mujer y ave

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martes, 5 de agosto de 2014

La revancha y la rival


Atada por un testamento, capítulo 12.

La joven Rosemberg, se había propuesto darlo todo por conquistar a una testaruda y obcecada Karina. Y aunque todo estuviera en su contra, comenzaría hacer pequeñas jugadas que fueran desarmando las defensas de la joven Sotomayor, despacio y con mucha paciencia conseguiría derrumbar una a una todas barreras.

«Aunque este discurso me lo repita una y otras en estos 356 días, voy a conseguirlo, ya verás querida mía, tú no te escapas» pensamientos muy firmes que se propuso Akiane.

Ya quedaba muy pocas horas para estar en Puerto Varas, por lo que Akiane, miró su reloj y deicidio apurar las cosas y poder ir a la costanera y caminar un momento por el lago.



¿Falta mucho, Karina? preguntó Akiane.
La verdad ya acabe con todo lo que necesitaba y solo me resta ver unas chaquetas. señaló ésta.
En ese caso, te ayudo porque deseo que alcancemos a dar un paseo por la costanera mencionó Akiane.

Entregó las cosas de la joven a la dependiente y tomando de la mano a Karina, se fue directo a la sección de abrigos y parkas.

¿Qué se supone qué estás haciendo? inquirió Karina, con una ceja levantada y con cara de malas pulgas.
¿Lo dices porque te tome la mano? adujo Akiane ─ no seas tan exagerada y relájate de una vez, que no voy a «ultrajarte» ni nada que se le parezca.
Tú eres de esas personas que aunque le golpearan con un mazo en la cabeza, jamás entenderías una advertencia confrontó Karina.
Será porque mi apellido es  «Contreras» bromeó Akiane a expensas del mal humor de la joven.
Con un resoplido que vació todo el aire contenido en sus pulmones, Karina, la lanzó una dura mirada que para nada intimidó a Akiane, todo lo contrario, le cerró un ojo y le obsequió una coqueta sonrisa, lo que provocó que la joven Sotomayor, se diera vuelta de súbito, porque ya había comenzado a bajarle la intensidad de su carácter.

«No puedes disimular que te afecto hasta lo indecible preciosa» se dijo para sí, Akiane.

La albacea, encontró lo que buscaba y le entregó a Karina, tres modelos de chaquetas que le serviría para el duro invierno que se avecina.

Con esto pareceré un oso polar con tanta ropa protestó Karina ¿no pretenderás que me las coloque para trabajar?
Por supuesto que debes usarlas para el trabajo, ya que en días de lluvia me acompañarás a recorrer  la hacienda y ver que todo este en orden explicó Akiane.
¿Estás bromeando? preguntó con asombro Karina.
Para nada. Saldremos a revisar todo, ya que dentro de muy poco será tú la que se haga cargo del funcionamiento de los Alerces comentó Akiane.
¿No eres tú la dueña? Y quién debe hacerse cargo de su empresa indagó Karina.
Por lo visto estás olvidando un detalle muy importante, mi dulce citadina mencionó Akiane en el testamento de Adriana, fue muy preciso, ya que eres la beneficiaria del 50% de lo que le pertenecía.
¿Y eso qué? puntualizó Karina no es de mi incumbencia lo que tenía mi hermana,  solo me interesan mis pertenencias.
¡Hay Karina! exclamó Akiane las cosas no son tan simples, ese 50 % te obliga asumir las responsabilidades para con la hacienda.
¿Responsabilidades? preguntó Karina, que en ese momento se disponía a cancelar su compra.
Sí, responsabilidades citadina mía expresó Akiane, observando todo movimiento que hacía la joven. ¿Algunas vez, Adriana, te contó sobre su trabajo?
Pues no respondió tajante Karina pasamos mucho tiempo sin dirigirnos la palabra y como no me gusta el campo, poco me interesaba saber detalles de su trabajo.
Ahora entiendo muchas cosas murmuró en voz alta Akiane.
¿Qué entiendes? inquirió Karina, cuando ya se aprestaba a tomar sus bolsos.
Dentro de muy poco lo sabrás, Karina contestó Akiane, tomando ella primero los bolsos. déjame ayudarte.
No es necesario reprochó Karina.
Insisto declaró Akiane, sin darle mayor opción. además, son seis bolsas que podemos llevarlas entre las dos.

Karina, le quedo viendo por unos segundos. Escudriñó mucho en sus ojos verdes, buscando algún indicio de que le permitiera adelantarse a la jugada que su jefa podría hacer.

Esto era una labor imposible, porque se notaba a leguas, que jamás podría llegar a conocer los puntos débiles de Akiane. Por el contrario, todo lo que halló fue una mirada, coqueta y dulce a la vez, que pretendía desarmarla una vez más. Sacudió su cabeza, para no permitir caer en su juego otra vez y ceder como lo hizo hace unas horas atrás al punto de permitirle ser besada ya reiteradas veces.

«Sigo así, y seré el hazme reír de ella y eso no puedo concebirlo. Además, porqué debería gustarme si somos tan opuestas, no tiene sentido tratar de intentar algo que no deseo y menos con ella» conjeturas de la joven, que luchaba por no pensar mucho en la chica y menos admitir que estaba como Dios manda…guapísima.

No voy a discutir contigo y cómo siempre tú ganas señaló Karina…por ahora.

Akiane, que alcanzó a escuchar eso último, solo se limitó a sonreír. Sabía que no valía la pena discutir por que ella misma se encargaría de demostrarle lo contrario, pero con una actitud distinta, faltaba muy poco para cumplir los seis meses y el tiempo pasaba volando.

Ambas mujeres, fueron hasta el jeep y dejaron las cosas en la parte trasera y como siempre, Akiane al volante, condujo su auto por costanera Vicente Pérez Rosales y detuvo su coche en un costado e invitó a la joven a dar un paseo.

Karina, con algo de mala gana, accedió, no era que fuese tan quisquillosa, pero, la compañía lo era todo para ella y en buenos términos. Ellas dos no estaban en esa posición.

Amante de las caminatas no era, pero si gustaba salir a las afueras de Londres y pasear con sus amistades, cosa que disfrutaba muchísimo ese rato de esparcimiento. No obstante, esto era distinto. Era una situación bastante irregular y forzada por donde se le mire.

Anda cambia esa cara mencionó Akiane ni que fuera a matarte para que estés así de tensa y a la defensiva. Podrás olvidarte de que somos jefa y trabajadora y simplemente disfrutar de esta caminata.
No se es tan simple. Primero que nada, esa relación laboral la expresaste tú muy bien hace un rato explicó Karina segundo, tú eres la albacea del testamento de mi hermana y por último, es bien difícil sentirse cómoda contigo, cuando no puedo ni mirar para el lado cuando ya estás prohibiéndomelo.

Ese comentario fue un rotundo Jaque mate para Akiane, que tragó en seco, porque no tenía como rebatirle en esta oportunidad y para sus adentros, admitió que tenía mucha razón en ello y aún así, debía persistir un poco más hasta poder conseguir menguar las fuerzas o carácter de la muchacha.
Cómo bien lo dijo, Adriana, una vez…

« Ella es como un caballo salvaje, debes domarlo sí o sí, de lo contrario nunca podrás con ella. Te aseguro que es la única forma» fueron las explicitas palabras de Adriana Sotomayor en alusión a su hermana menor.

Al menos disfruta del paisaje, Karina instó Akiane la naturaleza es muy hermosa como para ignorarla y hacerlo es de necios.
Lo intentaré aceptó Karina, manteniéndose a dos pasos de Akiane, por razones muy obvias.
¿Porqué decidiste regresar? Si ya no te quedaba nada acá preguntó de frentón Akiane.
Para despedirme de Adriana confesó Karina a pesar de todo lo que estoy pasando gracias a ella. Deseaba, decirle adiós y expresarle lo mucho que la amaba y la única forma era regresando a este país.
Comprendo aseveró Akiane en tú lugar no hubiese esperado a que muriese para expresarle mi cariño personalmente.
No juzgues si no sabes reprochó Karina de inmediato.
No es eso aclaró Akiane te lo digo basado en mi experiencia. No olvides que en ese accidente murieron mi padre y hermano, al igual que tú quede sola. Si bien se puede tener diferencias con la familia, nunca deje de decirles cuanto los amaba y por eso, no tengo ningún remordimiento. Cosa que no es lo mismo en tu caso.

Esta vez fue el turno de Karina, para ser anulada con otra jugada impecable de ajedrez. Detestaba reconocer los hechos, cuando se trataba de algún incidente que tenía relación a su vida privada o familiar o en otros asuntos de negocios, más si debía admitirlos de personas que consideraba sus oponentes o rivales.

Claro estaba que Akiane, sobrepasaba todo lo que se podía ajustar a esa norma, simplemente no encajaba en ningún parámetro. Era una realidad de otro mundo y tendría que aprender a conocer y aceptar en lo que le restaba de estadía en su haciendo y el no saber que le deparaba la tenía demasiado inquieta, pues desconocía a que se enfrentaba, ella rompía todos sus esquemas, de no poder prever ninguna jugada ni anticiparse a sus movimientos.

Debía reconocerlo, estaba en un terreno desconocido y sólo quedaba asumir que llegado el momento, tendría que ver que haría ante cada acto o situación. Ahora, sólo estaba dando manotazos al aire innecesariamente y redundaría en una fatiga anunciada y la única ganadora sería la albacea, quedándose con todo e incluso con ella, pues quedaría a su merced.

Llámese ironía o jugarretas del destino, era como si Akiane, pudiese ver a través de los ojos celestes de la joven, lo que estaba pensando y una tenue sonrisa asomaba en la comisura de sus labios y para mortificarla, insinuó…

Verás que un día, recordarás todos estos malos instantes vividos a mi lado, no serán más que eso,  un mal recuerdo porque nuestra felicidad será plena expuso Akiane, que la tomó del brazo, apegándola lo más posible a su cuerpo.

Los ojos celestes, simplemente eran un monumento al desconcierto y asombro.

Tú, ya comienzas a asustarme declaró Karina, que en vano intentó zafarse de su agarre. No hay como hacerte entender que no quiero nada contigo, en ningún aspecto.

Así como de súbito la abrazo, así la soltó y en dos pasos se adelantó y giró su cuerpo para quedar de frente a la muchacha y sacando una pequeño clavel que llevaba escondido en su capa, caminó hasta quedar a escasos milímetros por lo que la tomó por la cintura y con la flor frente a los ojos de la joven, señaló…

Cómo tú nunca entenderás que hagas lo hagas y digas lo que digas, NUNCA podrás conseguir alejarme de tu vida, porque delante de ti está mi verdad reflejada en mis ojos y ellos no mienten…este es el signo de que tú eres para mí y nunca te dejaré ir susurró Akiane, posando sus labios con los de Karina.

Los ojos celestes, habían quedado hipnotizados de los labios de Akiane y no se dio cuenta en qué momento estaban cerrados y su boca había recibido a su compañera, llevándola a otra dimensión, sentimientos dulces y cálidos, dónde llenaron de un solo golpe el vacío que había en su interior, derribando barreras que no duraron un solo segundo ante un sentimiento que llevaba dormido por años y a la espera de la persona correcta y verdadera, aquella que tuviese la llave para abrir el candado que puso a su corazón a partir de la traición de Melissa y Majo.

Todo se esfumó, no se oían, murmullos, ruidos, nada, porque todo era irrelevante en ese momento, lo único esencial eran ellas dos, las dos protagonistas de su propia historia.

Dicen que la vida es muy sabia, cuando coloca a dos personas que nunca tuvieron contacto alguno, que no tenían cómo poder conocerse y menos imaginar que podrían ser la una para la otra en la orquesta del amor que está pautada con un toque divino. Cada ser humano tiene su alma gemela, su mitad en un lugar de este hermoso planeta y a cada cual le llega su hora de encaminar sus pasos con los de que ha de ser su compañera o compañero de viaje en esta vida. Es una cita que no tiene fecha de expiración como tampoco lugar y sólo espera el momento propicio de llevar a escena a dos personas a un escenario completamente distinto de un enamoramiento pasajero o pasional, aprenderás a reconocer la diferencia solo viviéndolo.

¡Oponte a la fuerza más grande del universo! y te llevarás el mayor chascarro de tu triste vida, porque negarla es morir un poco cada día y no darle la oportunidad de ser feliz y crecer al punto más alto de la propia existencia.

Para Karina, algo se fracturó dentro de su corazón, fue solo sutil movimiento que la dejará en un escenario que ha negado por mucho tiempo y aunque haya sido lastimada, tiene la obligación de dar vuelta la página porque el amor golpea fuerte y se instalará en su interior con o sin su permiso. No obstante, es bien sabido que el amor trasciende espacio, fronteras, tiempos y barreras, pero que sus portadores son incapaces en algunas ocasiones de mantener viva la llama del amor de tanto desaire que pueden recibir una y otra vez. El corazón es fuerte, pero la carne débil.

El beso se prolongó lo que la falta de aire se apoderó de cada una, aunque parecía una eternidad desde que sus labios se juntaran y dejaran que sus corazones hablasen en ese momento.

Apenas unos milímetros de separación les permitía retomar, lo que debieron dejar, pero fue la propia Akiane, que en vez de insistir, se limitó en apoyar su frente en la de Karina y con delicados de movimientos de su nariz, acariciaba el de la chica, como un pequeño y suave beso esquimal, la ternura expresada en su máximo, nacida de un sentimiento y una necesidad innegables en ese momento.

El corazón de ambas muchachas estaba en el punto más alto del mismo cielo y fundidos en un solo latido, sincronizados al unísono de una necesidad que afloraba por los poros de la piel que iba subiendo gradualmente la temperatura y daba paso que sus manos comenzaran a reconocer el cuerpo de la otra, aunque sus cuerpos estuviese completamente cubiertos, era inevitable sentir esa vibración esa necesidad, de quitar todas las barreras y dejar que descubrieran la tersura de la piel que tanto añoraban en ese instante.

Las manos de Akiane, recorrían despacio la espalda y cintura de la joven Sotomayor. Y ésta última, recorría con una de sus manos, la piel desnuda del torso de la muchacha donde el vestido no cubría, sus dedos ávidos de descubrir y explorar cada rincón de esta, guardaba en sus yemas como memoria, las sensaciones que iba sintiendo…su piel era tan tersa, tan cálida, tan deseable y como mensajes a la velocidad de la luz, iban raudos viajando por todo su torrente sanguíneo hasta llegar a la parte neuralgica de su cerebro para darle la buena nueva, había vuelto a la vida, su cuerpo vibraba con cada roce, cada caricia que recibía y prodigaba al mismo tiempo.

Karina, no era la única que estaba en el limbo del deseo y descubrimiento de tan placentera condena, sino que Akiane, daba rienda suelta a sus emociones que sentía por la que es la hermana de su cuñada, cada caricia era motivo de que su corazón estuviese en la estratosfera y como un volcán amenazante se encontraba su cuerpo, todo alborotado en medio de la sensualidad de las caricias que ambas se prodigaban y la tenían al borde la locura y del deseo vívido que tenía de hacer suya a Karina y con ello, sellar su destino, en una promesa infinita y eterna como era entregarse en cuerpo y alma a su ser amado.

El tiempo, el espacio detenido para esas dos hermosas mujeres que estaban hambrientas de sentir y vivir el amor en su plenitud, cosa que por años les fue esquivo a la espera de que fuese el momento correcto para su encuentro y este había llegado y Akiane, iba a reclamar ese derecho en la mujer que fue creada para ella y que estuvo esperando por mucho tiempo.

Una de sus manos, en forma muy gradual fue recorriendo su cintura para ir subiendo lenta y paulatinamente por el vientre de Karina, despertando las hormonas de la muchacha, como dejando saber que ella, era la dueña de todo su ser, ese camino estaba desatando un verdadero incendio a medida que avanzaba y se detendría en la cúspide del más hermoso tesoro, sus senos y deliberadamente sus dedos juguetones dibujarían pequeños círculos sobre el montículo de su pezón, desatando un infierno dentro de Karina, arrancándole un gemido involuntario e indicio de que su cuerpo estaba ardiendo por dentro consumiéndose por el deseo que ya se desató en ella.

¡Mi vida! murmuró entrecortadamente Akiane, que enloqueció con ese gemido y volvió a buscar los labios de la chica para devorarla con besos.

Su boca, no encontró oposición en Karina, sino que le dio una vez más la bienvenida y correspondió a sus caricias y sus lenguas se entrelazaron en dulces caricias, prodigándose todo ese amor que estaba presente en ellas.

Sus manos iban descubriendo un mundo exquisito de sensaciones al recorrerse mutuamente, cada lugar, despertaba y avivaba más el fuego de la pasión en ellas. Olvidando por completo que estaban en la vía pública y sólo un silbido brusco de unos jóvenes curiosos y morbosos, vinieron a estropear tan candente escena.

¿Por todos los cielos, qué estamos haciendo? inquirió Karina a duras penas.
Dejándonos llevar por lo que nuestros cuerpos sienten convino Akiane, separándose despacio de sus brazos, sin dejar de verle y de expresarle todo en su mirada. no hicimos nada malo, Karina.
Estamos en un lugar público y no me gusta dar espectáculos de esta índole mencionó Karina, apartándose del todo del lado de la joven, sin mirarla, se sentía muy culpable.
¿Índole? exclamó Akiane, conmocionada de la reacción de la chica. vamos Karina, no me saldrás ahora, que todo fue un error y qué no debió ocurrir.
Por supuestos que sí se engañó a si misma, Karina. por favor llévame a casa, no quiero estar más aquí.
Karina, ¿por qué te empeñas en negar lo que es obvio para nosotras dos? preguntó Akiane. admite de una buena vez, que mis caricias están despertando en ti a la mujer que llevas por dentro, esa misma que se muere por volver a sentir, a ser amada y volver amar.
¡Quieres callarte! explotó Karina ¿qué sabes tú de mí? Que te hace suponer conocerme para decir lo que siento o no, o si alguna vez amé. Qué te da ese derecho a hablar de mi persona con tal autoridad.
No tengo ningún derecho ni autoridad sobre tu persona, sino que hablo basado en la realidad que me dan, las respuestas a mis caricias. Por Dios, tu cuerpo dice todo lo contrario que tu boca quiere negar a toda costa replicó Akiane.
Puedes dejar las cosas hasta aquí demandó seria Karina llévame a casa.

Los ojos verdes de Akiane, se entrecerraron peligrosamente y volvió aproximar a la chica y frente a su rostro, susurró…

Ya te lo dije, nunca conseguirás apartarme de ti y las cosas no se van a quedar hasta aquí desafió Akiane eres una terca que no admite la verdad aunque por dentro tuyo estés a punto de colapsar en este minuto por mi cercanía. Eres una cobarde.

Dicho esto, se apartó y se fue en dirección de su jeep, su día fue arruinado dos veces y lo peor de todo era que Karina, no facilitaba en nada las cosas con su actitud.

Intentó dentro de todo lo posible, conquistarla con detalles como toda mujer gusta y así, demostrarle con un comportamiento distinto que las cosas podrían mejor entre ellas y que si le daba esa oportunidad, nunca se arrepentiría de amarla. No obstante, estaba hablando de Karina, una mujer tozuda, terca, malas pulgas y que el único remedio que le estaba quedando era continuar con las indicaciones de su cuñada al pie de la letra.
« Sí ese es el único camino, eso tendrás Karina, aunque me partas la cara de ahora en adelante, voy a conseguir echar por tierras todas sus estúpidas barreras y dejarle libre el camino para llegar a tu corazón, porque él ya comenzó a latir para mí y jamás lo entregare a nadie» reflexiones con mucha determinación eran lo que se ha propuesto Akiane.

En fracción de minutos, ya estaba en su jeep y a la espera de la joven Sotomayor. Ésta subió en completo silencio y con cierta vergüenza, volcó su mirada hacia el paisaje desde su ventanilla.
Akiane, le quedo viendo de reojo y sólo movió su cabeza en forma de reprobación y sin más, arrancó su coche y se concentró en el camino.

Debía admitirlo, estaba de mal humor con lo sucedido con Karina, no podía creer que siendo quién era y con ese carácter tuviese cierto temor de ser vista en público, no podía comprender bien del todo su comportamiento. Dejo que su mente volara, mientras conducía.

El trayecto fue más rápido de lo que creyeron, porque ninguna de las dos, cruzó una mísera palabra para intentar remediar la situación y se quedaron cada cual en sus meditaciones hasta que una hora, ya estaban entrando por la portería de los Alerces.

Al aparcar el coche, Akiane, no hizo gesto alguno de ayudarla con sus cosas y vio cómo la muchacha sacó cada bolso y entró rauda a la casa y segundos después, Greta y Pedro, salían de ésta, para recibir a la dueña.

Lo que vieron, no les agradó mucho que digamos. El semblante de la joven estaba fruncido y eso era augurio, que todo lo que había planeado se fue por el tacho de basura.

Mi niña llamó Greta y sobando su hombro, añadió. no dejes que las circunstancias te arrebaten tu dicha y si tanto la amas, no la dejes escapar, aunque te vuelva loca por momentos.
Greta, está en lo cierto agregó Pedro perder una batalla no es sinónimo de haberlo perdido todo, la guerra aún no está perdida, Akiane.

Las palabras de ambos, calaron en lo profundo de la mente y corazón de la joven, que reaccionó de su trance que le provocó el disgusto de ver que la mujer que amaba, le negaba fieramente el derecho de amar y ser correspondida por ésta.

Con un profundo suspiro, les quedo viendo y una tenue sonrisa asomó en su rostro. Una sonrisa, que era tímida y titubeante, como se estaba reprimiendo de expresarse en todo su esplendor al igual que el corazón de la joven Sotomayor.

Uno de estos días voy a perder la paciencia y voy a cometer una locura con ella y ahí, sabrá que no soy una de sus tantos caprichos o marionetas a los que acostumbraba a tratar escupió con rabia Akiane.

Sin más, se bajo del coche y sin mirar a su personal, se fue directo a su habitación a cambiarse su vestuario y ponerse cómoda. Resoplaba de solo ver su atuendo que busco para provocarla y seducirla y todo fue un fiasco. Primero ese imbécil de Alberto y luego, esos estúpidos temores.

«Por qué diantre tiene que ser tan obstinada. No voy a permitirle que juegue conmigo, yo no soy esa idiota de Melisa ni esa ponzoñosa de Majo, para que tenga tantas reservas, ¿cuándo lo asumirá?...es una necia» chilló Akiane, lanzando lejos su ropa, mientras entraba a la ducha para calmarse.

Por su parte, Karina, lanzó todas sus bolsas en la cama y se cambió de ropa aprisa, necesitaba dar un paseo y refrescar su cabeza de todas esas locuras que la estaban matando viva por dentro.
«No lo conseguirás, ni loca te entrego mi corazón, menos a ti, tú la mujer que más aborrezco en esta vida» vociferaba con enconó Karina.

En segundos, ya cambio un jeans, un polar y zapatos bajos. Tomó una pañoleta y la cubrió sobre su cabeza al mas estilo norteamericano y sacando de su velador, su celular, salió casi corriendo de su cuarto en dirección de un lugar apartado, dónde pudiera dar rienda suelta a su corazón y poder desahogarse.
Minutos más tarde y no tan lejos de casa por cierto, encontró un viejo tronco con forma de sofá por cómo había sido tallado y se dejó caer en él. Encendió su celular y ver si tenía mensajes de parte de Nacha y en eso se topo con una llamada perdida de…

¡Majo! exclamó sorprendida Karina, sin mucho pensarlo, marcó el número de la joven. ¿sucederá algo?
Al otro lado de la línea, marcaba tono, cuando de repente se oyó…
¡Por fin Karina! exclamó emocionada Majo he estado llamándote todo el santo día. ¿Dónde diantre te encontrabas?
¡Buenas tardes, Majo! fue la respuesta de Karina.
¿Sucede algo, Karina? preguntó ésta.
¿Por qué lo preguntas? inquirió un tanto reacia Karina.
Porque te conozco de sobra y cuando tienes ese tono de voz,  es porque realmente estás afectada y buscas desahogarte afirmó Majo.
Pues eres muy perceptiva y no has dejado de tener esa cualidad que tanto llamaba la atención de todos mencionó con la voz quebrada Karina.
Menos la tuya repuso con pesar Majo cuando lo único que deseaba era llamar tu atención.
Pues, igual llamaste mi atención de un modo doloroso y cruel reprochó Karina, recordando la situación en que la halló junto a su mujer.
¿Podrás perdonarme algún día? preguntó Majo, que en ese momento, dos lágrimas, escurrían por su rostro.
No te guardo rencor, Majo señaló Karina, con un nudo en la garganta sólo que recordé de porque soy infeliz y me volví fría como el hielo. Hoy no puedo remediar, ser desconfiada y cínica al punto de negarme cualquier chance de ser feliz, por un maldito engaño.
Karina, por favor, no llores mi vida imploró Majo no sabes cuánto me duele el alma verte sufrir por mi estupidez. No sabes, que daría todo lo que tengo por volver el tiempo a tras y no haber hecho esa locura.

Eso, fue la gota que rebalsó el vaso, y el llanto se presentó en Karina, que por años, ahogó el dolor y no se permitió derramar una sola lágrima por causa de Melisa, pero ahora, ya no pudo evitar, que esa herida se abriera de golpe y sangrara por primera vez, al extremo de fluir a raudales las lágrimas y fue un colapso total, porque su dolor se expresó de la manera más violenta, no podía acallar la voz de su propio corazón que volcaba toda esa presión que guardó por años.

Por su lado, Majo, era una simple espectadora, al oír como la mujer que tanto amaba, se destrozaba y su llanto, la desgarraba viva por dentro, porque era su culpa de llevarla a esa situación, como se aborrecía en ese momento, de provocarle más sufrimientos después de tantos años de ausencia. Aún no pagaba sus culpas.
Mi vida murmuró apenas audible Majo te ruego, que me perdones todo el mal que te causé.
¿Por qué, Majo? preguntó entre llanto Karina si tantos me amabas, por qué me traicionaste de esa manera, ¿Por qué no me dijiste que Melisa, me engañaba? Que tuviste que matarme viva de un solo golpe. ¿Por qué acostarte con ella?
Por que fui una grandísima idiota, que no supo jugársela por ti y cometió la peor insensatez de todas se lamentó Majo quisiera volver los años a tras y no haberlo hecho, te juro que no he podido perdonarme en todos estos años, después de ver tus ojos ese infeliz día.
Ese día desgraciaron mi vida, no solo la mujer que amaba sino en quién yo mas confiaba y apreciaba agregó dolida Karina, que ya a esas alturas, gritaba presa del dolor que estaba sintiendo. sabes, como me sentí ese día, fue como si me hubiesen estrellado desde una azotea y no pude recobrarme, bebí esa noche hasta perder la razón, quería morirme ahí mismo, porque no conseguía ni siquiera sacar un solo gemido, un condenado grito que pudiera sacarme de la maldita inercia en la que me sumí, por su culpa.
Día con día, me emborrache para sacarlas de mi cabeza, no me levanté de ese living por una semana y sólo mi hermana, cortó mi martirio y me internó en una clínica para rehabilitarme del alcohol y después de esos meses, pude volver a estar centrada y al momento de salir por la puerta de ese centro de médico, me juré que no derramaría ni una sola lágrima por ninguna de las dos y que jamás volvería amar a mujer alguna, que la única razón que tenía en la vida, era ser una profesional y nada más.
Mírame ahora, Majo, lloró por ustedes, cuando me juré no hacerlo, porque ninguna de las dos merecen que yo lo haga, no les importe a ninguna, sólo se burlaron de mí y después desaparecieron de mi vida, una vez que consiguieron su objetivo.
Dime, ahora, ¿por qué?, ¿Por qué no acudiste a mi? Si yo confiaba en ti y sabías cuanto amaba a esa idiota.
Porque deseaba mostrarte la verdad y porque sentía miedo de que no creyeras en mi palabra si te decía que ella te era infiel declaró Majo.
Esa no era la solución, yo te hubiera escuchado, quizás te hubiese pedido pruebas, pero si tu hubiese atendido porque siempre lo hacía acotó Karina.
Ya no puedo remediar ese pasado, sólo pedirte que me permitas curar esas heridas concluyó Majo.
¿Qué quieres decir con eso? preguntó Karina, que trataba de recuperarse lentamente.
Que me des la oportunidad de demostrarte cuanto te amo y consagrarte mi vida para hacerte feliz imploró Majo.
Majo exclamó entre sollozos aún Karina ¿Cómo puedes hacer eso, si yo estoy prisionera en este lugar?
Karina señaló Majo yo estoy aquí, acabo de llegar hace una hora a Puerto Varas y voy a hacer todo lo posible por sacarte de esa hacienda.
¿Estás en Puerto Varas? preguntó incrédula, Karina.
Sí, estoy acá mi vida corroboró Majo y dentro de poco podremos vernos y voy a cumplir mi promesa que te acabo de hacer un momento atrás.

Con un suspiro ahogado, Karina, susurró…

Entonces ven por mí, Majo, y sácame de este lugar, ya no puedo más suplicó Karina.
Eso nunca fue la potente voz que se escuchó a sus espaldas.

Karina, tragó en seco y se volteó en breve a ver, y no fue sorpresa hallarla a ella. Sus ojos verdes, eran un poema a la furia contenida y su quijada estaba más tensa que alambre de un cerco.
Antes de que pudiese articular una sola palabra, Akiane, rauda le quitó de su mano el celular y se dispuso hablar…

Óyeme bien, Majo amenazó Akiane nunca podrás arrebatarme a la mujer que amo, porque si lo intentas, vas a conocerme.

Sin esperar respuesta, cortó la llamada y sus ojos se clavaron en los de Karina.

Te advertí que no intentarás nada estúpido de tu parte, Karina mencionó Akiane porque lo ibas a lamentar. No me dejas más alternativa.
¿Qué piensas hacer? preguntó con espanto Karina, al ver que la albacea se abalanzó sobre ella.
Algo de lo que vas a recordar por el resto de tu vida advirtió con enojo total Akiane.

Sin darle tiempo a nada, la tomó de la cintura y alzó en brazos, por más que Karina, protestó, insultó y abofeteó, no consiguió cambiar la postura de la joven Rosemberg, que en pocos zancos estaba en la casa, ayudada por Pedro que se limitó en abrir la puerta de la casona. En cosa de segundos se abría paso por el pasillo y de un solo punta pie en la puerta, entraba a su dormitorio y tiró a la muchacha en su cama y de un solo manotazo cerró la puerta de su alcoba.

Ponte cómoda querida mía, porque esta noche será eterna y te juro que no la vas a olvidar amenazó Akiane, desabrochando los botones de su blusa.

Los ojos celestes de Karina, se abrieron desmesuradamente al percatarse de las intenciones de Akiane y justo cuando alcanza el borde la cama, una mano la agarró fuerte del brazo…

¡Nada de eso dulzura! murmuró lascivamente Akiane, mientras la arrastraba al centro de la cama y dejaba sentir su cuerpo sobre el de la joven y sus manos le arrancaban la ropa. esta noche llevarás mi marca.

Sólo las estrellas que despuntaban en el cielo, serían testigo de una escena que desarrollaría en ese cuarto, en que dos mujeres, lucharían por algo más que su corazón.

Podría el amor de una mujer, conseguir revertir la situación que le era adversa, podría sus caricias despertar a la mujer que amaba o su despecho que sentía en ese instante sería el causante de que alimentará el desprecio hacia su persona.

Mientras en un cuarto del hotel, una muchacha se paseaba como león enjaulado…


Karina murmuró con fuerza, la joven Rubilar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

buenísiiimooo!

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