber más.
-dime Cristina-inquirió Jamiel-¿Qué significan tus palabras?
-te lo diré muy claramente-agrego Cristina-te devuelvo tu sortija Jamiel y aunque le hice una promesa a tu madre, eso no podrá ser, ya que no puedo estar al lado de una mujer que me ha mentido.
-¡Cristina!-exclamo casi sin voz Jamiel-no lo hagas.
-estás siendo demasiado injusta con Jamiel- enfatizo Elizabeth molesta-¿cómo no te das cuenta que la estás lastimando?, piensas acaso que es llegar y decir se termino por unos cuantos malos entendidos.
-¡Malos entendidos!- refuto Cristina- dime una cosa Elizabeth, ¿no compraste las empresas de mi familia para usarlo en contra de Kiara? Y así poder separarnos o ¿estoy equivocada Marquesa de Cronwell?
-no te lo voy a negar- repuso Elizabeth seca-esas fueron mis intenciones en un comienzo y tenía mis motivos para ello, lamentablemente estaban errados.
-sin duda lo estaban- expuso Cristina-nadie puede obligar a otra persona a que la ame bajo chantaje o amenazas. Déjame decirte que Kiara no merecía una cosa así de tu parte, sí tanto decías amarla. Ella es una mujer que vale mucho y espero puedas comprenderlo algún día.
-no necesito que me lo digas, sé perfectamente lo valiosa que es ella- respondió seca ésta- déjame recordarte que también mi hermana Jamiel, es una gran y excelente mujer. Tal vez tú no sepas valorar esas cualidades, ya que te resulta muy fácil deshacerte de ella al menor problema.
-no discutiré contigo Elizabeth- acoto Cristina-no daré pie atrás en mi decisión.
-eres muy necia Cristina- rabio Elizabeth- no eres digna del amor de mi hermana y vas a lamentar tu insensatez con el tiempo.
-¡basta Elizabeth!- demando furiosa Kiara- no te permito que insultes a Cristina y  menos en su  propio hogar, no tienes derecho y tampoco autoridad para ello.
-que considerada eres Kiara-repuso altiva Elizabeth- ustedes pueden decir cuánto se les antoje,  pero  nosotras no tenemos derecho a replicarles nada, no te parece un tanto injusto y arbitrario de su parte, sólo escuchan lo que les conviene y hacen oídos sordos a todo lo demás.

Kiara tomo el anillo de la mesita y lo coloco en las manos de la marquesa y  se quedo viendo fijamente sus ojos verdes antes de pronunciar…

-no tienes derecho a hablar de consideraciones-expuso Kiara-cuando eres incapaz de responderme con respecto a este anillo y la similitud con el de Cristina. Además eras una embustera, que se valió de todos los medios para lastimar a la persona que más quiero en este mundo. Por tanto, yo tampoco puedo estar al lado de una mujer como tú y te sugiero que te busques a otra estúpida para regalarle ese anillo y te crea tus mentiras.

Después de pronunciar aquellas palabras Kiara dio media vuelta con dirección a uno de los dormitorios, pues había dado por terminado todo con Elizabeth.

Los ojos verdes de la marquesa centelleaban de rabia e indignación tras escuchar a la mujer  que amaba refiriéndose  a su persona de un modo tan despreciable e injurioso sin darle chance a defenderse siquiera.  Para Elizabeth, todo tiene un límite y  un mínimo de respeto y su esposa se había excedido en sus palabras e iba hacerle ver que no dejaría que se  deshiciera de ella cuando se le antojaba en gana.

En un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba se encontraba al lado de la joven Milovic…

-esto aún no acaba Kiara-demando Elizabeth halándola fuertemente del brazo  y poniendo nuevamente la sortija en su mano- vas a usar ese anillo te guste o no.
-¿porqué motivos tendría que hacerlo?-desafió Kiara al encontrarse de frente con ella y tratando de quitárselo una vez más.
-resulta mi querida Kiara-acoto enérgica Elizabeth-que ese anillo no es de compromiso como supones, sino una sortija de matrimonio. Símbolo de que tú y yo estamos casadas al igual que ellas dos.
-¿Qué diantres  has dicho?-exclamo pasmada Kiara.
-con mucho gusto te lo vuelvo a repetir- dijo burlona ella-estamos casadas dulzura, tú eres mi esposa ahora, Kiara Milovic.

Elizabeth sólo sonrió ante el estupor de su esposa,  que se quedo viéndola con sus ojos desmesuradamente abiertos e incapaz de reaccionar y sin darle tiempo a que se recupera, la tomo de la mano y la volvió a sentar al lado de Cristina. Otra que estaba atónita tras escuchar las palabras de la Marquesa.

-ustedes dos ya han hablado suficiente- demando seca Elizabeth-ahora es nuestro turno y para cuando terminemos de hablar les aseguro que no podrán romper nunca nuestro vínculo con ustedes.

Si las miradas amedrentaran este sería el caso, pues lo que Cristina Loren vio en los ojos grises de Jamiel la cohibió por completo, anulándola de tal forma que le fue imposible moverse de aquel lugar como era su intención tras oír a la Marquesa. La misma situación se aplicaba para Kiara que no despegaba sus ojos miel de Elizabeth, aún no conseguía asimilar sus dichos.


Una conversación iba a dar inicio, trastocando todo la existencia de las hijas de la luna, serían sometidas al poder de los anillo y a sus esposas o terminarían regresando con su madre.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Un recuerdo

 Un presente para ustedes de la capital de la Patagonia y parte del campamento de Posesión. Trae muchas nostalgia de la pampa magallanica, e...